Di Tella en los medios
Clarín
29/07/23

Las PASO, entre incertidumbres y certezas

Natalio Botana, profesor del Doctorado y la Maestría en Historia, analizó el escenario electoral de las PASO.

Mariano Vior


La campaña electoral para las PASO oscila entre incertidumbres y certezas. La incertidumbre resulta tanto de la desafección a la política, debido a los deplorables efectos de las políticas públicas, como de los desaciertos de las encuestas, cuyo esfuerzo no compensado para despejar esa atmósfera dudosa se repite a diario, y no solo en Argentina según nos muestran las elecciones de la semana pasada en España.

La certeza esta en cambio respaldada por datos más firmes. Mientras los expertos en encuestas tienen que afrontar el poco interés de las muestras de población para responder a las preguntas de uso habitual, los comicios en provincias pintan un cuadro más exacto acerca de lo que la ciudadanía expresa. Que se me excuse esta perogrullada: los votos efectivos son los que valen.

La cadena de elecciones provinciales tiene efectos varios. Denota, por una parte, una fatiga ciudadana cuyo síntoma más saliente es la abstención (más de cinco millones de electores decidieron no votar). Nuestro sistema electoral, hipotéticamente obligatorio sin ninguna sanción como antaño por no haber concurrido a las urnas, se esta transformando en voluntario: sufragamos si queremos o, de lo contrario, nos quedamos en casa.

El abstencionismo creciente inspira opiniones contradictorias: un juicio benigno diría que las PASO no despiertan naturalmente el mismo interés que una elección general; un argumento negativo aduciría que esta declinante participación electoral es consecuencia de una crisis en las creencias públicas y de una fuga, por desilusión o escepticismo, hacia lo privado.

Convengamos en que este fenómeno es tambien patrimonio de las democracias más consolidadas. En las elecciones en España ocurrieron situaciones semejantes: deserción y dificultad de las encuestas para predecir, lo que ha llevado a nuestra colega Adela Cortina a señalar que “la política y los políticos españoles han perdido credibilidad”.

Atención pues con estas falencias porque la legitimidad de las instituciones y la confianza que su calidad y buen funcionamiento deberían transmitir descansan sobre creencias compartidas en torno a lo público, a sus procedimientos y a los liderazgos capaces de apuntalar el complejo edificio de la democracia. ¿Estaremos acaso inmersos en una circunstancia en la cual liderazgos desgastados por polarizaciones, faccionalismos y oportunismos no despiertan adhesión ni atraen voluntades?

El interrogante no es novedoso en la historia de las democracias. En un libro publicado en Francia hace sesenta años acerca de la despolitización, los autores planteaban si tal apatía era un mito o una realidad. En verdad era un mito: nadie o muy pocos previeron que seis años después, en 1968, los franceses volvieran a politizar con iracundia el espacio público durante los llamados “acontecimientos de mayo”. Bajo la tan mentada despolitización había un mar de fondo; bajo este descalabro económico-social no es descartable que tambien lo haya entre nosotros. Los indicios están a la vista en calles y rutas tomadas.

Conviene por tanto atenernos a recuentos de votos. Si repasamos los resultados de las elecciones en San Juan, San Luis, Santa fe y Córdoba, se advierte una corriente opositora al kirchnerismo que alcanza altos niveles en Santa Fe y Córdoba. Las victorias pueden recaer en el radicalismo que, de ganar en Santa Fe las elecciones definitivas de septiembre, volvería a ocupar el sitial de gobernador sesenta años después, y ya se han comprobado con el triunfo del peronismo cordobés no kirchnerista.

En todo caso, la impresión que, a primera vista, arrojan estos resultados es la de un kirchnerismo parcialmente en retirada debido a un proceso electoral que va de la periferia de las provincias hacia la megalópolis del AMBA. Por su magnitud demográfica, este compuesto porteño y bonaerense sobresale sobre el resto y desarticula el régimen federal. Allí se reúnen más votos que en la franja de provincias situadas en el centro del país.

Observando, por consiguiente, esa fuertísima concentración electoral en aquello que Alberdi denominaba con recelo “el poder de Buenos Aires”, hoy la suma de CABA y del conurbano bonaerense, la definición podría dirimirse en ese lugar tan preciado al que podría añadirse, por el lado de la oposición y siempre en la franja central, las provincias de Mendoza y Entre Ríos.

No hay que desatender a los resultados en provincias porque si el kirchnerismo pierde, como ha quedado demostrado en la franja central del país y sufre una derrota altamente probable en CABA y tal vez con menos diferencia en el resto de la provincia de Buenos Aires, su destino se jugará en el conurbano bonaerense y en lo que pueda contribuir, aunque escasamente, un racimo de provincias pequeñas en el norte del país con alguna prolongación en el sur (Tucumán – una excepción en materia de abstenciones – es la que más aportaría en ese conjunto).

Estos son los datos a tener en cuenta que contrastan con lo que dicen las encuestas. Cuando los sondeos recurren a muestras nacionales, el panorama es más satisfactorio para el kirchnerismo. Los promedios de encuestas recogen diferencias estrechas y hasta empates técnicos entre Massa y la suma de Rodríguez Larreta y Bullrich. Si a ello se añade que Javier Milei, cuyos candidatos en provincias han sido pulverizados, fluctúa entre un 17% y 20% de intención de voto, tendríamos una distribución cercana a los tercios, ese escenario que imagina la Vicepresidenta para arañar la delantera.

No descartemos pues sorpresas y aguardemos, como dice el dicho popular, que hablen las urnas el próximo 13 de agosto. Razón de más para preocuparse por el sistema combinado de boleta de papel y máquina impresora con el que tendremos que sufragar los porteños. Esperemos no atorarnos y que sea eficaz.

Natalio R. Botana es politólogo e Historiador. Profesor Emérito de la Universidad Torcuato Di Tella