Di Tella en los medios
Fortuna
10/10/5

¿Por qué Australia si y Argentina no?

<DIV>La comparación entre la performance argentina y la australiana es reveladora de las diferencias históricas y estructurales que existen entre ambas naciones. Hoy la brecha que las separa es abismal, pero se abren algunas perspectivas que pueden favorecer el futuro de nuestro país. <BR></DIV>

Muchas veces se ha formulado la misma pregunta: ¿por qué dos países similares tienen destinos económicos disímiles? En la historia es muy común recurrir a las comparaciones, para estudiar por ejemplo por qué hay diferencias notorias en el desarrollo de diferentes países.
A la Argentina se la ha comparado con muchas naciones, pero quizás la comparación más pertinente y estudiada sea la que se realiza con Australia. Un nuevo estudio recupera esta tradición y echa luz acerca de los desafíos argentinos a futuro. Pablo Gerchunoff, economista e historiador de la Torcuato Di Tella, harealizado -con la colaboración de Pablo Fajgelbaum- un nuevo ensayo de historia económica comparada sobre los paralelismos Australia-Argentina titulado "Encuentros y desencuentros de dos primos lejanos".
El disparador es sugerente: "¿Por qué la Argentina no logró el desempeño económico de Australia cuando en 1930 prometía hacerlo?". Ambos países demostraban tener condiciones aparentemente parecidas: naciones jóvenes con pasado colonial, amplios territorios, recursos naturales, ventajas en producción primaria y fuerte incidencia inmigratoria.

SIMILITUDES Y CONTRASTES. Son tales las similitudes entre ambos países que Gerchunoff se anima a jugar con la idea de Argentalia, una mezcla de Argentina y Australia, un país hipotético con los rasgos comunes de ambas naciones: los dos presentan una colonización reciente; tienen variedad de climas pero prevalece el templado; ambas están en el hemisferio sur (Buenos Aires y Sydney en el paralelo 34) y a una gran distancia de los centros de poder; ambas tienen población escasa y tierra abundante, lo que hace a salarios reales altos; ambas son productoras de materias primas y tuvieron una relación privilegiada con Gran Bretaña (de exportar productos de la tierra y comprar insumos, bienes de capital).
Sin embargo, la foto que muestra el presente es la de una terrible divergencia: Australia está primera en el ranking de ingreso por habitante en el hemisferio sur y 10a en el mundo, y se ubica en el tercer puesto en desarrollo humano. La Argentina está en 34° puesto en desarrollo humano y detrás del 40° en ingreso por habitante. Australia tiene cuatro ciudades en el top ten de las urbes con mayor calidad de vida según un estudio de The Economist: Melbourne (2a), Perth (5a), Adelaida (6a) y Sydney (7a). Buenos Aires aparece, en el mismo ranking, en el puesto 64°.
Los contrastes se observan también en el terreno de la igualdad: en Australia el 20 % más rico gana 7 veces lo que recibe el 20 % más pobre, mientras que en la Argentina esa relación es de 18 veces. La conclusión es simple: hoy casi nada une a Australia y Argentina, aunque en el pasado eran países comparables (especialmente entre fines del siglo XIX y la gran depresión). La prensa internacional llegó a describir a los argentinos como "los yankees del sur", y numerosos notas del New York Times compararon la evolución argentina y australiana. "Hoy sólo nos podemos medir con ellos al tenis", ironizan los autores en el trabajo. Es cierto, Guillermo Coria de vez en cuando
le gana a Leyton Hewitt.

A COMPARAR. Cuando se observa una larga comparación Argentina-Australia (1884-2004) en producción respecto de la cantidad de habitantes aparece una U invertida: al comienzo crece rápido el PBI por habitante argentino, pero la tendencia se invierte desde los años "20. Según se observa en el trabajo de Gerchunoff, luego de un período de convergencia entre 1884 y 1929 (aumentan velozmente la inmigración, la producción y la productividad), entre 1945 y 1975 empieza a existir una divergencia moderada, que se convierte en divergencia fuerte a partir de 1975. En ese período nos alejamos del todo.
Australia había sido "descubierta" por navegantes españoles en el siglo XVI, pero en 1770 llega James Cook y pasa a ser propiedad de Inglaterra. Australia aparece así como una solución para los excesos de presos en Inglaterra: los mismos convictos construyen los asentamientos entre fines del siglo XVII y principios del XIX. Por 40 años el progreso estuvo limitado a la actividad penal. Más allá de eso, se contrabandeaba ron y la caza de ballenas originaba el aceite que servia para iluminación en Europa. Ya en los años 20 aparece inmigración y se genera el desarrollo pastoril: el buen clima y la abundante pastura permiten hacer atractivo el negocio de la lana.
Mientras la Argentina tenía una historia de conflictos (unitarios y federales, rebelión de caudillos, ausencia de insti-tucionalización, guerra de la Triple Alianza), Australia se desarrollaba en paz. Una diferencia es que ellos no tuvieron lucha por la independencia; hasta se verificó el interés de Inglaterra por el autogobierno australiano. Como es una isla, adicionalmente estaban más protegidos y aislados de posibles guerras. Para colmo, en 1851 encuentran oro en Australia, lo que genera un aluvión inmigratorio y numerosas inversiones.
El progreso australiano se sustenta así en ganado, minería y en las inversiones británicas, mientras que el argentino en sus tierras fértiles, en la inmigración y en el capital británico. En ninguno de los dos casos hay un proceso temprano de industrialización. Lo que si hay en Australia tempranamente es una ampliación de la legislación social, del proteccionismo y de la redistribución, combinados con una consolidación institucional de la mano del parlamentarismo. En la Argentina se observa una demora social e institucional: las vacas engordaban, no se buscaban consensos y los conservadores gobernaban con baja legitimidad social.
Hasta ahora lo que explicaba la diferencia de desarrollo era la posición geopolítica y económica de Australia, su ubicación en el Pacífico sur, su relación con Gran Bretaña y especialmente su disponibilidad de minerales. Gerchunoff agrega más razonamientos.
La primera guerra mundial beneficia a Australia por su estrecha relación con Gran Bretaña. Aquel país parece tener cierta fortuna que explica parte importante de la divergencia posterior: en lo geográfico y político, le da impulso la preferencia británica, la demanda japonesa en la segunda guerra mundial, el haberse convertido en el país favorito de Estados Unidos en el Pacífico Sur (clave frente al fantasma comunista) y fundamentalmente su perfil productivo diferenciado.
Los minerales e hidrocarburos australianos hacen la diferencia y generan una diversificación que la Argentina no tuvo. Además, el hecho de no producir sólo alimentos le permite -según razonan los autores del trabajo- disminuir las tensiones del conflicto distributivo. Como se sabe, el país que exporta lo que come su población tiene un problema social por el impacto de los precios internacionales.
La Argentina aparecía geográficamente poco relevante para los países poderosos como Estados Unidos (en las guerras y hasta la guerra fría), no tenía vecinos muy expansivos y enfrentaba problemas en el sector externo y para sostener salarios altos. Gerchunoff habla de una mayor tendencia al conflicto distributivo y a tener una situación económica de stop and go.
Así es cómo se iluminan posibles explicaciones para esta divergencia, entre lo económico, lo productivo, lo político, lo institucional y los factores geográficos. Pero no todo es desalentador: Gerchunoff asegura que la Argentina está ahora frente a una oportunidad. Entre 1990 y 2005 la Argentina creció apenas medio punto menos que Australia. La velocidad de la divergencia se ha reducido. Y ahora la Argentina empieza a tener una chance derivada de la fortuna: Asia consume lo que la Argentina produce. Es el caso de China y otros países de incipiente desarrollo.
La canasta de exportaciones argentina tiende a diversificarse y no depende sólo de alimentos que se consumen internamente: allí están la soja pero además la siderurgia, el aluminio, la petroquímica, los hidrocarburos. Otra vez un ciclo favorable a las materias primas, nueva demanda mundial, una canasta exportadora más diversificada y un menor conflicto distributivo abren la posibilidad de quebrar la tendencia. "Nuestro trabajo -explica Gerchunoff- trata de mostrar que no nos fue mal porque hicimos todo mal, sino que hubo factores que no pudimos manejar. Australia encontró la inserción que la Argentina perdió en los 30 y no pudo recuperar hasta ahora. La cuestión ahora es aprovechar esta nueva oportunidad".
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