
Cuál fue el costo de la manipulación
A un año del arranque de la manipulación de las estadísticas oficiales, que comenzó con la inflación y se extendió a otros indicadores, el beneficio buscado por el Gobierno con esta maniobra quedó casi sepultado con el alza de la tasa de interés, el incremento de la pobreza y el freno al crédito, según analistas.
Cuando en enero de 2007 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) comenzó a cambiar, por orden del Ministerio de Economía, los valores del índice de precios para que diera un resultado menor que el proyectado, el primer efecto fue de sorpresa y de protesta gremial. El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, llevaba a cabo la orden de ajustar el Indice de Precios al Consumidor (IPC) a lo que el Gobierno creía conveniente, tal como lo denunció el fiscal de investigaciones administrativas Manuel Garrido.
La segunda víctima fue la canasta de alimentos, para que no hubiera un desfase entre el IPC y el conjunto de bienes consumidos por la población más pobre. Luego, se alteró la medición de la Encuesta Permanente de Hogares, tal como lo demostró la última y curiosa tasa de desempleo; las modificaciones se extendieron como una metástasis y los analistas creen que el IPC real duplica el oficial. El presidente Néstor Kirchner había justificado estos cambios, que nunca fueron oficializados, y acusado al "lobby de los fondos de inversión, que ponen en duda el trabajo del Indec para obtener ganancias fuera de lo normal porque esos bonos se actualizan por inflación".
La deuda ajustada por CER asciende a unos US$ 58.000 millones y el Gobierno se ahorró por la subestimación del IPC cerca de US$ 4600, según los economistas Marina Dal Poggetto, del estudio Bein, y Pablo Neumeyer, de la Torcuato Di Tella.
Y aunque algunos funcionarios sonrieron por este "ahorro" de corto plazo, otros se lamentaron porque la deuda en dólares que el país pagaba en enero a un 7% para refinanciarse pasó a costar un 11%.
Si bien muchos analistas atribuyen este fenómeno a la crisis financiera internacional, si se observara el comportamiento de otros países de la región con iguales o peores indicadores macroeconómicos que la Argentina, se vería que pagaron menos en el mercado. El ex presidente del Banco Central Javier González Fraga sostuvo que "en enero de 2007 la Argentina y Brasil tenían el mismo riesgo país y hoy la Argentina está unos 200 puntos arriba, por lo que tiene que pagar US$ 250 millones más sobre sus colocaciones".
Ese cálculo sólo considera la deuda en dólares, ya que para los pasivos en moneda local -cada vez más utilizados en la región- el mercado desapareció.
El agravante, para González Fraga, es que, "pese a todo lo que hizo, Kirchner jamás se atrevió a decir que la inflación estaba por debajo del 10 por ciento, porque sabía que nadie lo creería". La alternativa de financiamiento fue la "hermana" Venezuela, que le cobró a la Argentina lo mismo que hubiera cobrado el mercado especulador: cerca del 11% de rendimiento. El mismo aumento lo sufrieron las empresas privadas que salieron al mercado, aunque muchas de ellas optaron directamente por esperar y ver.
Costo social
Además, hubo costos más palpables para la gente: las tasas de interés internas se duplicaron. "Pasaron del 7% al 20% y se estacionaron en un 14%, con lo que afectaron a empresas, a bancos y a los minoristas. Los créditos al consumo pasaron al 30% y los hipotecarios, al 17%, y después desaparecieron, lo cual lleva a una menor inversión", dijo Rodolfo Acosta de Arpenta. A ese costo financiero se suma el social. Según el consultor Ernesto Kritz, con la canasta básica de alimentos "bien medida" la cantidad de pobres aumentó en medio millón desde el segundo semestre de 2006. Su par Artemio López expresó que "la inflación real duplica la oficial y la cantidad de pobres no cayó o subió un poco, pese al aumento del empleo". Ese mismo diagnóstico podrían hacerlo los afiliados al sistema previsional de capitalización, receptores de estos bonos ajustados por un CER subestimado, según Francisco Prack de la sociedad bursátil SBS.
El analista Rodrigo Alvarez, de Ecolatina, agregó que "con una tasa de interés más elevada se ingresó en la clásica rivalidad argentina de la inversión real versus la financiera, porque un depósito de un millón de pesos recibe un 14% libre de impuestos, una tasa de retorno que ninguna actividad productiva puede dar".
¿Qué pasaría si se corrigiera parte de estas distorsiones, como prometió el ministro de Economía, Martín Lousteau?: seguramente los bonos mejorarían su precio y bajaría la tasa de interés, si además se exhibieran cuentas fiscales robustas, pero el Gobierno daría otro paso en términos de pérdida de credibilidad, sobre todo de cara a la sociedad.