Di Tella en los medios
Clarín
4/04/24

Biden versus Trump, segunda parte

El profesor de la Licenciatura en Estudios Internacionales analizó el escenario electoral de Estados Unidos.


Daniel Roldán


Todo indica que el 5 de noviembre la nueva contienda por la Casa Blanca será entre Joe Biden (81) y Donald Trump (77). Esta trascendental disputa por la presidencia estará acompañada por elecciones legislativas —se renuevan 33 bancas en el Senado (20 de ellas ocupadas por demócratas, 10 por republicanos y 3 por independientes) y la totalidad, 435 bancas, de la Cámara de Representantes— y votaciones en 11 gobernaciones.

En este momento es útil recordar la elección de 2020, que tuvo la tasa de participación más alta (66,6%) desde la votación de 1900, que había sido del 73,7%. La participación de jóvenes (18-29 años) fue la más alta (55%) desde 1972, con 11 puntos de diferencia con la de 2016, que fue 44%. La participación de mujeres fue la más alta (63%) desde 1968, que fue de 66%.

La participación de los latinos alcanzó el 38% en 2020, la mayor desde 1972, lo que fue resultado de un incremento en la registración para votar: 1 de cada 10 votantes fue latino. Según el American National Election Study, en 2020 75% del voto judío, el 83% del voto musulmán y el 63% del voto no religioso fueron para Biden.

Como lo muestran distintos estudios, del heterogéneo voto asiático casi un 70% fue por Biden, en buena medida por el sentimiento anti-asiático que, durante el COVID, fue impulsado por Donald Trump. Encuestas post-votación mostraron que el 57% de los votantes afiliados a sindicatos respaldaron a Biden. De acuerdo con un estudio de 2021 del Pew Research Center, en la elección de 2020 el voto afro-estadounidense a favor de Biden llegó al 92%.

En breve, este telón de fondo ayuda a entender la holgada victoria de Biden en la presidencial de 2020 (306 votos electorales contra 232 de Trump) y el control del Senado y la Cámara por los demócratas. Esto también permite identificar los temas internos que, a raíz de lo ocurrido en los últimos cuatro años, pueden decidir la elección de 2024.

Por ejemplo, después de una fuerte caída del PIB en 2020 la economía se recuperó de manera sostenida, llegando a un 2.5% de crecimiento en 2023, y el desempleo se ubica en un 3.9%, mientras que una activa política en favor de los trabajadores y de los sindicatos por parte del presidente auguran que mantendrá ese voto clave para los demócratas.

Biden, tal lo había anunciado en la campaña de 2020, presentó un ambicioso programa (US$ 430 mil millones de dólares) de condonación parcial de la deuda a unos 40 millones de estudiantes.

En 2023, la Corte Suprema lo consideró inconstitucional. El gobierno, sin embargo, siguió adelante con un plan que al momento ha implicado un perdón de unos US$ 145 mil millones de dólares para casi 4 millones de estudiantes. La menor cobertura de la condonación, junto a nuevas críticas de los jóvenes a políticas domésticas y externas de la administración Biden, podría influir para una reducción de la participación de esa cohorte de votantes en noviembre.

En 2022, la Corte Suprema anuló el derecho al aborto que se había legalizado en 1973. Biden ha mostrado un compromiso con las mujeres, pero recientemente, en el último Discurso de la Unión, evitó la expresión aborto y ahora habla de derechos reproductivos dado que el tema se ha tornado cada vez más contencioso. Habrá que ver qué peso tiene ahora en el voto femenino.

Mediante una amplia variedad de iniciativas, Biden ha buscado asegurar el voto afro-estadounidense. Sin embargo, hay que destacar que en las elecciones intermedias de 2022 se observó un importante aumento (de 8% a 14%) de ese voto para los republicanos y es evidente la frustración actual del voto joven afro-estadounidense con el partido demócrata. El voto latino ha sido clave para los demócratas. Hoy las encuestas muestran la preocupación de ese votante con la inflación, el empleo y la salud principalmente, al tiempo que la incapacidad del ejecutivo de avanzar en una propuesta progresista en materia de migración es elocuente.

Todo esto podría afectar el respaldo de ese voto en estados claves —los llamados swing states— como Arizona y Nevada. Además, es importante tener en cuenta que hay en el país unos 3.500.000 árabes originarios de Medio Oriente y el norte de África. Están concentrados en algunos estados tales como Michigan, Texas, New York, California, Pennsylvania y Arizona, entre otros. En 2020 ese voto, en un estado como Michigan donde constituye el 2,1% de la población, fue clave para el triunfo de Biden.

Su política hacia Israel y frente a la crisis humanitaria en Gaza ha generado una reacción fuerte contra los demócratas: es improbable que ese voto se vuelque por Trump, pero su abstención o preferencia por candidatos independientes puede afectar seriamente a Biden.

Es imprescindible recordar que el voto presidencial es indirecto. El resultado depende del total de electores en el colegio electoral. Si, para el caso, se produjeran modificaciones en las votaciones de determinados estados, digamos, Michigan (16 electores), Arizona (11) y Pennsylvania (20) –tres estados con victorias estrechas para Biden en 2020– y allí triunfase su oponente, él sumaría 47 electores.

Eso implicaría, en comparación con 2020, que Trump podría lograr 279 electores y Biden 259. El nivel de participación/abstención, el peso de determinadas agendas a nivel estadual/nacional, y los logros/fracasos del partido en el gobierno definirán quién presidirá ese país en los próximos años.