Di Tella en los medios
Revista Ñ
17/10/10

La semilla fértil del narcotráfico

Dos libros compilados por Juan Gabriel Tokatlian exhiben un diagnóstico preocupante y desesperanzador respecto del narcotráfico en la vida cotidiana del continente. Politólogos y economistas analizan el estado de situación de cada país y el futuro inquietante y previsible.

Setenta y dos cadáveres con la marca del narco. Hubo otros asesinatos múltiples en otros escenarios arrasados por la droga, igual de crueles. Pero el hallazgo de esos 58 cuerpos de hombres y 14 de mujeres, la mayoría de ellos inmigrantes relacionados directa o indirectamente con el narcotráfico, en un rancho del estado de Tamaulipas, noreste de México a fines de agosto, habla de un panorama aterrador en toda América. Cuando la policía llegó al lugar, un grupo de narcotraficantes huía y dejaba un arsenal temerario de 6 carabinas M-4 calibre 5.56 mm, 3 fusiles AKA7 calibre 7.62 mm, 7 escopetas calibre 12, 5 rifles calibre 22 y 101 cargadores. La guerra ya comenzó.
El combate contra los ´narcos´ y sus enfrentamientos con el ejército y la policía de México han costado 28.000 vidas desde diciembre de 2006 cuando llegó al poder el presidente Felipe Calderón. Desde entonces se han desplegado 50.000 soldados para reforzar la lucha contra el narcotráfico y el crimen en general, que suelen ir de la mano.
Noticias de esta estirpe abundan la prensa de varios países latinoamericanos para dar cuenta de un panorama que prácticamente no cambia de raíz sino que se va modificando al ritmo de los avances tecnológicos. Para producir droga, traficaría y combatir alrededor de ella. Sobre las políticas en tomo a las drogas y al consumo, el politólogo argentino Juan Gabriel Tokatlian ha compilado dos libros que explican y dan un cuadro de situación completo de la región: La guerra contras las drogas en el mundo andino y Drogas y prohibición (Libros del Zorzal). Hay un contexto global y regional que obliga a reflexionar puntualmente sobre esta situación. Hacia 1998, la ONU había dedicado una sesión especial al tema drogas tal como lo hacía con otras cuestiones como medio ambiente, mujer, derechos humanos. En este caso se determinó que el período de 1998 a 2008 sería la década de la lucha contra las drogas.
De este modo se establecieron metas, se definieron políticas y a partir de entonces se esperaba una reducción significativa del fenómeno en todos sus eslabones: consumo, producción, transformación, lavado, etcétera. En abril de 2009, en Viena, Naciones Unidas evaluó lo actuado en esos diez años. Las conclusiones no se publicitaron. Pronto se supo que los resultados habían sido muy pobres.
Según Tokatlian, en el plano regional, "es evidente que las nomenclaturas que se usaron en los 80 y parte de los 90, que casi siempre tenían un efecto estigmatizador y negativo como decir que un país se iba a colombianizar, por ejemplo, estaban llamadas a revaluarse significativamente porque el problema de las drogas, primero, en su dimensión específica andina, había emergido protuberantemente en todos los países, como una cuestión esencial y problemática, y porque incluso aquellos que no aparecían en el radar de atención -como México en su momento, o Brasil- empezaban a ser actores fundamentales del circuito transnacional de las drogas. Entonces, nos pareció que tomando como medida qué estaba pasando en el mundo andino y sus bifurcaciones, podíamos entender por qué ahora éste era un problema cuya naturaleza era en realidad continental, y que requería una reflexión crítica, en primer lugar, y la búsqueda de un paradigma alternativo, porque lo que se había hecho en clave de lo que se denominó la guerra contra las drogas, resultaba un fenomenal fracaso. Por su parte, la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia creada por los ex presidentes César Gaviria (Colombia), Fernando Henrique Cardoso (Brasil) y Ernesto Zedillo (México), concluyó que "la guerra contra las drogas ha sido una guerra perdida" con enormes costos de vidas y recursos económicos.
Pero hay un dato clave que toda investigación sobre el tema no debe soslayar y es que Estados Unidos continúa siendo el primer país consumidor de cocaína, una conclusión que ha renovado la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (órgano de la ONU) en febrero pasado. EE.UU. paradójicamente, o no, es desde donde se dictan y se "sugieren" las políticas que los Estados latinoamericanos deberían seguir como ha quedado claro con el Plan Colombia.
En La guerra contra las drogas, Roberto Lasema analiza la política antidrogas en Bolivia 2003-2009 con una visión crítica: "La actual política gubernamental, sintetizada en el eslogan ´coca sí, cocaína no´, explica el bajo ritmo de erradicación combinado con un aumento de los operativos policiales. Los operativos tienen el propósito fundamental de aumentar el riesgo para los productores ilegales, desalentando su actividad. Ellos han ido en ascenso continuo desde 2001 y aumentaron a un ritmo mucho más acelerado entre 2005 y 2007, pero han declinado en 2008, sobre todo desde el mes de mayo. La erradicación de cultivos ilícitos ha disminuido desde el año 2002 y en el período de Morales ha mantenido el mínimo de compromisos internacionales en un proceso que se intensifica hacia la mitad del año." Para los investigadores, el caso boliviano refleja el fracaso de la guerra contra la droga. Explica Tokatlian "fue tanta la estigmatización, fue tanto el ataque, fue tanto la forma de atacar, tanto interna como externamente, la base social que representaba el conjunto de cocaleros, que se convirtió en un estímulo para que se ampliara su influencia, para que se proyectara internacionalmente, y para que aun se legitimara internacionalmente".
Francisco Thoumi, economista de la Universidad de Los Andes y del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Texas, analiza el caso colombiano: "Colombia ha estado marcada por la industria ilegal de la cocaína durante aproximadamente 35 años. Durante este período las drogas ilegales han estado asociadas al incremento de la violencia, al crecimiento de las organizaciones criminales y a las amenazas del Estado, primero por traficantes y después por grupos subversivos.

No hay duda de que las drogas ilegales cambiaron a Colombia". Y agrega: "La presencia de la industria ilegal de drogas demuestra la inhabilidad del gobierno para ejercer la plena soberanía sobre la totalidad del territorio y para aplicar la mayoría de sus leyes, además de que lo hace vulnerable a las presiones externas".
Mónica Hirst, autora del artículo "El tráfico de drogas desde una mirada brasileña", alerta sobre la problemática militar: "La represión al crimen y al tráfico en las favelas, aun cuando sea ejecutada por fuerzas policiales, se asemeja a una operación de guerra en la cual las bajas son consideradas una victoria militar". Este análisis abre el debate sobre la participación de las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico, algo que todavía es materia de debate, y de indefinición, en varios países del continente.
En el artículo introductorio del libro Drogas y prohibición, el economista colombiano Rafael Pardo sostiene que hay un paradigma dominante sobre el consumidor de drogas que debe dejar lugar a otro: "el paradigma dominante desde hace cien años es que ciertas sustancias que alteran el estado mental de quienes las consumen, no son deseables para la sociedad, y que por tanto su consumo, tráfico, producción o posesión deben ser evitados, o minimizados, o, lo deseable, eliminados" y concluye: "cuando una teoría pierde la capacidad explicativa y aparecen tantas anomalías inexplicables, es que ha llegado el momento de otro paradigma". Se hace necesario, y de hecho se debate, repensar el eslabón débil del consumidor en la pesada cadena del narco.
En la conclusión del libro, Tokatlian sostiene: "creemos que hay un contexto global que permite contemplar un debate posprohibicionista más amplio y profundo. No se trata sólo de repetir con énfasis el fracaso de la ´guerra contra las drogas´; se trata de brindar un horizonte política y éticamente sólido para congregar voluntades mundiales en tomo a una nueva estrategia en esta materia. Quizás por primera vez en décadas se presenta un conjunto de condiciones económicas, sociales, internacionales y culturales que permiten un potencial viraje respecto al prohibicionismo aún vigente. Por ello se ha producido un espacio para explorar iniciativas novedosas y avanzar en el cambio de paradigma."
Ambos libros presentan un panorama preocupante y provocador de debates sobre todos los actores e instancias del narcotráfico. El futuro a corto y mediano plazo parece ya escrito: no hay buenas perspectivas en esta guerra que día a día alista más soldados y los devuelve en un cajón cerrado. Las políticas de Estado y de organismos internacionales han fracasado. Alguien tiene que pensar en el futuro a largo plazo.

ENTREVISTA
JUAN GABRIEL TOKATLIAN
Las alianzas del crimen organizado
"La situación argentina es de luz amarilla: los problemas derivados del narcotráfico están creciendo", concluye el politólogo Juan Gabriel Tokatiian en su oficina de la Torcuato Di Tella donde investiga y enseña. Es un experto en relaciones internacionales, y en particular de la situación colombiana. Aquí se refiere a la situación continental del narcotráfico, los gobiernos y los ciudadanos.
- Los crímenes trasnacionales parecen cruzarse e ir en la misma dirección: tráfico de personas, de armas, de drogas...
-Primero: los narcotraficantes han establecido alianzas estratégicas en distintos ámbitos geográficos. Y la interrelación de mafias rusas, triadas chinas, narcotraficantes nigerianos, carteles colombianos, grupos mexicanos, es evidente y uno lo observa cuando intercambian heroína por cocaína; se reparten el mercado, etcétera. Segundo, paralelamente, hay una mayor sofisticación de la transnacionalización, y es allí donde distintas modalidades de criminalidad organizada, realizadas de una manera más entrelazada, por diferentes grupos que intercambian, digamos, en el libre mercado productos y establecen controles específicos de porciones de ese mercado. Tercero, la enorme capacidad de adaptación de estos grupos que son cada vez más transnacionalizados y sofisticados. Cada vez que los estados develan mecanismos en los que opera esta criminalidad transnacional, a su vez, estas organizaciones tienen la capacidad para readaptarse, reconfigurarse y desarrollar o nuevas rutas, o nuevos vínculos, o nuevas penetraciones en nuevos mercados, y por lo tanto, el Estado siempre aparece por detrás del avance de estos grupos.
-La influencia del narcotráfico sobre los gobiernos dio lugar a una expresión poco diplomática: "narcodemocracias"...
-Yo diría que el término narcodemocracia fue bastante infeliz. Acuñado allá a finales de los 80, principios de los 90 por funcionarios de la DEA, fue utilizado en particular para el caso de Colombia pero luego replicados en otros contextos. Lo único que generó fue, en muchos sectores sociales, la sensación de una suerte de narcoimperialismo. Entonces, la contracara de la estigmatización como narcodemocracia a cualquier país que tuviera actores gravitantes cada vez mayores en la vida pública era respondida y era de hecho utilizada por el narcotráfico para mostrar de qué modo Estados Unidos injería en los asuntos internos. Entonces, probablemente, otras categorías analíticas sirvan más que ésta de narcodemocracia, de la misma manera que otras categorías analíticas en las relaciones internacionales sirvan mejor que la de narcoimperialismo para entender la política de los Estados Unidos.
-Teniendo en cuenta que Estados Unidos es considerado el principal país consumidor de drogas, ¿qué ha cambiado con la presidencia de Obama?
-Barack Obama, a diferencia de Clinton que dijo que fumó marihuana pero no inhaló, señaló que él había consumido ¡cocaína! Y sin embargo, fue electo presidente de Estados Unidos. Esto muestra que la sociedad no estigmatizó ese hecho personal. Segundo, recientes encuestas en ese país muestran que casi el 40% de la población ya ha consumido en algún momento de su vida marihuana. Esta sustancia es parte de un hábito culturalmente más extendido, y me parece que relativamente más aceptado. Tercero, el zar antidrogas nombrado por el presidente Obama ha pedido que en los documentos públicos se borre la expresión "guerra contra las drogas", en el sentido de que ése es un nombre equívoco, porque uno no puede estar en guerra con los ciudadanos que consumen. Y esto, aunque sea simbólico, es importante. Y finalmente, dado que hay varios estados que tienen la posibilidad de proveer marihuana medicinal, el gobierno de George Bush, a pesar de que esto operaba estadualmente, había dispuesto, desde el gobierno federal, que se persiguiera a quienes eran los proveedores -médicos u otros- de esta marihuana medicinal a nivel local. ¿Qué hizo Obama? Levantó esta restricción, y dijo: "La justicia federal no va a perseguir estatalmente lo que ese Estado decidió aceptar". Son signos menores, señales prematuras quizá, pero me parece que van en la dirección de crear una rendija de oportunidad de cambio.


Los siguientes libros están disponibles en la Biblioteca de la Universidad Torcuato Di Tella:
• La guerra contra las drogas en el mundo andino : hacia un cambio de panorama / Juan Gabriel Tokatlian, compilador. - 1a ed. - Buenos Aires : Libros del Zorzal, c2009. ISBN 9789875991477. Ubicación: HV5801.D76 2010
• Drogas y prohibición : una vieja guerra, un nuevo debate / Juan Gabriel Tokatlian. - 1a ed. - Buenos Aires : Libros del Zoral, c2010. ISBN 9789875991538. Ubicación: HV5801.D76 2010

Para buscar otras publicaciones de Juan Tokatlian disponibles en la Biblioteca de la UTDT , pueden consultar su catálogo (link: http://catalogo.utdt.edu)

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