En los medios

El Cronista
28/06/18

Quién dijo que todo está perdido

Mariano Narodowski, profesor del Área de Educación de la Escuela de Gobierno de la UTDT, fue entrevistado sobre el sistema educativo contemporáneo y los principales desafíos educativos de la Argentina. "¿El gran desafío? Que los argentinos vuelvan a aspirar a la escuela pública: tiene que volver a ser una institución atractiva para las clases medias", opinó Narodowski.

Por Déborah de Urieta
"Sabemos que algo anda mal si la gente paga por lo que tiene gratis", dice Mariano Narodowski al hablar sobre educación en la Argentina. A tal punto es ese algo "anda mal" que, para el especialista en la materia, la educación nacional se encuentra "colapsada", paralizada, empantanada. "Y colapsa porque no hay una masa crítica en la sociedad, y particularmente en la clase dirigente, que sea capaz de generar ese proyecto", dice el doctor en Educación, al tiempo que alerta: "En la medida que eso ocurra, va a seguir paralizada".



De todas formas, el autor de una veintena de libros se encarga de aclarar que el deterioro de la educación -que, estima, se inició hace medio siglo- no debe ser sacado de contexto: forma parte de un deterioro de la sociedad en general. "Porque, si no, pareciera que la sociedad funciona muy bien y el único problema que tenemos son las escuelas de baja calidad. Hay un problema en la calidad institucional, de los procesos productivos, con la calidad de las relaciones interpersonales, con el respeto a los contratos, formales e informales", enumera.

Al mismo tiempo, se encarga de señalar que ese deterioro se ve plasmado en el proceso de segregación socioeconómico del sistema educativo, en la incapacidad que tiene la educación pública de hacerse cargo de las nuevas demandas de la cultura, la sociedad y el desarrollo económico. "No veo que haya una causa única y final. Son distintos gobiernos y distintas situaciones", advierte, para luego señalar: "Por eso es tan importante un liderazgo fuerte para cambiar ese rumbo. No es algo que se pueda conseguir solo con una cuestión técnica, sino que hace falta un liderazgo político muy potente. Ya que ni la clase política ni la sociedad están interesadas en el tema, hace falta algún grupo dirigente que tenga capacidad de visualizar el mediano y largo plazo".

¿El gran desafío? Que los argentinos vuelvan a aspirar a la escuela pública: tiene que volver a ser una institución atractiva para las clases medias. Y, para que eso ocurra, dice Narodowski, hay que renovarla. "Es decir, hacer una escuela pública diferente, con más autonomía, con más capacidad de decisión, por parte de los docentes, más responsables de lo que educan, más abierta a la comunidad, con capacidad de generar su propio equipo de trabajo.
En fin, una cantidad de cuestiones que hacen que la escuela vuelva a ser interesante para las clases medias, y que las clases medias vuelvan a la escuela pública", enumera.

La gran política exitosa

La política educativa más exitosa de las últimas décadas fue, para Narodowski -pese a que nadie se la arroga-, el proceso de privatización de la educación. "El efecto de la falta de interés y de estrategia de las clases dirigentes generó que las clases medias con capacidad de pagar educación privada salgan de la escuela pública, como forma de salvarse a sí mismas. La privatización de la educación es un efecto, por un lado, de la degradación de la escuela pública y, por el otro, de esa falta de interés, que es notoria, y que frente a eso los sectores con capacidad y recursos buscan una solución individual", dice. Y da su opinión al respecto: "No es una solución, porque el sector privado en la Argentina tampoco tiene un comportamiento de alta calidad o de excelencia".

Esta política, tan "exitosa", no se le "escapó" a ningún gobierno, de ningún signo político. Y llegó a todas las provincias. A unas más tarde que a otras, pero a todas. Es por eso que define a ese proceso como un "fenómeno nacional y transversal a todos los partidos políticos".

¿A qué responde? Narodowski se lo atribuye a varios factores, y no solo a los paros, por una simple razón: los datos muestran que la privatización aumenta aunque no los haya. Y apela a otras explicaciones: "Hay procesos de autosegregación de la gente que quiere educarse con 'gente como uno'.

Hay procesos aspiracionales: Yo quiero que vaya a tal escuela porque quiero que sean así mis hijos'".
¿Y los sindicatos docentes? "Son parte del problema, obviamente", responde, aunque aclara: "Como lo somos muchos otros sectores y personas, en distinta medida. El problema es que los sindicatos docentes hacen de sindicatos docentes y son bastante parecidos en todo el mundo".

En este sentido, agrega: "Nosotros elegimos a funcionarios para que resuelvan nuestros problemas, no lo elegimos a Baradel. O sea, elegimos gobernantes que tienen que resolver esos problemas, inclusive enfrentando a quienes tengan que enfrentar o entrando en conflicto con quienes tengan conflicto.

Ahí hay un conflicto que está muy claro: el sindicato docente representa los intereses sectoriales de los docentes, que aveces entran en conflicto con los intereses generales de la sociedad o de sus propios alumnos. Aveces no y a veces sí. Bueno, el Estado está para laudar y para representar el interés general de la sociedad. Eso es algo que Baradel no puede hacer".

Atrapados sin salida

"En términos de datos, es decir, de rendimiento en pruebas estandarizadas, el promedio de las escuelas privadas, respecto del de las públicas, corregido por nivel socioeconómico -que es lo que corresponde hacer- es levemente favorable a las escuelas privadas", señala Narodowski, aunque automáticamente añade la siguiente aclaración: "Eso no quiere decir que todas las escuelas privadas sean levemente favorables a todas las escuelas públicas. Hay de todo, no se puede generalizar. Y la diferencia entre unas y otras no es muy significativa, es una diferencia mínima''.

De todas formas, Narodowski puntualiza ciertas ventajas que tiene una escuela privada frente a una pública: las segundas son víctimas de la burocracia, mientras que las primeras tienen una mayor autonomía. "Las escuelas públicas son terminales burocráticas de una estructura jerárquica y, encima, que no funcionam bien, porque ni siquiera es que funciona bien. Entonces, es el peor de los mundos. Por un lado, sos una terminal burocrática, pero, por el otro, los que te tienen que mandar las órdenes, te mandan órdenes confusas o no te mandan nada", analiza.

Es por ello que hace el siguiente planteo: "Creo que las escuelas públicas tienen que pasar a ser unidades de decisión, sobre todo, en términos pedagógicos, administrativos, en la posibilidad de generar un equipo de trabajo. No puede ser que una directora de escuela pública sea directora sin antes haber pisado esa escuela. Es muy difícil que algo salga bien en ese contexto".

Una cosa que plantea Narodowski es que la clase media intenta "salvarse" -más bien, cree salvarse- del deterioro que padece la educación enviando a sus hijos a colegios privados. Y, para él, no es tan sencillo: "La escuela pública aporta un elemento central, que es la posibilidad de cohesión social, de vivir con otros, de aprender con otros.
Eso no solo en términos de valores sino que, en términos cognitivos, beneficia a todos los sectores ".

"Por ahí-continúa-, a los más pobres los beneficia más en términos cognitivos, pero beneficia a todos. Esa capacidad de ponerse en el lugar del otro es muy importante para aprender. Entonces, esta lógica de guetificación, de autosegregación que se está generando, tampoco es favorable para los sectores medios. Es un recurso que tienen los sectores medios y medios altos para poder escaparse, para poder salir de la situación por la que atraviesan".
Ahora bien, ante este proceso de privatización, hay ganadores y perdedores.

Y, en la mirada del autor de El colapso de la educación pública, se posicionan de la siguiente manera: "Ganador, me parece que son los gobiernos, que tienen más recursos para educar, porque una parte se paga su propia educación. Aunque haya subsidios a la educación privada, el peso sigue estando en el sector privado". Otro ganador son los sindicatos docentes, porque quedan como los únicos actores en pie en el debate público. "Porque no hay otro", advierte. En la categoría de "presuntos ganadores", en cambio, coloca a los padres que mandan a sus hijos a escuelas privadas: "Creen que obtienen una mejor educación -yo no soy nadie para meterme en su decisión-, pero creo que es una decisión equivocada".

"Creo que son la mayoría de los alumnos, que se pierden de una experiencia de aprendizaje recíproco, de aprender con los demás", considera al hablar de los perdedores. Y, por último, señala: "Me parece que también pierde la Argentina, en términos de la posibilidad de un proyecto de desarrollo socioeconómico, en la medida que no se está pensando en eso".

Un financiamiento desigual

"No sabemos cuánto cuesta la educación de calidad en la Argentina. Como no sabemos qué educación queremos, tampoco sabemos cuánto cuesta", advierte Narodowski, al tiempo que agrega: "El 6 por ciento del PBI [N.d.R : como está estableado por ley] es una medida genérica de los organismos internacionales. Aparte, el PBI de la Argentina, per cápita, es mucho más bajo que el de los países desarrollados, así que ese 6 por ciento también es más bajo".

De todas formas, el investigador hace la siguiente aclaración: "El aumento de los recursos tiene que estar vinculado a algunas metas cumplibles, cosa que no pasó con la Ley de Financiamiento Educativo, que no se cumplieron. En segundo lugar, tiene que haber responsabilidad por los resultados, desde los gobiernos hasta el nivel de cada docente. Todos tenemos que ser responsables de la parte que nos toca, y evaluarlo correctamente. Esa es la única forma de asignar recursos de una manera razonable".

Otro problema es el financiamiento. "En la Argentina, es muy desigual, porque, como nuestro sistema educativo es federal, desde la constitución de 1853, cada provincia se maneja, centralmente, con sus propios recursos. Reciben algunos recursos del Gobierno nacional, pero es centralmente con sus recursos. Por eso, el gasto por alumno de Formosa o de Jujuy es siete u ocho veces inferior al gasto por alumno de la Ciudad de Buenos Aires. Yeso, realmente, no tiene ninguna justificación", explica. Y se pregunta: "¿Por qué por nacer en Formosa vas a merecer menos recursos que por nacer en Capital Federal?"

Una educación acorde a la economía

"Ahora bien, si el modelo de desarrollo económico argentino es este, es decir, básicamente extractivo vinculado al polo tecnológico agrícola-ni siquiera agropecuario, agrícola-y con la genem ración de renta agropecuaria para sostener al Estado, generando una cultura política rentista, bueno, la educación que tenemos es bastante razonable", reflexiona el exministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.

"Es cierto que hay algunos sectores más de punta, que necesitan recursos humanos y que no los tienen, pero hay ámbitos para formarse, como Data House, gente que se va a estudiar afuera, o algunas universidades como esta [Universidad Torcuato Di Tella] que son más dinámicas", continúa. Y se explaya: "Si el modelo de desarrollo económico sigue siendo este que tenemos, tampoco hace falta un gran cambio educativo, porque la educación no genera desarrollo económico. Vos podés generar muchos graduados del más alto nivel, que van a terminar ejerciendo en otro país, porque no habrá oportunidades acá". En otras palabras, que se genere un mayor volumen de recursos humanos no implica que aumente su demanda. En este contexto, trae a colación al economista Pablo Gerchunoff, quien, en palabras de Narodowski, plantea: "El problema de la Argentina es cómo se constituye en un polo exportador y cómo encuentra un perfil exportador para su economía".

"Eso no lo sabemos, no lo tenemos. Y para eso, hace falta un determinado perfil de capital humano que hoy es una enorme incógnita", aclara, para concluir: "Hay pocos desarrollos de punta, en el sentido de que haya nichos de innovación muy potentes con gran capacidad exportadora. En estos últimos 20 años hubo muy poco de eso".

Un marco de igualdad

Pese a esta radiografía desoladora, para el especialista en Educación, en algunos sectores, aun hoy, la educación sigue siendo un generador de igualdad social.

"Cuanto más bajo es el nivel de ingresos de la población, más posibilidad de movilidad social seguramente va a tener.
Todavía, en algunos sectores muy empobrecidos, la educación sigue siendo una herramienta de movilidad social ascendente y de igualación. El problema es que esos sectores son cada vez menos, en la medida que van incorporándose al sistema educativo y van avanzando, ellos o sus hijos, cada vez el nivel de posibilidad es menor".

Aquí, Narodowski se despega de la afirmación que hizo la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, hace unos días, cuando dijo que "nadie que nace pobre en la Argentina llega a la universidad". Según el especialista, el 25 por ciento del quintil de ingresos más bajos, en edad que le corresponde ir a un terciario o universitario, hoy, lo hace. Y asegura que ese porcentaje es el segundo más elevado de América latina; solo Chile tiene una tasa superior. "Es un porcentaje muy alto, y a mí me parece que está muy bien. Yo creo que el argentino es un pueblo con mucha demanda educativa, que cada vez quiere más. En otros países de América Latina, que pongas una escuela al lado de la villa no significa que vayas a tener alumnos. Acá sí. Siempre se llenan".

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