En los medios

La Nación
21/01/24

Juan Pablo Nicolini: “El secreto para resolver las crisis macroeconómicas no tiene tanto que ver con el tamaño del Estado”

Juan Pablo Nicolini, exrector UTDT, profesor del Departamento de Economía e investigador senior en la Reserva Federal de Minneapolis (EEUU), fue entrevistado en La Repregunta sobre la actualidad económica y política.

Por Luciana Vázquez

“Las crisis macroeconómicas recurrentes de la Argentina y el peso del Estado son dos temas independientes”, explica. “Si se aprueban todas las desregulaciones pero el Congreso bloquea todas las reformas fiscales, no se va a resolver la inflación”, aclara. “Yo encararía una desregulación de la economía aunque la inflación fuera del 2 por ciento”, plantea. “Coincido con el diagnóstico de Milei: el déficit fiscal crónico genera la inflación”, sintetiza. “Cualquiera que te diga que el déficit fiscal en la Argentina no es un problema, no es economista o no es razonable”, desafía. “El discurso de Milei prendió y eso inevitablemente hace que en los próximos años resolvamos una parte de este problema”, concluye. “En todos los planes de estabilización de los ´80, el ajuste fiscal no se hizo y no formaba parte del debate público”, señala. “El secreto no es cuál es el tamaño del Estado sino que ese gasto se financie con impuestos genuinos”, puntualiza. “Una solución es subir impuestos y financiar el gasto con impuestos y se baja la inflación. es posible y hay países que lo hicieron”, precisa. “La economía argentina está muy regulada; una flexibilización de las regulaciones haría que el país crezca más”, comenta. “La crisis fuerza a un pragmatismo que obliga a dejar de lado tu visión de largo plazo”, advierte. “El gobierno de Milei está subiendo impuestos porque tienen claro que si no baja el déficit, la inflación de 2024 va a ser más alta que la de 2023″, sostiene.



Juan Pablo Nicolini. Fabian Marelli - LA NACION

“Se puede estabilizar con el tipo de cambio mientras tenés reservas: da el tiempo necesario para hacer el ajuste fiscal. Es la situación ideal: podés hacer un plan de shock que resuelve el síntoma mientras resolvés el problema fiscal, la causa real de la enfermedad. Pero hoy no tenemos esas reservas para atacar el síntoma, y este gobierno está haciendo lo que puede”, analiza. “Si la Argentina tuviera 15 mil millones de dólares, fijar el tipo de cambio en los próximos meses sería una manera muy razonable de proceder”, cree. “Los programas de shock que funcionaron controlan el tipo de cambio pero para eso se necesita tener reservas. Y hoy no las tenemos”, aclara. “Dependemos de la muñeca financiera del ministro de Economía y del presidente del Banco Central”, opina. “Hay una incertidumbre muy alta”, diagnostica. “No podemos garantizar que no tengamos hiperinflación”, alerta. “Nadie en su sano juicio puede querer una hiperinflación”, cuestiona. “Si uno resuelve la cuestión del déficit fiscal, la dolarización no es necesaria”, razona. “Decir que el mercado puede proveer moneda tiene fallas lógicas y nunca hemos visto un caso en la práctica”, clarifica. “Si yo tuviera algo que ver con este gobierno, tendría a alguien sentado en Washington para poder tener un par de carros de bomberos listos”, propone. “Para dolarizar, no hace falta que la Reserva Federal diga nada. Se puede adoptar el dólar sin pedirle permiso a nadie”, afirma. “Milei es un economista formado, que entiende la economía”, opina. “Milei ha generado un interés enorme en el exterior”, describe. “La Argentina ha sido un laboratorio de experimentos sociales enorme y lo sigue siendo”, plantea. “A Milei, en Davos lo pueden encontrar casi simpático pero van a estar mirando qué hace y cómo le va”, dice.

El destacado economista Juan Pablo Nicolini, especialista en macroeconomía y teoría monetaria, estuvo en La Repregunta. Desde hace casi quince años, Nicolini es investigador senior del Federal Reserve Bank de Minneapolis, una de las doce instituciones que conforman el sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos, la Fed. Es doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Fue rector de la Universidad Di Tella y profesor en la Universidad de Chicago y de la London School of Economics. Es coautor de La historia de la política fiscal y monetaria de América Latina. 1960-2017.

¿Las ideas libertarias pueden sacar a la Argentina de la crisis inflacionaria… o todavía no? el Plan Milei Caputo, ¿puede evitar la suba de impuestos? Mercado vs Estado, ¿cómo debería ser ese balance? Entre lo fiscal y lo monetario, ¿por dónde está la solución posible? Argentina, entre el déficit y la falta de reservas. ¿Hay riesgo de hiper? ¿Se viene una dolarización? Competencia de monedas, ¿en qué se equivoca Milei? Milei en Davos, ¿expectativas prometedoras o problemáticas?

Nicolini dejó claro que sus respuestas expresan sus opiniones personales y no representan la visión ni del sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos ni del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis.

Aquí, la entrevista completa.


La Argentina en crisis. ¿Cómo salir en una presidencia libertaria? ¿Importa el tamaño del Estado?

-El gran debate en la Argentina es cómo abandonar definitivamente esta crisis recurrente y encarar un sendero de crecimiento, desarrollo y equidad. Un tema que se instaló, y lo instaló el presidente Javier Milei la semana pasada en Davos y su política libertaria es la pregunta acerca de cuánto peso tienen que tener el mercado y cuánto peso tiene que tener el Estado. De acuerdo con su análisis de tantas economías en América Latina a lo largo de un período histórico tan extenso, ¿cómo han jugado las dos posiciones en torno al mercado y al Estado? ¿Esta teoría más libertaria ha pesado en alguno de los países de la región?

-Hay dos temas que son un poquito diferentes. Uno tiene que ver con estas crisis macroeconómicas recurrentes que la Argentina viene teniendo y el otro es el peso del Estado. Son temas realmente independientes. Se pueden ver experiencias de países que han tenido estas crisis y las han resuelto: hay muchos casos particularmente en la región. El secreto para resolver las crisis macroeconómicas no tiene tanto que ver con el tamaño que tiene el Estado sino con el hecho de que una vez que uno decida cuál es el tamaño que va a tener el Estado, recaudar los impuestos necesarios para financiarlo. Se puede tener países como Francia, donde el gasto del Estado sobre el PBI es más de la mitad pero que tiene inflación muy baja. También era baja cuando Francia tenía el franco, no es sólo ahora que tiene el euro. Y por otro lado, puede haber economías con gasto y tamaño del Estado muy chico relativo al PBI, como lo tenía la Argentina en la década del ´70, y, sin embargo, tener inflaciones muy altas. Por eso yo separaría conceptualmente el tema del diagnóstico que tiene el presidente Milei con respecto a la inflación, que yo comparto completamente: ése diagnóstico es que lo que genera la inflación es el déficit fiscal crónico. Esa conclusión es parte de la lección que sale con bastante claridad cuando uno mira todos los países de América Latina en nuestro libro. Para ello, de nuevo, el secreto no es cuál es el tamaño del Estado sino que ese gasto se financie con impuestos genuinos. El tema libertario va por otros carriles: tiene que ver con cómo se organiza una economía y con la mayor o menor pretensión de que la economía crezca a través del tiempo.

-Pero ahí hay un punto clave en relación a la primera cuestión: en la visión libertaria, un Estado grande es un obstáculo porque, entre otras cosas, es un Estado que regula y que pone más impuestos todavía. Entonces es un obstáculo para el crecimiento desde el análisis que se hace desde ese ángulo ideológico.

-Claramente y ahí estás marcando el tema del crecimiento económico. Pero para volver al tema de la inflación, que es lo que realmente nos preocupa hoy, uno podría imaginarse una solución que tenga que ver con subir más la recaudación impositiva, echar para atrás la reforma del impuesto a las ganancias que se hizo el año pasado, cuando se redujo el impuesto. Eso fue una locura completa porque lo que se hizo fue bajarle impuestos a gente que gana mucho: desde el punto de vista de la distribución del ingreso fue una reforma terriblemente negativa. Uno podría plantear una solución en donde se suben más los impuestos, se financia el gasto con impuestos y baja la inflación. Eso es perfectamente posible y hay países que lo han hecho. Por otro lado, hay algunos, claramente el presidente Milei y algunos más que creen en desregular, y yo comparto buena parte de su diagnóstico desde el punto de vista de la microeconomía en relación al tamaño y a la cantidad de regulaciones y complicaciones que hay en la Argentina para poder llevar adelante negocios que aumenten la productiva y el crecimiento en término generales. Estoy de acuerdo en que la economía argentina está muy regulada y que una flexibilización de muchas de esas regulaciones haría de la Argentina un país que crezca más. Y el crecimiento es la única manera que haría que todos podamos estar mejor. Pero yo encararía una desregulación de la economía aunque la inflación fuera del 2 por ciento. Por eso digo que hay dos temas separados. Y creo que, cuando uno ve lo que está haciendo el gobierno, de alguna manera están de acuerdo: por ejemplo, están viendo si dan marcha atrás con el tema de ganancias. Es decir, en este momento el gobierno de Milei está subiendo impuestos. Y lo están haciendo porque tienen claro que si no baja el déficit, la inflación de 2024 va a ser más alta que la de 2023.


El sueño de una Argentina libertaria. ¿Un objetivo para el futuro? Suba de impuestos y los límites que impone la inflación

-Ahora, para empezar a repasar los distintos puntos, el déficit fiscal es un tema claro: o se bajan gastos o se suben impuestos, o se hacen las dos cosas al mismo tiempo. Pero Milei con esta idea de que es el mercado el que tiene que funcionar más libremente sin el peso del Estado, había prometido una baja generalizada de impuestos. Dijo que antes de bajar un impuesto, se cortaba un brazo: ésa fue la frase. En la concepción del tamaño del Estado, el tema de los impuestos también juega un rol. Una solución como la que está encarando el gobierno, eventualmente subiendo impuestos con ganancias o con retenciones a las exportaciones, ¿es en realidad una solución de sentido común, de racionalidad económica pero no necesariamente libertaria?

-Absolutamente. En este momento, cualquier economista con cualquier visión con respecto al tamaño del Estado, un tema en el que hay mucha variedad de posiciones, todos te van a decir que con este déficit fiscal no se puede vivir. Lo tenés que resolver. Una vez que lo resolvés, después te podés plantear a futuro, bueno, ahora yo quiero un Estado más pequeño, quiero privatizar empresas públicas, qué cosas que se podrían hacer en el sector privado. Ésa es una discusión, por un lado, con un alto grado de ideología y, también, con alguna evidencia pero en donde vas a encontrar mayor heterogeneidad de opiniones entre entre economistas razonables. Pero vas a encontrar muy pocos economistas razonables que digan que el déficit fiscal en la Argentina no es un problema: o no es economista o no es razonable. Entonces, hoy hay esa agenda doble. Por un lado, en el gobierno están preocupados y quieren bajar la inflación para 2024 y lo van a hacer con los elementos que tengan a mano. Y después, por otro lado, está la otra discusión sobre el Estado, que la están llevando al mismo tiempo porque este paquete de leyes incluye un montón de desregulaciones. Pero te voy a poner un escenario hipotético: si en este paquete de leyes, aprueban todas las desregulaciones pero el Congreso le bloquea a todas las reformas fiscales, no vas a resolver la inflación. La Argentina podría empezar a crecer un poquitito más pero con estas tasas de inflación, va a ser difícil. Entonces, insisto en que hay dos planos diferentes. Uno es el orden macroeconómico fiscal: ya en las últimas elecciones todo el mundo hablaba de ajuste. Y el otro, el tema del modelo de país en donde sí hay que definir cuál es el tamaño del Estado, entre otros temas.

-¿Podemos plantearlo de esta manera? Se puede desea ser libertario pero no se puede ser libertario en cualquier momento, y en esta particular crisis, la corrección del déficit fiscal demanda medidas no libertarias.

-Es una manera muy buena de ponerlo. Y efectivamente, estás viendo que están subiendo impuestos. La crisis te fuerza a un pragmatismo que tiene que dejar de lado tu visión de largo plazo de la Argentina. Tenés una infección monumental. Esa infección puede venir generada por algún problema estructural de salud pero lo primero que va a hacer el médico es resolver la infección con los antibióticos a pesar de que los antibióticos te empeoren un poquitito la situación estructural de salud. Pero si no curaste la infección, no hay manera de que el cuerpo siga adelante.


El plan Milei Caputo. Pros y contras. ¿Cómo domar la inflación sin reservas en el Banco Central?

-Desde la distancia geográfica que le permite una mirada más panorámica y distinta sobre el proceso que está atravesando la Argentina a partir de la asunción del nuevo gobierno, ¿qué rescata de positivo en relación a ese gran tema que es la inflación? ¿Y qué le preocupa?

-Lo que rescato como positivo, y ya sucedió independientemente de la enorme incertidumbre que enfrentamos, es que hoy el debate en la sociedad cuenta con el diagnóstico correcto con respecto a cómo se resuelve la inflación. En estos casi veinte años, hemos tenido presidentes del Banco Central, y se puede chequear en la web, que decían que es falso que emitir dinero genera inflación. Hoy en la Argentina, ese punto está fuera de discusión. Un candidato a presidente ganó las elecciones anunciando el ajuste para bajar la inflación. Ése es un activo que tenemos los argentinos y se lo debemos básicamente al presidente que tenemos hoy que dijo esto hace cuatro años en la televisión, y era el único que se animaba a decirlo. Lo realmente fascinante que sucedió en la Argentina es que este discurso prendió. Inevitablemente, eso hace que en los próximos años resolvamos por lo menos una buena parte de este problema porque tenemos el diagnóstico correcto. En este momento, estamos discutiendo qué está pasando en el Congreso, contando votos, aún cuando los representantes directos de la fuerza que gobierna el país son notablemente minoritarios: el oficialismo no llega ni al tercio de los votos que hacen falta. Y aún así, estamos discutiendo si llegan a los votos que necesitan. Lo he escuchado a Juan Carlos Torre insistir varias veces en el tema de la batalla cultural, que está en una buena parte ganada. Ahora hay que hacer los deberes. Pero ya sabemos que no vamos a salir de esto ni fácil ni lindo.

-Es importante ese punto de la transformación de la matriz conceptual. Ahora, pasaron cosas desde la asunción. Una brecha del tipo de cambio que se redujo pero a fines de diciembre, principios enero, volvió a ampliarse; una inflación que no llegó a ser tan alta como la esperada, pero que en diciembre llegó al 25 por ciento; una fuga de plazo fijos hacia el dólar, que vuelve a impactar en la brecha. En relación a ese camino de medidas más concretas, ¿cómo lo ve un economista que observa este proceso desde Estados Unidos y a la luz de una mirada basada en una análisis de décadas de planes de estabilización y de crisis económicas en América Latina? ¿Qué se avizora en lo que está sucediendo hoy en la Argentina?

-Hace un ratito mencionaba la enorme incertidumbre que enfrenta la Argentina. Y eso tiene que ver con las circunstancias, con las condiciones iniciales: éste es un gobierno que arranca con un objetivo explícito de bajar el déficit, que es lo que hace falta para poder resolver el problema. Y ése es el activo más importante que tenemos. ¿Qué es lo que pasó con los planes de estabilización de la década del ´80 en la Argentina? El Plan Austral, el Plan Primavera, todos tuvieron el mismo problema: que el ajuste fiscal no se hizo y, además, que no formaba parte del debate público. No había una aceptación clara de lo que había que hacer. Por otro lado, este gobierno arranca sin ninguna reserva, con reservas negativas. Lo que uno ve en la historia, particularmente en gobiernos que venían con el objetivo claro de estabilizar y con el diagnóstico correcto como el Plan de Convertibilidad o el Plan Real en Brasil, o el plan de Bolivia del año ́86, o el plan de Fujimori en Perú a principios de los ´90, es que había otras condiciones, no el de Perú, pero los demás casos sí: tenían reservas. Se puede estabilizar con el tipo de cambio mientras tenés reservas: eso te da el tiempo necesario para hacer el ajuste fiscal. Es la situación ideal: podés hacer un plan de shock que resuelve el síntoma mientras resolvés el problema fiscal, que es la causa real de la enfermedad. Pero hoy no tenemos esas reservas para poder atacar el síntoma, y este gobierno está haciendo, dentro de todo, lo que puede. En un sentido, la devaluación fue bastante exitosa porque acortó mucho la brecha durante varias semanas. Ahora la brecha se extendió y esto es lo que va a seguir sucediendo: no tenemos paliativos para resolver el problema fiscal que te lleva muchos meses y los resultados se ven tarde, tardan bastante en llegar. Entonces, ahora dependemos de la habilidad de la muñeca financiera del ministro de Economía y del presidente del Banco Central, que tienen que ir manejando las expectativas y la situación financiera concreta del Estado durante estos meses. Vamos a seguir viendo estas complicaciones. La brecha puede volver a aumentar. Va a aumentar naturalmente porque el anuncio hecho sobre el tipo de cambio oficial es que va ir moviéndose muy poco.

-La idea es que aumentaría 2 por ciento mensual. ¿Se puede sostener esa perspectiva?

-No mucho porque la inflación va a estar claramente por arriba. Eso quiere decir que la brecha va a ir aumentando. Y a medida que aumenta la brecha, empezás a tener todos los problemas que había cuando hiciste la devaluación inicial.


Inflación, ¿el círculo vicioso? Riesgos de hiperinflación y el rol clave del FMI

-La gran pregunta es: ¿y entonces cómo se sale? Porque desde la mirada del ciudadano común,lo que usted está describiendo es un proceso de inflación que continúa y no se encuentra el dique de contención.

-Hay una incertidumbre muy alta. Cuando el presidente todavía menciona la palabra “hiperinflación”, tiene el diagnóstico correcto. No podemos garantizar que no tengamos hiperinflación: ¿a qué llamo “hiperinflación”? A un mes con 70 por ciento de inflación. ¿Podemos garantizar que eso no va a suceder? La respuesta es no. No hay manera de garantizarlo, salvo que el gobierno consiga hacer un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y que el Fondo esté dispuesto a colaborar en evitar alguno de esos episodios. Sería muy razonable: si yo tuviera algo que ver con este gobierno, tendría a alguien sentado en Washington todo el tiempo para poder tener un par de carros de bomberos listos en caso de que de que algunas de estas cosas sucedan. Porque un mes de 80 por ciento de inflación puede llegar a ser terriblemente costoso para una cantidad gigantesca de gente en la Argentina.

-Me quiero detener en ese punto que está señalando. ¿Qué tipo de ayuda daría el FMI que pudiera contener esa situación? ¿Cómo funcionaría ese carro de bombero para contener esa hiperinflación que se puede estar dando en un mes, para que no siga sucediendo? ¿Se trata de préstamos para aumentar las reservas? ¿Cómo funcionaría?

-Claro, sería una línea de crédito. En este momento, el circulante, o sea, la cantidad de pesos sobre el PBI está en torno al 2 por ciento del Producto. Estamos hablando de 10 mil millones de dólares aproximadamente: no es un número completamente loco. Es un número que podría permitir establecer un tipo de cambio fijo que pare y frene las expectativas mientras, al mismo tiempo, se hace el ajuste.

-¿Eso implicaría que el gobierno estaría interviniendo en el mercado de cambio con los dólares que le presta el FMI? ¿Cómo sería ese esquema?

-Claro. Vamos a un escenario concreto: imaginate que en los próximos dos o tres meses, se vaya a $1.500 por dólar, que arranquemos marzo con $1.500, que la inflación esté todavía en 20 por ciento en enero y 20 por ciento en febrero, que estemos en una situación de riesgo y que las primeras semanas de marzo exista la percepción de que los precios están empezando a acelerarse más de lo que daría un 15 o 20 por ciento mensual. En ese momento, si tenés 10 mil millones de dólares, el gobierno puede decir voy a fijar el tipo de cambio a $1.500. Para eso, necesitás poder vender dólares a $1.500. Si la gente no te cree que lo vas a poder hacer, va a venir con los pesos para comprara a $1.500. Si conseguís estabilizarlo a $1.500, la gente deja de venir a traerte los pesos. Para que la gente, para que el mercado te crea que vos podés pagar ese valor, tenés que poder tener muchos dólares para mantenerlo. La ventaja de estos planes, y lo muestra la experiencia, es que si conseguís esto, la economía se estabiliza y la inflación baja siempre y cuando estés haciendo la reforma fiscal por detrás. El Fondo hoy no va a dar nada pero en abril, si el gobierno dio muestras claras de que el déficit fiscal va a ser muy pequeño en 2024 y que es creíble que para 2025 puedas tener superávit, ese préstamo se devuelve solo porque cuando bajás la tasa de inflación, la economía recupera los niveles de monetización. El peso empieza a ser mucho más atractivo que antes. Si la Argentina tuviera 15 mil millones de dólares, fijar el tipo de cambio en algún momento en los próximos meses sería una manera muy razonable de proceder.

-Eso es una nueva devaluación.

-Te diría más bien lo siguiente: si ves que el tipo de cambio y que la brecha se agranda, lo que va a suceder si seguís con 20 por ciento de inflación va a empezar agrandarse porque la devaluación fue más del cien por cien, quiere decir que todavía le quedan 80 del recorrido si hay dos meses más de 20 por ciento. Si pudiste pasar varias leyes que indican un Congreso receptivo a un ajuste fiscal y podés convencer al Fondo Monetario de eso, se podría plantear una estabilización con un tipo de cambio. La otra opción es si estás teniendo este déficit, no necesitás imprimir tantos pesos y entonces, simplemente estabilizarás dejando de emitir. Esos programas típicamente tardan más tiempo: en la medida en que la inflación empiece a converger, a bajar, es un programa que puede funcionar. Los programas de shock que han funcionado mejor son los que controlan el tipo de cambio pero, de nuevo, para eso se necesita tener reservas. Y hoy no las tenemos.


¿Devaluación y dolarización en el futuro cercano? Competencia de Moneda, ¿en qué se equivoca Milei?

-Hay quienes sostienen que el camino hacia la hiperinflación es probable y que le conviene al gobierno y a Milei por principios ideológicos y por el tema de la dolarización. ¿Cómo ve la idea de que la Argentina va hacia una dolarización y de que podría haber chance de dolarización?

-Plantear que le conviene al gobierno: hay un poco de hipocresía en esa idea. Una hiperinflación sería terriblemente costosa para una cantidad gigantesca de argentinos. Nadie en su sano juicio puede querer que una cosa así suceda. El argumento que se da es que si hay hiperinflación, se puede dolarizar con muchos menos dólares, lo cual es cierto, pero para eso también podés hoy decir que el peso no sirve más y ya está. No necesitás retirar ningún peso: anuncios simplemente que desde ahora la economía argentina va a funcionar sólo con dólares y entonces no necesitas más pesos. Decir que la hiperinflación es conveniente es no entender o no recordar lo devastadora que puede ser particularmente para la gente que está menos protegida. Los que hemos tenido más suerte en la vida siempre tenemos con qué arreglarnos. Pero hay una cantidad enorme de argentinos que la va a pasar horroroso.

-Sí, la mayoría y cada vez más. ¿La dolarización requiere que la Reserva Federal y el gobierno de Estados Unidos apoyen un plan así? ¿O es una dolarización basada en los dólares de los argentinos que tienen que estar dispuestos a ponerlos en circulación?

-Para dolarizar, no hace falta que la Reserva Federal diga nada. Ecuador lo hizo sin preguntarle. Se puede adoptar el dólar sin pedirle permiso a nadie. La dolarización tiene sus problemas a mediano plazo. La mayor parte de los países razonables del mundo y hasta los no razonables tiene una moneda local y eso te permite resolver ciertas cuestiones. Tener una política monetaria es bueno. Si no, es como decir yo nunca más voy a tomar analgésicos: a veces los analgésicos vienen bien y una política monetaria, también. Si uno resuelve el problema del déficit fiscal, la dolarización no es necesaria. En algún momento del caos en particular, puede ser que haga falta. Pero de todas maneras, el gobierno tiene que tener dólares para poder retirar los pesos y eso hoy, no está. En este momento, ésa es una discusión hacia el futuro. Me gustaría aclarar algo muy de nicho, de economistas monetarios, pero bueno, nuestro presidente habla al público diciendo estas cosas. Hay una vieja idea que se le asocia a (Frederich) Hayek, uno de los economistas que nuestro presidente sigue, sobre la provisión de moneda, que es como la provisión de tomates y se lo podemos dejar al mercado. Y eso es una falacia conceptual. Trabajo de las últimas décadas muestran que no es así y de hecho, no hemos visto muchos casos en donde surjan monedas privadas. Y en las pocas que hemos visto estos últimos tiempos, como el bitcoin, que realmente es el primer caso concreto, el precio tiene una volatilidad enorme, lo cual no lo hace muy atractivo como moneda. Esta es una discusión muy académica, le importa a muy poquita gente, incluido nuestro presidente. Que el mercado puede proveer moneda, el argumento teórico tiene fallas lógicas y además, no hemos visto nunca un caso en la práctica.

-De hecho, en la discusión con la provincia de La Rioja en torno a la emisión de su propia moneda, el presidente tuiteó que bienvenida la competencia de monedas. Como si una cuasi moneda provincial pudiera tener alguna chance de éxito.

-Lo está diciendo con sarcasmo porque entiende que si la emiten y emiten mucho, va a cotizar muy por debajo del peso. Yo soy de Tucumán, que tuvo moneda tucumana. Durante mucho tiempo, el problema era cómo hacías para sacártela de encima. Un hermano mío trabajaba para el Estado nacional que pagaba en moneda nacional y una hermana mía trabajaba en una empresa local entonces andaban todo el tiempo cambiándose unos con los otros. Básicamente, lo que uno quería eran los pesos nacionales, no los pesos provinciales.

-Pero más allá de la ironía, la respuesta sigue esa misma lógica de pensar estos asuntos de la moneda soberana como si fuera también un asunto de mercado.

-Claro. Y al final del día, el caballito de batalla del presidente siempre fue la dolarización, y el dólar no es una moneda que compite con el sector privado. Es la moneda que hace el gobierno de los Estados Unidos. No es que Milei dice que compitan las monedas, que salga Techint, por ejemplo, y genere su propia moneda y que gane plata con eso. Milei no está diciendo eso; está diciendo “dolarizar”. La competencia de monedas parece más un tópico que otra cosa.

-¿O lo plantea como competencia de monedas soberanas en un mismo país? El que quiere elegir el dólar para hacer sus transacciones. Un poco como cuando uno va a Uruguay, que puede elegir la moneda que mejor convenga. ¿Podría ser ese esquema?

-Pero es otra cosa porque el argumento fundamental de Hayek es que emitir moneda debería ser un negocio y que lo hagan empresas privadas que tratan de ganar dinero. Así como Havanna gana dinero haciendo alfajores, que haya otras empresas que ganen dinero emitiendo su propia moneda. Hayek no se refiere a competencia entre monedas soberanas, que a veces Milei menciona como libertario.


Milei en el “Davos socialista y colectivista”. ¿Cómo interpreta el capitalismo global al presidente libertario?

-Última cuestión. La idea del viaje del presidente Milei a Davos partía de un principio: que iba a dar un discurso al mundo y a los a los líderes reunidos allí, en ese lugar donde “el socialismo ha ganado la batalla”, en la misma línea de su idea del “colectivismo”, otra otra categoría que usa para referirse a los Estados que intervienen fuertemente en la economía. ¿Cómo se percibe ese desafío de este discurso libertario de Milei en las economías en serio del mundo, por ejemplo, en Estados Unidos? ¿Cómo se lo toma?

-Con una enorme curiosidad. Milei conoce mucho toda esta literatura. Es un economista que está formado, que entiende la economía y que, además, por lo que se escucha, ha leído muchísimo particularmente de esta tradición libertaria. Esta tradición libertaria de economistas existe y ha tenido roles muy importantes. Si uno mira la profesión, hay mucha simpatía por muchas de estas de estas ideas. Pero nunca nadie vio un país donde el presidente del país defienda estas ideas. Estos son grupos pequeños de gente que se junta cada tanto, que discute, que plantea estas ideas dentro de los modelos o de las utopías que uno construye dentro de la Academia. No hemos visto a nadie con estas características que esté a cargo de un país, que además está en medio de una crisis económica gigantesca.

-Ahora, en relación a las economías del mundo, porque Milei les está diciendo “ustedes son colectivistas”, ¿hay una especie de autocrítica del funcionamiento de la economía de Estados Unidos, por ejemplo, con el alto endeudamiento o las ayudas durante la pandemia? ¿Hay algún reconocimiento de que esto que dice Milei en algún lugar los describe ?

-Dentro del grupo de economistas ampliado, desde Wall Street hasta los gobiernos, depende mucho del arco ideológico en el que estés. Hay tipos como (Thomas) Piketty a quien le va al parecer un disparate lo que está diciendo, y vas a tener gente mucho más hacia la hacia la derecha, hacia los libertarios, que les va a parecer ideal.

-Elon Musk, por ejemplo.

-Lo que sí hay es muchísima curiosidad por ver qué es lo que va a pasar, qué es lo que va a conseguir hacer. La Argentina ha sido un laboratorio de experimentos sociales enorme durante la década y los seguimos haciendo. Me paran por todos lados: voy a una conferencia en Colombia y me paran cada veinte minutos para preguntarme qué es lo que pienso y qué es lo que creo que va a suceder. Milei ha generado un interés enorme entre otras cosas porque se trata de un experimento que hasta el momento no se ha hecho nunca. Hay mucha expectativa. Es posible tanto que no termine sus cuatro años de gobierno como también es posible que la Argentina entre en una senda de crecimiento del 6 por ciento por año durante veinte años. Las dos cosas son posibles. Y entonces hay muchísima curiosidad con respecto a qué es lo que va a pasar. Se entiende también el personaje: que vaya a Davos y les diga ustedes son todos socialistas y están haciendo todo mal. Lo van a encontrar casi simpático, pero van a estar mirando qué es lo que hace y cómo le va.