Di Tella en los medios
Clarín
28/11/22

Los gobernadores, ausentes

El director de las Licenciaturas en Ciencia Política y Gobierno y en Estudios Internacionales analizó el lugar que ocupan los gobernadores en la discusión política nacional.


Rodríguez Larreta, Uñac, Perotti, Morales y Capitanich en un panel de gobernadores en el último Coloquio de Idea.


El robusto federalismo argentino posee una característica: la notoria ausencia de los gobernadores en la discusión política nacional. Esto es llamativo por al menos dos razones. En primer lugar, porque el federalismo argentino otorga una serie de atribuciones a las provincias que tienen el potencial de transformar a sus gobernantes en los “protagonistas” de ese federalismo y balancear el poder demográfico del AMBA.

En otras palabras, existen poderosos recursos institucionales a disposición de los gobernadores, tales como su autonomía constitucionalmente garantizada, la sobrerrepresentación de sus intereses en el Congreso, la simetría del Senado versus la cámara de Diputados, la ejecución provincial del gasto estatal y (al menos para muchas de ellas) la desmedida proporción de ingresos por coparticipación que excede lo que podrían recaudar por sí mismas.

Pero a pesar de estas herramientas, los gobernadores no tienen un rol activo en la definición de las políticas nacionales. No participan activamente en la discusión pública. Inclusive al interior del justicialismo (que históricamente fue el partido de los intereses del interior frente la más urbana UCR) hace ya bastante que no son jugadores relevantes a la hora de definir la candidatura presidencial.

Incluso frente a la descomposición política del Frente de Todos, en el peor momento de las acusaciones cruzadas y el boicot kirchnerista al Ejecutivo, los gobernadores se desentendieron completamente de ese conflicto al interior de su propio partido.

Esto también sorprende porque no siempre fue así. Durante los años inmediatamente posteriores a la transición, los gobernadores fueron consolidando el poder que las reglas institucionales les proveían.

Así, la competencia por la presidencia en la novel democracia giraba en torno a los líderes provinciales que podían construir desde sus terruños un proyecto de poder nacional. Las gobernaciones eran el semillero de los proyectos presidenciales al interior de los partidos más importantes.

Los casos más visibles son los de Carlos Menem y Néstor Kirchner, que desde provincias pequeñas pudieron alinear al PJ detrás de sus respectivas candidaturas. Pero Eduardo Angeloz, José Octavio Bordón, Horacio Massaccesi y Adolfo Rodríguez Sáa son también ejemplos de esa cantera. La tímida candidatura de Hermes Binner en 2011 es el último ejemplo de un proyecto provincial de poder nacional.

Hace tiempo que ese rol de semillero de candidatos quedó limitado a políticos provenientes del AMBA. Hoy, con la sola excepción de Gerardo Morales y las candidaturas testimoniales del peronismo puntano, el concierto de proto-candidatos muestra una sobrerrepresentación de porteños y bonaerenses y una visible ausencia de candidatos provenientes de las provincias grandes como Córdoba y Santa Fe que puedan servir de alternativa a la hegemonía metropolitana.

Los gobernadores también tuvieron en el pasado un rol más significativo en la discusión programática nacional. Los encuentros en el Consejo Federal de Inversiones eran más frecuentes y visibles. También existía una “Liga de Gobernadores”, que tuvo un rol fundamental durante la presidencia de Eduardo Duhalde y que llegó a ser clave a la hora de definir algunos de los ministros de aquella administración.

Hoy, por el contrario, los gobernadores son actores descoordinados que carecen de una voz unificada. En un país cuyo federalismo se definió por el equilibrio político entre Buenos Aires y el interior, este último hoy tolera un gobierno con un gabinete con 90% de dirigentes metropolitanos. Y en algunos casos, frente a decisiones que claramente los perjudicaban (como el desmantelamiento de la política aerocomercial de las low-cost) la oposición de los gobernadores no pasó de algunas declaraciones en off a la prensa.

Todo esto está lejos de ser una mera anécdota. Esto tiene resultados de política pública muy concretos. Tal vez el ejemplo más dramático por sus resultados de esta “silla vacía” en el debate público nacional es la ausencia de una “coalición exportadora” empujada por las provincias de Córdoba y Santa Fe.

Estos son los distritos de los más perjudicados por el profundo sesgo anti-exportador que caracteriza a las administraciones justicialistas desde hace ya más de una década. En un país que necesita desesperadamente exportar más para crecer, la inexistencia de una fórmula de desarrollo común articulada por estos distritos se transforma en una carencia casi dramática.

Tampoco las dirigencias de las provincias que se beneficiarían de los “nuevos” recursos naturales como energía o minería parecen especialmente preocupadas por ayudar a construir una nueva fórmula de desarrollo común que las incluya.

Entre los puntos para pensar la Argentina que viene, esta cuestión debe aparecer en la agenda; y necesitamos dirigencias provinciales audaces que puedan discutirla.