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La Nación
28/01/24

El capricho visionario de Victoria Ocampo que marcó la arquitectura porteña

Por Cecilia Martínez

Fabio Grementieri, profesor de la Escuela de Arquitectura y coordinador del Programa en Preservación y Conservación del Patrimonio, fue entrevistado sobre la arquitectura y el legado de la casa de Victoria Ocampo en Barrio Parque.

“Hasta ahora solo la señora Victoria Ocampo ha hecho el gesto decisivo en arquitectura, construyendo una casa que hace escándalo. Se encuentran en ella Picassos y Légers en el marco de una pureza que raramente he encontrado”. Así expresaba en 1929 Le Corbusier su admiración por el inmueble de Barrio Parque, emblema del modernismo que en 2028 cumplirá su centenario. Allí nació la mítica revista Sur, fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2022 y desde 2001 es sede del Fondo Nacional de las Artes.
En aquellos años, recuerda la escritora en su autobiografía, el célebre arquitecto racionalista y otro ilustre viajero, el novelista estadounidense Waldo Frank, visitaron el edificio de Rufino de Elizalde 2831. “A los dos les gustó mi nueva casa, de la que yo estaba orgullosa. Hablaron de ella en sus libros. La arquitectura moderna me parecía uno de los signos más reveladores de nuestra época. Nuevos materiales, nueva manera de vivir”, expresaba la también ensayista, filántropa y mecenas argentina.
En su tiempo, la edificación fue criticada por autoridades y vecinos que consideraban que atentaba contra los cánones del neoclasicismo francés preponderante en el barrio más exclusivo de Buenos Aires. Pero eso no detuvo a Ocampo, que soñaba con nuevas líneas arquitectónicas para la ciudad y quien logró reunir en la icónica casa a la élite intelectual del momento en torno a su monumental proyecto literario.
La pasión de Ocampo por la arquitectura y por las letras coincidía entonces con dos proyectos que ejecutó en paralelo: la construcción del edificio racionalista y la creación de la revista Sur. “Más allá de su repercusión inmediata, tanto Sur como la casa adquirieron con el tiempo una dimensión fundacional fuera de sus propias previsiones”, resaltan el arquitecto Fabio Grementieri y el ensayista Ernesto Montequín, investigadores de su legado arquitectónico y cultural, en el texto curatorial de una muestra celebrada en 2018.
Ocampo (1890-1979) había sido criada durante un período de auge constructivo en la Argentina, cuando el movimiento moderno pretendía barrer con la tradición y los estilos anteriores. Tras una primera incursión con la edificación de su casa “blanca, lisa y cúbica” en Mar del Plata, “Victoria redobla la apuesta en el corazón de Buenos Aires”, señala Grementieri, quien participó de proyectos de restauración en la casa de Palermo y en Villa Ocampo.
La escritora quiso inicialmente desarrollar la obra arquitectónica con un encargo a Le Corbusier en unos terrenos cercanos, pero finalmente contrató a Alejandro Bustillo, quien renegaba del proyecto -a tal punto que no llegó a imprimir su firma en la fachada-. Tras numerosas idas y venidas entre el consagrado constructor y la escritora, en 1928 culminó la construcción de la casa de vanguardia, blanca, lisa y cúbica.
De líneas y volúmenes puros, austera y luminosa, la propiedad se erigió como una suerte de “villa racionalista con una expresión de gran sencillez”, detalla Grementieri. El arquitecto precisa que su volumetría y su geometría (de cuatro plantas) son una ambigua combinación de clasicismo y romanticismo. Muros lisos sin ornamentación, ventanas de proporciones horizontales (a diferencia de las clásicas verticales) y contraste de materiales, colores y texturas como única decoración del exterior, donde los portones del garaje (que son cortinas de enrollar de almacén) representan “un trazo transgresor”, al igual que “el jardín cubista que la circunda”, con sus dameros cuadrados y triangulares y canteros con césped, flores, cipreses, hiedras y plantas “expresionistas” como cactus o cina-cina.
La distribución interior responde a la de un hotel particulier de ascendencia francesa, con recintos funcionales. En la planta baja se ubican el vestíbulo y el hall de acceso, que comunican con la escalera principal, una antecámara -hoy librería- y los baños, y en lo que eran la cocina, la despensa y el garaje se extiende un espacio unificado que es sala de exposiciones. En el primer piso se encuentran los ambientes de recepción: hall, biblioteca, living y comedor, conectados con una amplia terraza y balcón. La segunda planta alberga el dormitorio principal con su sala de baño, otras tres habitaciones, dos baños y una sala de estar en comunicación con una terraza lateral. El tercer piso dispone de cuartos de servicio y sanitarios.
Sobre la decoración de los interiores, Ocampo llegó a describir: “El amueblamiento de los cuartos es algo que siempre me ha fascinado. No se trata de un porcentaje de lujo o de objetos de valor artístico o monetario, sino, ante todo, de una armonía sutil. Además, están el lugar y el aspecto de los muebles”, entre ellos “una mesa de comedor espléndida (siglo XVIII, caoba), algunas mesitas. Un tapiz de Picasso. Un tapiz y una tapicería de Léger. Grandes canapés. Libros. Un piano. Árboles alrededor. Las cosas estaban colocadas estrictamente de acuerdo con el uso al cual estaban destinadas”. En una carta al escritor francés Pierre Drieu la Ro- chelle, la autora resumía: “Esa cierta desnudez [de la casa] da un significado (quizás único) a la luz, sombras, a los reflejos más pequeños”.
Ocampo vendió la casa en 1940. Luego, el inmueble sufrió algunas reformas por parte de sus distintos propietarios: entre ellos, Josefina Díaz Vélez de Madariaga, la modelo Claudia Sánchez [a quien Mauricio Macri alquiló la mansión en 1995] y Amalita Lacroze de Fortabat, que lo adquirió en 2001 a través del Fondo Nacional de las Artes (FNA).
Entre las últimas intervenciones realizadas en la casa, el FNA llevó a cabo una restauración entre 2016 y 2018, reparaciones en los techos, terrazas y revoques y el pintado exterior siguiendo los claros originales. También se instaló un sistema de iluminación nocturna para poner en valor las líneas de la casa y en la decoración y el amoblamiento se tuvo en cuenta la documentación de archivo. Desde su construcción, infinidad de escritores, artistas y organizaciones realizaron actividades en la casa inmortalizada un siglo atrás en una foto icónica, en la que Ocampo posa junto a Jorge Luis Borges, Oliverio Girando, Ramón Gómez de la Serna y otros intelectuales del grupo Sur en la famosa escalera de la vivienda.




Publicado en: Cultura
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