Estanislao Bachrach: “Estar más atentos a nuestras sensaciones internas nos lleva a tomar mejores decisiones”
Estanislao Bachrach, profesor del MBA y Executive MBA, fue entrevistado sobre la relación entre el cerebro y el cuerpo.
Mirada holística. “Las neurociencias y el budismo dicen prácticamente lo mismo”, afirma Estanislao Bachrach. Foto: Guillermo Rodríguez Adami
Doctor en Biología Molecular por la UBA y la Universidad de Montpellier en Francia, Estanislao Bachrach es uno de los más destacados divulgadores de las neurociencias en nuestro país. Es autor de varios libros muy leídos como “ÁgilMente” y el reciente “ZensorialMente”. Después de estar en un retiro de meditación en Estados Unidos, poco a poco va conviviendo con la cotidianeidad de Buenos Aires y uno de sus “mantras” que sobrevolará en toda la entrevista es que “las neurociencias y el budismo dicen prácticamente lo mismo”. En definitiva, Bachrach es un estudioso de aquel axioma de mente sana, en cuerpo sano.
-¿Después de tantos años de estudiar el cerebro llegó a la conclusión que hay que entender a nuestro cuerpo?
-Exacto, hablo de la inteligencia sensorial, somática que es un término muy conocido en el mundo que es la experiencia del cuerpo. Tiene que ver con la capacidad que tiene el cuerpo de enviar información al cerebro a cada segundo y si somos capaces de leerla tenemos más datos y podríamos tomar mejores decisiones. Hay algo visceral, se trata de estar más atento a eso. La inteligencia sensorial es la sumatoria de toda tu inteligencia emocional y de tus sentidos. Si estamos atentos a las pequeñas sutilezas de lectura corporal obtendremos mayor bienestar. Las sensaciones son el aspecto más fascinante y menos entendido del sistema nervioso. Pero cuerpo y mente son lo mismo, que el cerebro puede ser tu cuerpo y tu cuerpo puede ser tu cerebro.
-¿Es pensar desde una mirada holística y ser más intuitivo con lo que nos pasa internamente?
-Sí, el cuerpo, todo el tiempo, está dando información, son las famosas sensaciones. Algunas son brutas como un dolor de panza y otras son muy sutiles, como cambios en el latido, la respiración agitada. Todas esas sensaciones van a un área del cerebro y éste, con el contexto, tu historia y lo que le pasa a tu cuerpo, siente de una determinada manera. Como decía antes, se trata de tomar mejores decisiones. Si ya me di cuenta de algo: ¿hago un cambio?
-El darse cuenta es el punto de partida entonces…
-Claro. Darse cuenta es ser curioso, tener la intención de descubrirse motivados por algún malestar, algo que repito y vuelvo al mismo lugar y no me gusta, o que le sigo echando la culpa al afuera o bien me meto adentro y descubro. A mucha gente no le interesa y lo va seguir poniendo afuera.
-¿El cerebro le hace caso a nuestras creencias?
-Siempre. El cerebro le hace caso a lo que uno cree, la realidad es lo que cada cual se dice, los pensamientos repetitivos. Eso genera hábitos que son tus creencias. Y mucha de esa narrativa ya no sirve más y hay que reemplazarla por nuevas en un modo consciente. Es un trabajo simple pero no fácil para cambiar la manera de pensar. Cuando uno se da cuenta de algo, la mitad de la batalla ya está ganada. Lamentablemente, en general, el cuerpo te pasa una factura y ahí te das cuenta. Pero si el cuerpo te está indicando algo, tenés que cambiar. Estamos entrenados a que el que tiene que cambiar es el otro, mi pareja o mi jefe. Las personas que están todo el tiempo culpando al otro son las que solamente van a cambiar cuando el cuerpo les pase factura.
-¿El cuerpo es la caja de resonancia de lo que nos pasa?
-Sí. Biológicamente todo el tiempo nos está dando señales de tranquilidad, de alarma, de seguridad, de neutralidad y es tu capacidad de leerla o hacerte el tonto la gran diferencia de tu bienestar presente y futuro. Si le enseñáramos a los niños a leer su propio cuerpo, no solo el aparato circulatorio y el sistema reproductor, habría adultos más sanos.
-¿Qué propondría?
-Ya hice algunos experimentos en escuelas pero propondría una materia obligatoria que se llame autoconocimiento, que sea todas las semanas tanto en primaria como en la secundaria. En la primaria tendrían contenido cognitivo conductual, en segundo grado yoga, en tercer grado el autoconocimiento a través de las religiones, en cuarto a través de la biología y así.
-¿Cómo convivir con las preocupaciones cotidianas entonces?
-Un ejercicio que hago mucho con deportistas es parar quince minutos para que te preocupes, contándoselo a tu mejor amigo, a tu pareja, a mí, mandando audios también y arrancá el día. Y cuando vuelvas con tus preocupaciones decirte: “ya me preocupé hoy quince minutos, listo”. Cuando termina el día mirá hacia atrás y fijaste qué decisiones tomaste por más pequeñas que fueron. Si son buenas para vos serán válidas entonces para tu entorno, tus hijos y tu pareja. Cuando uno es consciente de las pequeñas decisiones del día eso baja la ansiedad y el estrés.
-¿Las emociones se transmiten a quien tengo al lado?
-Si nosotros estamos bien, no tengo dudas del efecto multiplicador en otros. Somos energía y si yo estoy corriendo, enojado y no le digo algo lindo a mi pareja, esa impaciencia impacta en el otro y es contagiosa. Biológicamente está demostrado que al otro le sube la presión solo por convivir con alguien así, el cuerpo se da cuenta. Son patrones de energía, cuando vos estas pensando en negativo, esas ondas de energía eléctrica que estas generando en el cerebro y se expanden son muy distintas que si estoy con bienestar. El otro percibe seguro lo que a vos te pasa. El cuerpo efectivamente no miente.
-¿En este contexto de lo que conversamos cómo pensar la búsqueda permanente de la gente por la felicidad?
Muchas cosas que son simples como la felicidad no requiere de fuerza, son más sencillas y no la búsqueda de algo complejo o difícil. Mucha gente busca placer y no la felicidad, quiere pasarla bien que no es lo mismo que ser feliz. Placer es corto plazo.
-¿Es el llamado circuito de la recompensa cerebral?
-Es eso. Porque el placer es la dopamina y la felicidad es la serotonina. Químicamente la dopamina es un inhibidor de la serotonina: cuanto más placer buscas en la vida menos feliz sos. Cuando la búsqueda permanente son chorros de dopamina, no fabrico serotonina. Meditar, por ejemplo, es muy simple y genera mucho bienestar. Cuando la serotonina toca la neurona, genera sensación de felicidad, acariciando a tu perro o en un cumpleaños con amigos. No digo que el placer sea malo, simplemente que no es lo mismo que la felicidad.
-¿Las diferentes crisis económicas en el país nos alejan de la felicidad?
-Creo que el contexto es doloroso, sufriente, ansiógeno, angustiante y nos empuja al placer porque del otro lado está el dolor de todo esto. En un contexto duro perdemos la brújula de la felicidad, nos aleja del objetivo. Cuando no podemos cambiar el contexto argentino, hay que transformarse internamente, ir hacia adentro. Recordemos que cuando estas convencido que no vas a poder, el pensamiento crea la realidad.