En los medios

El Cronista
23/05/23

El déficit de calidad de las políticas públicas

Gastón Gertner, Director Ejecutivo del CEPE y profesor de la Escuela de Gobierno, reflexionó sobre la calidad de las políticas públicas del país.

Por Gastón Gertner
Este año cumplimos 40 años de democracia en nuestro país. El hito merece, sin duda, una celebración. Sin embargo, también nos obliga a reflexionar sobre el pendiente saldo de deuda que aún mantenemos.
Una de estas deudas es el déficit de calidad en las políticas públicas que los ciudadanos reciben.

Según los datos de las recientes Pruebas Aprender, entre los estudiantes de menor nivel socioeconómico de la Ciudad de Buenos Aires, el grupo de peor rendimiento aumentó del 39% en 2016 al 59,9% en 2021. Esto representa un incremento de 20,8 puntos porcentuales en el rendimiento insatisfactorio en matemáticas. ¿Cómo es que nos encontramos con un declive en la calidad de nuestras políticas? Las reducciones en la asignación presupuestaria en términos reales ciertamente afectan el nivel de las políticas. Sin embargo, quizás el hallazgo más revelador sea al examinar el enfoque empleado por las burocracias y los funcionarios en el diseño de los programas.

Cuando el marco de diseño y toma de decisiones es más teórico y conceptual, se torna menos enriquecido por el uso de evidencias empíricas. De hecho, los problemas de la calidad de las políticas suelen surgir principalmente durante su implementación. Es en los detalles de esta implementación donde las decisiones tomadas afectan el rendimiento de las políticas.

¿Por qué? Porque el mecanismo de inscripción a un programa de protección social no funcionó, porque no se adaptó a la población objetivo, o porque los mecanismos de aseguramiento de cobertura no estaban garantizados.

¿Qué podemos hacer para mejorar esta situación? Esther Dufló, una prestigiosa economista francesa, ha demostrado que las evaluaciones de impacto basadas en métodos aleatorios son una herramienta efectiva para mejorar la calidad de las políticas públicas.

En 2019, recibió el Premio Nobel en Economía por sus contribuciones metodológicas en el uso de evaluaciones experimentales para reducir la pobreza en países en desarrollo. En una entrevista reciente, se le preguntó sobre los desafíos o “vicios” que impiden la implementación de la evidencia en los programas gubernamentales.

Dufló identificó dos aspectos clave: uno de contenido y otro de forma. En el primero, desacreditó la persistente (y falsa) creencia de que proporcionar una asignación de dinero a una persona pobre la hará más perezosa.

Este argumento se escucha con frecuencia en el discurso político y en las campañas. Sin embargo, las evidencias demuestran que no existe tal disminución en las horas de trabajo en respuesta a un beneficio económico directo. En cuanto a la forma, advirtió sobre las tres ‘i’s latinas: ideología, ignorancia e inercia, que actúan como barreras frente a la evidencia.

Tendemos a polarizar las posiciones políticas en exceso, desconocemos la realidad concreta de la población a la que se dirige una política, y la inercia de estos sesgos nos impide romper el ciclo.

Entonces, la pregunta se vuelve obvia. ¿Cómo podemos enfrentar esta aparentemente inexorable trayectoria de procesos deficientes que afectan la calidad de nuestras políticas? La respuesta es clara: necesitamos un cambio cultural.

Debemos incorporar instancias de experimentación en el desarrollo de políticas, hacer uso de datos, ampliar los diagnósticos, generar indicadores que nos permitan monitorear el rendimiento de los programas.

Es fundamental preguntarnos si los programas están funcionando, y si no, identificar las razones de su desempeño insatisfactorio.

Nuestra nación cuenta con una comunidad académica y científica de primer nivel cuyo aporte puede ser estratégico para encontrar soluciones a los desafíos de orden público que enfrentamos como sociedad.

Fomentar este diálogo y construir puentes entre la academia y los responsables de formular políticas es una oportunidad que tenemos para revertir el déficit en la calidad de las políticas que reciben nuestros ciudadanos. En un año electoral, marcado por altos niveles de incertidumbre económica, la reflexión sobre la calidad de nuestros gobiernos necesita ser parte de las plataformas de los partidos políticos en estas elecciones
.
Sería un importante avance que la agenda de uso de evidencias en las políticas forme parte de los ejes de discusión en los próximos debates antes de la renovación de los ejecutivos. No perdamos esta oportunidad.