Di Tella en los medios
Viva
11/03/12

Aulas caseras

A clases, en pijama. El movimiento de familias que deciden no mandar a sus hijos a la escuela crece en varios países: en Estados Unidos, por ejemplo, se calcula que dos millones de chicos se educan de este modo. Aunque variado, el fenómeno es mayoritariamente cristiano y conservador.

Objeto de controversias, ya se refleja en el país.
Mañana, sus hijos o los hijos del vecino o los hijos de sus amigos se van a levantar más o menos a la misma hora para entrar a la escuela antes de las 8. Corrección: la mayoría de los chicos argentinos en edad escolar van a levantarse a una hora más o menos parecida para empezar la semana de clases. El tránsito va explotar su pico de hora, habrá que evitar los anegamientos de calles con colegios y jardines y, si los hijos son suyos, poner en funciones el complejo mecanismo de la burocracia doméstica. 

Pasado mañana... lo mismo. Y así hasta el viernes. Y otra vez el lunes. Y de nuevo hasta llegar a diciembre. 
Pero para un grupo reducido ­aunque creciente­ de chicos y sus familias, la semana que empieza mañana será muy, muy distinta. La mayoría va a levantarse sin demasiada presión. Va a desayunar, lavarse los dientes y alrededor de las 9, poco antes poco después, se sentará a la mesa para estudiar. Ni uniformes ni (¡menos!) guardapolvos ni mochilas pesadas ni micros naranjas ni saludo a la bandera. Sus papás han optado por enseñarles ellos mismos y sus madres se encargarán de la tarea una cantidad variable de tiempo. 
A veces, las lecciones del día van bien y no hace falta estudiar muchas horas. 
A veces un tema los entusiasma y pueden dedicarle una larguísima charla. 
Otras, optan por sistemas de mayor carga horaria y la jornada de estudio se termina cerca de las 5 (poco antes, poco después) cuando la mayoría lleva a sus hijos a hacer deportes o talleres de arte. El fenómeno del homeschooling ­como se lo llama en inglés­, de proporciones aún modestas en el país, tiene un fuerte arraigo en Canadá y un crecimiento sostenido en los EE.UU. desde la década del `70, que hoy ronda los dos millones de niños y adolescentes. Entre 1,9 y 2,4 millones de chicos fueron educados en sus casas durante el año escolar 2005-2006, según la National Home Education Research. Estudios privados y estadísticas ofi ciales del Departamento de Educación estadounidense coinciden en calcular el crecimiento de homeschoolers entre un 7 y un 12% anual. Para evaluar su poder expansivo basta contraponer los datos: 850 mil chicos educados por sus padres en 1999. En la actualidad, sólo 5 estados aplican alguna regulación (como notifi caciones, exámenes y evaluaciones ofi ciales a las familias), y la fuerza de esta tendencia explica que hasta un precandidato republicano, el extremista cristiano Rick Santorum, reivindique el derecho a educar en casa a sus 7 hijos. Con un 28% de votos, quedó primero en el sondeo de opinión del lobby Asociación para la Defensa Legal de la Educación en el Hogar. Aunque esto se vincule también a la defi nitiva influencia cristiana, columna vertebral del movimiento homeschooler. 
Para la Argentina ­orgullosa de su tradición de escuela pública y donde todavía escandaliza que los ministros de Educación tengan hijos en instituciones privadas­, la opción de educar en casa es todavía un exotismo y las familias pioneras se lamentan del choque cotidiano contra el prejuicio que despierta la práctica. Como en el resto del mundo, cuesta especifi car la cantidad de alumnos educados puertas adentro de las casas argentinas. 

Consultado por Viva varias veces a co- mienzos del año, el Ministerio de Educación de la Nación negó tener ningún tipo de información o estimación. De modo que lo que hay es un registro del crecimiento de la práctica en la red, donde las familias comparten sus experiencias y, en ciertos casos, van acordando prácticas comunes y estrategias educativas más comunitarias. 

De hippies a cristianos­ 
De hecho, el homeschooling (en los `80 y `90 copado por la derecha cristiana), refl ejaba en los `70, época de su surgimiento, una orientación pedagógica liberal y humanista. En los Estados Unidos, el movimiento está integrado mayoritariamente por matrimonios blancos, universitarios y de alto nivel socioeconómico, lo que les permite resignar un ingreso (en general el de la madre) para dedicarse full time a la crianza de los hijos. Para Daniel Brailovsky, miembro del Area Educación de la Torcuato Di Tella y autor de un artículo sobre el tema compilado en Dolor de Escuela (Editorial Prometeo), el fenómeno es irrelevante en términos estadísticos en la Argentina, donde la mayoría de los menores está escolarizada. Por eso tampoco ha habido hasta ahora casos que forzaran interpretaciones judiciales y debates. La ley N° 26.206 de Educación Nacional establece en el artículo 4° que "El Estado Nacional, las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen la responsabilidad principal e indelegable de proveer una educación integral, permanente y de calidad para todos/as los/as habitantes de la Nación". En el artículo 6°, la ley dice que son "responsables de las acciones educativas el Estado Nacional, las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires" así como "los municipios, las confesiones religiosas reconocidas oficialmente y las organizaciones de la sociedad; y la familia, como agente natural y primario". 

Según Brailovsky, la ley argentina "en principio no avala la educación en la casa", que sólo aparece contemplada en el artículo 60, para los casos de enfermedad del alumno por 30 días corridos o más. 

El reconocimiento ofi cial de los conocimientos de los chicos en un futuro o su eventual inscripción en las escuelas es una de las principales dudas de quienes hacen homeschooling en la Argentina. La cuestión preocupa a Analía y a Anabela Cacciamani, hermanas y maestras de sus hijos. "Queremos que nuestros niños sean evaluados por el Estado y que nos manden inspectores a casa si es necesario. Me asusta enfermarme, por ejemplo, y tener que mandar a mi hija de un momento a otro a la escuela y que no me la acepten en ningún lado", dice Analía. "Yo la tranquilizo diciéndole que como la educación es obligatoria, el Estado debe recibir a cualquier alumno. Por otra parte, queremos que nuestros hijos estén listos para entrar a una escuela si en algún momento nos lo piden." Silvina y Cristian Kerr, padres de cuatro hijos entre 9 y dos años que educan en su casa de Pilar, han encontrado una solución al tema. "Siempre quisimos que nuestros hijos crecieran como ciudadanos responsables y estar dentro del marco de la ley como familia", dice ella que atiende a sus pacientes durante todo un día y el resto de la semana lo dedica a enseñarles a los cuatro. "Al principio, las autoridades educativas de Pilar nos decían que había que escolarizarlos. Pero luego, evaluando conjuntamente las leyes entendieron que desde la Constitución hasta la Declaración de los Derechos del Niño hablan de que deben ser educados, aunque no necesariamente con escolarización." En determinado momento, la jefa de distrito autorizó que le tomaran examen a Cori, la mayor, que en 2011 rindió cuarto y a Santiago, que dio primero.

"Ahora vamos a usar el sistema de educación a distancia, pensado para chicos que no pueden asistir regularmente a clases porque son deportistas o artistas o viven en el exterior o están enfermos. Fue una sorpresa grata. Mandé un mail. Al día siguiente me llamaron y me dieron todo el material, muy organizado con un cd y acceso a una plataforma virtual donde van a contactarse online con una maestra a diario." La secretaria de la Jefatura Distrital de Pilar, Mirta Escuin , explicó a Viva  que las argumentaciones fueron lo suficientemente sólidas para que las autoridades provinciales decidieran a favor de los Kerr. También destacó el rendimiento de los chicos en los exámenes. Pero no son los únicos: Stacy DePue y su marido son estadounidenses y trajeron la modalidad a la Argentina, con la que educan a sus tres varones de 9, 8 y 6 años. Ella se convirtió en una activa difusora y referente local del homeschooling. Y, dice, ése es uno de los motivos por los que todos los años los chicos van hasta la escuela 20 de Palermo, para rendir libre: "Quiero ayudar a otras familias. Muchas me contactaron a través mi blog y tenían mucho miedo de empezar la escuela en casa porque los atacaban por su decisión". Stacy, como el resto de los padres, elige esta opción entre otras cosas porque consigue en sus hijos altos estándares académicos. "En estos días desafortunadamente no pasa eso en las escuelas, ni públicas ni privadas. La meta de educación debe ser criar una persona y ciudadano que pueda apo

Stacy cuenta con apoyo de maestras particulares de piano, de deportes y de castellano. Y con un sistema de clases virtuales de escritura en un programa especialmente diseñado para chicos dotados de la prestigiosa Stanford University.
Lo mismo hacen los encantadores Matthew y Angela Maeda. También ellos son estadounidenses y se mudaron a Buenos Aires con el objetivo que comparten con sus compatriotas: vivir en otro país, aprender la lengua y la cultura y mostrarle a sus dos hijos ­los divertidísimos Justice y Ransom­ que "Estados Unidos no es el mundo y que hay muchas formas diferentes de vivir y pensar". Aunque suene contradictorio, prefieren educarlos en casa. El padre les imparte Latín y Matemáticas y la madre otras materias. Tienen profesora de castellano y siguen el programa de Stanford. Quieren que estén listos para volver a una buena secundaria en su país y luego, para entrar en las hípercompetitivas universidades de los Estados Unidos. Ellos tienen una particularidad: son los únicos entrevistados que no son cristianos. 
Todos las demás familias consultadas se guían por fuertes preceptos bíblicos: desde interpretaciones heterodoxas y particulares de la Biblia hasta la asistencia regular a alguna iglesia cristiana. 

Raíces distintas­ 
En el mundo, el homeschooling reúne corrientes de pensamiento divergentes y hasta incompatibles. Pero desde las tendencias libertarias y anti sistema del hippismo hasta el cristianismo ultraortodoxo y el segregacionismo racial, la práctica genera fuertes controversias. "El homeschooling es un emergente más de la posmodernidad. 
Todas estas motivaciones contradictorias pueden entenderse como reacciones ante la forma en que las escuelas educan a los alumnos y como desconfianza del papel educador del Estado", explica Brailovsky. 

"El homeschooling tiene el efecto perverso de diluir el carácter social de la educación y atentar contra la idea de que la educación es un bien común, organizado, evaluado, impartido y controlado por el Estado en vistas al bien común. Además, omite el hecho de que la diversidad es productiva, esto es: se aprende más y mejor al lado de personas de distintas procedencias y realidades." 
Sin embargo, los homeschoolers socializan a sus hijos en talleres y clubes... La gran diferencia con la escuela es que esos ámbitos no buscan educar y construir un ciudadano. Pueden hacerlo, pero no es su función. 

Como ocurre con todo, el homeschooling es un mercado apetecible. 
Sólo tipear la palabra en Google y aparecerán 23 millones de entradas. 
Entre ellas hay una oferta variada de sistemas que incluyen manuales y lecturas para los chicos, guías para los papás, sugerencias y métodos de organización bastante precisos. Los envíos pueden costar entre unos 600 y 900 dólares y consta de gruesas carpetas con todo lo que los padres y los chicos necesitan para afrontar el desafío de aprender fuera del aula. Anabela y Analía Cacciamani, por ejemplo, siguen el sistema llamado ACE (Accelerated Christian Education) que llega por Federal Express. 

Ahora ellas están organizándose con otras familias: quieren dividirse las áreas entre los padres para que cada uno enseñe ciertos temas y se les haga menos pesado el día a día. Analía dice que adoptaron este sistema "porque vimos que académicamente los chicos evolucionan mucho, nos integra como familia y podemos estar con ellos muchas más horas". Su hermana Anabela agrega a las ventajas la cuestión económica: "Nuestros hijos reciben una educación de mucha calidad cuyo costo sería imposible de afrontar por una familia de clase media". 

Para todos los padres y madres consultados, la clave es pasar más tiempo cn los hijos y velar personalmente por el tipo de educación que reciben. Son chicos con acceso restringido a la televisión, internet y videojuegos y estimulados en la lectura y actividades creativas. "Estamos muy en contra de la marea", reconoce Douglas Choi, también estadounidense viviendo en Argentina. "Un padre cariñoso y sabio conoce a su niño íntima y profundamente. Este es el ambiente más natural y lógico para aprender."
 
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