En los medios

La Gaceta de Tucumán
14/02/21

¿Qué pasa con las PASO?

El profesor del Dpto. de Ciencia Política y Estudios Internacionales opinó sobre el funcionamiento de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), desde su implementación en 2011.

Por Juan Negri

Resultado de imagen de PASO elecciones

Desde su primera utilización en 2011, las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias han estado en el centro de la polémica, sobre todo cada vez que estamos en año electoral. ¿Han servido para democratizar la representación política, mejorar la transparencia y la equidad electoral? Sus críticos suelen enfatizar su alto costo en una elección que parece innecesaria, dado que en general los partidos no ofrecen competencias reales. La ciudadanía, en general, tiene la sensación de que está obligada a votar en una especie de encuesta obligatoria que, además, cuesta muy cara. 

El contexto en el cual se sancionaron es importante. Luego de la derrota legislativa del kirchnerismo a manos de una coalición de peronistas disidentes y la proliferación de candidaturas testimoniales, el oficialismo se percató de que era imperioso evitar esas facciones para esquivar una derrota en 2011. La reforma propuesta incluyó las PASO para generar incentivos a competir internamente para que, luego, el día de la elección, jugaran todos juntos. Esta marca coyuntural también es muchas veces motivo de críticas: para varios analistas las PASO son una herramienta que sirve para mejorar las ventajas de los oficialismos y son menos útiles para otros de sus objetivos declamados. 

Sin embargo, hay argumentos en favor de ellas. Sus defensores señalan que, en primer lugar, las PASO son utilizadas mucho más de lo que se cree. 

En efecto, las PASO son bastante utilizadas por las agrupaciones políticas para definir candidaturas. De hecho, en las elecciones de 2019 en 17 de las 24 provincias hubo competencia en alguna categoría legislativa. En las elecciones de 2019, Juntos por el Cambio presentó disputas primarias en 13 de los 24 distritos. El peronismo presentó primarias competitivas solamente en tres distritos en 2015, pero lo hizo en 13 en 2017 y en siete en 2019. De este modo, se ve que hubo disputa interna en varias instancias provinciales.

En segundo lugar, las PASO ordenaron la oferta electoral. Desde su creación, la cantidad de listas en las elecciones legislativas viene bajando. Esto implica que la fragmentación del sistema partidario va disminuyendo. Eso es importante porque una oferta electoral “ordenada” es más sencilla para el elector; clarifica las opciones disponibles y evita la proliferación de partidos insignificantes, además de racionalizar los recursos públicos evitando gastar dinero en agrupaciones políticas sin impacto real. En otras palabras, las PASO han servido para “limpiar” el cuarto oscuro. 

La reducción de la oferta ocurrió porque la reforma electoral de las PASO incluyó un piso mínimo de 1,5% de los votos válidos emitidos necesarios para competir. Esto tuvo un efecto inmediato: algunas agrupaciones pequeñas, pero con bastante recorrido, como el partido Demócrata Cristiano o el partido Humanista, perdieron la personería jurídica en varios distritos. Pero, además, las PASO lograron consolidar coaliciones electorales que, de no haber existido la herramienta, tal vez no se hubiesen unido. El caso emblemático es el Frente de Izquierda de los Trabajadores. Las PASO proveyeron los incentivos para que la tradicional fragmentación trotskista (donde había muchas veces dos o tres partidos de la misma ideología debilitándose entre ellos) desapareciera. Así, las PASO brindaron la oportunidad para definir reglas de convivencia y dirimir los espacios de poder al interior de los partidos, ayudando a la creación de coaliciones políticas más estables. 

Esto nos lleva a un posible tercer argumento en favor de las PASO: sus efectos “invisibles”. Es una contienda que puede funcionar como incentivo para que los dirigentes consensúen candidaturas antes de las primarias. Así, no hay competencia el día de la elección, pero el instrumento jugó un rol en las sombras para evitar la fragmentación electoral. 

Por último, también se puede defender a las PASO con el argumento de que, si no suman, tal vez no resten. Efectivamente, las PASO ofrecen una posibilidad. Brindan reglas para competir. Si los partidos deciden no utilizarlas no quiere decir que haya que abolirlas. Y eso también corre para los electores: los votantes tenemos la posibilidad de elegir dos veces. Y eso en sí es una ventaja. Y de hecho los votantes las hemos usado de manera estratégica y decidimos el voto en la elección general de acuerdo a la información que brindaron las PASO. Por ejemplo, en 2011 los votantes opositores al kirchnerismo luego de las PASO vieron que la candidatura de Binner era más sólida que la de Alfonsín para enfrentar a Cristina Fernández. Luego de las primarias los votos se traspasaron hacia el candidato santafesino. Lo mismo ocurrió en 2015, cuando los votantes se consolidaron detrás de la candidatura de Mauricio Macri para derrotar al kirchnerismo.

Dicho esto, las PASO han estado lejos de cumplir su rol y son muy perfectibles. Si bien es cierto que han sido utilizadas, en general la competencia real es muy baja. En otras palabras, a veces hay competencia en las PASO, pero en muchos casos son competencias muy desiguales, donde una lista obtiene el 85% de los votos y la segunda tan sólo el 15%. En otras palabras, hubo competencia pero esta es prácticamente testimonial. Por otra parte, la reducción de la oferta, si bien es positiva, podría haberse logrado sin necesidad de una primaria obligatoria. 

Asimismo, más allá del costo que supongan, vale la pena preguntarse si tiene sentido obligar a los votantes a concurrir a primarias cuando no hay competencia. En 2019, por ejemplo, todas las agrupaciones que compitieron por la elección presidencial no presentaron competencia en la primaria. No parece haber mucha lógica en obligar a los votantes a participar en ese ritual. En 2019, además, mostraron cómo jugaron en contra de la dinámica política: como resultado de las PASO, desde agosto hasta diciembre hubo un gobierno que no pudo gobernar más. 

En definitiva, toda regla política tiene ventajas y desventajas. No creo que sea conveniente reformar las reglas de juego en un año electoral, pero sí considero que es necesario plantearse, a diez años de su implementación, la utilidad de las primarias. Aunque han exhibido ventajas, no me parece que justifiquen el peso de tener que organizar una primaria obligatoria.