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Diario Perfil
29/05/22

CBC: aunque faltan programadores, todavía encabezan el ranking las carreras humanísticas

Marcelo Rabossi, profesor de las Especializaciones y Maestrías en Educación, fue consultado sobre las nuevas tendencias en la demanda de carreras universitarias.

Por Enrique Garabetyan
20220529_uba_derecho_gzauba_gTradicionales. Derecho (arr.) y Medicina forman parte de las carreras con más aspirantes. En el caso de las ciencias de la salud, también donde hay más egreso. | GZA. UBA.

El año 2022 se formalizó como uno de los más altos de la historia del ingreso a la Universidad de Buenos Aires. Es el segundo en números absolutos, para ser precisos, tras el récord de 66.651 ingresantes en 2021. Y aunque este año retrocedieron un puñado de miles –comenzaron el ciclo 2022 del CBC nada menos que 63.044 alumnos–, los datos sobran para obtener una radiografía de los intereses, vocaciones y problemas educativos de la instrucción universitaria en la Argentina pospandemia. De hecho, como la oferta de la UBA se acerca a una centena de carreras diferentes, sus números de anotados por profesión se consideran representativos de lo que ocurre con las vocaciones y preferencias en todo el país.

Ante todo, lo que prima es algo conocido: “Mirando las opciones de los ingresantes de este año, se confirma algo bastante clásico. Entre los datos del CBC 2022 no hay nada que sorprenda demasiado sino que se continúa la tendencia histórica de las vocaciones”, aseguró a PERFIL Marcelo Rabossi, profesor e investigador en temas educativos de la Universidad Torcuato Di Tella. Y este experto agregó: “Se sigue prefiriendo en amplia medida las opciones tradicionales, en las cuales las carreras ligadas a las ciencias sociales son las que predominan. Es el área disciplinar que abarca tanto al derecho como a las ciencias económicas, entre otras”.

Pero el especialista llama la atención sobre otra tendencia interesante: “En la última década vemos un crecimiento sostenido de la demanda por las ciencias médicas, pero no exclusivamente a través de la medicina tradicional, sino de otras carreras ligadas al rubro, como la enfermería y la kinesiología, entre otras”. Según Rabossi, la demanda por los estudios ligados a la salud no es algo exclusivo de la UBA sino que algo similar se observa en otras universidades públicas y también privadas. Por supuesto, el peso relativo de la universidad más importante del país, al menos en los números, es muy alto: por ejemplo, según las estadísticas, el egreso de profesionales de la UBA explica prácticamente el 40% del total de la “producción” de los médicos del país.

El arte de cuidar no es el único punto en alza. Según Rabossi, también hay que reconocer un crecimiento sostenido de las carreras ligadas a ciencias aplicadas, como las ingenierías. “Pero ojo”, advierte, “es un crecimiento porcentual alto pero debemos recordar que se parte de una base de alumnos muy baja. Ese tema afecta a buena parte de las carreras denominadas STEAM (las ligadas a la Ciencia, la Tecnología, la Ingeniería y la Matemática por sus siglas en inglés). La conclusión es que, aunque este segmento crece, la realidad es que la cantidad de alumnos que lo eligen no es tanta. Según Rabossi, en Argentina entre el 20% y el 22% de los ingresantes optaron por  carreras Steam. 

Pero otros países del mundo tienen políticas muy activas para desarrollar esas vocaciones. En naciones como Singapur, China o Corea, la matrícula de quienes van por esas especialidades ronda el 50% del total de estudiantes. En otras palabras, es un área de estudios que Argentina debería hacer crecer, especialmente porque tanto localmente como en toda América Latina sigue habiendo un importante déficit de profesionales en esta área programática.


Problemas

Cualquier dirigencia que quiera encauzar las vocaciones universitarias y alinearlas, al menos en parte, con las necesidades del desarrollo deberá enfrentar dos fenómenos que nos colocan en una liga prácticamente única en el mundo: “Nuestro sistema universitario se caracteriza por la gratuidad y también por la inexistencia de cupos junto con la ausencia de un examen de ingreso formal. “En ese sentido nuestro modelo es realmente especial y solo Argentina –y en parte Uruguay– comparten estas particularidades en el mundo”, explicó Rabossi.

Si bien es cierto que nuestro país tiene algunas políticas activas para intentar “orientar”, por ejemplo algunas becas específicas para apoyar a los ingresantes de estas carreras, muchos de estos estímulos chocan de frente con las llamadas “políticas de evitación”. “Esto se refiere a lo que la gente percibe. Y en ese sentido la percepción sobre varias de esas carreras es que son muy largas o que tienen demandas de conocimientos con los que se sienten incómodos (por ejemplo muchos contenidos de matemáticas)”. Por eso, según Rabossi, aunque haya incentivos como becas, esta matrícula seguirá sin crecer en forma significativa.

¿Cómo lograr cambios importantes recurriendo a políticas activas? De acuerdo a este investigador, los países que logran cambios, como Israel, tomaron medidas que van mucho más allá de los chicos de edad universitaria y secundaria. Se interviene con programas sobre la educación primaria e, incluso, se llega hasta la etapa preescolar, donde se han ido sumando contenidos con temáticas cuantitativas adecuadas.

Para el experto, otro punto a considerar son las políticas de género. “Mientras carreras como Psicología están feminizadas y ocho de cada diez  ingresantes son mujeres, en las ingenierías sigue predominando el varón: justamente, ocho de cada diez ingresantes son varones. Por eso es importante tratar de hacer que las carreras técnicas dejen de estar masculinizadas”, propone Rabossi.

 

Habilidades ‘blandas’

Según el investigador de la Universidad Di Tella, “otra propuesta que suele funcionar para estimular en forma más adecuada muchos estudios universitarios es hacer más cortas las carreras, ofreciendo títulos intermedios y logrando así que los profesionales salgan de la universidad y se inserten en el mundo laboral más rápidamente”. Luego, “también se puede estimular que regresen en forma intermitente a la universidad para seguir adquiriendo los nuevos conocimientos que vayan necesitando a lo largo de su carrera laboral”, establece el experto. 

Finalmente, Rabossi propone incentivar el estudio de “habilidades blandas”, que son las que permiten manejar mejor los tiempos personales y laborales, ser creativos, entender las bases del liderazgo, saber comunicar en forma eficiente a los pares y, sobre todo, trabajar en equipo. “Los países más avanzados en temas de educación ya han incorporado esta modalidad de habilidades en todas las carreras”.