Consumo cultural de los jóvenes porteños: evaluación de impacto del programa Pase Cultural


La Ciudad de Buenos Aires es, sin dudas, uno de los centros culturales del país y ofrece una oferta muy variada para todo tipo de públicos. Sin embargo, existe una brecha en el consumo de bienes culturales a partir de los ingresos, el nivel educativo y el lugar de residencia. Para reducir estas diferencias, el gobierno de la ciudad creó el programa Pase Cultural: una tarjeta de beneficios con un crédito semestral y ofertas especiales para que estudiantes de secundario de 16 a 19 años y para docentes de escuelas públicas porteñas puedan ir a muestras, recitales, teatros, cines, y para la compra de libros y revistas. La tarjeta se pide mediante un formulario online y puede retirarse en la sede comunal más cercana.

Para comprender si este programa realmente logra reducir la brecha de consumo cultural que existe entre los jóvenes porteños, el CEPE propuso una evaluación rigurosa, cuyo primer paso fue establecer una línea de base, es decir, conocer la realidad antes de la lanzar la tarjeta de Pase Cultural: cuáles son sus hábitos, prefieren el cine, el teatro, los museos o los recitales; cuánto tiempo les destinan a las actividades culturales y hasta dónde están dispuestos o pueden trasladarse.

Este informe resume los resultados de la línea de base realizada en octubre de 2018 y, en consecuencia, describe de manera multidimensional el consumo cultural de los estudiantes secundarios en la Ciudad de Buenos Aires.

Las actividades culturales predilectas de los estudiantes encuestados son ir al cine y leer libros. Mientras que un 88% dijo haber ido al cine o leído un libro en el último año, un porcentaje mucho menor -entre el 25 y el 27%- aseguró haber visitado un museo o un centro cultural o ido a un recital, una obra de teatro, espectáculos de danza o un taller.

También quedó claro que existe una concentración geográfica de la oferta cultural en la ciudad. El 29% de los encuestados realizó una actividad cultural en la comuna 1, mientras que las comunas 14, 5 y 6 quedaron lejos con un 15%, 11% y 10%, respectivamente. La oferta consumida por los jóvenes en las otras 11 comunas porteñas es, en su mayoría, marginal.

Esta concentración geográfica no se debe a que los jóvenes viven en esas comunas. Por el contrario, un 75% dijo haber viajado a otro barrio para realizar una actividad cultural. Pese a ello, la distancia entre donde viven los estudiantes y donde ocurren este tipo de salidas sí influye en la decisión y la capacidad de acceso de los jóvenes. Los resultados demuestran que los que viven en las comunas o cerca de las comunas donde se concentra la oferta cultural tienden a consumir más que los que residen más lejos.

Existen otras dos variables que afectan el consumo cultural de los jóvenes porteños: quién organiza la actividad y cómo se financia. La mitad de los encuestados aseguró que ellos mismos sugieren u organizan este tipo de salidas, mientras que un 79% explicó que sus padres pagan por sus consumos culturales.

Los jóvenes explican que eligen hacer salidas culturales por varias razones. Entre las másrepetidas se destacan “estar con amigos”, “me abre la cabeza”, “es una actividad familiar” y “disfruto de las actividades culturales”.

Estos resultados de la línea de base permitirán luego hacer una comparación con los que surjan después de implementado el programa y ver, entonces, sí se produjeron cambios significativos. Sin embargo, esta primera descripción de los consumos culturales de los jóvenes porteños permite entender que hay un amplio margen para multiplicar y diversificar las actividades que realizan los estudiantes secundarios, al mismo tiempo que se incentiva su movilidad geográfica y autonomía dentro de la ciudad y en sus alrededores.