Di Tella en los medios
Clarín
15/06/11

La acción política en la clase

Política y Ciudadanía es una materia nueva que se dicta en todas las secundarias bonaerenses y ya generó polémica: entre sus contenidos incluye el escrache, los piquetes, las marchas y los graffitis como formas de participación política. ¿Análisis crítico de la realidad, o politización de los jóvenes?

La polémica se disparó en febrero de este año, cuando se difundió en los medios de comunicación el diseño curricular de la nueva materia Política y Ciudadanía, que corresponde al 5º año de las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires. ¿El motivo del debate? Entre los contenidos figuraban los escraches, los graffitis, las marchas, las pintadas y los piquetes, presentados como "formas de participación política".

Los detractores de la propuesta señalaron que estudiar el escrache o el piquete suponía "legitimarlos".

Desde la vereda de enfrente, Mario Oporto, ministro de Educación bonaerense, defendió la medida argumentando que los chicos de 5º año ­que tienen en promedio entre 16 y 17 años­ son "lo suficientemente maduros" para realizar una lectura crítica de los hechos sociales.

En esta nota, docentes y especialistas debaten acerca del sentido de enseñar el piquete, el graffiti o el escrache en la escuela. Y los profesores de Política y Ciudadanía adelantan cómo abordarán estos temas en el aula.

Educar para la acción política
Política y Ciudadanía es una materia nueva, que forma parte de una línea de asignaturas sobre ciudadanía que atraviesan los seis años de la secundaria bonaerense.
Probablemente la mayor diferencia con las materias de los años anteriores es que su programa está más orientado a promover la acción política: entre los objetivos figura que los chicos puedan "profundizar sus posibilidades de ejercicio de poder y de acciones políticas" y que "comprendan y analicen críticamente saberes específicos para el ejercicio de una ciudadanía activa".
Concretamente, la polémica se planteó a partir de la unidad 3, titulada "Ciudadanía, participación y organización política" y prevista para el tercer trimestre. Los contenidos incluyen el sistema de partidos, los movimientos sociales, las ONG y ­entre las modalidades de participación sociopolítica­ las marchas, escraches, graffittis, pintadas y protestas.
El documento justifica estas inclusiones con una comparación histórica: "Cuando los hippies entregaban flores a los soldados que los apuntaban con fusiles, o los estudiantes franceses o cordobeses escribían graffitis en las paredes, o cuando se organizan marchas de repudio, de silencio o `escraches’ o se asiste a determinados conciertos de rock, se puede estar participando políticamente".

Cómo se abordará en las aulas
En líneas generales, los docentes consultados se mostraron de acuerdo con la posibilidad de incorporar estos temas en la escuela y debatirlos con los estudiantes.

El principal motivo: forman parte de la vida cotidiana, aparecen en los diarios y se ven en la calle. Por lo tanto, sostienen, lo mejor que puede hacer la escuela es hacerse cargo de estas realidades y discutirlas. Lo que no significa necesariamente defenderlas, ni mucho menos promoverlas. Ahora bien, ¿cómo las abordarán? "Primero lo encararé rescatando las experiencias de los estudiantes en marchas y manifestaciones, ya que algunos de los chicos han sido parte de ellas", explica Valeria Rico, profesora de Política y Ciudadanía en la Escuela Secundaria Latinoamérica, de Burzaco.
"A partir de allí, podemos trabajar con textos científicos de perspectiva política y sociológica que hayan analizado estos fenómenos.
Luego podríamos hacer un relevamiento de opiniones de distintos sectores sociales sobre estos temas, para relacionar esas opiniones con sus cosmovisiones y concepciones ideológicas particulares", agrega.

Los medios, un recurso útil
Otro recurso para tratar estos temas en clase pueden ser los medios masivos: "Podríamos comparar el tratamiento que se le ha dado a esta temática en distintos medios: analizar periódicos, programas de televisión o publicaciones digitales", dice Valeria.
Por su parte, Mauricio Ocampo, profesor de Política y Ciudadanía en el colegio San Juan el Precursor ­en San Isidro­, también recurrirá a los medios para abordar el tema: "El trabajo de Política y Ciudadanía que hago con mis alumnos lo hago en el marco de un proyecto que analiza a la política y a la ciudadanía desde y con los medios de comunicación social", explicó a Clarín Educación.
Mauricio cuenta que, casi todos los domingos, cada curso ­dividido en grupos­ tiene que adquirir cinco diarios. "Cada alumno tiene que elegir una noticia por semana y comentarla por escrito, reflexionar sobre ella", señala.
Pero además, este docente apela a la computadora: "Para trabajar estas modalidades de participación pienso llevar a los alumos al gabinete de Informática, y pasarles un CD con imágenes de YouTube que muestren estos episodios y noticias".
Para Ocampo, este recurso complementa muy bien a la clase expositiva: "Ya lo hicimos con el tema de ideologías, a partir de la participación de Beatriz Sarlo en 678 . Se proyectan las imágenes, se toma nota, se da clase a la vez, se discuten temas y se producen informes con materiales de investigación complementarios".

La clave es contextualizar
De todas maneras, la asimilación de los gestos pacifistas de los hippies con la violencia de los escraches no parece resultar sencilla.
Claudia Romero, directora del área de Educación de la Torcuato Di Tella, critica precisamente este "efecto equiparador" que subyace en el programa: "Iguala los escraches, los piquetes y las pintadas callejeras con el voto secreto, al definirlos sin distinción y sin crítica como formas de participación política equivalentes" (ver "La delicada tarea de enseñar...").
En una línea similar se expresó la pedagoga Adriana Puiggrós: "No creo que sea todo igual. Por ejemplo, los escraches surgen en Argentina en un momento en que estaban vigentes la ley de obediencia debida y punto final, y no había otras formas de manifestar el rechazo y la puesta en evidencia de los represores de la dictadura".
Lo importante, para ella, es contextualizar cada práctica, para darle el lugar que le corresponde: "Si se va a incluir el escrache o el piquete como objetos de estudio, tienen que aparecer desde una perspectiva histórica, mencionando las circunstancias histórico políticas en que surgen estas formas de lucha".
dijo a Clarín Educación.

El riesgo de legitimar
Por otra parte, los reparos tienen que ver con el perfil ideológico del programa, que cita varias veces a Foucault, Gramsci y Marx, entre otros. ¿Existe el riesgo de que esta asignatura sea un espacio de "bajada de línea"? Así lo cree el filósofo Carlos Daniel Lasa, profesor en el doctorado en Educación de la Universidad Católica de San Juan.
En diálogo con Clarín Educación, Lasa advirtió sobre "la impronta fuertemente ideológica" del diseño curricular, que difunde "una visión absolutamente relativista".
"Debemos distinguir cuidadosamente entre el estudio del escrache o el piquete y la legitimación de estas prácticas. Lo primero es absolutamente lógico en el mundo del saber científico; en cambio, lo segundo resulta peligroso para una sociedad democrática cuyo signo distintivo debiera ser el respecto por el individuo. El documento en cuestión, a mi juicio, legitima tanto el escrache o el piquete como otras formas eventuales de lucha social peligrosas para la integridad de los ciudadanos", afirmó Lasa.

Sincerar la propia posición
Más allá del recorte que supone este programa, ¿es posible pensar en un diseño "objetivo" a la hora de abordar la política en la escuela? La profesora Valeria Rico sostiene que no. "Todos los diseños de todas las materias tienen perfiles ideológicos claros. No es una característica de la última reforma curricular, sino de todas las políticas educativas que se han llevado a cabo en la historia de la educación en nuestro país", señaló.
La clave, por lo tanto, parece estar en la honestidad intelectual: "Creo que es un acto de sinceridad explicitar el propio pensamiento político, para que el otro tenga la posibilidad de decidir si acepta o no ese punto de vista".
Tal vez esa sea la única manera posible de incorporar la política al aula: haciendo explícito desde dónde habla cada uno, para que lo político no se confunda con lo partidario. Y aquellas escuelas o docentes que no compartan el enfoque ideológico del programa, siempre pueden resignificar y recontextualizar las ideas desde el pensamiento propio. Sólo de este modo parece posible que la política en la escuela contribuya a formar ciudadanos más activos y comprometidos con su comunidad. mente entre el estudio del escrache o el piquete y la legitimación de estas prácticas. Lo primero es absolutamente lógico en el mundo del saber científico; en cambio, lo segundo resulta peligroso para una sociedad democrática cuyo signo distintivo debiera ser el respecto por el individuo. El documento en cuestión, a mi juicio, legitima tanto el escrache o el piquete como otras formas eventuales de lucha social peligrosas para la integridad de los ciudadanos", afirmó Lasa.

Parecen iguales pero son muy diferentes
Ricardo Braginski
rbraginski@clarin.com

La palabra "escrache" surgió en la Argentina a fines de los noventa, a partir de distintas acciones de la asociación H.I.J.O.S. (de desaparecidos) que señalaban los domicilios particulares de los represores militares. Eran tiempo de obediencia debida y punto final, y el objetivo era lograr una "condena social" ante la falta de justicia.
Años antes, pobladores de Cutral Co, en Neuquén, comenzaron a cortar rutas para que el país conociera la situación en la que habían quedado tras la privatización de YPF, su principal actividad. Nacían los "piquetes".
¿Qué diferencias hay entre esos primeros escraches y los que sufre hoy cualquier ciudadano cuando un grupo, o un poder establecido, encuentra razones suficientes para hostigarlo? ¿Y cuáles son las diferencias entre los primeros piquetes en Cutral Có con estos otros que se suceden en las calles de las grandes ciudades ­como Buenos Aires­ y terminan molestando la vida de millones de personas? Cualquier persona mínimamente informada advertirá que se trata de dos contextos históricos distintos. Y que lo que surgió como una legítima situación de protesta se fue transformando, en muchos casos, en claras formas de presión o, mucho peor, de extorsión.
Remarcar las diferencias y las causas que legitiman estas prácticas en un determinado momento histórico es una de las tantas recomendaciones que dan ­en esta extensa nota de tapa de Clarín Educación­ los especialistas a aquellos docentes que deban encarar la tarea de educar en Política y Ciudadanía a los secundarios bonaerenses.
Hubiera sido mejor que quedara claramente expresado en el diseño curricular de la provincia que en febrero dio origen a la polémica.
A partir del tercer trimestre, la pelota quedará del lado de los docentes. Serán ellos quienes, en cada aula, deberán crear las condiciones para lograr una formación plural y profunda, que es la esencia de toda sociedad democrática.

 

TESTIMONIO 1
MAURICIO OCAMPO 12 AÑOS DE DOCENCIA DIRECTOR DEL NIVEL SECUNDARIO DEL COLEGIO PIAGET Y PROFESOR DE POLÍTICA Y CIUDADANÍA EN EL SAN JUAN EL PRECURSOR ­ SAN ISIDRO
MAURICIO
NÉSTOR GARCÍA Mauricio Ocampo recurre en sus clases a los diarios y videos de Youtube para analizar las prácticas políticas.
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Creo que es válido hablar en el aula sobre los piquetes, los escraches, las pintadas y las marchas, como tantos otros temas vinculados a lo ciudadano. Es inevitable abordarlos; tan sólo con una lectura rápida de los diarios nos damos cuenta de que están presentes en el escenario cotidiano.

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El gran desafío para los educadores y las instituciones pasa por resignificar los contenidos prescriptos por el Estado desde la cosmovisión de cada institución.
Enseñarlos de manera tal que no se difundan esos saberes como "verdades reveladas": ponerlos en discusión, hacer intercambio, debate, etcétera.

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Estoy de acuerdo con promover la "ciudadanía activa" e invitar a la acción. Pero no se debe confundir política con "politización".

 

SERGIO FERREIRA 20 AÑOS DE DOCENCIA PROFESOR DE HISTORIA EN 4º AÑO ESCUELA DE EDUCACIÓN MEDIA Nº 5 BERAZATEGUI
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Sería infantil asociar el trabajo de estos temas a una praxis política partidaria en el aula. El docente tiene que estar capacitado para debatir de la manera más objetiva posible cualquier tema de la realidad política. El alumno escucha a su docente, luego otras campanas, y al final debe ser capaz de hacer sus propios juicios de valor.

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Los escraches no deben obviarse de la discusión política. Pero en la escuela deben tratarse prudentemente; hay que hacerle notar al alumno que son violentos y que no llevan a ningún lado, son formas ­en su origen­ fascistas de participación política.

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Me parece bien que la escuela incentive una actitud activa; la democracia no es sólo votar cada dos años. Eso sí: no hay que invitar a los chicos a participar en la vida política desde lo partidario. Que ellos sean con el tiempo quienes elijan, si quieren, dónde militar. Lo importante es que estén informados y que voten a conciencia.

ESTRATEGIAS PARA EL AULA

1. Contextualizar las distintas prácticas en la Historia
Al presentar el escrache, el piquete, las marchas de silencio o los cacerolazos, siempre conviene mencionar las circunstancias histórico-políticas en que surge cada forma de participación. Es necesario comprender las causas que legitiman determinadas prácticas en determinado momento.


2. Acompañar con contenidos teóricos
Complementar la reflexión sobre estas prácticas con elementos de teoría política más profundos; promover el conocimiento exhaustivo de la Constitución Nacional y la legislación.

3. Hacer explícita la postura desde donde habla el docente
El profesor no debería ocultar su posición política; lo más honesto es explicitar si está afiliado a un partido o milita. Sincerar el punto de vista desde donde se habla, sin dejar de mostrar el conjunto de posibilidades de pensamiento, es la mejor manera de respetar los derechos de los estudiantes.

4. Trabajar a partir de noticias y el análisis de hechos reales
Utilizar como recursos las informaciones periodísticas; analizar hechos concretos (episodios de piquetes, marchas, escraches, protestas) y promover que los chicos comprendan las posiciones a favor y en contra, además de pensar otras formas de reclamo alternativas o complementarias.


5. Diferenciar
El escrache es una práctica violenta que no puede equipararse con el voto. Hay que distinguir las modalidades democráticas de aquellas que no lo son.

6. Proponer una evaluación orientada a la acción
Pensar en formas de evaluación que no sólo requieran el estudio "de memoria", sino que fomenten el desarrollo de competencias, como la capacidad de dialogar, argumentar y construir consensos desde el respeto por los puntos de vista diferentes. Una opción es impulsar proyectos comunitarios.

TESTIMONIO 3
VALERIA
VALERIA RICO 4 AÑOS DE DOCENCIA PROFESORA DE POLÍTICA Y CIUDADANÍA EN 5º AÑO DE LA ESCUELA SECUNDARIA LATINOAMÉRICA ­ BURZACO
ROCÍO FARFÁN SALAZAR Para Valeria Rico, profesora de Política y Ciudadanía, la materia es una oportunidad para enseñar a dialogar y respetar el punto de vista del otro.
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La escuela debe incorporar estos debates porque es un espacio ideal para fomentar la reflexión crítica.
Podemos indagar con los alumnos acerca de las posturas a favor y en contra, las causas de los reclamos, la existencia de otros mecanismos posibles, la presentación mediática de tales manifestaciones, etc.

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Si el objetivo de esta materia es enseñar al alumno la participación democrática y la capacidad de diálogo y aceptación del disenso, la práctica debe empezar en el aula. Por lo tanto, la evaluación no debería ser memorística, sino a partir del seguimiento del trabajo cotidiano, o mediante la gestión de proyectos comunitarios.

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Una de las críticas más frecuentes a los jóvenes es la falta de interés en la política. Pero realmente, ¿les enseñamos a participar democráticamente, a gestionar proyectos comunes, a debatir y aceptar el punto de vista del otro, a analizar plataformas y discursos?


SU OPINIÓN
Varias fuentes consultadas por Clarín Educación coincidieron en que en los últimos años se dio una repolitización de los jóvenes. ¿Qué rol ha tenido o tiene la escuela en este proceso? ¿Cómo formar ciudadanos críticos y activos sin "bajar línea"? Invitamos a los lectores a compartir sus experiencias y enviar sus opiniones sobre este tema a nuestra dirección de correo electrónico: educacion@clarin.com 

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