Di Tella en los medios
La Nación
16/09/18

Pablo Guidotti: "En lo fiscal, el error fue pensar que el sendero del gradualismo era sostenible"

Por Sofía Diamante

El profesor plenario de la Escuela de Gobierno UTDT fue consultado acerca de las decisiones del Gobierno para hacer frente a la crisis. "El punto más importante es asegurar que no habrá interrupciones en el pago de deuda y que el programa de financiamiento está cubierto", advirtió.

Fue por errores propios en la definición de su política monetaria y de metas de inflación que el Gobierno perdió la confianza de los mercados. Uno de los desaciertos, sostiene el economista Pablo Guidotti, profesor plenario en la Torcuato Di Tella, fue haber pensado que el gradualismo para reducir el déficit fiscal era sostenible. Ahora, restablecer la credibilidad es la prioridad, señala quien fue secretario de Hacienda en los años 90 y quien, entre 1997 y 1998 tuvo al actual ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, como su jefe de asesores. "El punto más importante es asegurar que no habrá interrupciones en el pago de deuda y que el programa de financiamiento está cubierto", describe.

-¿Coincide con los que dicen que el Gobierno está mal asesorado? 

-Hubo un mal enfoque de política económica al principio. Fue un error de [Alfonso] Prat-Gay y [Federico] Sturzenegger pensar que la Argentina no tenía necesidad de ajustar y que podía emitir deuda porque era baja. Se generó una mala percepción, al igual que con las metas de inflación, que fueron muy ambiciosas y luego la política monetaria no pudo convalidar. De alguna manera la crisis cambiaria de principios de año hizo que el Presidente se diera cuenta. La reacción fue bastante rápida. Muchas veces los gobiernos tienden a negar lo que pasa por mucho tiempo y la situación empeora. El Gobierno fue rápido en ir al Fondo, en un contexto internacional que luego se deterioró.

-Usted advirtió en 2017 que el contexto global podía ponerse adverso, ¿el Gobierno tenía plan B? 


-Tenía un plan B que fue al que tuvo que recurrir después de la crisis de principio de año. A pesar de que se venía venir un empeoramiento del escenario externo, el año pasado hice hincapié en otras debilidades, particularmente en la política monetaria, donde el Gobierno mantenía una expansión monetaria para financiar el déficit y donde se estaba dando esa acumulación de Lebac, que generaban mucha fragilidad en un contexto donde la política monetaria no estaba siendo manejada de manera creíble. Todas esas cuestiones, con el programa del Fondo se resolvieron. Obviamente, dado que llegó a ser aproximadamente el 11% del producto bruto, no es algo que se pueda hacer de un día para el otro.

-¿Cree que la crisis se habría evitado con una mayor coordinación entre el equipo económico? 


-No sé si es un tema de coordinación. En materia monetaria las cosas no se manejaron bien. En lo fiscal, el error fue pensar que el sendero gradual era sostenible y eventualmente se demostró que no lo era. La situación fiscal que heredó el Gobierno fue catastrófica e imponía casi un doble objetivo imposible: bajar el déficit, pero al mismo tiempo tratar de bajar la presión tributaria. Esas dos cosas simultáneamente no se pueden hacer si no se ataca el gasto público.

-¿El sistema de metas de inflación está terminado? 


-El sistema puede ser perfectamente razonable una vez que la tasa de inflación haya convergido a niveles bajos y una vez que el Banco Central tenga suficiente credibilidad. El error fue lanzar un régimen de metas de inflación cuando ni siquiera existía un nivel de precios.

-¿Pero eso no fue la primera vez? Después hubo una segunda y una tercera meta de inflación. 


-El problema es que con el régimen de metas de inflación y, usando como único instrumento la tasa de interés, al sistema le faltaba un ancla. En el futuro puede funcionar. Simplemente creo que en la transición hay que establecer un ancla mucho más sólida para las expectativas, y eso tiene que ver con un seguimiento mucho más firme de los agregados monetarios.

-¿Y tener un tipo de cambio fijo? 


-Este Gobierno eligió tipo de cambio flexible, en parte porque en el pesado la Argentina tuvo experiencias complicadas con un régimen fijo. En términos teóricos, el tipo de cambio fijo tiene ventajas sobre el flexible en algunas circunstancias. Pero eso no está en discusión en la Argentina. El país necesita tener mucha más claridad en el ancla de las expectativas. Algunas cosas atentaban contra el ancla, como seguir emitiendo vía adelantos transitorios. También tener una pelota de Lebac, que cuando vencen el mundo sabe que se monetizan. Incluso las intervenciones del Banco Central en el mercado de futuros debilitan la credibilidad, porque generan la expectativa de que eventualmente se tienen que emitir pesos. A la Argentina le va a hacer muy bien fijar algún agregado monetario que esté relacionado con el concepto amplio de liquidez, y dar una señal firme de que esa variable, si se expande es por el crecimiento de la actividad económica, pero no de manera autónoma.

-¿Hace bien el Banco Central en vender reservas para sostener el tipo de cambio? 


-Hoy la prioridad es restablecer la credibilidad en los mercados de capitales. El punto más importante es asegurar que no habrá interrupciones en el pago de deuda y que el programa de financiamiento está cubierto. Eso requiere reservas, porque aún la Argentina tiene una proporción importante de su financiamiento en dólares. Eso es un aspecto fundamental que cubre el programa con el Fondo. Después, en la medida en que se definen los últimos pasos del programa, puede haber alguna intervención en el mercado cambiario, pero la realidad es que tiene que ser limitada, porque no puede darse la señal de que uno está perdiendo reservas que son necesarias para la seguridad del financiamiento.

-¿Por qué se generaron tantas dudas con el plan financiero? 


-Esto tiene que ver mucha veces con la psicología del mercado de capitales. Una vez que hay una pérdida de confianza, hay toma de posiciones de gente que empieza a apostar en contra de la viabilidad del programa. En parte, porque en situaciones de incertidumbre es difícil asegurar cuál será el roll-over de la deuda. El programa con el Fondo es suficiente. Muchas veces es un poco complicado el caso argentino, porque en general los inversores externos miran lo que dicen los locales. ¿Cómo van a invertir si los argentinos mismos están dando una visión extremadamente negativa? La realidad es que nuestra mentalidad lleva a que el argentino siempre juegue en contra.

-¿Por qué el Gobierno perdió la confianza del mercado? ¿Fue por errores propios, o porque hay actores jugando en contra? 


-Fue un error propio en el sentido de que las metas fiscales iniciales del Gobierno eran demasiadas laxas.

-Pero eso fue en enero de 2016, ¿no hubo tiempo para cambiar? 


-Tal vez habría que haber tomado un sendero de reducción del déficit más ambicioso desde el principio, pero eso hace volver a la cuestión de la voluntad política. Muchas veces los políticos tienden a actuar una vez que las cosas no andan bien y es mucho más difícil vender una necesidad de ajuste antes.

-¿Cómo ven los inversores que tres meses después de haber firmado un acuerdo con el FMI se esté renegociando? 


-No es tan poco común, pero en el caso argentino estos cambios tienen dos motivaciones: una es que el Gobierno de vuelta está actuando rápido, no está dejando que el tiempo pase. Y está aumentando su ajuste fiscal. Eso tiene que estar plasmado en el acuerdo, y, dado que las primas de riesgo seguían relativamente altas, es bueno complementarlo con adelantamiento del financiamiento. Después había que cambiar la parte monetaria, que seguía con un régimen de metas de inflación y que creo que en el futuro será modificado para, justamente, fortalecer el ancla de la política monetaria mirando los agregados monetarios.

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