En los medios

El Arcón de Clío
16/04/24

Marcelo Rabossi «Necesitamos un cambio copernicano en cuanto al capital humano que estamos formando»

Marcelo Rabossi, profesor de las Especializaciones y Maestrías en Educación, fue entrevistado sobre la educación superior en Argentina.

Por Daniela Leiva Seisdedos


1. Como docente que estoy en el aula le consulto: ¿Deberíamos fortalecer la articulación entre el último año de la escuela secundaria, las carreras terciarias docentes y las universitarias? ¿De qué modo?

La mejor forma de fortalecer el vínculo entre la escuela secundaria y el sector terciario y universitario es que el graduado secundario sepa leer, escribir, razonar lógicamente y resolver ejercicios matemáticos y estadísticos. Y esto no ocurre. Un informe de Argentinos por la Educación dice que sólo 16 de cada 100 niños que ingresan a primer grado terminan la secundaria en tiempo y forma. Tiempo en el sentido de no haber repetido ningún año. Forma en relación a los conocimientos que deben tener. Y a eso debemos sumarle que solo el 65% completará el secundario, muchos de ellos a través de programas “express” que solo sirven para que el Estado muestre estadísticas de inclusión. Por supuesto que esta tragedia no se resuelve de un día para el otro, pero debemos comenzar a solucionarla ya y desde el vamos. Por ejemplo, se debería modificar toda la estructura de planes sociales dado que han adormecido las aspiraciones personales y profesionales de las personas. Ocurre que no se los ha vinculado seriamente ni al mercado de trabajo ni al educativo, lo que es un error de concepto. Asimismo, se debería lograr un mejor diálogo entre los alumnos de los últimos años del secundario y el sector terciario y universitario, y esto implica formar estudiantes con pensamiento crítico, con capacidad para adaptarse a los cambios, estimulando en ellos su inteligencia racional sin dejar de lado el aspecto creativo.

2. Marcelo: En la educación universitaria: ¿Cómo combatimos el adoctrinamiento y favorecemos el desarrollo intelectual?
Es un tema complejo y que no debería serlo ya que un académico que se precie, debería ser autocrítico y de mirada amplia y tolerante. Asimismo, curioso por adquirir nuevos conocimientos, más allá de su disciplina y postura. Digamos, debería tomar la realidad con un cierto grado de escepticismo. Y esto no implica caer en una especie de nihilismo conceptual. Diría lo contrario. En este punto soy socrático, un cuestionador empedernido. Cuestionar viene de quaestio, que fue un método de enseñanza de la escolástica medieval. Se parte de la lectura, luego la meditación para ampliar el conocimiento, y paso seguido, la discusión profunda e informada. El fanático convierte el saber y la “verdad” en un acto de fe, y la fe no se discute. Quien adoctrina es fundamentalmente un fanático, alguien que no duda, que no dialoga sino que monologa. Decía Nietzsche que la religión es una especie de evasiva para no encontrar la verdad. Claro que no reniego de la religión, pero en la academia estamos para discutir hechos que no hacen a la fe sino a la búsqueda de la verdad. Ese es nuestro compromiso. Y quien adoctrina solo busca imponer su mirada y como toda visión única, es siempre miope frente a la realidad compleja que nos rodea. En este sentido, la sociedad parece haber involucionado hacia una dinámica futbolera. Nos gusta ser parte de un colectivo que nos contenga y represente. Nos sentimos incómodos si se nos contradice. Al hincha de fútbol no se le ocurre la idea de cambiar de club, el librepensador sí cambia de idea. No es fácil ser un librepensador en el mundo actual, y aún menos en la Argentina de las últimas décadas donde nos hemos vuelto bastante poco tolerantes. Y lo preocupante es que desde el propio Estado se ha alimentado el principio de amigo-enemigo. Debemos aprender a dialogar y ser tolerantes, no prejuzgar y erradicar de nuestra lógica el iniciar una conversación con la palabra “no”. El “no” pone fin al diálogo. La universidad debe ser una puerta en la cual no exista el “no” a la diversidad de miradas. Cada persona porta una porción de verdad y debemos ser curiosos para conocerla y rescatarla. Por eso me escandalizo cuando se le niega exponer a académicos por no alinearse con las “verdades” de ciertas cátedras. He escuchado a rectores de universidades presentarse como militantes. La universidad no puede estar ni en manos de fanáticos ni de militantes.

3. A los estudiantes que han decidido seguir estudiando luego del secundario ¿Cuáles son las carreras del “futuro según su consideración?
Espontáneamente diría que todas aquellas vinculadas a lo tecnológico y las ciencias aplicadas. Las ingenierías, diseño digital, ciencia de datos, biotecnología, programación, las relacionadas al medio ambiente, marketing digital, pero también le prestaría atención a las orientadas al sector servicio como turismo, hotelería, gastronomía, enfermería, por ejemplo. Ahora, si bien habrá mayor demanda por carreras relacionadas a lo tecnológico y aplicado, cualquiera dentro de las ciencias humanas y sociales son buenas alternativas si esto implica que la universidad le ofrece al futuro graduado las competencias necesarias para interactuar en el mundo actual. Digamos, que haga del profesional una persona flexible y con capacidad para adaptarse a los cambios que ocurren a partir del avance de la automatización y robotización de las tareas. Necesitamos un cambio copernicano en cuanto al capital humano que estamos formando, que es poco y en promedio no de tan buena calidad en relación a lo que está ocurriendo en los países que crecen de manera sostenida. De hecho, fuimos un país modelo con indicadores educativos y sociales a la par de una nación europea, al menos hasta principios de la década del 70. Hoy estamos muy lejos de serlo.

Gracias Marcelo.