Di Tella en los medios
Bastión Digital
22/02/16

Carta abierta a Sebastián Campanario

Por Por Nicolás Gadano (*)

l 22 de febrero de 2004 publicaste la nota “Economistas: la nueva generación”. Era una entrevista a siete economistas sub40: Martín Lousteau, Miguel Braun, Vladimir Wernig, Luciano Laspina, Ernesto Schargrodsky, Axel Kicillof, y yo. Ahí sugerías casi que en nuestras manos estaba el futuro de la economía. Doce años después los resultados de tu selección siguen sorprendiéndome.

Campa, querido amigo, sos un genio. Un visionario. Y no lo digo solamente por tus libros, tus artículos y tus siempre originales columnas semanales de La Nación. Estoy pensando en algo que publicaste en el suplemento económico dominical de Clarín hace exactamente doce años, el 22 de febrero de 2004. Es raro, porque aunque pasó tanto tiempo, 2004 y 2016 me suenan más menos igual, la misma época. Cuando era más chico una diferencia de una década era como morir y volver a nacer, ser otro; como mudarse de planeta. En mi vida los setenta son completamente distintos a los ochenta, y los noventa son decididamente otra cosa. Ahora pasan los años y todo se parece mucho. ¿A vos también te pasa algo así? La nota del 2004 se titulaba Economistas: la nueva generación, y la armaste como una entrevista colectiva a siete economistas por entonces jóvenes sub40 que voy a nombrar en el mismo orden en el que nos presentaste en el diario: Martín Lousteau, Miguel Braun, Vladimir Wernig, Luciano Laspina, Ernesto Schargrodsky, Axel Kicillof, y yo. En realidad yo no estaba al final. Pero por elegancia y por esto del burro adelante para que no se espante, me cambié de posición. Mi vieja, orgullosa, guardó durante años el ejemplar impreso del Clarín Económico de ese 22 de febrero. Me llegó algunos días después de su  muerte, junto a tantas otras cosas suyas. Hoy tengo el diario frente a mí. En la foto de tapa, justo debajo de la cotización del dólar a $2,93, estamos los siete muy cancheros apoyados sobre la baranda del puente que cruza Figueroa Alcorta en la facultad de Derecho, todos naturalmente más jóvenes. Me sorprende verme casi tan pelado como ahora; se ve que la caída del cabello hizo estragos antes, cuando era sub30. Entre los siete, creo que Axel es el que más ha cambiado: dejó los anteojos, el bigote y la barba candado. Pero ya usaba remera negra, esa prenda que luego se convirtió casi en su marca registrada. Allá en el verano del 2004, los que trabajábamos en el centro y caímos a la entrevista con saco y corbata le mirábamos la remera a Axel con mucha envidia. Aunque no lo decía de manera explícita, la nota sugería que éramos el recambio en la profesión, lo que estaba por venir. Casi que en nuestras manos estaba el futuro de la economía argentina. Nunca supe por qué decidiste hacer esa nota y, menos aún, por qué nos elegiste a nosotros. En mi caso supongo que fue por mi paso previo por la subsecretaría de Presupuesto, en el gobierno breve y fallido de la Alianza. Pasaron doce años y los resultados de tu selección no dejan de sorprenderme. Por lo pronto clavaste dos ministros: Axel y Martín. Y si retrocedemos al 2004 no había ningún indicio de que alguno de ellos pudiera llegar tan rápidamente al ministerio. Fue como si pegaras dos plenos. Aunque Kirchner ya era presidente, ninguno de los dos participaba todavía en el gobierno nacional. Creo que Martín apenas iniciaba su carrera en la provincia de Buenos Aires, y Axel era tan poco conocido fuera de la UBA que en Clarín le escribieron mal el apellido: Axel Kisillof, con s. Claro, después tuvo oportunidad de tomar revancha.  Pero no sólo de ministros vive la economía. También la pegaste con tres economistas que hoy forman parte de la columna vertebral de los equipos económicos del macrismo: Luciano Laspina, diputado nacional y presidente de la estratégica Comisión de Presupuesto y Hacienda; Miguel Braun, antes en CIPPEC y ahora secretario de Comercio;  Vladimir Wernig, que dejó a un lado su sólida carrera en J.P.Morgan para colaborar con Prat Gay en el ministerio de Hacienda y Finanzas. Ernesto Schargrodsky, el académico de la nota y el más amigo de mis seis colegas, continuó creciendo en ese ámbito y hoy es el rector de la Torcuato Di Tella. ¿Y yo? ¿Cómo quedo parado en esta historia? Por lo pronto te estaré siempre agradecido por haberme incluido en la tapa del suplemento dentro de un grupo tan selecto. Tengo que darte las gracias también porque algunos años después me incluyeras en otra nota esta vez en la contratapa del suplemento- que hablaba de los economistas sensibles, los que también nos dedicábamos a la música. Yo había editado un CD de canciones mexicanas con mi mujer, Gaby Portantiero, y tu nota me ayudó a difundirlo. Esa vez me pusiste en compañía de un colega más polémico: Amado Boudou. En tu descargo puedo decir que en ese entonces Boudou era apenas ministro de Economía y todavía no sabíamos nada de The Old Fund, Nariga Nuñez Carmona y el affaire Ciccone Casa de la Moneda. Releo la entrevista colectiva del 2004 y pienso que todo lo que dijimos sigue siendo relevante. Yo aparecía preocupado por cuestiones de transparencia y ética en el ejercicio de la profesión: el robo y tráfico de información económica pública, los colegas que van al gobierno y mantienen consultoras abiertas. Hoy diría cosas parecidas, me parece que nada ha cambiado Pero no quiero esquivar el bulto. Cuando pienso que apostaste por mí como joven promesa, como parte del futuro de la profesión, siento que te decepcioné. En un grupo de ministros, diputados, secretarios de Estado, embajadores y rectores de universidades, lo mío ha sido más modesto, errático, disperso. Leo tu nota y me siento como uno de esos pibes que debuta en primera todavía adolescente, la rompe en un par de partidos y concentra fugazmente la atención y el entusiasmo de los periodistas, pero después se pierde irreversiblemente en la intrascendencia, para terminar olvidado jugando en un equipo del interior que pelea por permanecer en el nacional B. Estuve trabajando en YPF, en el Banco Ciudad, ahora en la Universidad Di Tella. Nada que merezca la tapa de Clarín.  Con la música me fue mejor que a Boudou: las canciones que compuse están en Spotify. Pero la verdad es que mi paso por los escenarios fue muy fugaz, y las canciones sólo las escuchan mis parientes, amigos, y a veces, los hijos de mis amigos.  En cualquier caso, sé que sos un apasionado del futuro, no del pasado. El 2004, las notas en el suplemento, las promesas y las realidades, todo eso quedó atrás. Hay que pensar en lo que está por venir. Qué mejor que terminar esta carta con una cita de Churchill que incluiste en tu última columna semanal: el éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Un gran abrazo, Nico PD: por si no te acordás de la nota, acá te dejo el link: http://edant.clarin.com/suplementos/economico/2004/02/22/n-00411.htm PD2: si estás pensando en una nota de economistas sub50, y todavía me tenés fe, acá estoy. Pero hagámosla pronto. ¡Tengo tiempo hasta el 26 de junio!

(*) Director de la Maestría en Políticas Públicas, UTDT . Lic. en Economía (UBA). Magíster en Economía ( UTDT ). Se ha especializado en finanzas públicas y en la industria de los hidrocarburos. Fue subsecretario de Presupuesto de la Nación entre 1999 y 2001 y economista senior de YPF.