Para Mora y Araujo, hay que vincular más la Universidad con la sociedad

Consultor político y encuestador, el sociólogo Manuel Mora y Araujo es rector de la Universidad Torcuato Di Tella. A los 61 años, el analista tiene a su cargo una gestión de cuatro años en la cual buscará “reforzar los vínculos de la universidad con la sociedad mediante actividades de investigación y discusión de temas de la realidad del país”. Fue uno de los miembros fundadores de la UTDT en 1991 y desde entonces es miembro de la Comisión Directiva. Hoy la universidad dicta siete carreras de grado y 20 postgrados. En una entrevista con Cronista.com, el consultor habló de los proyectos de su nueva gestión, de las deficiencias y desafíos de la educación superior argentina. Se esperanzó en “tener los recursos para terminar la mudanza al nuevo edificio en el antiguo predio de Obras Sanitarias, en Figueroa Alcorta y La Pampa, donde se está construyendo el campus universitario”. Al momento funcionan allí sólo cuatro departamentos: economía, negocios, arquitectura y arte.

—¿Cuál es su proyecto como rector de la universidad?
— Mi proyecto comprende tres ejes principales. El primero es sostener lo que ya existe porque estamos muy satisfechos. Lo que tenemos es chiquito pero responde a los estándares de excelencia y calidad. Lo segundo es crecer, con las mismas pautas pero crecer más. Y por último incrementar los vínculos que tiene la universidad con la sociedad argentina. La investigación hoy está más vinculada a lo académico que a la sociedad. Es una gravísima tendencia.

—¿Y su receta para lograr achicar esa brecha?
— La idea es hacer investigación aplicada. Ya empezamos con cursos de extensión regulares. Asisten personas que no pueden anotarse a un postgrado porque no tienen título. Tiene una demanda fantástica. Por otro lado existe la idea de abrir distintos centros como de energía, salud, educación, etc., para quienes demandan estudios e investigación.

— ¿Con el Gobierno se observa la misma tendencia a la falta de vínculo?
— Sí, también hay déficit en ese sentido. Lamentablemente se hace poco uso de las capacidades que tienen las universidades de analizar y dar sugerencias en las decisiones de gobierno. Y lo mismo ocurre con el sector empresarial.

— ¿Y entre las universidades hay cooperación?
— Sí, pero hace falta una estrategia de cooperación para no duplicar esfuerzos ya que es costoso y no tiene sentido.

— ¿Y cómo sería su solución, entonces?
— Puede ser a través de programas conjuntos o que los estudiantes puedan cursar materias en dos establecimientos como existe en muchos países.

— Sin ir tan lejos, como existe hoy en la Argentina con universidades internacionales.
— Claro, pero lo paradójico es que en el país no pasa a nivel local. Acá vienen estudiantes por ejemplo de universidades de Nueva York porque hay convenio pero no lo hay con un estudiante de una universidad de Tucumán por ejemplo.

— ¿Tiene cubierto la UTDT el cupo de alumnos?
— Para estar en equilibrio necesitaríamos un poco más. Hoy tenemos entre grado y postgrado cerca de 3.000 alumnos.

— ¿A qué se debe la falta de alumnos, pese a ser vista una de las mejores universidades del país?
— No existe un ranking ni ningún tipo de evaluación pública pero por la gente está catalogada entre las mejores, que no es poca cosa. Pero la verdad es que somos caros. Y sumado a que es muy exigente, la posibilidad de tener más alumnos es limitada. Incluso faltándonos cupos no admitimos a uno con nota más baja. Mi meta es que sea una universidad muy buena para los alumnos muy buenos y no para los estudiantes más ricos.

— ¿Cuál es la principal falencia de las universidades argentinas?
— Que hay demasiadas universidades y una propensión a seguir creando que no me parece buena porque la tendencia es a bajar el nivel. Tenemos un conjunto de universidades muy buenas pero al mismo tiempo hay cada vez más y muy malas.

—¿Y por qué considera que existe demanda para ese tipo de universidades?
— Por un lado es la falta de conocimiento, el padre anota al chico y desconoce si es mala o buena. Y por el otro lado por la triste realidad que hay más interés por el título que por aprender y estudiar.