En los medios

La Nación
5/12/22

Cometas, mamuts y viaje a lo desconocido: un año bisagra para la economía del clima

Elisa Belfiori, directora de las Licenciaturas en Economía Empresarial y Administración de Empresas, fue consultada sobre el calentamiento global.

Por Sebastián Campanario

La firma Colossal busca regenerar genéticamente a millones de mamuts lanudos. Getty Images.

Fue un período de cambio abrupto, rápido y repleto de cataclismos inimaginables: inundaciones bíblicas, incendios que destruyeron bosques enteros y variaciones de temperatura nunca vistas. Los climatólogos lo conocen como el “Dryas Reciente” y ocurrió al final de la última era glacial, hace unos 12.800 años. Luego de esa turbulencia extrema –hay teorías que se la adjudican al impacto del cometa Clovis en Norteamérica– los humanos dejamos de ser cazadores-recolectores y empezaron a surgir las primeras grandes civilizaciones.

El límite de 1,5 grados celsius (°C) que se fijó en el acuerdo de París para no superar el aumento de temperatura con relación a los valores de la era preindustrial tiene que ver con esto: la temperatura en la Tierra fluctuaba mucho hasta el Holoceno, donde se estabilizó en dos grados de variabilidad. Salir de ese “corredor” (para usar un término del economista sueco Axel Leijonhufvud) implica un viaje a lo desconocido, ir a una era donde en el pasado no había civilización.

Para el experto en clima Johan Rockström, también sueco, salir de este corredor de dos grados nos pone en “territorio desconocido”, coincide. Rockström cobró notoriedad hace diez años, al dirigir un grupo de 25 científicos que estableció nueve “límites planetarios”: mojones que delimitan un ámbito de actividad seguro para los seres humanos respecto de la resiliencia de la biósfera; en otras palabras, establece la capacidad de la biósfera para recuperarse de las perturbaciones (ocasionados principalmente por las actividades humanas) y regresar a una situación estable.

¿Qué fue lo más importante que pasó en 2022 para la “economía del clima”? Hay noticias malas y otras no tanto. Entre las primeras: “A esta altura creo que ya se descuenta que será muy difícil llegar a la meta de no calentar el planeta más de 1,5 grados como se propuso en el acuerdo de París”, explica a La Nación Elisa Belfiori, experta en esta agenda y directora de la carrera de Economía Empresarial en la UTDT.



“A esta altura creo que ya se descuenta que será muy difícil llegar a la meta de no calentar el planeta más de 1,5 grados como se propuso en el acuerdo de París”, explica a la nacion Elisa Belfiori, experta en esta agenda y directora de la carrera de Economía Empresarial en la UTDT.

Esto implica que está cambiando el foco de las inversiones y de las políticas. Hasta ahora la mira estaba puesta en la mitigación: reducir las emisiones de carbono. Descontando que no se bajaron, la agenda de las negociaciones empieza a virar, por un lado, hacia la adaptación climática: inversiones para minimizar las pérdidas que ya se descuenta que sucederán por shocks climáticos, y quiénes las financiarán.

“Acá se juega el clásico litigio por el cual los países en desarrollo pretenden que los países ricos se hagan cargo, porque son los principales responsables del stock emitido. El Fondo Verde del Clima es hoy el mecanismo para ese flujo de fondos”, añade Belfiori.

Una de las novedades del año en este terreno, surgida del COP 26 y luego del COP 27, es el concepto de un “Fondo de Pérdidas y Daños”. El reclamo de financiamiento ya no es sólo para prevenir daños (adaptación), sino además para reconstruir los destrozos que ya se descuenta que ocurrirán. Una suerte de reclamo indemnizatorio de países perjudicados por shocks climáticos a las naciones más responsables.

El otro emergente de esta toma de conciencia de que la meta de 1,5 grados será muy difícil (sino imposible) de alcanzar es el surgimiento con más fuerza de proyectos de captura de carbono, dado que ya no alcanza con bajar emisiones (reducir el flujo), sino que hay que absorber carbono ya emitido de la atmósfera (el stock). Hay formas naturales de hacerlo, como la captura de dióxido de carbono a través del suelo, bosques, selvas y océanos. Y hay tecnologías y startups, como la de la economista argentina de la Universidad de Columbia, Graciela Chichilnisky, con su compañía Global Thermostat. Vivid Economics estima que la industria de captura de carbono crecerá hasta US$1,4 billones al año en 2050.


Siguen las inversiones

Hablando de cataclismos y cambios abruptos, no será de la magnitud del “Dryas Reciente”, pero este fin de 2022 trajo, junto con la baja generalizada de los mercados, noticias muy malas para varias de las tecnologías que estaban en pleno boom de expectativas poco tiempo atrás, como el metaverso, el mundo cripto o los vehículos automanejados, por citar algunas de las principales avenidas de cambio.

¿Qué pasó con los fondos de riesgo (VC) y las iniciativas de clima? “Probablemente haya sido el área menos afectada por la crisis global de mercados”, cuenta ahora Alexis Caporale, un ingeniero argentino que es parte del equipo principal del World Fund, uno de los fondos privados de clima más grandes del mundo, con sede en Berlín. “Pudo haber algún proceso de inversión algo demorado, pero el dinero para este sector sigue fluyendo, ya se hicieron decisiones a nivel político muy alto y la cantidad de ideas que estamos evaluando es enorme”, agrega Caporale.

De 135 fondos globales con foco en la descarbonización que sigue New Climate, este año se contabilizaron US$151.000 millones de nuevo capital levantado. Esos mismos fondos tienen reservas en efectivo para desplegar (en la jerga financiera, dry powder: polvo seco) de US$300.000 millones.

Para Caporale, 2022 “fue el año en el que el cambio climático entró definitivamente en la esfera de la alta discusión política”. Y añade: “Por un lado, por motivos geopolíticos globales: la guerra entre Rusia y Ucrania y las tensiones con China aceleraron los procesos de transición energética, porque están en disputa recursos estratégicos para esa transición”.

Y, por otro lado, en las principales elecciones que hubo este año, como las presidenciales de Brasil o las de medio término en Estados Unidos, la cuestión climática fue por primera vez un “rasgo de identidad” clave para los partidos. “No digo que definan una elección, aunque me encantaría que sucediera, pero sí la política hacia el clima pasó a ser parte de la identidad que los candidatos perfilan con nitidez hacia sus votantes”, añade.

En materia de startups e iniciativas privadas, esta “toma de conciencia” de los riesgos y de las dificultades para llegar con las metas hizo que cambie también el eje hacia proyectos más radicales: menos reciclaje (sigue aumentando la producción y el consumo de plásticos) y más exploración en biomateriales, por poner un ejemplo. Y algunos casos de ciencia ficción, como la inversión de US$70 millones que recibió el científico y celebridad George Church en la primera mitad del año para su empresa Colossal Biosciences, con aportes que llegaron desde ámbitos tan variados, como el productor de la película Jurassic World o Paris Hilton. Colossal aspira a que miles o millones de mamuts lanudos –recreados genéticamente– vivan en Rusia, Alaska y Canadá en un futuro y ayuden a mantenernos en el “corredor” de la variación de temperaturas de dos grados, para evitar percances como el del “Dryas Reciente”.