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Clarín
20/03/23

La guerra de Ucrania, un factor ordenador en Europa

El profesor de los posgrados en Estudios Internacionales analizó el reordenamiento de Europa a partir de la guerra de Ucrania

Por Carlos Pérez Llana


Presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskiy y Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres,, en Kiev, 8 de marzo, 2023. REUTERS/Alina Yarysh.


Desde hace un año, la guerra instalada en Europa está modificando sustancialmente la agenda del continente. Algunas tendencias se aceleraron y nuevas realidades comienzan a percibirse: el Brexit acaba de mutar, Alemania redefinió su política exterior, apareció un bloque de países euro-centrales liderados por Polonia y en Rusia “el asiatismo”, una vocación preexistente, ha ganado audiencia.

Gran Bretaña y la Unión Europea acaban de firmar el Acuerdo de Windsor, que le pone fin a un proyecto que pudo haber terminado con el desmembramiento del Reino: el sueño de Boris Johnson de la “Global Britain”. Concretamente, este Acuerdo significa una virtual integración de Irlanda del Norte al mercado de la Unión Europea.

Como suele suceder, le tocó al partido del poder, el conservadorismo, enterrar una aventura nacionalista que conducía a Gran Bretaña a una devaluación estratégica, intolerable en un país acostumbrado a gestionar poder e influencia.

Las encuestas muestran un cambio de humor colectivo respecto del Brexit y así llegó a instalarse la idea de una nueva consulta. Pero el reingreso era una opción vedada, por los costos y el tiempo que debían invertirse.

Simbólicamente le tocó a un Primer Ministro vinculado al sector financiero, Rishi Sunak, desarmar un proyecto basado en viejas pasiones imperiales insustentables. De esta manera los británicos regresan a Europa en momentos muy particulares.

La guerra instaló una agenda donde la defensa y la seguridad ocupan un lugar destacado y allí Londres posee una gravitación insoslayable: socio fundador de la OTAN; potencia nuclear; miembro del Consejo de Seguridad; fabricante de armamentos y uno de los países que mayor ayuda está brindándole a Ucrania. Este reseteo se inauguró con la visita del premier británico al presidente Macron y sumará el programado primer viaje del Rey Carlos III, que incluirá Berlín y París.

En Alemania la guerra de Ucrania modificó sustancialmente la política exterior, la política de defensa y la economía, haciendo necesaria una verdadera refundación del proyecto nacional germano de la posguerra.

Este proyecto fue liderado por la Democracia Cristiana y ancló un país derrotado a dos ejes estructurantes: la integración europea y la Alianza Atlántica. Se trató de un retorno al mundo de la democracia y el mercado, en un contexto de reconstrucción donde la economía jugó un papel relevante.

El éxito del “modelo alemán” compensó la humillación de la derrota y su agenda externa apostó al comercio internacional. La defensa y la seguridad no fueron prioritarios y quedaron “a cargo” de los EE.UU/OTAN hasta que llegó el momento de las fricciones: Washington reclamó un mayor gasto militar.

Cuando la guerra fría terminó, Alemania apostó al “dulce comercio”, un espacio donde las ventajas del capitalismo renano eran notables. Pero hubo exceso de optimismo: el primado de la economía, en una Alemania reunificada, llevó a la clase política a ignorar la geopolítica al depender energéticamente del gas ruso. Ese diseño murió en Ucrania.

Ahora Alemania, gobernada por la Social Democracia, debe revisar totalmente su política: aumentar significativamente el presupuesto de la defensa, cambiar de proveedor energético y escuchar el pedido de sus aliados ayudando militarmente a Ucrania. Por esa razón los reputados tanques Leopard arribarán al campo de batalla.

En Europa Central la guerra de Ucrania reavivó un temor: la ambición moscovita de consagrar el principio de una soberanía limitada. Allí siempre existió una duda: ¿Rusia es un Estado “normal” o es un “espacio imperial euroasiático”?

La invasión rusa a Georgia (2008) y Crimea (2014) fue disruptiva para los países Bálticos -víctimas del Acuerdo Hitler/Stalin de 1939- y para los países euro-centrales, una geografía cuya identidad nacional se define contra Moscú.

En este marco histórico se entiende el papel asumido por Polonia, un país clave en la guerra por la ayuda que le brinda a Kiev, expresada en armas, entrenamiento militar y recursos económicos. Varsovia es la retaguardia militar de Ucrania y su abogado diplomático en una Europa donde algunos países han actuado con demasiada prudencia. Decididamente, lo nuevo es el protagonismo alcanzado por Polonia, el traslado hacia el Este del eje estratégico europeo y la desaparición del neutralismo nórdico.

Finalmente, en Rusia si bien los tecnócratas que conducen el Banco Central han sobrevivido, las presiones contra ellos han crecido. El “modelo Putin”, suma de autoritarismo, gestión económica liberal y capitalismo de amigos, pareciera cuestionado. En su reciente discurso ante la Asamblea, Putin atacó a los empresarios con fortunas en Occidente, por esa razón las corrientes económicas asiatistas, lideradas por S. Glazyev, se han fortalecido.

Los liberales pretenden mantener a un país iliberal en el mundo capitalista, mientras para el Académico Glazyev el futuro de Rusia pasaría por una integración económica euro-asiática que incluye a China.

Ese pensamiento coincide con los teóricos políticos que describen la decadencia de Occidente y destacan el rol de contrapeso que debería asumir Rusia. Ivan IIyín, nacionalista, deportado por Lenin y rehabilitado por Putin, y Aleksandr Duguin, inspiran en Moscú a quienes sostienen la idea de una misión histórica de Rusia, asociada con otras potencias revisionistas desinhibidas.