Di Tella en los medios
La Nación
8/03/21

Un discurso K, con K de Khrushchev

Por Guido Sandleris

Guido Sandleris, profesor de la Escuela de Negocios, escribió en La Nación sobre las declaraciones del Presidente Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa en torno a la deuda con el FMI.



Según una vieja historia, tal vez ficticia, cuando Nikita Khrushchev fue forzado a renunciar como líder de la Unión Soviética en 1964, antes de abandonar su cargo escribió dos cartas para su sucesor, Leonid Brezhnev, y las guardó en el último cajón de su escritorio en el Kremlin. Antes de partir Khrushchev le dijo a Brezhnev: “Te he dejado dos sobres en el último cajón del escritorio. Cuando estés en problemas graves, en una situación muy mala, abrí el sobre con el número 1, te va a ayudar. El sobre con el número 2 úsalo solamente cuando estés desesperado, enfrentando una situación política que consideres imposible de resolver”.

Después de un período de luna de miel, Brezhnev enfrentó su primera crisis importante asociada a atrasos en los planes de producción y una fuerte desaceleración económica. Agobiado por los problemas, Brezhnev recordó las dos cartas. Buscó en el último cajón del escritorio y abrió el primer sobre, la nota que encontró era breve. Decía: “Cúlpame a mi -Khrushchev”.

En un importante discurso en el Partido, Brezhnev hizo exactamente eso. Culpó de todos los males a la gestión anterior. La estrategia funcionó y logró algo de espacio de maniobra.

Tiempo después ante una nueva crisis, más grave aún que la anterior, Brezhnev volvió a recordar el cajón con las cartas. Abrió entonces la segunda carta que decía: “Escribe dos cartas - Khrushchev”.

Lamentablemente, en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, en lugar de buscar consensos y cumplir con su promesa de intentar unir a los argentinos, Alberto Fernández siguió los consejos de la primera carta de Khrushchev. ¿Cuál es el problema que lo llevó a usar esta estrategia? Simple, transcurrido casi un tercio de su mandato y con elecciones legislativas en algunos meses, su Gobierno está debilitado por el mal manejo de la pandemia, el escándalo del vacunatorio vip y una brutal caída en la actividad económica.

El discurso incluyó una nueva ofensiva relacionada con la reforma judicial, ensayó una breve explicación sobre el escándalo de los vacunados vip y, en lo económico, buscó culpar de todos los males al endeudamiento que tuvo lugar durante el Gobierno de Mauricio Macri. Khrushchevismo básico.

Hablemos un momento del endeudamiento antes de pasar a la situación económica actual, sus múltiples causas y la responsabilidad del Gobierno de Alberto Fernández en la misma. Tal como dije en otras oportunidades, la deuda no sale de un repollo. Cuando un Gobierno aumenta su deuda es porque tiene déficit fiscal (sus gastos exceden sus ingresos) y necesita que le presten para financiarlo. Los gobiernos que reducen el déficit fiscal disminuyen la velocidad a la que se endeudan (cada año la deuda crece menos) y luego, cuando pasan a tener superávit, su deuda comienza a bajar. No hay desendeudamiento genuino sin superávit fiscal.

El Gobierno de Mauricio Macri recibió un déficit fiscal primario grande (-3,8% del PBI en 2015 y aún más alto si tomamos en cuenta gastos que se postergaron para 2016). Con errores y más tarde de lo originalmente planeado, a partir de 2018 la fuerte corrección del déficit fiscal permitió reducir la velocidad de endeudamiento y entregar un Gobierno con un presupuesto casi equilibrado (-0,4% del PBI). Dos de cada tres dólares de deuda que se tomaron durante el Gobierno de Macri se usaron para pagar deudas heredadas (la deuda pública al inicio del Gobierno de Macri ya ascendía a USD 241 mil millones).

Quienes sugieren que las necesidades de financiamiento habrían podido cubrirse emitiendo deuda en pesos, olvidan que no había, y sigue sin haber, demanda suficiente de instrumentos en pesos para cubrir necesidades de financiamiento de esa magnitud. Esta es la consecuencia de años de castigo a quien ahorraba en pesos con inflación, tasas reales negativas, cepos y confiscación de ahorros. Un número deja esto muy en claro. El promedio del total de saldos en depósitos privados en pesos entre 2015 y 2019 representó menos de la mitad del déficit fiscal acumulado en el período. Es decir, aun usando todos los depósitos para financiar al sector público (y dejando sin crédito al sector privado) no se hubiera podido financiar ni la mitad del déficit.

La comparación con los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y el Gobierno actual en cuanto a la responsabilidad fiscal impresiona. Durante los gobiernos de CFK el resultado fiscal empeoró todos los años (recibió un superávit cercano a +3% del PBI y entregó un déficit de -3,8%). Durante 2020, primer año de la presidencia de Alberto Fernández, el déficit fiscal primario, impulsado por la pandemia y las decisiones de política sanitaria y económica del Gobierno, volvió a empeorar alcanzando niveles récord en casi medio siglo (-6,5% del PBI).

Pero volvamos a las razones del Khrushchevismo básico en el tema económico aplicado por el Gobierno en su discurso. Analicemos algunos números macroeconómicos de 2020 y sus causas. El año pasado nuestra economía cayó algo más de 10%, la caída más grande desde la crisis del 2001/2. El desempleo subió a casi 12% y la pobreza alcanzó niveles cercanos a 42%, es decir en la segunda mitad de 2020 casi 19 millones de argentinos vivían en la pobreza, cerca de 3 millones más que un año atrás.

¿Cuáles son las causas de este desastre económico? Es cierto que el Gobierno de Alberto Fernández recibió una economía debilitada que había comenzado a dejar atrás la recesión cuando el shock de las PASO volvió a afectarla. Sin embargo, otros dos elementos han sido claves para explicar como una recesión moderada con buenas chances de recuperación se transformó en esta fenomenal caída de actividad. En primer lugar, la pandemia y los errores en la estrategia sanitaria llevada adelante -la cuarentena demasiado temprana y larga, los escasos testeos y seguimiento de contactos estrechos y, más recientemente, la escasez de vacunas- llevan a que la economía argentina sea de las que más caerán en la región sin que esto haya implicado una mejor performance relativa en término de muertes por habitantes.

El segundo elemento clave es la desconfianza que ha ido generando este Gobierno en los inversores. Esta desconfianza afecta las decisiones de inversión en el sector real de la economía y también el financiamiento del que dispone el Gobierno para el fenomenal déficit fiscal. La falta de confianza en el Gobierno hizo que la reestructuración de la deuda resultara insuficiente para recuperar el acceso al mercado de crédito internacional. Así, el financiamiento del déficit fiscal fue principalmente monetario, es decir el Banco Central transfiriéndole al Tesoro.

¿Cómo se explica que el financiamiento monetario del gran déficit fiscal haya podido convivir con una baja de la inflación (36,1% en 2020)? Como en casi todo en economía, las causas son múltiples, pero un factor ha sido clave: la política monetaria tiene rezagos. Así como los excesos monetarios de 2020 han acelerado la inflación recién en los últimos meses, la estricta política monetaria que llevamos adelante desde el Banco Central durante parte de 2018 y 2019 ayudaron a que la inflación disminuyera en 2020.

La economía argentina comenzó a rebotar en la segunda parte del 2020 con la flexibilización de la cuarentena y continuará haciéndolo este año. Sin embargo, para fines de 2021 la actividad será varios puntos porcentuales menor a la de 2019, y el desempleo y la pobreza seguirán siendo más altos.

En el bienio la economía argentina estará una vez mas entre las de peor performance de la región tal como sucedió durante la última década y en el último medio siglo, donde solo Venezuela en América Latina creció menos que nuestro país. Tenemos que revertir esta historia. El camino es el consenso, no Khrushchev.

Profesor UTDT y expresidente del Banco Central