Di Tella en los medios
El Cronista
19/09/11

Las claves para llegar a CEO en el siglo XXI (y no morir en el intento)

Por Paula Molinari. Directora del programa de recursos humanos de educación ejecutiva de la UTDT

Gran desafío para los CEOs del siglo XXI: todos tendrán que replantear sus modelos de negocio. Las empresas bandera del siglo pasado deberán renovarse completamente para sobrevivir en una era donde las necesidades de la sociedad, y no sólo las económicas convencionales, definirán los mercados.
Los líderes del futuro deberán, entonces, tener la capacidad de reinventar las empresas para que puedan sobrevivir en un mundo nuevo, cuyo paradigma hoy se está reconfigurando a partir de algunos pilares ya contundentes: transparencia, integridad, colaboración y sustentabilidad.

Será necesaria una gran cuota de innovación. El desafío es enorme, también, porque cambia totalmente la agenda del CEO y, por lo tanto, las habilidades requeridas. Pasan a ser temas prioritarios en esta agenda la innovación, la creación de valor compartido, el bienestar, la marca de empleador, la interconexión con todos los stakeholders y la transparencia.

Estos grandes cambios de paradigmas imponen, en primer lugar, CEOs muy abiertos, con capacidad de aprender y captar las nuevas tendencias, y con coraje suficiente como para repensar los modelos de negocio y dejar de lado, muchas veces, las fórmulas que hicieron exitosas a las empresas otrora para adoptar otras poco seguras aún.

Con estos cambios, las empresas y los modelos de negocio que fueron íconos del siglo XX están en peligro. Cuanto mayor haya sido el éxito, las empresas están acostumbradas a jugarle a lo seguro y la zona de confort es grande.
Por primera vez, las empresas pequeñas están en una situación ventajosa: es mucho más fácil allí generar cambios radicales y moverse con velocidad, tanto en el modelo de negocio como en la transformación cultural. En ambos casos, grandes y exitosas o pequeñas, sus líderes deberán ser muy visionarios y tener mucho coraje.

Como consecuencia de estos cambios radicales, el rol del CEO en el siglo XXI sufrirá grandes modificaciones: en un mundo que va tan rápido, que es tan poco previsible, donde todo está en continua reconfiguración y transformación, los CEOs deberán saber generar tensión y conflicto para asegurar respuestas innovadoras y capacidad de adaptación.

Aquellos que sepan liderar solamente a partir del orden y la armonía, deberán colgar la toalla. La tensión y el caos serán los productores de respuestas superadoras.

En este desorden se enmarca también la gestión de la diversidad. El siglo XX fue una era de respuestas uniformes. En el futuro, la personalización será la respuesta, tanto para el mercado externo como para el interno. Liderar implicará saber mantenerse en equilibrio y lograr resultados a partir del desorden.Un hombre transparenteLos nuevos CEOs deberán ser muy hábiles en la creación de una cultura con foco en la generación de valor compartido, basada en la transparencia e integridad. Deberán replantear las relaciones con todos los stakeholders en base al aporte de valor de cada uno de ellos. De nuevo, el siglo pasado fue el de la confrontación, y esta nueva era es la de la colaboración.

La transparencia impondrá profundos cambios en la gestión, en la manera de hacer las cosas. Por lo tanto, los líderes más valiosos serán aquellos que impulsen cambios radicales en la forma de operar, que incluirán muchas redefiniciones en tecnología, asegurando mayor automatización y mayor conexión y en la simplificación y reconfiguración de procesos.

Los CEOs de esta nueva era deberán también manejar otros tiempos: todos los stakeholders plantearán demandas cada vez más exigentes que requerirán respuestas veloces.

Pero no solamente deberán ser rápidos ellos mismos en sus decisiones, sino alentar la velocidad y autonomía de todos los colaboradores. Esto implicará, muchas veces, repensar las estructuras organizativas para eliminar burocracias y alentar la gestión orientada a la ejecución.

Como si esto fuera poco, los cambios en el rol de comunicador serán gigantescos: de la comunicación top-down esperada en el siglo XX, al mundo de la colaboración y de la interconexión, que exige saber escuchar, valorar el aporte del otro e interactuar agregando valor con velocidad, en todos los niveles organizativos.

El CEO perfecto es un gran comunicador, pero en otro sentido. No es el experto en hablar frente a los empleados o clientes, bajando las estrategias, sino que es hábil en abrir canales, generar la participación, escuchar los aportes de todos y alentar una cultura que valora las interconexiones, las genera y las cuida.

Se pasará de un CEO que está protegido por su secretaria "filtrando" los llamados, a uno que está permanentemente on line y se nutre de todos los contactos.
Indispensable: no tener miedo a comunicar, a canales abiertos, a información que circula libremente. Un pilar para la transparencia.

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