Di Tella en los medios
La Voz del Interior
30/10/22

Pablo Gerchunoff: Alfonsín usa la moderación como un acto de audacia

Pablo Gerchunoff, profesor de las Licenciaturas en Economía, en Historia y en Ciencias Sociales, fue entrevistado sobre su nuevo libro, “Raúl Alfonsín. El planisferio invertido”.

Rául Alfonsín (Ilustración de Juan Delfini)

Rául Alfonsín (Ilustración de Juan Delfini).

El 30 de octubre de 1983, Raúl Alfonsín se impuso en las elecciones y se convirtió en el presidente encargado de poner fin a la dictadura y de inaugurar el ciclo democrático. A él volvemos cada tanto, con todo lo que ello significa, para reflexionar sobre sus luces y sus sombras: las virtudes y los vicios de su figura y su discurso, los aciertos y los errores de sus políticas.

En el último tiempo, parece tener una fuerte presencia cultural: al libro Diario de una temporada en el quinto piso. Episodios de política económica en los años de Alfonsín, de Juan Carlos Torre –que Cristina Fernández, hace unos meses, le regaló a Alberto Fernández por su cumpleaños–, y a la película de Santiago Mitre Argentina, 1985 ahora se suma Raúl Alfonsín. El planisferio invertido, de Pablo Gerchunoff, quien reconoce haber escrito este ensayo biográfico bajo un clima de época favorable: estamos en presencia de un Alfonsín indiscutido, ahora las fuerzas políticas se lo disputan “como padre fundador de un régimen”.

Desde su visión, los dos libros y la película serían indicadores de que estamos viviendo “una evocación de aquellos años”.

“Estamos cerca de cumplir 40 años de democracia. Tengo la sensación de que hay en el aire una revisión. En los ‘90, Alfonsín era anatema, la hiperinflación dominaba la escena. La hiperinflación sigue siendo una mancha negra muy importante; sin embargo, hay cierto rescate de su figura. Hablan bien de él desde el Pro hasta el kirchnerismo. Claro que, a medida que eso ocurre, surge la reacción de recordar su lado oscuro, algo que a mí no me molesta para nada, porque si bien yo tengo y tuve mucho afecto por Alfonsín, escribí este libro tratando de tomar distancia de ese afecto para hacer una historia no idealizada ni edulcorada”, dice el mismo Gerchunoff.


Pablo Gerchunoff (Gentileza Clarín)Pablo Gerchunoff (Gentileza Clarín).

–Ese es tu mayor logro, que pareciera determinado por una “dicción”: al leer, uno escucha las inflexiones de tu voz, como si estuvieses hablando. Además, afirmás algo y un instante después ponés en duda lo dicho.

–Es un diálogo tripartito, diría yo. Con el lector, con el Alfonsín que ya no está y conmigo mismo, diciendo algo y preguntándome a mí si es así…

–Y es bidimensional, hablás de aquella época y de esta. Qué se leyó entonces y cómo se lo interpretó, junto con análisis actuales. Qué se menospreciaba entonces, desde una perspectiva política, económica, jurídica o cultural, y qué se valora ahora. Hay una constante moderación de lo que se afirma.

–La palabra moderación apareció mucho durante la elaboración del libro. En un momento dado, digo que Alfonsín es la audacia de la moderación, que usa la moderación como un acto de audacia.


Entre Mitre y Alvear

–Decís que fue el primer presidente de una democracia plena. Ya no estamos hablando del pase de “la república posible” a “la república verdadera”, sino de democracia…

–Yo lo veo como el arquitecto institucional. Por supuesto que fue una tarea colectiva, pero él encarna eso. Él es el arquitecto de la democracia y de la nueva división de poderes en la nueva Constitución. Institucionalmente, es una figura única. Me atrevo a decir que está a la altura de Mitre y ciertamente por arriba de Yrigoyen, que no era para nada un republicano…

–Es que Alfonsín lleva la bandera del republicanismo radical en contra de Yrigoyen y, sin darse cuenta, como decís en el libro, de que lo hace a favor de Alvear.

–Efectivamente, él no se da cuenta de que es un alvearista. No puse en el libro todas las veces que él echaba fuego por la boca contra Alvear, hay muchos testimonios de diálogos en los que te decía: “¿Cómo podés defender a esa persona?”. En sus discursos de campaña, no lo nombraba como uno de los muertos ilustres del radicalismo. Alfonsín conserva la perspectiva de la intransigencia radical de los años ‘40.

–Ahora, Mitre y tu abordaje del Alfonsín periodista: el Mitre político era un periodista… y ninguno de los dos se jubiló nunca de esas dos prácticas.

–Es muy interesante lo que decís: Mitre forma parte de un periodismo previo al profesionalismo, un periodismo de batalla, como lo fue el de Alfonsín, que escribió toda su vida. Ningún radical leyó y escribió como Alfonsín. El periodismo fue para ambos una herramienta política…

–Y vos decís que ese Alfonsín periodista, que buscaba posicionarse en la opinión pública, no para imponerse sino para influir en el diálogo y avanzar hasta donde lo permitiera el consenso, fue un “maestro en el arte político de construir verosimilitud”. Como Mitre…

–Mitre puro, ¿no?, que logró construir verosimilitud sobre una nación que todavía estaba puesta en cuestión. Con su Historia de Belgrano, lo que hace Mitre es extraordinario…


¿Ambicioso o delirante?

Al indagar la gestión presidencial, Gerchunoff desarrolla una tesis muy compleja que seguramente será retomada por otros investigadores: existieron “Alfonsines paralelos” que, como una adaptación del desdoblamiento del doctor Jekyll y el señor Hyde, generaban inesperadas limitaciones. Por ejemplo, a la política sindical, entre un programa socialdemócrata y un intento de diálogo con la ortodoxia peronista; al Plan Austral, entre el “ajuste positivo” de Juan Sourrouille y la designación de “la vieja guardia radical” en el Banco Central; o a su elección de Eduardo Angeloz como candidato radical, mientras procuraba una alianza con el peronismo renovador de Antonio Cafiero.

–A ese Alfonsín, Tulio Halperin Donghi lo criticó por ser demasiado ambicioso: en vez de conformarse con ser el arquitecto institucional de la democracia, pretendió hacerlo todo, incluso crear un tercer movimiento histórico.

–Él tenía un proyecto político y un proyecto de poder, y el político no se limitaba a la construcción institucional. Yo me atrevo a decir que su proyecto era delirante: “que el peronismo nos devuelva las clases trabajadoras que nos robó en febrero de 1946″. Tercer movimiento es un eufemismo, estaba hablando de una socialdemocracia que expresara a las clases trabajadoras, desplazando al peronismo. No podemos reflexionar sobre Alfonsín sin ver que su horizonte era invertir el planisferio político del país.

–”Un socialdemócrata tradicional”, decís en el libro, refiriéndote al modelo de los ‘60, no al de los ‘80, porque Alfonsín se negó a aceptar el giro socioliberal de la socialdemocracia europea.

–Exactamente. Y donde más se nota eso es en su conflictiva amistad con Felipe González, porque no le gustaba el giro de Felipe, lo rechazaba. Yo llegué a ver la biblioteca de Alfonsín, una enorme habitación toda cubierta de libros, y encontré La tercera vía, de Anthony Giddens, y estaba subrayado con furia, no con admiración.


Rául Alfonsín (Ilustración de Juan Delfini)Rául Alfonsín (Ilustración de Juan Delfini).

Paradojas del lado oscuro

–Hay un lado oscuro de Alfonsín que es paradójico: ¿por qué sus grandes victorias políticas figuran como tremendas derrotas en nuestro imaginario? Su democracia fue catalogada como débil; Semana Santa, como su claudicación; la reforma constitucional, un pacto espurio (Elisa Carrió hizo su carrera por fuera del radicalismo a partir de esa sentencia); que “con la democracia se come, se cura y se educa”, un eslogan mentiroso.

–Es notable lo que estás diciendo, equivale a decir que perdió todas las batallas culturales por el sentido de lo que hizo… No estoy tan seguro con el tema de la democracia, puede haber sido la sensación de un momento, pero a la larga ha quedado que Alfonsín y la democracia vienen juntos. Lo del pacto con Aldo Rico es notablemente falso, y ahí sí perdió la batalla del sentido, aunque con Rico no haya terminado el problema militar. Fijate las palabras con que termina la película de Mitre: “Después vinieron las leyes de impunidad”, cuando la ley de obediencia debida cumple una promesa electoral, Alfonsín no traiciona nada. En el caso de la reforma constitucional, creo que la derrota se vincula con que Alfonsín no tenía más remedio que ir adelante con el pacto, y aunque gana en el largo plazo, porque limita el poder de la presidencia y vuelve a las oposiciones más competitivas, lo que quedó como interpretación de la reforma es que permitió la reelección de Menem.

–Hablemos de la orfandad: ¿por qué si el alfonsinismo tiene todo este capital, no ha podido generar un nuevo liderazgo, y está dividido y desorientado?

–El radicalismo tiene pendiente la construcción de una personalidad política propia. El pacto con Macri y Carrió fue un acuerdo de sobrevivencia para no desaparecer, el partido no tenía destino si la Convención de Gualeguaychú no lo aprobaba. A partir de ahí, debía construir una personalidad política que lo distinguiera del socio mayoritario (el Pro).

–No lo ha conseguido…

–Dejame hacer una analogía en clave española para explicar la complejidad del problema: ¿qué es hoy Macri, con el libro que acaba de sacar, sus discursos de estos días? El Partido Popular (PP), en una tónica muy José María Aznar. ¿Y qué es Javier Milei, que coquetea con ese PP? Es Vox. Entonces, el radicalismo debe resolver el problema de su personalidad política dentro de una coalición de ese tipo; pero, al mismo tiempo, admitamos que sería una irresponsabilidad total del radicalismo romper lo único que tiene, que es esa coalición. No ha emergido un liderazgo que sepa resolver ese problema, alguien que herede la idea de una socialdemocracia, ya no como la pensaba Alfonsín, sino liberal, moderna y reformista. Eso es lo que hoy no es el radicalismo.

–Es que, para completar tu analogía, las voces radicales que se escuchan se parecen demasiado al Pedro Sánchez que coquetea con Podemos, en vez de parecerse a Felipe…

–Y por lo tanto, toda la base electoral, que está en una posición más moderada que esa retórica, les empieza a pegar latigazos. Le pasó al radicalismo más de una vez.


Portada de la biografía de Alfonsín, escrita por Pablo Gerchunoff. Editorial EdhasaPortada de la biografía de Alfonsín, escrita por Pablo Gerchunoff. Editorial Edhasa.