Di Tella en los medios
El Cronista Digital
27/10/8

Inversión segura: Los posgrados cotizan alto

La recesión económica que seguramente seguirá a la debacle financiera internacional parece tener un eximido: los posgrados. Tal como sucedió en la crisis del 2002, los expertos aseguran que muchos aprovecharán estos momentos de recesión para capacitarse y poder estar preparados para un competitivo mercado laboral. ¿El gran cambio? Serán cada vez más los propios estudiantes los que financiarán sus másters.

La tendencia por la cual la oferta de posgrados a escala local se viene incrementando en alternativas y alineamiento internacional no parece correr riesgos, más allá de la gradual disminución del financiamiento de las empresas hacia los cursos que realizan sus ejecutivos y de las posibles consecuencias que traiga la crisis financiera en los presupuestos de compañías y particulares. En todo caso, desde las universidades aseguran que los coletazos del actual declive económico podrían manifestarse en una profundización de los cursos in company, que desde hace un par de años vienen creciendo sistemáticamente, y también -curiosamente- en una mayor demanda por parte de algunos profesionales que autofinancian estos estudios, a sabiendas de que todo momento de zozobra abre asimismo oportunidades para quienes estén mejor posicionados en la carrera de la actualización. Y pese a las apariencias, desde las casas de estudio confirman que no vislumbran un desaceleramiento de las consultas en las especializaciones en el rubro de finanzas, aunque sí prevén ciertos ajustes en los contenidos en función del panorama internacional.

Si se habla del nivel fronteras adentro, y si bien un posgrado en el exterior es y será un diferencial en la competencia de ocupar cargos gerenciales o directivos, la brecha con las ofertas académicas que ganan la escena en el exterior viene recortándose, con el agregado de muchos ejecutivos de la región que eligen alguna alternativa local para perfeccionar curriculum y desarrollo de carrera. Esta oferta, vale decirlo, se encuentra actualmente diversificada y abierta a preferencias y diferentes presupuestos, lejos de los tiempos no tan remotos en los que el abanico de cursar maestrías quedaba reducido a escasas instituciones. En general, se calcula que en todo el país hay más de 50.000 alumnos cursando estudios posteriores a los de grado, si bien no hay cifras puntuales acerca del porcentaje de ellos que proviene del mundo corporativo. Como es ya clásico, las especializaciones en negocios y finanzas son las que acaparan más adeptos, más aún en el mundo ejecutivo. Y tras la crisis de 2001, la demanda no ha dejado de crecer, si bien según los casos ha virado hacia las capacitaciones in house, que les permiten a las corporaciones no sólo disminuir la inversión negociando directamente con la universidad, sino también profundizar el entrenamiento personalizado de determinados mandos. Fuera de este segmento, quienes encaran un curso por iniciativa personal lo toman como una inversión a mediano y largo plazo, sumado al buen concepto que genera en todo empleador que un empleado apueste a su carrera y agregue el paso por las aulas a la labor diaria.

“Este es un momento muy especial, pero muchas veces las épocas de crisis producen el efecto contrario, tal como sucedió en 2002 y 2003 que fueron los mejores años en cuanto a demanda, ya que el razonamiento de mucha gente en este contexto es capacitarse para no perder terreno ante una oferta laboral que se verá acotada y reservada para los más preparados”, explica Omar Socca, coordinador del Departamento de Estudios de Posgrados de la Universidad de Belgrano.

En aquel momento, inclusive, varios profesionales que se quedaron sin trabajo contrarrestaron la buena nueva con la capacitación vía especializaciones, para mejorar su CV y reinsertarse lo más pronto posible en el mercado organizacional. Socca igualmente recuerda que alguna modificación en el aspecto cambiario (fruto del estallido financiero) sí podría generar alguna consecuencia sustancial en las inscripciones.

Lo que sí se prevé es que algunas compañías aprovechen la crisis económica para intentar negociar acuerdos con los institutos de enseñanza, tal vez pronunciando todavía más la modalidad de capacitación interna, que además trae efectos en lo que es camaradería y técnicas de team bulding, por ejemplo.

“La capacitación in company no sólo les permite a las empresas capacitar a 30 personas con el precio que le cuesta sólo 10 matrículas, sino que lo pueden hacer en función de una rama del negocio que les interese más, es decir a medida de sus propias necesidades. Además, otro de los beneficios asociados tiene que ver con lograr un mayor trabajo en equipo e integración, porque puede ser que internamente personas que se manejan en forma virtual ni se conocen la cara”, agrega Socca.

Claro que esto ha traído consigo una disminución en la demanda de cursos tradicionales, y también en el dinero que ingresa a las instituciones educativas. En este sentido, Carlos Rodríguez, rector de la Universidad del CEMA, añora los tiempos en que “los grandes jugadores corporativos mandaban grupos numerosos de ejecutivos”. “Hoy, los demandantes importantes (bancos, empresas de servicios públicos) desaparecieron”, puntualiza. Rodríguez es bastante más conservador que varios de sus colegas con respecto a las proyecciones de 2009.

“El año que viene es una incógnita, a lo que hay que sumarle un tema que no es menor: en los ‘90 el mercado estaba controlado básicamente por el IAE y por nosotros, que éramos los dos grandes proveedores, pero hacia fines de esa década entraron en en segmento otras universidades. Entonces, en mi opinión no es que el mercado haya crecido sino que se fue diversificando. Hay que tener cuidado al comparar números”, alerta.

De todos modos, dice que este 2008 es el mejor año para el CEMA desde la devaluación y que las consultas por 2009 vienen en ascenso. “Yo estoy francamente sorprendido, porque además de la gente que aprovecha para capacitarse y ganar terreno en tiempo de crisis, no sé si el deterioro de la situación económica hace que los padres quieran educar mejor a sus hijos, por ejemplo. Pero algo sucede con la demanda en tiempos de desaceleración, y de hecho la tradición dice que en los Estados Unidos pasa algo similar”, considera, al tiempo que aclara que los índices están lejos de los niveles de 1995, por ejemplo, cuando “había stock acumulado de postulantes para hacer un MBA”, según Rodríguez. En el caso puntual de esta universidad, hoy en día el 50% de los cursos realizados son financiados por empresas (40% en el caso puntual de finanzas).

Hacia la autofinanciación

Precisamente, en la otra institución histórica a la que hacía referencia Rodríguez también prevén un incremento para las anotaciones durante 2009. “Hoy la gente toma al posgrado como una inversión de medio y largo plazo, y de hecho muchas publicaciones y especialistas coinciden en que si hoy en día no se cursa un MBA, quedás afuera del mercado laboral”, remarca Pablo Murga, director ejecutivo del Executive MBA del IAE Business School-Universidad Austral. El académico menciona que en el IAE tienen una importante demanda tanto del interior como del exterior (sobre todo en el EMA 15, que dura 15 meses y se cursa tres días cada tres semanas), y que en el programa regular de dos años crecieron 10% el año pasado.

“Hoy la gente es muy profesional en lo que es la elección de dónde estudiar y hace una investigación profunda de las escuelas, en las que en el fondo evalúan el prestigio de la institución, algo que se decide a través de ránkings y acreditaciones. Allí estamos muy bien posicionados”, se jacta Murga, que dice que al principio la gente se especializa y cuando empieza a tener gente a cargo necesita un MBA. Y hace su propia cronología del giro que se fue dando hacia la autofinanciación: mientras que hasta 2001, al 50% de los alumnos que cursaban un posgrado en el IAE su compañía empleadora le pagaba todo el programa (con un aproximado 20% cofinanciado y un 30% que se lo pagaba en forma particular), en 2002 el reparto se dio vuelta, con un 50% que se autofinanciaba, 30% que se lo pagaba la organización y el otro 20% cofinanciado. “Y a partir de 2006 viene siendo estimativamente el 50% cofinanciado, un 20% que se lo abona la compañía y un 30% que se cargo de manera individual del costo”, concluye Murga.

Más allá de estos números que hacen puntualmente al IAE pero que sirven de referencia a todo el segmento, los nuevos profesionales son bien conscientes de que un máster pago por la firma en ocasiones no compensa las expectativas de desarrollo personal y de carrera. Ello también explica la marcada tendencia hacia la autofinanciación, teniendo en cuenta que llegar a los sillones más codiciados de gerentes y directores implica no abandonar las aulas probablemente nunca hasta el retiro definitivo.

De hecho, según una encuesta que hizo tiempo atrás Bumeran entre más de 6.000 ejecutivos y 150 gerentes, casi el 75% de los participantes consideró que para ocupar un puesto gerencial es fundamental acreditar carreras de posgrado o maestrías ejecutivas (MBA), algo que reconfirman cada vez que pueden los especialistas en selección de ejecutivos y búsqueda de talentos. “Pero aunque se los paguen ellos, a los ejecutivos les interesa que las compañías aprueben la elección de las temáticas de los cursos, además de que vean que están haciendo un esfuerzo extra-laboral”, añade Socca.

Para Jorge Del Águila, rector de la UADE, “el problema principal de la inversión en capacitación ejecutiva radica en determinar para qué y para quién se hace. Si la capacitación se hace para obtener un mejor ejecutivo para la propia empresa, entonces se debe estar seguro de contar con las oportunidades de progreso para el beneficiario. Lamentablemente, las marchas y contramarchas de la economía argentina han impedido a las empresas mantener una política coherente en materia de inversión en capital humano. Y la consecuencia ha sido una reducción sustancial de la inversión”, desliza. Y sostiene que actualmente se aceptan como razonables ayudas del orden del 50 % del costo de los programas, lo que está en línea con una probabilidad del 50% de que el ejecutivo se vaya después de la capacitación.

Según la visión de Del Águila, no se percibe un cambio de tendencia en la demanda de cursos de posgrado en los últimos tiempos, con inscripciones que se mantienen estables y en buen nivel. Y agrega que en el caso de la UADE no hay especialidades más demandadas, con un lógico (y general a casi todas las instituciones) mayor interés por la Maestría en Dirección de Empresas (MBA), “no obstante lo cual el interés por maestrías de especialización está creciendo año a año”. Recientemente, en la UADE agregaron la posibilidad de cursar un programa para jóvenes que recién comienzan su carrera profesional, que se denomina “MBA Joven Profesional”, y exige un solo año de experiencia laboral.

Por su parte, Ernesto Gore, director del Departamento Académico de Administración de la Universidad de San Andrés, asegura que la demanda general se mantiene muy bien, con aumentos interanuales consecutivos desde la crisis anterior. Según Gore, la UDESA viene complementando la actualización de contenidos con más oportunidades de intercambio internacional, un mayor caudal de actividades prácticas en las aulas (simulaciones, talleres, trabajos prácticos) y la intensificación de la presencia de empresarios en el aula con sus testimonios y experiencias.

“Tanto en el MBA como en la Maestría en Finanzas la perspectiva es buena más allá del contexto actual, y si bien por ahora las señales son alentadoras hay que ir con cautela, ya que la volatilidad es muy grande. Las crisis se dan en ventanas temporales relativamente cortas y requieren otra forma de hacer las cosas, pero existen formas de abordarlas”, explica Gore, y manifiesta que aunque es temprano para hacer pronósticos, ya se percibe un interés más temprano -en el proceso de admisión- por parte de las empresas en costear los estudios de sus empleados.

“De todas maneras, si se compara con otros países, en la Argentina nunca fue muy marcada la asistencia de las empresas. No parece haber formado parte importante de nuestra cultura que las empresas inviertan en la formación de sus talentos. Los principales MBA de la Argentina no tienen más de 30% de sus alumnos con algún tipo de asistencia económica de sus empresas”, rememora, si bien aclara que aquellas firmas que usualmente han tenido políticas de formación de sus mandos medios siguen solventando los costos de los programas, al menos en lo referido a MBA.

El encanto del MBA doméstico

Una de las características que se ha acentuado en el último tiempo en lo que es el mercado de posgrados, tiene que ver con el cada vez más pronunciado alineamiento de los cursos ofrecidos internamente con los que se dictan en otras latitudes. Hoy ya no es necesario irse a estudiar al extranjero, dado que la oferta nativa actual es amplia y de cada vez mejor calidad, al menos según autoproclaman desde las universidades.

Hay que sumar a ellos menores costos locales, la posibilidad de seguir desarrollando las funciones habituales sin dedicación full-time y un costado no menos importante en virtud de incrementar sobremanera el portafolio de contactos (que además genera el visto bueno de las corporaciones). “Para los alumnos locales hay una clara ventaja en los costos, tanto en matriculas como en manutención, además de que los programas son part-time, con lo cual el estudiante puede seguir trabajando mientras cursa”, apunta Gore.

Luis Vergani, director de la Escuela de Posgrado del ITBA, cree que “cursar en el exterior tiene la ventaja de la experiencia intercultural, pero es muy oneroso. No solamente por el costo de la matrícula y los gastos vinculados, sino porque implica dejar de trabajar por más de un año”. Una de las vueltas de tuerca habituales de las universidades para internacionalizar sus cursos pasa por promover cursos binacionales, que contemplan acuerdos con entidades de educación superior de otros países, en algunos casos con cursadas obligatorias en otra geografía, en general de carácter intensivo y no muy extensa duración.

Volviendo al ITBA, y en sintonía con sus colegas, Vergani asegura que entre su alumnado son más los interesados que se acercan por su propia iniciativa que los que vienen de la mano de las empresas. “Ello no quiere decir que las firmas no sigan invirtiendo en captación, formación y retención de talentos, pero los profesionales tienen muy en claro que su plan de desarrollo es de su incumbencia personal”, concluye. En tanto, Karina Chrempacz, directora de Admisiones de Posgrado de la Universidad Torcuato Di Tella, pone el foco en el creciente volumen de estudiantes de la región que eligen a la Argentina para seguir capacitándose. “Hoy el país tiene un muy buen nivel académico, comparable al de muchas universidades del exterior, lo que a la vez se refleja en los varios convenios que existen con otras instituciones reconocidas del extranjero. Tanto es así que hay muchos estudiantes de afuera que vienen a estudiar aquí mas allá de la conveniencia económica. Por eso, es una gran ventaja comparativa tener convenios de intercambio, dado que hoy en día realizar un posgrado fuera del país es muy costoso”, explica Chrempacz, en referencia también al valor agregado que implica para un estudiante realizar un intercambio por cierto tiempo y al costo académico local, al tiempo que enumera los seis nuevos posgrados que la Torcuato Di Tella sumará el año venidero (las maestrías en Derecho Tributario, Derecho Penal, Econometría, Políticas Educativas, y la Maestría y Doctorado en Ciencia Política).

De todos modos, bien vale diferenciar que el creciente nivel académico de los cursos dictados en el país no quita el importante antecedente que implica cursar un MBA en una escuela de negocios del exterior, siempre vigente. Rodríguez, de la UCEMA, resume la cuestión: “No me cabe ninguna duda de que todas las universidades de afuera son mejores que las nuestras, al menos en el sentido de que tienen más plata y pueden contratar profesores full-time. Eso no se discute, porque si alguien tiene la posibilidad de ir a una buena institución de los Estados Unidos se encontrará con profesores que tienen dedicación exclusiva. Pero por otro lado no se debe olvidar que si bien esos profesores son los mejores, por otro lado enseñan muy poco y tienen colaboradores. Más allá de ese aspecto, no creo que hoy en día sean tanto mejores que las de la Argentina”, grafica el rector del CEMA.

Así las cosas, entonces, lo cierto es que la oferta de posgrados local está bien posicionada no sólo en la región, sino también en el mapa mundial, con mecanismos que incluyen procesos de acreditación internacional ante organismos tales como la Association of Collegiate Business School and Programs y también acuerdos de cooperación con universidades norteamericanas y europeas, que permiten la exposición a una cultura e idiomas diferentes, un complemento que incluso sobrepasa lo meramente ejecutivo y didáctico. Ello, en el medio de una crisis de consecuencias aún no muy claras, teniendo en cuenta que muchas empresas ya han previsto para el año entrante reducciones notorias en sus presupuestos de capacitación, siempre hablando de algunos casos. Por lo pronto, y al menos desde las propias universidades, se encargan de relativizar este posible impacto, y no descartan que hasta pueda alimentar la demanda.

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