Di Tella en los medios
La Nación
19/02/7

Dar sangre es dar vida

<DIV><FONT face=arial,helvetica,sans-serif size=2>Salud: En la Argentina, en 2005, sólo el 8% de los donantes fue voluntario, mientras que el restante 92% donó porque era un allegado.</FONT></DIV>

El mensaje puede llegar por radio, televisión, diario, mail o un volante pegado en alguna cartelera. Un llamado desesperado que, durante un instante, atrae la atención: Se necesita con suma urgencia dadores de sangre, de cualquier tipo y factor. A quienes puedan suministrarla, rogamos presentarse en...
Acto seguido, la gran mayoría piensa: "Alguien irá. Sí, alguien se presentará, mejor no me preocupo". La realidad muestra que casi nadie va, salvo un familiar o conocido del paciente.

Sólo cuando el problema toca de cerca o los medios se hacen eco de algún caso en particular, la voluntad de donar sangre se multiplica y puede movilizar a toda una población. Son ráfagas de solidaridad que se reciben con entusiasmo, pero que no alcanzan para abastecer el déficit de dadores.
"Hasta que no le pasó a mi hija y padecimos el problema de la falta de donantes de sangre no tenía ni idea del asunto, la verdad que es desesperante", dice Diego Romero, de 26 años, recostado en los sillones reclinables de la sala de extracción del hospital Garrahan, mientras abre y cierra su puño para que la mejor vena del brazo izquierdo se muestre. A su hija Evelyn, de 2, la operarán el 7 de mayo para desobstruirle la médula, lo que le impide caminar y desarrollarse. Diego está contento, porque en el sillón de al lado le están por extraer sangre a su amigo Alejandro, pero sigue preocupado porque dos compañeros del trabajo todavía no llegan.

Según datos oficiales del Plan Nacional de Sangre (PNS), creado en 2002 por el ministro de Salud, Ginés González García, en 2005 se registraron 440.733 donaciones de sangre en los 320 bancos que existen en la red oficial.

De ellas, sólo el 8% de todos los donantes fue voluntario (su único móvil es el altruismo y la solidaridad, y son estadísticamente más seguras) y el restante 92% donó porque era allegado, un sistema llamado de reposición y que, según los expertos, habría que abandonar, ya que expone a mayor riesgo por lo que se conoce como período de ventana serológica , que es el tiempo que transcurre entre el momento del contagio de alguna enfermedad hasta que puede ser detectado en la sangre.

Es que en el momento de la donación para un familiar o conocido puede haber presiones familiares, sociales y hasta incluso algún tipo de recompensa que pueda inducir al donante a mentir a la hora de responder el cuestionario confidencial que precede a la extracción (son 47 preguntas sobre la vida personal, estado de salud y viajes recientes); sus pruebas de infección darán negativas, pero la sangre puede estar contaminada y de este modo puede llegar a contagiar entre uno y tres receptores, según los expertos.

La responsable del PNS, doctora Mabel Maschio, dice que la falta de donantes voluntarios es un tema cultural que llevará, como mínimo, una década de educación en todos los niveles para poder ser revertida. Un camino que será largo y sinuoso, si se contrasta ese 8% de donantes voluntarios registrados en 2005 con los registros de otros países, como Francia, en el que el 100% de las donaciones son voluntarias y donde se trabaja en la educación y promoción desde hace 50 años, y a temprana edad. Un puntapié inicial que, en 2004, las organizaciones de la sociedad civil argentina impulsaron a través de la sanción de la ley del día del donante voluntario de sangre (9 de noviembre) y su inclusión en el calendario escolar.

"En nuestro país tenemos el sistema de reposición --dice Maschio--. Desde la creación del PNS se modificó y actualizó la reglamentación de la ley nacional de sangre (N° 22.990) y estamos integrados al Programa Sangre Segura. De 2002 a 2006 invertimos 30 millones de pesos en equipamientos para los bancos de sangre, insumos y capacitación.

"La idea es que cada banco tenga su equipo de promoción de donantes voluntarios, que es lo que resulta más efectivo. La propia comunidad colabora y se vive como una gran escuela; no tiene que ser traumática para que se pueda canalizar a través de las donaciones externas (en las que un equipo se traslada para recibir donaciones en barrios o empresas) sin problemas. Porque si no se está preparado para recibir ese caudal de donantes, es contraproducente. Siempre estamos corriendo detrás de la necesidad, entonces la previsión es fundamental. Todos los programas de hemoterapia provinciales han recibido materiales para trabajar en los colegios primarios y secundarios", explica Maschio. Y adelantó que para los próximos cuatro años estima que se invertirá entre 22 y 24 millones de dólares para revertir esta situación.

Margarita Chudoba, responsable del Programa de Sangre de Fundaleu, hizo hincapié en la necesidad de concientización: "La Argentina requiere aproximadamente 1.500.000 donaciones de sangre anuales. Si la mitad de la población donara una vez al año, superaríamos el requerimiento en más de 10 veces, y si lo hace como lo permite la reglamentación actual, el número sería superior a 50. El modelo imperante es el de reposición , donde el grupo de familiares y amigos del paciente aporta su colaboración para tratar de llegar a cubrir la demanda transfusional de ese momento.

"En cambio, el donante voluntario es una persona conocedora de la problemática, instruida en el cuidado que debe mantener para brindar el mayor grado de seguridad al potencial receptor. A eso debemos apuntar." Todas las fuentes consultadas por Comunidad destacaron que la educación será clave, en el largo plazo, para enderezar las estadísticas que arrojan pobres porcentajes de donantes voluntarios. Sólo así se podrá derrumbar muchos de los mitos urbanos que rodean el tema. (¿Donar sangre es peligroso? ¿En qué se utiliza la sangre donada? Me hice un piercing, ¿puedo donar?)
La sangre se produce en la médula ósea y está compuesta por glóbulos rojos, plaquetas y glóbulos blancos suspendidos en el plasma. La sangre donada se usa para mujeres jóvenes que tienen hemorragias en el parto, niños y adultos que sufren accidentes y deben ser intervenidos quirúrgicamente, trasplantes, para los que tienen leucemia u otros tipos de cáncer.

La extracción de sangre es de 450 mililitros y se puede donar cada ocho semanas; los hombres pueden donar hasta 6 veces al año y las mujeres hasta 4, según indica la Fundación Favaloro. Por ley, la donación de sangre remunerada es ilegal. Para una cirugía de reemplazo de cadera, por ejemplo, se necesita un litro de sangre (dos unidades de sangre) y para un trasplante de hígado, hasta 3 litros de sangre (de 4 a 6 unidades). De la sangre que se extrae a los donantes se obtiene un concentrado de glóbulos rojos para tratamientos de hemorragias y anemias (se conserva hasta 42 días). También un concentrado de plaquetas, para hemorragias relacionadas con la falta de aquéllas (hasta 5 días).

Además, se extrae el plasma, utilizado en casos de hemofilia y otras patologías de la coagulación, en enfermedades hepáticas o en quemados (duran un año).

Quiénes pueden donar
Pueden donar sangre todas las personas en buen estado de salud, de entre 18 y 65 años, y que pesen más de 50 kilos. El requisito fundamental es no padecer ni haber padecido alguna enfermedad transmisible a través de la sangre. Por eso, una de las claves de la seguridad de los pacientes es la franqueza del donante en la entrevista: es el único medio posible para determinar precozmente si hay riesgos infecciosos.

Para Sandra Almeyda, licenciada en Relaciones Internacionales y experta en Promoción de la Donación Voluntaria de Sangre: "El principal problema es la falta de donantes voluntarios, es decir, donantes seguros. Hace falta una canalización adecuada, estratégica e inteligente de gestión de donantes voluntarios. Hay que prever excelencia en su atención: facilitar el acceso, ampliación de horarios, buen trato, infraestructura agradable y adecuada, y brindar información certera.

"Un clásico ejemplo: a la gente se le dice que hay que ir en ayunas. Sólo hace falta ayuno de lácteos y grasas, de ninguna manera hay que concurrir en total ayuno, pues lo que casi seguramente ocurrirá es que el donante se desmaye y nunca vuelva a donar, y que se pierdan donantes para siempre", dijo la médica.
En el Hospital de Niños Juan P. Garrahan funciona el Club de Amigos de la Donación Altruista de Sangre (Cadas) y en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez se encuentra el club de donantes voluntarios ¡Dale Vida!, a cargo de Silvia Arreghini, donante voluntaria de 45 años, que tiene tres hijos. Ella misma es donante de plaquetas, algo no muy difundido. Existen máquinas especiales que extraen las plaquetas de la sangre y luego retornan el fluido al cuerpo humano. El dador dona por un brazo y se le devuelve la sangre por el otro, en una suerte de circuito cerrado, aunque sin plaquetas, pero el cuerpo las repone con normalidad. Este tipo de donación permite conseguir hasta 16 unidades de plaquetas, triplicando lo que se puede obtener con la donación de sangre común. Y este tipo de donación se puede hacer cada 72 horas.

"Como grupo somos muy nuevos, tenemos un poquito más de un año. Con la gente del PNS tenemos buena relación y nos invitan a eventos relacionados con el tema. Falta mucho por hacer y que más gente se comprometa. No recibimos ningún tipo de ayuda del Estado ni de algún grupo en especial, y todo lo que hacemos es a pulmón", cuenta Silvia que, disfrazada de enorme gota de sangre, sale con sus hijos y compañeros a repartir folletos por las calles.

Oscar Canle, pediatra, especialista en medicina transfusional del hospital Gutiérrez, dice que la desesperación, a veces, hace que la gente ofrezca dinero: "Se dona sangre en forma compulsiva porque hay desesperación y hay gente sin escrúpulos. Es que siempre estamos al límite de donantes, la gente que viene del interior no tiene a quién pedirle y el soporte lo damos con la sangre de nuestro banco y de la red municipal".

En ese servicio trabajan más de 20 personas y pasan por día unos 40 donantes, de los cuales sólo la mitad logra pasar los exámenes médicos de rutina y contestar las preguntas confidenciales.

Gerardo Gabilán, de 26 años, empleado de seguridad, se entretiene mirando los dibujos pegados en la sala de extracción mientras le extraen plaquetas para pacientes oncohematológicos. Hoy vino porque se lo pidió un amigo, pero es donante voluntario. La institución logró fidelizarlo como donante: "La gente no está informada, habría que concientizar todo el tiempo. Hay más campañas políticas de este tipo, a las que les dan bola solamente el Día del Donante Voluntario. Siempre que alguien necesita vengo, no importa si es familiar o no. Para mí es una satisfacción personal, es ayudar a alguien que verdaderamente lo necesita".

Noemí Lena, del Area de Coordinación de Redes de Salud del GCBA, está de acuerdo con los expertos que ven en las colectas externas una salida para la falta de donantes, como por ejemplo ir a buscar a los posibles donantes a las empresas que se comprometan a abrir sus puertas para que sus empleados donen si es que lo desean.

"Las colectas externas nos demostraron que la gente quiere donar, pero hay que facilitárselo. Es importante salir a buscarlo. Nosotros estimulamos la creación de clubes de donantes, los apoyamos con materiales de difusión, con charlas y los ayudamos en la organización. En 2006 contactamos, en distintas promociones de información en lugares públicos, a más de 30.000 personas y dimos charlas en 30 colegios, algo que parece poco, pero que antes no se hacía", detalló Lena.

Empresas comprometidas
Muchas empresas se comprometen año tras año con esta causa, como Esso y la Universidad Torcuato Di Tella, Páginas Doradas de Telefónica, la UADE o el Centro Cultural de España, entre otras. Jorge de Lucio, de Nextel, cuenta la experiencia del voluntariado interno de la compañía: "Con Fundaleu armamos las convocatorias para donar sangre. La gran dificultad es que para este tipo de cosas se necesita buena logística, pero ya lo hicimos dos veces y este año seguro que lo vamos a volver a instrumentar. Tuvimos buena aceptación, la idea era instalar la temática en la empresa y creo que lo conseguimos".

Juan Labarrere, de 29 años, dos hijas y uno en camino, es agente del Servicio Penitenciario Federal, y maneja con su mano izquierda libre el control remoto del televisor de la sala de extracción de plaquetas, en el hospital Garrahan. Vino porque un compañero se lo pidió, pero dice que él dona cada vez que puede.

"No duele, después me da un poco de hambre, pero nada más, vuelvo a trabajar normalmente. Esto me hace sentir bien; al final del día cuando pensás si hiciste algo bueno, en mi lista tengo esto", dice el agente y se mira el brazo derecho por el que le fluye, líquida y rojiza, la solidaridad.

Por Gustavo Barco
De la Redacción de LA NACION
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