Películas habladas - Programa de Cine UTDT

El Programa de Cine presenta un conjunto de "películas habladas", surgidas del seminario dictado por Marta Andreu para lxs participantes del Programa en mayo 2023. El evento tendrá lugar el sábado 2 de diciembre a las 16h en el Centro Cultural Recoleta, con entrada libre y gratuita.


Sábado 2 de diciembre, 16h 

Microcine del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930).

Entrada libre y gratuita, por orden de llegada.

Se presentarán los siguientes trabajos:

Rapé. Delfina Carlota Vázquez

La rosa y el desierto. Lucila Podestá

La petite cochonne. Marlene Grinberg

Transiciones. Matías Lima

Diarios del Margen. Notas para descubrir dónde pastan los caballos. Ileana Dell’Unti

NO PUEDO ACABAR MI PELICULA NO PUEDO TENER SEXO. Bel Gatti

Hace más bien poco que decidí (o necesité) retomar la creación a través de la recuperación de unas imágenes dejadas atrás hace más de veinte años. Y muy pronto se hizo claro que ese “regresar” al cine, ya no podía ser completo, o no de la misma manera. Por alguna razón no tenía sentido que así fuera. Si había dejado de crear era en parte porque algo, en ese espacio-imagen, había dejado de dar cobijo, refugio, confort, había dejado de sentirse “casa”. Ese retorno, esa película que iba a regresar, más que nada, lo que haría, lo que tendría que hacer, es precisamente cuestionarse la posibilidad de ese regreso. Y eso iba a implicar una forma distinta de entender el cine, la puesta en marcha de una práctica distinta de las que conocía hasta entonces. Se trataba de hablar desde otro lugar, un lugar que pudiera ofrecer la distancia suficiente para establecer una relación con lo que quedó a medias o atrás. Ese nuevo lugar desde el cual mirarse y crear de nuevo, sería ofrecido por lo que llamé “película hablada”.

Las películas habladas toman su nombre de la película que Manoel de Oliveira realizó en 2003, “Un filme falado”. Esa película me había marcado y el nombre emergió de esa marca en mi memoria. Parecía tener sentido. Ahora, intentando dar una explicación, encuentro que ese título, “um filme falado”, venía a certificar, una vez más, esa cierta teatralidad que atravesaba el cine de Oliveira. Pero esa teatralidad no tiene tanto que ver con “hacer cine teatral”, sino con usar -entre otras- las herramientas del teatro (especialmente la palabra) para construir “un proceso de desnaturalización de la materia filmada hacia un efecto de distanciación del espectador y, a través de eso, sobre todo hacia su responsabilización para ponerlo a pensar, a ver y a oír la vida de otra manera, (…) a ver más lejos de aquello que normalmente vemos, para sentir la necesidad (imposible?) de darle sentido” (Cintra, 2015).

¿Son entonces las películas habladas películas teatrales? Sí, si es en este sentido, sí. Y no. O no solamente. 

“Película hablada” no es más que otra forma -más- de nombrar lo que ya se ha nombrado antes: film-perfomance, conferencia performativa, y de manera más poética, cine latente (los de Arsenal lo llamaron así), cine sin hacer (Uriel Orlow), cine deshecho (Arsenal, de nuevo)… Algunos lo han relacionado con el cine expandido acuñado en los 60; Di Tella me habló un día, en cambio, de cine desbordado, inspirado por Val del Omar. Hermosa fórmula, también. Me gustaría definir lo que yo empecé a hacer como una forma dentro de este cine desbordado o del cine latente (¡cómo me gusta esta expresión!), pero dentro de eso, lo llamaría, definitivamente, “filme falado”, película hablada. 

Ya Erik Bullot, teórico prolífico de esta forma de “cine fuera del cine”, habla de “decir una película” (Bullot, 2018). Eso es algo que sin duda alguna ocurre en la película hablada. Es cine que se dice. Y si no se dice, la película no existe. Pero en realidad, esta característica la comparten todas estas propuestas performáticas que están entre el cine, el teatro, la conferencia, la declamación, el arte, la danza… ¿“Película hablada” es entonces solamente una manera distinta de nombrar lo mismo? ¿O designaría algo más, algo concreto y específico? 

A lo que quise apuntar al apropiarme de “la película hablada” es la brecha que se abre entre imagen y palabra. No se trata solamente de decir la película, sino de decirla de una manera particular, o con una preocupación particular. Decir de manera que esa preocupación quede al descubierto, sea consciente de sí misma, hable. Las películas habladas aparecieron para mí como respuesta a la sospecha de que la relación con las imágenes podría haber entrado en una era solastálgica. Y frente a la posible herida, ruptura, alejamiento o imposibilidad de seguir habitando la imagen, las películas habladas representaron una posibilidad de regreso.

Así, una película hablada es lo que aparece cuando la voz, salida del cine, desprendida de él, toma distancia para sentarse frente o al lado de las imágenes creadas (por otros o por uno mismo, que en realidad pasa a ser siempre otro, frente al yo desdoblado que las mira y las renombra desde el presente). Al hacerlo, pone en evidencia la pérdida, la distancia, cuestiona la posibilidad de habitarlas. Y paradójicamente es una manera de volver a habitar, existir, hablar. La voz se fue pero no pudo irse muy lejos, no puede existir si no es en relación a la imagen.

Una película hablada no sería tanto una película dicha, sino una película que aparece entre la palabra y la imagen.

Pero ¿y qué se necesita para que aparezca? ¿Qué necesita una “película hablada” para serlo?

Una voz dicha (si es escrita y en parte leída, mejor). Encontrar algo de attrezzo si es necesario (una mesa, una silla). Colocar una luz o varias. Y pensar en la presencia de esa voz: dónde pararse, dónde ubicar el cuerpo y cómo. Finalmente, unas imágenes y sonidos preexistentes (idealmente ya montados), dispuestos de manera que ni ilustren ni sean argumentados o explicados, sino que existan al lado, detrás, enfrente de todo lo anterior, como un elemento de escena más. Con todo ello, se trataría de construir una relación a tres bandas, las imágenes (y sonidos) por un lado, la presencia del cuerpo y su voz por el otro (con los otros elementos de escena a su servicio, luz, attrezzo…) y el espectador. Estas relaciones pueden ser tipo diario, estructuras ensayísticas y fragmentadas o bien lineales, con más presencia de un tipo de imágenes que de otras, con más o menos música, sonido, silencio, con materiales muy dispares, o no tanto, con una voz única o varias, dialogando... Sea cual sea, el trabajo de la cineasta se deja ver, queda al descubierto; las reglas del juego son compartidas, esquivando el ilusionismo del cine; y el espectador será siempre consciente del pacto. Responsabilidad compartida. 

La voz se aleja y mira, lo que está en juego es una pregunta siempre abierta: ¿Es posible (y cómo) seguir haciendo imágenes que puedan ser un lugar habitable, donde poder quedarse, fundar, crecer, un lugar al que poder regresar?


-Marta Andreu

1. “Arsenal, Institut für film und videokunst” de Berlin organizó en esta misma ciudad, entre los días 20-23 de julio de 2023 un evento que llamaron “Film Undone. Elements of Lantent Cinema” https://www.latent-cinema.net/. Pareciera que el cine latente, el cine deshecho está, efectivamente,  en el aire. 


2. Solastalgia es una palabra acuñada por el filósofo medioambientalista Glenn Albrecht en 2003 para designar la melancolía provocada por la pérdida de la casa, a causa de su rápida transformación. Si la imagen fuera una casa, la solastalgia vendría a designar, en el cine, la melancolía provocada por la pérdida de un vínculo de pertenencia con la imagen.


Agradecemos especialmente a Maui Alena y al equipo del Centro Cultural Recoleta.

Las actividades del Programa de Cine cuentan con el apoyo de la Fundación Torcuato Di Tella y de la Fundación Simón Rodríguez.



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