En los medios

Infobae.com
21/05/23

Miguel Kiguel: “Los países descansan en un tipo de cambio competitivo para asignar los dólares”

Miguel Kiguel, profesor de la Maestría en Finanzas, fue entrevistado sobre el nivel de inflación y las causas de la escasez de reservas.

Por Daniel Sticco


"El 8,4% de inflación de abril despertó al dólar, lo que empeoró las cosas, y genera dudas respecto de que puede pasar con la inflación en la larga transición hasta diciembre"


Una vez más en la Argentina se repiten los “rulos”, “pedales” y “bicicletas” financieras que los memoriosos remiten desde fines de los 70 con la “tablita cambiaria” de Martínez de Hoz, las “cauciones bursátiles” de los 80 entre bonos ajustables en pesos y en dólares, hasta el presente con títulos que se negocian simultáneamente en moneda nacional y extranjera, impulsados por políticas fracasadas de intervención en la plaza cambiaria y controles de precios, bajo el argumento de “cuidar” las reservas, las cuales drenan a diario, pese a haber caído en terreno negativo.

Mientras tanto, aparecen datos que revelan que mientras en los últimos 50 años el PBI per cápita de la región se duplicó en la Argentina creció sólo 15%, menos de la sexta parte, y que gran parte de la población habita en condiciones de vida insuficientes, y alimenta ese retraso.

Con ese cuadro, agravado por el enrarecimiento del clima político, principalmente en la coalición del oficialismo, pero también en la mayor fuerza de oposición hasta el presente, Infobae entrevistó a Miguel Kiguel, licenciado en Economía de la Universidad de Buenos Aires y Ph.D en Economía de Columbia University, director Ejecutivo de Econviews, asesor académico de FIEL, ex subsecretario de Financiamiento en el Ministerio de Economía, y uno de los economistas que consultan las empresas, quien siempre recuerda los costos que paga la Argentina por la tendencia casi secular de quienes están a cargo manejar las finanzas públicas y monetarias del país de apartarse de las leyes del mercado y buscar atajos que solo han conducido a repetir escenarios de alta inflación y estancamiento crónico, con sus efectos inmediatos de aumentar la pobreza y el descrédito internacional.

— ¿Lo sorprendió la inflación del 8,4% de abril y el ritmo de más del 146% que estimó el REM del BCRA para los próximos 12 meses?

— La inflación de abril sorprendió a todo el mundo y le cayó como un balde de agua fría al gobierno. El principal problema es que existe la sensación de que el Gobierno está perdido y no tiene instrumentos para controlarla. El 8,4% despertó al dólar, lo que empeoró las cosas, y genera dudas respecto de que puede pasar con la inflación en la larga transición hasta diciembre, cuando asuma un nuevo gobierno.

— ¿La suba de la tasa de interés de referencia del Banco Central desde el lunes último qué efecto cabe esperar tenga sobre la demanda de dinero y la desaceleración de la inflación?

— La respuesta inicial a la inflación que fue una suba en la tasa de interés de tres puntos (de 78% a 81% anual a 28 días) no convenció a nadie y lo único que logró fue aumentar el apetito por el dólar. El mercado lo tomó mal, porque se esperaba que el Banco Central fuera más agresivo y buscara tasas de interés que como mínimo estuvieran en línea con la inflación, especialmente porque para mayo las primeras estimaciones indican que la inflación va a ser un poco más alta. Es cierto que a los pocos días el Banco Central reaccionó y subió la tasa 10 puntos más, pero fue tarde y pareció hecho a desgano. De hecho, lo anunció el ministro Sergio Massa en lugar de Miguel Pesce.

La segunda suba ayudó a calmar el dólar en los mercados paralelos, aunque estas tasas que son muy altas en términos nominales no alcanzan para desacelerar la inflación. De cualquier manera, para lograr ese objetivo haría falta un plan integral, que este Gobierno que enfrenta una elección muy difícil y que está en camino de salida no está en condiciones de hacerlo.



"Haría falta un plan integral, que este Gobierno que enfrenta una elección muy difícil y que está en camino de salida no está en condiciones de hacerlo"

Sigue habiendo un riesgo de que la inflación se acelere a lo largo del año, porque los precios están a la deriva y no hay un ancla nominal que sirva para estabilizar las expectativas. El tipo de cambio oficial es meramente testimonial y no le hace cosquillas a la inflación, porque ya gran parte de los bienes importados cotizan con un tipo de cambio más alto. La cantidad de dinero no sirve como ancla en un entorno en el que la demanda de dinero se está desplomando, mientras la tasa de interés, que podría servir para afectar los dólares paralelos y las expectativas, la corre de atrás.

— ¿En un contexto de precios sin freno, que cabe esperar de la decisión del Gabinete de Economía de crear la Unidad de Seguimiento, Trazabilidad y Promoción de las Operaciones de Comercio?

— No sé a quién se le puede haber ocurrido semejante idea. Los controles de precios han fracasado siempre, y sólo han sido útiles en programas que no sólo atacaran los síntomas de la inflación si no también sus causas. El caso más emblemático ha sido el plan de estabilización de Israel, en el que se bajó el déficit fiscal drásticamente y se limitó la emisión monetaria. En ese caso los controles sirvieron para sincronizar la estabilidad del tipo de cambio, los precios y los salarios. Pero su utilidad se basó en que hizo más creíble un plan que estaba muy bien diseñado y no en que controles policíacos frenaran los precios, fue un instrumento que sirvió para coordinar expectativas.

El control de la inflación tiene que estar basado en las políticas monetaria y fiscal, no en la Secretaría de Comercio. Hacerlo de otra manera es no entender cómo funciona la economía.

— ¿La economía real necesitaba alivio de las SIRA para los bienes de capital, o requiere de acciones más orientadas a generar divisas para poder destrabar la compra externa de insumos básicos que no se producen en el país y que traban la producción de bienes y servicios?

— La falta de dólares es el principal problema macroeconómico que enfrenta el Gobierno, y como se niega a devaluar o desdoblar el tipo de cambio no queda otra que racionar los pocos dólares que entran por exportaciones. ¿Quién y cómo se asignan los escasos dólares? ¿Con qué criterios? Ese es el problema que enfrenta hoy la economía argentina. Finalmente, termina asignándolos un burócrata con criterios poco claros, arbitrarios.

¿Qué son más importantes, insumos para producir autos y mantener las plantas funcionando, bienes de capital que son importantes para generar empleo, medicamentos, alimentos o qué? Lamentablemente, no hay una respuesta única y no hay forma de hacerlo bien. Un país sin dólares gasta casi USD 6.000 millones al año por viajes de turismo y compras que se hacen en el exterior. ¿Tiene sentido? Claramente no, pero es lo que se hace. Por eso los países no utilizan estos métodos anticuados y descansan en un tipo de cambio competitivo para asignar los dólares y eliminar los cuellos de botella.

Que hoy estemos sin dólares es la culpa de malas políticas económicas y no de un problema estructural que algunos dicen que lo tiene la Argentina. De hecho, no lo sufre ninguno de los países vecinos.

— ¿Qué rol le asigna al pedido de Economía al FMI de desembolsos anticipados al establecido en el acuerdo vigente para fortalecer las reservas del BCRA y revertir las expectativas devaluatorias que tiene el mercado?

— En la desesperación por conseguir dólares el Gobierno golpea puertas a diestra y siniestra, pero con poco éxito. Queda claro que Brasil nos quiere apoyar, pero no prestándonos dólares que no se sabe cuándo el país se los podría devolver. El sueño del tan mentado REPO pasó a la historia y fue otro error de cálculo, probablemente por la inexperiencia. De China ya vinieron casi USD 5.000 millones en yuanes y va a ser difícil que vengan muchos más. Las entidades de crédito multilateral, como el BID y el Banco Mundial. ya llegaron al tope de lo que nos pueden prestar, y difícilmente se puedan conseguir fondos frescos.

La única opción posible parecería ser el tan denostado FMI, que por ahora sigue apuntalando un programa que es puramente testimonial con el objetivo de llegar al cambio de gobierno sin que haya un episodio disruptivo como podría ser el default de la deuda externa o un disturbio social.

Todo indica que el FMI está dispuesto a ayudar, adelantando desembolsos, flexibilizando el programa y dando los waivers que sean necesarios para que Argentina no entre en atrasos con el organismo. Es paradójico que un programa “super light” como el que se firmó en marzo 2022, del que seguramente no hay precedentes por la poca condicionalidad que tuvo, termine en tantos incumplimientos, pero es lo que pasa.

Ahora al Fondo le piden un nuevo esfuerzo, que preste USD 10.000 millones. Lo curioso es que el Fondo lo está pensando y probablemente lo otorgue, aunque su preocupación es que esta vez no se malgasten con la venta de dólares baratos al tipo de cambio oficial. Y ahí está el meollo del problema.

¿Cómo se hace para que los fondos frescos, que en parte se deberían usar para pagarle al Fondo, no se dilapiden como los dólares que llegaron el año pasado? Eso no se logra con una reducción de déficit fiscal ni con subas de tasas de interés. En realidad, requiere que el Banco Central venda los dólares al tipo de cambio que habría que venderlos. Pero eso llama devaluación o desdoblamiento cambiario que violaría los principios “religiosos” de este Gobierno. Es ahí donde está el meollo del problema que está trabando la solución tan esperada.

— ¿Acelerar el ritmo de devaluación del peso es suficiente para volver a cerrar la brecha cambiaria con los tipos de cambios financieros que se buscará regular con más intervenciones del BCRA?

— En medio de la discusión de la política cambiaria surge la pregunta sobre cómo corregir el atraso del dólar oficial y buscar cerrar la brecha cambiaria.

Una alternativa, que por ahora el Gobierno evita, es un salto en el tipo de cambio, que sigue siendo la alternativa que generalmente se usa cuando hay un atraso cambiario significativo, pero que hoy parece estar vetada.

Otra alternativa sería acelerar el ritmo de devaluación, que en algunos casos funciona pero que en la situación actual tiene la desventaja de que el atraso es severo y que llevaría mucho tiempo llegar al objetivo (puede llevar más de un año con tasas de uno o dos puntos por encima de la inflación) y realmente el país está en una carrera contra reloj.

Lo curioso, es que el Banco Central sigue depreciando a un ritmo menor que la inflación, con lo cual, lejos de solucionar el problema lo está agravando.

— ¿Qué les faltó a los anuncios de Economía para revertir la aceleración de la inflación?

— En realidad hubo pocos anuncios para bajar la inflación. Subieron la tasa de interés, pero sigue siendo negativa respecto de la tasa de inflación, especialmente si uno toma en cuenta que las expectativas para mayo están por encima de la de abril. Los controles de precios no funcionan en ausencia de otras medidas más de fondo y la importación de alimentos choca con la falta de reservas y las dificultades que hay para obtener las SIRA, con lo cual no son creíbles.

No veo posibilidades de frenar la inflación en forma importante hasta que se logre un nivel razonable de reservas, se reduzca el déficit fiscal para contener la emisión monetaria y se reabra el mercado local de capitales para poder financiar desequilibrios temporarios del Tesoro.

En el interín a lo que se podría aspirar es a que la inflación se estabilice en los niveles actuales, pero para eso va a hacer falta que se cierre un nuevo acuerdo con el FMI que serviría como ancla para el programa económico. Para una verdadera estabilización habrá que esperar al próximo gobierno, pero hay que saber que no será fácil y requerirá mucha capacidad técnica y política para lograrlo.

— ¿Con los anuncios de la última semana se despejará “la niebla” que manifestaron los empresarios reunidos por la Cámara de Comercio de los EEUU en la Argentina?

— Queda claro que todo sigue muy oscuro y nebuloso, y que por ahora la niebla no se ha despejado. El principal problema que enfrenta la economía argentina es la falta de reservas, con lo que se ha perdido el lubricante que permite el normal funcionamiento de las importaciones, las inversiones y del comercio con el mundo en general. El cepo y las complicaciones que enfrentan las empresas para obtener insumos y producir reducen la oferta y llevan a una mayor inflación, que es el segundo gran problema que enfrenta nuestra economía.

Y no podemos esperar claridad hasta que haya un nuevo gobierno y presente un plan consistente que busque acomodar precios relativos, reducir el déficit fiscal, una estrategia para reabrir los mercados de deuda y hacer reformas que favorezcan el crecimiento y la reducción de la pobreza.



"El principal problema que enfrenta la economía argentina es la falta de reservas, con lo que se ha perdido el lubricante que permite el normal funcionamiento de las importaciones, las inversiones y del comercio con el mundo en general"

— ¿Una reflexión final?

— Argentina está en una situación muy delicada para la cual no hay soluciones mágicas. Los atajos que se usaron en el pasado para estabilizar la economía a la corta o a la larga siempre terminaron mal. No es el tiempo de encantadores de serpientes, es el momento de pensar una nueva Argentina que termine con los privilegios de sectores que se enriquecen a costa del Estado.

Es el momento de hacer esfuerzos para bajar el gasto público, racionalizar los impuestos, tener un mercado laboral moderno, un sistema previsional sustentable, políticas sociales que ayuden a los más vulnerables a tener educación y salir de la pobreza y que favorezcan la reinserción laboral para lograr crecimiento con equidad.

Ya son muchas décadas de estancamiento, de niveles de pobreza inaceptables. Pero va a ver una oportunidad porque Argentina tiene los recursos naturales y humanos que el mundo demanda. Pero Argentina también es el país de las oportunidades perdidas. Veremos si esta vez será diferente.