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26/05/14

Enriqueta Muñiz, la periodista inadvertida

El próximo 23 de junio la periodista y escritora Enrique Muñiz cumpliría 80 años. Su tarea junto a Rodolfo Walsh en "Operación Masacre". Por qué luego se distanciaron. Falleció el año pasado a los 79 años rodeada del silencio. Algunos misterios que Enriqueta se llevó para siempre. El recuerdo de quienes la conocieron. Diario sobre Diarios (DsD) brinda un homenaje a Enriqueta, con motivo del Día del Periodista. Los audios de Enriqueta, donde se refiere a Operacion Masacre, Walsh y Horacio Verbitsky.

Rodolfo Walsh entra eufórico a las oficinas de Librería Hachette Sociedad Anónima. Es la tarde del miércoles 19 de diciembre de 1956, la víspera de un verano de calores históricos y también de la investigación que le cambiará la vida para siempre. Walsh lleva 12 años en esa editorial como traductor, corrector de pruebas y, desde hace tres, autor de la casa al publicar "Variaciones en Rojo".

"Encontré al hombre que mordió a un perro", anuncia por fin exultante a los compañeros de tareas Gregorio Weinberg y Horacio Maniglia. También escucha Enriqueta Muñiz, de 22 años, tres de antigüedad en el empleo y también en el país. Ha llegado a Buenos Aires con los padres y un único hermano Amaranto, exiliados de la Guerra Civil Española y tras un periplo por Francia y Bruselas (escuchá el audio donde Enriqueta cuenta la anécdota). 

Muñiz ya dominaba los idiomas francés e inglés. Ese año (1956) tradujo para Hachette al español el clásico medieval galo "La canción de Rolando". Además tambien había cosechado un prestigioso premio Kraft para cuentos infantiles en la edición 1954 junto a autores como Syria Poletti y tuvo el debut gráfico en La Gaceta Literaria que dirigió "a pulmón" Pedro Orgambide con la colaboración de Bernardo Verbitsky, Raúl González Tuñón, y dos jóvenes Roberto Cossa y Abelardo Castillo, entre otros. 

Una entrevista a la actriz gallega María Casares (pareja de Albert Camus) le valió la primera nota paga publicada en "Damas y Damitas" y el ingreso a la ya consolidada y prestigiosa editorial del fotógrafo Emilio Ramírez, dueña de otros títulos como "Vea y Lea", "Destinos", "Rosicler", "Maniquí" y "Usted", entre otras. 

En "Vea y Lea" suele cruzarse con Walsh, Norberto Firpo, Dionisia Fontán o Sergio Morero, además de compartir mesas y partidas de ajedrez en un bar cercano. Esa publicación también le dará uno de sus premios por cuentos policiales.

Aquel 19 de diciembre, cuando Walsh atrapó la atención de Muñiz y de los otros dos compañeros de trabajo, contó que venía de confirmar el dato que la noche anterior le había pasado un amigo mientras tomaban cerveza en un bar de La Plata: un fusilado que vive.

Ese sobreviviente era Juan Carlos Livraga y ese miércoles agobiante Walsh acababa de entrevistarlo para encontrar la punta de la madeja de lo que ocurrió el 9 de junio en José León Suárez. Tan conmovido estaba que fue Enriqueta la que transcribió a máquina ese primer testimonio de Livraga que en menos de una semana se escuchó en Tribunales. 

Fue la primera tarea de una empresa conjunta. Porque Walsh, de 29 años, vivía en la capital bonaerense junto a Elina Tejerina y sus dos hijas Victoria, de 6, y Patricia, de 4. Entonces fue Enriqueta la que en los ratos libres y a escondidas de los padres lo ayudó con contactos y sugerencias, lo acompañó cada vez que por al ramal Mitre fueron en tren rumbo a Suárez. Una tarde simularon ser una pareja de picnic para tomar una foto en el lugar exacto de la masacre y registrar el contexto de casi todas las entrevistas.

Enriqueta atesoró algunos papeles que surgieron de la pesquisa. Anotó todo a modo de bitácora en dos cuadernos escolares marca Laprida entre diciembre y marzo del año siguiente. Un día que regresó a la casa familiar en Núñez el padre quiso saber en qué andaba porque un policía preguntó por ella. Se asustó y fue entonces cuando decidió darle todo el material de la pesquisa a Mabel Versi, una vecina del grupo de amigos que también integraban Ulises Dumont, Luis Brandoni y Marta Bianchi (escuchá el audio donde Enriqueta cuenta la anécdota). 

La investigación salió a la luz en 1957 (en "Revolución Nacional" y "Mayoría") y ese mismo año tomó forma de libro, en cuyo prólogo Walsh escribió:

"Desde el principio está conmigo una muchacha que es periodista, se llama Enriqueta Muñiz, se juega entera. Es difícil hacerle justicia en unas pocas líneas. Simplemente quiero decir que en algún lugar de este libro escribo 'hice', 'fui', 'descubrí', debe entenderse 'hicimos', 'fuimos', 'descubrimos'".

Pero los caminos se bifurcaron y Walsh -que también se separó ese año de la madre de las hijas- encaró sólo la indagación del caso Satanowsky y se embarcó en el proyecto de la agencia de noticias, Prensa Latina (escuchá el audio donde Enriqueta cuenta la anécdota). 

Desde La Habana, Walsh le mandó postales a Enriqueta. La joven periodista guardó por siempre una primera edición de "Operación…", dedicada de puño y letra por el autor que escribe en griego "a la hija del sol". Parte de ese tesoro serán los cuadernos Laprida y dos boletos de tren correlativos y con la misma fecha José León Suárez. 

Pero Enriqueta también tomó distancia. , más que nada política ¿Qué pasó? 

Otros rumbos 

Muñiz comenzó a especializarse en cultura y cine en particular. Publicó críticas en La Nación, Platea y Siete Días, coberturas de festivales de cines de Cannes, Venecia y Mar del Plata, donde de 1959 a 1964 integró el equipo de prensa y le enseñó "cosas elementales del oficio" a un novato Horacio Verbitsky. No descuidó las letras y en 1961 ganó uno de los premios "Vea y Lea" para cuentos policiales junto a Walsh, Castillo y Adolfo Pérez Zelaschi.

Años después volvió a España junto a sus padres (el papá falleció en Madrid), completó la formación en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y trabajó en una editorial catalana a cargo de la revista "Femirama". 

Añoró Buenos Aires y regresó a pesar de la dictadura que ya había secuestrado y desaparecido a Walsh (en 1977). Integró la jefatura de redacción de las editoriales Codex y Nueva Frontera, que publicaron historietas y fotonovelas. 

Fundó junto a su amiga Fontán una editorial modesta y ambiciosa, Arbel, con la que lograron poner en la calle dos colecciones de libros. 

"Trabajamos mucho para distribuirlos, para que se vean. Invertimos dinero y energía y tuvimos la mala suerte de que empezaron a llegar los atractivos libros troquelados desde España. Entonces la competencia se tornó absolutamente desleal. Nos fuimos a pique. La sociedad terminó mal, lamentablemente. Nunca pudimos aclarar nuestras diferencias. También es verdad que ninguna de las dos insistió para salvar la relación", rememora hoy Fontán.

El 16 de abril de 1980, Enriqueta ingresó a la sección del diario La Prensa "Para la casa y la familia" que editó una de las dueñas del diario Angélica Gainza de Bengolea, mientras alternó la enseñanza del periodismo en la Sociedad Argentina de Escritores y en la Universidad del Salvador y un programa en Radio Municipal ("Sortilegio para niños" junto a Poletti y Elizabeth Azcona Cranwell). 

En democracia 

La vuelta de la democracia a la Argentina y la reivindicación de la figura de Walsh y de la obra que significó Operación Masacre -cuando aún no se hablaba de la literatura de no ficción- empujaron a Enriqueta a un lugar y una exposición que, poco a poco, la incomodaron. 

Sobre finales de los 80, el doctor en Letras Roberto Ferro dio un curso en el Centro Cultural General San Martín sobre novela latinoamericana, género en el que incluyó a Operación Masacre. Ferro descubrió variaciones entre las sucesivas ediciones de "Operación…" y quiso consultar la primera edición. 

Rogelio García Lupo le sugirió ver a Enriqueta, quien le dijo que no se la prestaría ni dejaría fotocopiar y, sólo podía verla yendo al edificio de La Prensa (lo mismo le haría a Verbitsky años depsues). Ferro acepta las condiciones. 

Un día de una gran tormenta sobre Buenos Aires, Ferro va a igual a cumplir la tarea filológica, pero al llegar al centenario matutino, Enriqueta había olvidado llevar el libro. Entonces lo invitó a su casa, un departamento de tres ambientes ubicado en un cuarto piso de Pasteur al 100 donde vivía sola, rodeada de centenares de libros, muchos de ellos dedicados por los autores y con su propia reseña escrita entre las páginas. Entre las estanterías vio fotos de algunas personalidades a quienes entrevistó a lo largo de su vida. También una instantánea junto a Walsh.

Ya en confianza, Enriqueta le confesó a Ferro que quería desasociar su nombre al de Walsh porque "tenían una distancia ideológica" y que por Operación Masacre "la volvían loca con las consultas". 

Enriqueta estaba embarcada en una carrera diferente. En 1987 recibió un Konex por su trayectoria en Comunicación y Periodismo y dos años más tarde publicó la novela "Emaciano en el Umbral" (Grupo Editor Latinoamericano), que le mereció el Premio Municipal de Narrativa de 1990. 

La obra narra sobre la llegada de un extraterrestre a la Tierra (Emaciano es mencionado en una de las centurias de Michel de Nôtre-Dame Nostradamus) y la investigación la encaró Jara Roberty y el equipo de la Universidad del Conocimiento Oculto. Parte de la trama transcurre en Salta (donde se ha afincado y formado familia el hermano de Enriqueta), Francia y Europa. Más allá de la ficción, Enriqueta volcó en la obra algunos de los enigmas científicos que investigó. 

También editó con Weinberg (aquel de Hachette) revistas de temas históricos; con José María Castiñeira de Dios una colección de libros dedicados a personalidades ilustres del Parlamento; colaboró en la revista "Nuestra Ciudad" de la Municipalidad porteña; escribió el libro "Memorias de un peón de ajedrez" con prólogo de Oscar Panno (1992) que es una ficción sobre el juego orientada a los niños; y participó en otro programa de radio "Meridiano de la Cultura". 

En 1993 ingresó a la Academia de Periodismo y un año después, cuando se hizo cargo del suplemento literario de La Prensa, recibió otro Konex por Ciencia Ficción y la manzana "Al Maestro con Cariño" del Taller Escuela Agencia de Periodismo. Este premio se lo entrega Morero, aquel de "Vea y Lea" y profesor en la escuela de la materia Periodismo de investigación. Morero la invitó entonces a disertar sobre Operación Masacre ante alumnas y alumnos. 

"Decile a Sergio que no me llame más porque no soy la viuda de Walsh y este tema me pone muy mal", le dijo por teléfono a la esposa de Morero al día siguiente de ir a clase (el audio aquí incluido es de esa noche).

La distancia se acentúa y seis años después Gustavo Gordilo lo comprueba al realizar el documental sobre Walsh "P4R+", donde sin embargo aparece en los créditos el nombre de Enriqueta. 

"Es una mujer encantadora, nos alentó con el documental y nos aportó datos valiosos, pero se negó a aparecer sumada a un proyecto donde hay gente hablando de Walsh. Ella considera que se ha hecho un mal uso de la figura de Walsh y que hay algunos tipos que se han 'subido' a su imagen. En el prólogo de Operación Masacre, Walsh afirma: 'Cada vez que digo yo hice, yo fui, yo investigué, debe entenderse nosotros hicimos, nosotros fuimos, nosotros investigamos porque todo esto se hizo con Enriqueta Muñiz'. Me pareció lógico que tuviera aquí también un crédito", comentó Gordilo a Página/12.

Muñiz en el único testimonio grabado se mostró por un lado orgullosa de haber participado en "Operación... " y a la vez aseguró que admiraba al periodista Horacio Verbitsky de quien dijo que es "uno de los grandes alumnos de Walsh" (escucha el audio).

Enriqueta y Patricia

En ese primer año de este siglo también conoció a Patricia Walsh, a quien esperó mientras ella cerraba un acto de campaña de Izquierda Unida y días después compartieron un café. 

Patricia recuerda ahora:

"Enriqueta no quería contar casi nada sobre su vida, y entonces era muy difícil acercarse a ella al menos para mí. Ella quería saber de mí, y yo que me contara de ella, pero ganó su reserva, y se fue sabiendo mejor quien era yo, pero yo no supe nada sobre ella. Siempre supuse que detrás del reconocimiento y la dedicatoria de mi padre hay algo más que una labor periodística. No me animé a preguntarlo, pero por el modo en que se volvió visible aquella dedicatoria, y como nunca escuché a mi padre hablar sobre ella, y recordando las bromas sobre el supuesto corazón de palo de un hombre nacido en Choele Choel, y los reproches de las muchísimas mujeres, la idea era que habían tenido un romance. Claro que para entonces mi padre ya estaba casado con mi madre, vivíamos en La Plata, tenían dos hijas, mi hermana Vicky y yo. Creo que Enriqueta nunca quiso aclarar nada sobre esa posible relación. Las personas que conocí que la entrevistaron me transmitieron siempre lo mismo. No quería hablar. Supongo también que no compartió las opciones políticas que luego mi padre fue encarando a lo largo del resto de su vida".

Patricia agregó: 

"Mi padre rescribía Operación Masacre, pero una y otra vez se lo volvía a dedicar. Creo que ese plural que mi padre ensayó con ella, en la dedicatoria, se convirtió con los años en algo ya lejano a un cierto halago, y tal vez en los años más hostiles pudo llegar a ser una creciente molestia. Conociendo a mi padre, y su sentido del humor tan negro, creo que se debe haber divertido dedicándole nuevamente cada una de las reescritas ediciones, que eran para colmo un nuevo libro que ya no se parecía casi en nada al texto de su origen. Pero se leía más. Mi padre decía que cambiaba el país, cambiaba él, cambiaba el libro, cambiaba el interlocutor. La dedicatoria a Enriqueta siempre acompañaba la nueva edición, y era la misma. Mi padre nunca soportó bien ninguna soledad, así que de ese modo siempre investigó todo con alguien más, aunque fuera en el caso de Enriqueta nada más que su reiterado recuerdo. El único cementerio es la memoria, y se ve que él con su propia memoria se entendía bien. Claro, no llegó a viejo. Tenía 50 años cuando lo desaparecieron. Yo aprendí con mi padre que existe un género llamado ‘dedicatorias’, y su brevedad no debe desalentarnos en la lectura".

Otros testimonios confirmaron la misma experiencia que tuvo Patricia Walsh. 

En 2004, Karina Galperín, doctora en literatura, profesora e investigadora en la Universidad Torcuato Di Tella, visitó a Enriqueta en el departamento de la calle Pasteur porque unas amigas en común habían llegado de España con regalos para su pequeño hijo. Karina no la conocía, pero al ingresar al departamento vio en la biblioteca una foto de Enriqueta junto a Walsh. Enseguida asoció de quién se trataba y quiso saber más, pero Enriqueta desvíó el tema y preguntó algo sobre el bebé que llevaba en brazos.

La distancia ya parecía insalvable. La salud de Enriqueta comenzó a deteriorarse. En 2011 dejó de ir a la Academia de Periodismo. En 2013 su hermano, viendo las dificultades que tenía para vivir sola, la llevó a Salta y logró que mejorara su salud un poco. Entre sus petates iba el tesoro: la primera edición de Operación Masacre, los cuadernos y boletos a José León Suárez y algunas fotos. Y los misterios de las anécdotas y tramas que jamás contó.

El 18 de noviembre del año pasado y luego de sufrir una caída, Enriqueta ingresó en la única clínica de la obra social de la UTPBA y a los pocos días falleció. El cuerpo fue cremado y sus cenizas arrojadas al Río de la Plata.

Sólo La Nación dio cuenta en tres avisos fúnebres (de la Academia; de Solange y Florentino Sanguinetti y de Luis Ovsejevich, presidente de Fundación Konex) y una mención somera en el último párrafo de una nota. En el sitio web de la Academia aún figura como miembro y no se publicó aún la necrológica.

Leer Más: Ética y Profesional. 

Fuentes:

-Audios de la última visita, en algún momento de 1994, que Enriqueta Muñiz a la materia Periodismo de Investigación en el Taller Escuela Agencia a cargo de Sergio Morero. Los audios fueron cedidos a DsD por el periodista Diego Igal. 

- Texto autobiográfico disponible en el archivo "Roberto Santoro" de TEA & Deportea.

- "Paren las rotativas" de Carlos Ulanovsky. Editorial EMECE. 

- "Fusilados al amanecer" de Roberto Ferro.

- "Rodolfo Walsh. La Palabra y la Acción" de Eduardo Jozami. En PDF. 

Entrevistas 
Albino Dieguez Videla, Roberto Ferro, Marcelo Intili, Sergio Morero, Amaranto Muñiz (hermano de Enriqueta) y Oscar Panno.

Testimonios por correo electrónico de: 

Norberto Firpo, Dionisia Fontán, Karina Galperín, Norberto García Yudé, Horacio Verbitsky y Patricia Walsh.

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