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ADN Cultura
18/10/13

Arte: del Mamba al Moderno

Días de cambio: Edificio ampliado, nueva conducción y un auditorio construido sobre los cimientos de una casa del siglo XVIII son señales del comienzo de otra era para el museo que nació nómade y se relanza con seis imperdibles muestras:

Por Alicia de Arteaga | LA NACION

Una gloriosa mañana de sábado la tribu del arte se reunió en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires para celebrar una nueva era cargada de optimismo. Estaba previsto que sería una de esas inauguraciones que se anotan en el calendario, pero resultó mucho más allá de lo imaginado. El sábado 12 a las 12 se encendió la antorcha. Fue la campana de largada y el fin de una era definida por el museo en construcción. Larga década de obras hasta terminar la ampliación según el proyecto original de Emilio Ambasz para la sede de la avenida San Juan al 300, donde alguna vez funcionó la tabacalera Piccardo.
Algunos datos y precisiones para entender una historia. La licitación de las obras de ampliación se lanzó en tiempos de Enrique Olivera y fueron necesarias varias administraciones y una decisión política para que la ciudad tuviera el Museo de Arte Moderno que merece. Está en marcha ahora bajo la dirección de Victoria Noorthoorn, quien en un discurso sincero y dedicado, básicamente, a sus colaboradores celebró el comienzo de esta etapa.

Escoltada por el ministro Hernán Lombardi y por el presidente de la Asociación de Amigos, el empresario y mandamás de la Fiat Cristiano Ratazzi, Victoria dijo lo que tenia que decir: "Gracias". Atenta, en la segunda fila del auditorio, la escuchaba su madre, la gentil Mauci Agote de Noorthoorn. Su sonrisa emocionada daba cuenta, también, de un momento fundacional en la carrera de su única hija, curadora formada en el Bard College de Nueva York, con varias bienales en su haber, experiencia de gestión y dueña de la férrea voluntad de hacer del Moderno un eje de visibilidad del arte argentino contemporáneo, democrático, dinámico y atractivo. Las muestras de la apertura cumplieron al pie de la letra con estas tres metas.
Gachi Hasper en las salasde planta baja presenta Gramática del color, visión retrospectiva de veinte años de carrera, testimonio visible de un camino recorrido por diversos soportes desde una matriz siempre pictórica. El conjunto confirma de qué manera la búsqueda se fue cerrando en la geometría como el blanco perfecto y en el color como sinfonía de poderosa seducción. Hasper pertenece a la "llamada" (y la palabra es intencional) generación intermedia, con la que el museo quiere sellar un compromiso de largo alcance, si bien el vigor de la escena del arte actual en Buenos Aires no admite cortes generacionales. Lo que se vio esa mañana de sábado es la saludable y prodigiosa convivencia de artistas, curadores y galeristas de todas las edades en un momento de fronteras expansivas, en todos los sentidos, para el arte en nuestro país.
Entre empanadas, burbujas y buen humor, se cruzaron en el Moderno Yuyo Noé, Marta Minujín, Dalila Puzzovio, Rogelio Polesello, Jorge Macchi, Pablo Siquier, Mónica van Asperen, Beto De Volder, Roberto Jacoby, Marina De Caro, Rosa María Ravera, Zoe Di Rienzo, Stefania Lagos, Zulema Maza, María Noel, Teresa Anchorena, Amparo Discoli, Julia Converti, Alejandro Cordero, Fito y Adriana Fiterman, Marion Helft... Allí estaban circulando entre la multitud los curadores Javier Villa y Rafael Cippolini, primeras espadas de la nueva directora, que trabajaron con ahínco en dos direcciones bien claras: ser testigos de la producción actual y poner en valor el patrimonio del museo.

Lo nuevo de Luciana Lamothe, becaria Kuitca de la Di Tella, artista intensa, se llama Contacto, una instalación que se inserta literalmente en la escalera de acceso como un organismo inestable, cuyo origen es una estructura tubular propia de toda obra en construcción.
¿Una metáfora de la historia del museo que nació nómade y sin casa propia? Avanzar sin perder la memoria es una buena señal. Como lo es recordar que el museo fue fundado a fines de los años 50 por el crítico, escritor y poeta Rafael Squirru; que tiene como piedra angular la colección de Ignacio Pirovano y que en los últimos quince años tuvo como directora a Laura Buccellato, ausente con aviso ese sábado inaugural por una laringitis aguda.

Hay equipo, edificio, producción de alta calidad, presupuesto y apoyo político de la gestión Macri-Lombardi. El Mamba o el Moderno será una plataforma para los artistas, pero también un hito clave en la milla Sur de los museos, fortalecida con la apertura de la Usina del Arte y su agenda internacional y con la meta obvia de la Fundación Proa en la Vuelta de Rocha, La Boca.

Sorprende la muestra Argentina lisérgica, que pone en valor obras del patrimonio. La psicodelia nacional, el pop criollo y las caras inconfundibles de Claudia Sánchez y el Nono Pugliese, pioneros de una globalización avant la lettre. con la recordada campaña de L&M que hizo del planeta un escenario. Las visiones psicodélicas en la Colección del Museo de Arte Moderno resultan también una oportunidad para revisitar el patrimonio -del que por razones obvias de espacio, como ocurre en todos los museos del mundo, se exhibe un porcentaje mínimo- con obras de los años sesenta y setenta realmente irresistibles.
El formato de una reapertura con seis muestras fue ambicioso y a tono con la ocasión. Mención especial para el Homenaje a Lucio Dorr, artista que murió en junio de 2013 a los 44 años. Su obra conecta con la tradición geométrica y constructiva, vertiente fundamental en la producción nacional desde fines de los años cincuenta con la irrupción de los Madi y de los concretos, pero que es, en suma, deudora del constructivismo de Torres García y de una impronta americanista que recuperaría con dimensión poética el recordado Alejandro Puente. Las superficies lisas y espejadas de las obras de Dorr las convierte en joyas delicadas, "gemas que contienen capas de información", según cita la hoja de ruta tamaño sábana editada para esta reapertura con diseño y tipografía que son una señal de identidad.

Un hallazgo la agrupación de boletos tipo Edmonson iniciada por Patricio Larrambebere y Javier Martínez que conforma la muestra ABTE. Quince años de investigación en la gráfica ferroviaria para descubrir un mundo horizontal e infinito en la superficie breve del boleto de 57 x 30,5 mm tipo Edmonson. "Rarísimo", diría el gran Federico Manuel Peralta Ramos que supo tener en este museo una retrospectiva inolvidable.

Por último, se hizo la luz con Karina Peisajovich en la muestra El aire tomará esta forma. Extraño ejercicio habituarse a las tinieblas para poder ver; dejar que la oscuridad nos invada y descubrir el paisaje de luz en degradé. En el interior del espacio dirá Karina, amable lazarillo en la penumbra, que "el ojo es el músculo que construye las imágenes".

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Museo nómade
Fachada ladrillera es identidad

Fundado por iniciativa de Rafael Squirru , el mamba fue por años un museo de geografía cambiante. Sin edificio propio. Desde los ochenta ocupa la vieja fábrica que fue de Piccardo en la avenida San Juan al 330, a una cuadra de la Plaza Dorrego, en San Telmo. Más de una década fue necesaria para concretar la ampliación, según un proyecto original del arquitecto Emilio Ambasz, adaptado a las razones del presupuesto. En la etapa que comenzó el sábado 12 de octubre se fijaron metas ambiciosas y se levantó la vara del presupuesto. La señal de cambio tiene que ver con una tendencia mundial: los museos son vitales para la vida de una ciudad y la legitimación de unos artistas. Son también anclas poderosas para el turismo receptivo en el modelo MoMA, Tate Modern , Pompidou y Guggenheim..
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