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El Día Online (La Plata)
9/11/20

Las carreras tradicionales concentran más de la mitad de los ingresantes

Marcelo Rabossi, profesor del Área de Educación de la Escuela de Gobierno, explicó por qué las carreras universitarias tradicionales concentran en la Argentina a más de la mitad de los ingresantes.

Las carreras tradicionales concentran más de la mitad de los ingresantes

En un mundo cada vez más líquido, acelerado y cambiante, con nuevas áreas de estudio en boga y una oferta académica que en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) supera las 120 carreras, son las disciplinas tradicionales las que siguen despertando el interés de la gran mayoría de ingresantes. Pero, ¿por qué?

Camila Coria (19), que es de San Miguel del Monte y el año pasado empezó a cursar la licenciatura y el profesorado en Psicología, destaca al menos tres razones que contribuyen al sostenido crecimiento de estudiantes en la facultad de El Dique: el carácter “multidisciplinario” de la profesión -“te permite trabajar donde se te ocurra”-; la relevancia que en la opinión pública ha adquirido la salud mental y la “curiosidad” que ella despierta; como así también que la Psicología sea una asignatura dentro de la currícula escolar. “Esto, que quizá no pasa con otras carreras, ayuda muchísimo”, dice la joven, que “siempre” se interesó por los misterios de la mente humana, pero confirmó su elección al conocer la materia, en el 4º año del Secundario.

Para Milagros Suárez (18), de Cañuelas y que este año ingresó a Ingeniería Civil movilizada por las opciones laborales que ofrece la construcción, la suya es “una gran profesión, pero está infravalorada”. A esto, suma el factor dificultad con el que generalmente se asocia a las carreras que se dictan en 1 y 47, mientras resalta que -aún siendo minoría- cada año se anotan más mujeres: “En el curso de ingreso me sorprendió la cantidad de compañeras que tenía”, ilustra.

¿Por qué tantos alumnos en determinadas áreas de estudio y tan pocos en otras? Interés personal, salida laboral y desinformación -no se puede elegir lo que no se conoce- son algunos de los elementos que anotan los especialistas a la hora de analizar el fenómeno por el que solo seis facultades concentran a más de la mitad de los ingresantes.

Y es que, aunque la oferta académica de la UNLP llega a las 121 carreras, son unas pocas las que atraen la atención estudiantil. En 2013, Psicología, Medicina, Derecho, Económicas, Periodismo y Arquitectura reunían al 42,95 por ciento del total de inscriptos. En 2017, las mismas disciplinas fueron las preferidas entre el 46,25 por ciento del total. Mientras que este año, ese pequeño universo de unidades académicas se quedó con el 53,9 por ciento de los 33.428 nuevos alumnos, un porcentaje impulsado en mayor medida por el aluvión de Medicina, de la que también dependen las licenciaturas y tecnicaturas de la ex Escuela Universitaria de Recursos Humanos (Eurhes) y que a fines de 2015 quitó el examen de ingreso eliminatorio. 

Victoria de Ortúzar, que es psicóloga y está al frente del Centro de Orientación Vocacional de la UNLP, se asoma al asunto con respuestas como hendijas, sin sentencias, pero con algunas hipótesis, entre las que subraya la influencia que tiene el “el fuerte poder de la desinformación”. Por lo general, resalta, lo que más se conoce es lo tradicional y en esa familiaridad los alumnos se decantan por lo que, suponen, les dará cierta garantía de futuro laboral. Pero, ojo, el desconocimiento puede derivar en el desencanto y posterior desgranamiento. Por eso, propone “trabajar en una política pública de construcción vocacional desde la infancia y a lo largo de toda la escolaridad”, lo que permitiría “desarmar imaginarios y abrir más el campo de conocimiento de los jóvenes”. 

Lo que ocurre en la Universidad platense es un reflejo de lo que sucede a nivel nacional. Por lo que, al igual que De Ortúzar, Marcelo Rabossi -doctor en Educación y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella- apunta a una agresiva acción estatal para quebrar mitos y creencias atávicas como “la supuesta dificultad” de ciertas disciplinas o la división por género, que suele asociar a la psicología o la docencia con las mujeres y a la ingeniería con los hombres. 

Rabossi coincide en que la falta de información impacta en la elección de los estudiantes, pero agrega además la influencia del mercado laboral y “las modas”. Lo que, según interpreta, se cristaliza en Informática, que, sin ser la más elegida, este año recibió a más de 1.400 ingresantes (un 26 por ciento más que el año anterior), divididos en sus cinco carreras. “Es un ejemplo producto de la demanda, la que se traduce en buenos salarios para los jóvenes. Porque, más allá de la fascinación que pueda crear en un adolescente elegir una carrera de este tipo, la salida laboral tiene su peso”, explica Rabossi.

Otro dato a atender es el récord de aspirantes a Ingeniería, donde, en parte gracias al trabajo denodado de sus autoridades (que recorren con su oferta las secundarias de la Región), este 2020 se anotaron 1.800 ingresantes entre sus 12 carreras, una suma que, no obstante, equivale al 60 por ciento de quienes han apostado por Psicología.

Llama la atención -acota el profesor de la Torcuato Di Tella- que, a nivel nacional, “por cada Licenciado en Informática se gradúe 1,6 psicólogos. O que cada año, por cada ingeniero se reciban más de 3 abogados”. Con una paradoja: “La demanda de especialistas en sistemas e ingenieros, sobre todo en informática y telecomunicaciones, es mayor que la oferta”. 

Las preocupaciones por la inserción laboral y el futuro de las carreras a estudiar son recurrentes entre los ingresantes, apostilla De Ortúzar, aunque, producto de la pandemia, observa cierta desorientación entre quienes la semana pasada empezaron a inscribirse con miras al ciclo académico 2021. 

El Centro de Orientación Vocacional de la UNLP trabaja desde hace más de 20 años junto a docentes y alumnos de escuelas secundarias, un contacto que este año se ha mantenido en forma virtual con una escasa participación de jóvenes: “No están especialmente vinculados, las maestras con las que trabajamos nos dicen que no han podido sostener la conexión con sus estudiantes y, en general, con las clases presenciales suspendidas muchos no saben cuándo egresarán”, se inquieta la coordinadora, que también reconoce similares dificultades en la regularidad universitaria, sobre todo para aquellos que empezaron a transitar la vida académica en coincidencia con la virtualidad que impuso la pandemia, “muchos, sin tener explicaciones del profesor”. 

NUEVAS LÓGICAS LABORALES 

¿Cómo impactará el atípico contexto actual en las decisiones de los nuevos ingresantes? Y, en ese sentido, ¿se pueden pensar hoy en las carreras del futuro? 

Para De Ortúzar es inevitable que, tras la crisis actual, se reinventen las lógicas laborales, a la vez que barrunta que las preguntas del mundo “las vamos a responder desde diferentes disciplinas” y que “todos vamos a hacer falta: los que desde carreras tecnológicas y científicas aportan a la producción del país, la docencia y la medicina en tanto profesiones esenciales, pero también el arte, que nos ha rescatado en este tiempo de encierro”, enumera. Si habrá lugar y óptimas condiciones laborales para todos es una incógnita contrafáctica.

Lo cierto es que hoy hay carreras en las que la demanda laboral es menor a la oferta de graduados. Para Rabossi, esto se da, en general, en Artes (entre sus 19 carreras, este año recibió a 3.629 ingresantes), Humanidades (se anotaron 3.950 nuevos estudiantes, pero divididos entre sus 26 carreras), Periodismo y Medicina. Distingue que abogados y psicólogas -“el 80 por ciento de graduadas son mujeres”, aclara el investigador-, al tratarse de profesiones liberales, pueden abrir su propio estudio e insertarse en el mercado laboral con el conocimiento específico adquirido. 

Sin embargo, polemiza Rabossi, esa inserción “posiblemente no sea tan eficiente desde el punto de vista de valor agregado para la economía”, lo que lo lleva a plantear que, “si es el Estado el que paga la carrera de un profesional, debieran anteponerse las necesidades sociales a las preferencias individuales de la persona”.

En un plano similar, cree el catedrático que un mayor número de abogados y psicólogos, a costa de menos ingenieros e informáticos, configura un problema que, de no solucionarse en el mediano plazo, “le pondría un límite al crecimiento del país”. Para él, “las políticas de Estado deberían estimular la inversión en áreas estratégicas, para que un potencial aumento de graduados en ciencias exactas, naturales y aplicadas, se inserten en un mercado laboral que requiera sus competencias”.

De lo contrario, si la demanda no acompaña a la oferta, sucederá lo que hoy con millares de jóvenes en tantas profesiones: “Permanecerán, en el mejor de los casos, sub-empleados, sin poder hacer uso de la totalidad de los conocimientos específicos adquiridos”, remata Rabossi.