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3/09/20

El colombiano Juan Manuel Santos apoyó la idea de un impuesto a la riqueza

Por Mariano Beldyk

El expresidente de Colombia y premio Nobel de la Paz participó del ciclo Conversiones Ditellianas Internacionales, donde habló sobre "Pandemia, paz y pobreza" con Juan José Cruces, rector de la UTDT.


El ex presidente Juan Manuel Santos participó de un ciclo de conversaciones digitales en la Torcuato Di TellaFOTO: CEDOC PERFIL

Al ser consultado respecto a su opinión sobre gravar los patrimonios más elevados a partir del aporte solidario que se discute en la Argentina por iniciativa del oficialismo, el expresidente colombiano y premio nobel de la paz, Juan Manuel Santos, se pronunció a favor de que las grandes fortunas contribuyan con impuestos mayores al resto de la población. Puntualizó que solo así se puede redistribuir la riqueza en tiempos de necesidad, como los que el mundo atraviesa con la pandemia.

"Como economista, sé que hay que buscar el equilibrio entre los recursos fiscales y la necesidad también de atraer inversión y generar riqueza. Pero algo que la pandemia nos ha ratificado es que generar riqueza no es suficiente. Hay que generar riqueza y distribuirla", reflexionó Santos en una nueva edición de las Conversaciones Ditellianas Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella.

El ex mandatario recordó que en su gobierno ya habían aplicado un impuesto a los grandes patrimonios, con el convencimiento de que en el nuevo orden económico al que aspira, "la distribución debe ser tan importante como la acumulación". "Creo que las grandes fortunas deben pagar proporcionalmente más que el resto de la población. Es una noción de simple equidad y de sentido común", resaltó en el encuentro virtual que llevó por título "Pandemia, paz y pobreza". Caso contrario, como ocurre en Estados Unidos o en países de Europa, "la acumulación de riqueza se está quedando en muy pocas manos y eso es, a la larga, muy contraproducente", punteó.

Al respecto, el colombiano alertó sobre la decisión de Estados Unidos de quebrar la tradición de las presidencias latinoamericanas en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con un candidato propio, Mauricio Claver Carone. Sostuvo que el organismo jugará un rol central en la recuperación para países como Colombia o la Argentina que no cuentan con los instrumentos financieros de las economías más desarrolladas. "Nos vamos quedar sin la única  posición importante en el contexto internacional", previno.

Junto a otros ex jefe de Estado, Santos firmó una carta en la que suscriben al pedido de la Argentina, México, Costa Rica y Chile para aplazar la elección en el BID hasta marzo de 2021. Claver Carone lo denunció públicamente como una jugada que intenta subvertir la democracia en el organismo, liderada por el gobierno de Alberto Fernández que promueve a su propio candidato, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz. En opinión del ex jefe de Estado sudamericano, la movida de Washington pone en riesgo un instrumento clave para la región en la post-pandemia.

Santos aludió también a la falta de liderazgo y cooperación que se evidencia en el mundo con la paradoja de que son los mismos países responsables de la construcción del multilateralismo y el orden mundial –en específico EE.UU. y el gobierno de Trump– quienes ahora "están tratando de destruirlo". Mencionó la última ofensiva de la Casa Blanca contra la fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, por insistir en sus investigaciones acerca de las violaciones a los derechos humanos en la guerra de Afganistán.  Lo catalogó como un ataque "difícil de entender" dado el rol crucial que juega la CPI y el Estatuto de Roma —que le dio origen— como paraguas para la paz.

"Que el país más poderoso del mundo decida, porque la fiscal está investigando crímenes de lesa humanidad en la guerra en Afganistán, colocarla en la lista de personas sancionadas como si fuera terrorista, es algo que va a contrapelo del espíritu de la propia creación de las Naciones Unidas, el espíritu de cooperación internacional que se va a necesitar con urgencia apenas pase la pandemia", destacó. Vale recordar que Washington no solo no adhirió a este tratado internacional sino que además, bajo el mando de Trump, lo acusó de injerencia externa al investigar el rol de sus ciudadanos en el conflicto armado en aquel país, adherido al Estatuto.

Para el Nobel de la Paz, quien confesó que el título que más le agrada es, en realidad, el de "profesor", los liderazgos para hacer la paz son muchos más complejos de los que se ponen al frente de las guerras. Y a él le tocó encarnar ambos a lo largo de su historia política, al punto tal de que, reconoció, la primera vez que lo eligieron fue precisamente por la guerra a las guerrillas de su país y la segunda, para sellar la paz, tras más de medio siglo de sangre en Colombia.

"El liderazgo para hacer la guerra es un liderazgo vertical, uno da órdenes, los buenos está aquí y los malos están allá y ese liderazgo es fácil. El liderazgo para hacer la paz requiere algo completamente distinto. Requiere la capacidad de persuadir, de convencer, no de dar órdenes sino de encontrar empatía y ganarse los corazones de la gente. Por eso hacer la paz es más difícil", subrayó. Así y todo, destacó que cambiaría algunas decisiones adoptadas durante el proceso de paz en su país como enfatizar en una mejor comunicación con la ciudadanía y evitar el desgaste de una extensa negociación a raíz de la estrategia adoptada de avanzar sobre cada punto de la agenda de acercamiento de forma secuencial.


Por último, recordó su primer encuentro con el ex presidente Néstor Kirchner, con quien reconoció que no tenía, entonces, una buena relación. Ocurrió en 2010, en momentos de gran tensión entre su país y Venezuela. Santos había venido a la Argentina, como presidente electo, y se enteró del fanatismo de Kirchner por Racing. Entonces le solicitó a Teo Gutiérrez, el delantero colombiano que entonces jugaba para el club de Avellaneda, que le firmara una camiseta, que le entregó a Kirchner como obsequio cuando se juntaron a cenar.

"Ahí me dijo '¿ud ha pensado en algún momento en hacer las paces con (Hugo) Chávez?' con quien yo tenía un enfrentamiento muy duro. Y yo le dije 'pues sí, yo he estado pensando en que, como presidente, tengo que tener una buena relación con todos los vecinos. Y si quiero la paz de Colombia, necesito el apoyo de todos los vecinos'. Y Néstor Kirchner se emocionó y me dijo '¿le puedo servir de intermediario, le puedo ayudar?' 'Claro'. Y se paró inmediatamente a otro cuarto, llamó a Chávez y regresó a decirme que Chávez va a su posición. Y yo le dije 'no, no, no para tanto'. Lo invito tres días después a un sitio que a Chávez le va a gustar mucho, que fue donde murió Bolívar, en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta. Y ahí hicimos las paces con Chávez y nos dijimos mutuamente: pensamos sobre muchas cosas diferentes pero tenemos objetivos que nos pueden unir", rememoró.

Santo comparó aquel acuerdo con el fallecido líder venezolano con el entendimiento entre el estadounidense Ronald Reagan y el ruso Mijail Gorbachov, en plena agonía de la Guerra Fría, para reducir el arsenal nuclear. "Y ahí nos dimos la mano y comenzamos a trabajar por la paz de Colombia y yo tengo que reconocer que Chávez ayudó muchísimo por la paz de Colombia, manteniendo nuestras diferencias", ratificó.

En tal sentido, insistió en que la solución para la crisis actual que vive aquel país debe ser una "negociada", que contemple a todos los actores que pueden ayudar como Cuba, China, Rusia, EE.UU. y Latinoamérica. "El Grupo de Lima fue construido para que EE.UU. no jugara un papel preponderante en la solución de Venezuela y lo primero que hicieron fue meter a EE.UU. para que jugara un papel preponderante y eso ha sido un fracaso", cuestionó. Comparó a Venezuela como un avión sin combustible, que puede estrellarse aunque también aterrizar suavemente, tal como se lo manifestó a Trump en ocasión de su primera reunión, apenas el empresario había asumido como presidente.

Eso necesita el mundo hoy, dialogar, más que polemizar, enfatizó. Es lo que permiten lo consensos. Aunque recalcó que la tendencia hoy en la diplomacia multilateral es a polemizar. "Tenemos que rescatar el poder del diálogo, de la palabra, que nos permita encontrar esos objetivos comunes que a todos nos van a convenir", insistió. Puso, como ejemplo, el medio ambiente. Y previno que si no se actúa con determinación y voluntad, la pandemia solo será un "pálido reflejo" de la consecuencias que el cambio climático puede provocarle al mundo.