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La Nación
26/02/23

Chimpancés con dardos, zorros y economistas, ¿quién acierta mejor el futuro de la globalización?

Bernardo Kosacoff, miembro del Consejo de Dirección y profesor del MBA y del Executive MBA, fue consultado sobre la historia de la globalización.

Por Sebastián Campanario

A los gurúes se los divide en dos especies, zorros y puercoespines; los primeros son más cautos, más centrados más pragmáticos y más conscientes de sus propias dudas. shutterstock - Shutterstock


En 2006 un académico americano-canadiense con estudios en psicología y ciencias políticas, Philip Tetlock, decidió ponerse a analizar en profundidad las predicciones que 268 expertos había hecho en distintos campos en los años anteriores. Las conclusiones de profesor de la Universidad de Pennsylvania sobre los futurólogos fueron catastróficas. “En el muy corto plazo, algunas técnicas de predicción permiten superar por muy poco a un chimpancé arrojando dardos al azar –sostuvo–, en el mediano y largo plazo es todo mucho más difícil”.

¿Cuál resultó ser el peor gremio para acertar con las predicciones? Tetlock aquí no tuvo dudas: el de los gurúes de la geopolítica que marcan tendencias globales para las próximas décadas. Un ejemplo citado fue el de un autor de moda una década antes del estudio, Lester Thurow, quien en su best seller de 1993 La Guerra del Siglo XXI anticipaba que Europa superaría a Estados Unidos y a Asia. Pero los pifies en este terreno siguen hasta el día de hoy: en el especial de pronósticos del semanario inglés The Economist de diciembre de 2021 no se menciona la palabra “Ucrania”.

En materia de globalización, cuenta el profesor a la UBA Andrés López, todo se vuelve muy difícil de anticipar, por la cantidad de variables involucradas. “Hay una interacción de geopolítica, cambio climático y cambio tecnológico”, dice. Hay otras cuestiones a analizar, pero esas son las centrales y son tremendamente difíciles de pronosticar.

López conversa con LA NACION a cuento de un intelectual cuyas ideas se viralizaron en lo que va del año, y que habla del fin de la globalización. Peter Zeihan es un profesor de ciencias políticas y divulgador estadounidense que el año pasado publicó un libro con detalles de la predicción sobre lo que él llama “el colapso de la globalización” y el fin de una era.

La tesis central de Zeihan es que Estados Unidos ya no necesita ser la “policía” del mundo, por dos motivos centrales: el fracking le da independencia energética y no hay una superpotencia con un riesgo de supremacía tan elevado como había en la Guerra Fría. Por lo tanto, se multiplicarán los conflictos en distintas partes del planeta y esto dañará las cadenas globales de suministros, acelerando los procesos que se conocen como re-shoring friend-shoring (producir en el mismo país o en naciones amigas). Si a este panorama se lo combina con cambio climático, el autor pronostica severos problemas de seguridad alimenticia, con riesgo alto de hambrunas en varias zonas del globo.

La otra variable en la cual Zeihan hace mucho hincapié es la demográfica. China y Rusia son dos países donde este indicador juega en contra, con fuerzas laborales que se están achicando. Estados Unidos está más a cubierto por la inmigración de jóvenes y porque la tasa de natalidad no se derrumbó tanto, y Europa aparece en un rango intermedio.

Un ejemplo muy claro de lo abiertos que están los escenarios de globalización es el del anuncio de los dos grandes gigantes del transporte marítimo, Maersk y MSC, de que su alianza terminará en 2025.

Las dos empresas, que juntas controlan un tercio del transporte global de productos, ya no coinciden en su visión estratégica. Mientras que MSC apuesta agresivamente a la expansión de su flota y a ganar participación en el mercado de trasporte marítimo, Maersk va por otra arista: ganar peso en la billetera de logística de sus clientes, dándoles soluciones de datos, trasporte aéreo, última milla, etc. Ambos planes de negocios tienen por detrás visiones muy distintas de cómo continuará de aquí en adelante el proceso de comercio interplanetario.

“La globalización tal como la conocimos es un proceso que se inicia a fines de los 70 y principios de los 80, con la emergencia de formas de producción toyotistas y una apertura impulsada por los dólares del petróleo en primer término, que permitió un aumento de la eficiencia empresarial sin precedentes y que terminó como tal (al menos, en su impulso más potente) con la crisis de 2008″, explica a LA NACION Bernardo Kosacoff, experto en organización industrial y profesor de la Universidad Di Tella.

Kosacoff destaca que hubo globalización en otros momentos de la historia, solo que con diferentes características. “El traslado masivo de millones de esclavos de África a América en los siglos XV y XVI también fue un proceso globalizador, por ejemplo”, afirma. Por lo tanto, lo más probable es que asistamos a un nuevo tipo de globalización, distinta a la de 1980-2008.

El profesor de la Universidad Di Tella coincide con algunos puntos de Zeihan: “Factoreó bien la demografía, la pandemia, la independencia energética y el hecho de que el proceso termina en 2008″. Pero no está de acuerdo con los pronósticos de inseguridad alimentaria, que desconocen la biorrevolución que se está dando en la industria de los alimentos.

Para Andrés López, lo de Zeihan es un “piletazo”. “Por ahora, las empresas quieren seguir comerciando con China: una cosa es lo que quieren hacer los gobiernos y otra es lo que prefieren las compañías”, sostiene.

Zeihan estuvo a mediados de enero en el exitosísimo podcast de Joe Rogan, y sus frases contundentes provocaron alboroto entre cientistas políticos y también en otras tribus, como la de los criptoentusiastas (dijo que el bitcoin no tiene valor intrínseco y que bajará de precio).

Tetlock divide a los gurúes en dos especies: los “zorros” y los “puercoespines”, en honor a un ensayo de Isaiah Berlin sobre Leon Tolstoi. Los zorros tienen muchos trucos, mientras que los puercoespines tienen solo uno, pero son muy buenos en eso. Para Tetlock, la personalidad de los primeros suele dar mejores resultados en materia de pronósticos: “Los zorros son más cautos, más centrados, más propensos a ajustar sus visiones, más pragmáticos, más conscientes de sus propias dudas y de la complejidad del mundo”, explica el profesor de Psicología. Los puercoespines, en el otro extremo, son más reduccionistas, tercos para ajustar su visión y dados a las sentencias concretas y altisonantes.

El problema es que los periodistas amamos a los puercoespines, como Zeihan, que dan mejores titulares y, por lo tanto, las proyecciones mediáticas suelen terminar con mayores niveles de error que las de más bajo perfil. Lo que vende es el colapso, de lo que sea, más que la respuesta verdadera: no tenemos la menor idea de lo que va a pasar.

Como dice el chiste, hay dos tipos de personas en el mundo: aquellas que piensan que hay dos tipos de personas en el mundo y aquellas que no. Quienes suelen repetir esta frase lo hacen para remarcar que las cosas (y las personas) suelen ser más complejas de lo que aparentan a simple vista. Y, sin embargo, hay todo un público dispuesto a abrazar versiones reduccionistas de la vida, que acomodan convenientemente el caos cotidiano a una visión del mundo predeterminada. Como dijo el economista James Galbraith, la cadena de suministros planetaria es un “gigantesco test de Rorschach” en el que cada experto ve lo que confirma mejor sus prejuicios.