Claudia Shmidt: “Creo que la escuela no es un depósito de niños y que su arquitectura educa”

Claudia Shmidt, profesora e investigadora asociada de la Escuela de Arquitectura y Estudios Urbanos, habló sobre la historia del famoso Instituto Bernasconi de Parque Patricios, edificio cuya historia califica como “linda y paradigmática”. La arquitecta cuenta que su origen se remite a principios del siglo XX, cuando un industrial llamado Félix Bernasconi escribe en su testamento que donaría toda su riqueza al Consejo Nacional de Educación. 

“Bernasconi muere en el 14, ingresa el dinero al Consejo y el entonces director de arquitectura comienza a desarrollar el proyecto y a buscar un terreno”, dijo, y agregó: “Ese terreno que se decide buscar es en una zona promisoria industrial de la ciudad. Así es como le compran al Perito Moreno esta manzana extraordinaria en torno al bastante nuevo Parque Patricios”.

Respecto a la elección del lugar, Shmidt aclara que en esos años las escuelas se pensaban como “máquinas de modernidad”: “La escuela como arquitectura tenía que ser un monumento, y eso estaba previsto incluso en el testamento de Bernasconi, donde deja escrito que quería un gran palacio para la educación del futuro”. Su objetivo era que estuviera ubicada en “un barrio obrero, en expansión y en superioridad social, donde los hijos de obreros inmigrantes pudieran ascender socialmente”.

Aún así, las “escuelas palacio”, como se llamaban en aquella época, no fueron aprobadas siempre. “Hubo muchos debates al comienzo, cuando salió la ley 1420 de enseñanza gratuita, sobre cómo tenían que ser las escuelas: si ostentosas o austeras”, dijo. Así es como se llega a la conclusión de que deben ser “sobrias pero con mucho carácter, monumentales y mostrar que el Estado está presente para formar una sociedad del futuro moderna”.

La arquitecta explica que el Bernasconi representó un modelo arquitectónico pedagógico totalmente novedoso a nivel latinoamericano: “Querían armar un grupo de enseñanza donde poner todo: primaria, secundaria, educación científica, preparación industrial, educación física... todo. Por eso el Bernasconi es tan espectacular”.

Este programa fue desarrollado por pedagogos, médicos y arquitectos. “Estas eran las tres cabezas que pensaban las escuelas, algo que duró hasta la década de 1950”, explicó.

Respecto a la arquitectura del lugar, la profesora explicó que está pensada para que “los niños se sientan dignificados al ingresar a esos monumentos”. “Las aulas están pensadas para que la luz entre desde la izquierda a través de ventanas alargadas, y los techos altos se deben a lo que se llama el cubaje de aire: se busca que circule una cantidad necesaria y suficiente de aire”. Para Shmidt, la arquitectura es fundamental a la hora de educar: “Hay que darle más atención. Creo que la escuela no es un depósito de niños y que su arquitectura educa”.