JAMES BENNING / Agosto 2017

Proyección de su último film y charla con el cineasta

Invitado por el Programa de Cine 2017 del Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella, en el que dictó un seminario intensivo, el cineasta estadounidense brindó una charla abierta luego de la proyección de su film measuring change (2017).

La actividad se realizó de manera gratuita el viernes 11 de agosto a las 19h en el Auditorio de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Pres. Figueroa Alcorta 2280).

James Benning: Midiendo el cambio

James Benning es un cineasta inclasificable y, como tal, el mejor exponente del tipo de búsqueda que propiciamos en el Programa de Cine de la Universidad Torcuato Di Tella, donde ha venido a dar nuestro primer seminario internacional. Su obra, iniciada en los años 70, comprende una ya larga serie de largometrajes y cortometrajes que redefinieron, una y otra vez, los contornos del cine llamado “experimental”: películas que buscan precisamente romper los límites de lo que es posible hacer con el medio. En particular, Benning ha explorado toda la potencialidad y al mismo tiempo la dificultad implicada en el acto de observar. En su cine, así como en su famoso curso de Cal Arts: Looking and Listening.

¿En qué consiste, precisamente, la observación? ¿En qué medida el observador influye sobre lo observado (y viceversa)? Sus films más “observacionales”, como los emblemáticos 13 Lakes y Ten Skies, filmados en tomas de 10 minutos que agotaban un rollo completo de 400 pies de 16mm, mientras la luz y el color del lago o el cielo van cambiando, son al mismo tiempo el registro de una especie de “performance”, la del propio cineasta solitario, recorriendo las rutas del país e instalando su cámara en los rincones más inhóspitos.

Otros films-observaciones establecen procedimientos estrictos de trabajo, como One-Way Boogie Woogie (1978), que consiste en una acumulación sistemática de planos de 60 segundos, o bien los rigurosos 40 segundos observados en Landscape Suicide (1986); mientras que en RR (2008), su oda al ferrocarril, el montaje queda determinado por el tiempo que cada tren de carga filmado se toma en atravesar el paisaje, o mejor dicho, el plano (su formación de matemático ejerce una secreta lógica sobre su estética). El ritmo se evidencia, inesperadamente, como un elemento básico de lo que hacemos cuando vemos y oímos.

En otras películas, en cambio, la observación se carga de otra información, como en North on Evers (1991), que registra un largo viaje en moto que hizo Benning a través de los Estados Unidos, combinado con el diario escrito de un viaje anterior por los mismos lugares. En Deseret (1995), la observación fotográfica del paisaje de Utah se integra con la lectura de noticias sucedidas en ese estado desde 1852 hasta 1991. La observación se puebla de historias y de Historia, de experiencias previas y de fantasmas, como si fuera imposible observar sin recordar.

En los últimos años su cine se ha literalmente “desbordado”, para usar el término que acuñó el legendario experimentalista granadino José Val del Omar. Uno de sus proyectos más recientes, por ejemplo, consistió en la construcción de dos cabañas de madera, hechas con sus propias manos, que replicaban la cabaña del escritor Henry David Thoreau, autor de “Walden”, y la de Ted Kaczynski, el legendario profesor-terrorista Unabomber. Benning investigó a fondo las relaciones insospechadas entre el místico de los bosques y el terrorista que mandaba bombas por correo. Para el mismo proyecto, se puso a pintar una serie de cuadros, imitaciones de artistas marginales como Bill Traylor, Mose Tolliver, Henry Darger y Martín Ramírez, “para aprender a pintar”, además de reunir una biblioteca que reproducía la de Kaczynski (entre sus estantes, había incluso un libro de mi propio padre, ¡Torcuato Di Tella!). El proyecto se exhibió como instalación en el Kunstverein de Hamburgo, bajo el título Decoding Fear. Como complemento, Benning produjo un libro de artista, junto a Julie Ault, Two Cabins. También forman parte del proyecto, sí, dos o tres películas, Two Cabins, Stemple Pass y Nightfall, en versiones multipantalla o “monocanal”. Otra operación que caracteriza su trabajo reciente consiste en “volver” sobre obras o procedimientos ya transitados en el pasado, ya sea clásicos del cine norteamericano como Easy Rider o Faces, así como materiales propios, por ejemplo en John Krieg Exiting the Falk Corporation in 1971 (2010), donde retoma y manipula digitalmente un plano de uno de sus primeros cortos, Time and a Half (1972), o One-Way Boogie Woogie/27 Years Later (2005), donde regresó sobre los materiales del título que mayor trascendencia tuvo de su primera época.  

En el trabajo que presentamos en esta ocasión, inédito en Argentina (como sigue siendo buena parte de su obra), Benning vuelve a un símbolo que, tal vez, refleje su propia concepción artística: la mítica obra de “land art” de Robert Smithson, The Spiral Jetty, que introdujo en 1970 una equívoca presencia humana en la naturaleza, al construir un “espigón” o “muelle” en forma de espiral, con cinco mil toneladas de piedras, sobre una orilla del Great Salt Lake, en el desierto de Utah. Benning ya había filmado la obra en la anteriormente mencionada North on Evers (1991); mejor dicho, creyó que la había filmado: durante muchos años, el muelle permaneció sumergido e invisible bajo las aguas del lago, ¡y Benning registró sin saberlo un sitio equivocado! En 2005, cuando las aguas habían vuelto a bajar, Benning volvió repetidamente al Spiral Jetty, para hacer uno de sus últimos films en 16mm, casting a glance (rodado durante el mismo período y los mismos viajes en que rodó RR). Filmó en numerosas ocasiones durante dos años, calculando al mismo tiempo la altura de las aguas que correspondían a diferentes años de la historia de la obra: lo que filma en otoño del 2007 viene a ser, por la altura exacta de agua en ese momento, una especie de registro documental retroactivo del año 1972. La obra de Smithson muda según las estaciones: las piedras negras de basalto se tornan blancas en la medida que la sal del lago las cubre, y vuelven al negro en la temporada de lluvias, que lava la sal. El hecho de que el espigón hubiera “desaparecido” bajo el agua durante dos décadas puede ser concebido, asimismo, como parte de la obra. El viajero o expedicionario que llega hasta el medio del desierto para ver The Spiral Jetty, así como hace una y otra vez el propio cineasta, también afecta la obra con su presencia; y, por supuesto, él mismo resulta transformado por su experiencia de la obra. No hemos visto aún measuring change (2016), pero imaginamos que continúa, y complica de nuevos modos, el prolongado experimento de Benning sobre la observación, o dicho de otra manera, sobre el tiempo de la experiencia y el tiempo del cine.

-Andrés Di Tella



Próximas Pasadas