Di Tella en los medios
iProfesional
13/08/8

Llach: "La inflación cobró vida propia y ya casi no depende del ritmo de la economía"

El economista, profesor de la <FONT color=#ff0000><STRONG>UTDT</STRONG> </FONT>y autor del blog La Ciencia Maldita, advirtió que la suba de precios es el problema más importante que enfrenta el Gobierno. En este sentido, aseguró que "el peligro de un default es posterior al de una depreación de la moneda"

El economista y autor del blog La Ciencia Maldita, Lucas Llach, advirtió que la tasa de interés de 15%, que pagó el Gobierno tras la recompra de deuda, encarecerá el crédito para las empresas, le quitará a los inversores el afán de desembolsar dinero en el país y afectará el nivel de actividad.

Llach es profesor de la Universidad Torcuato Di Tella ( UTDT ) donde enseña Política e Historia Económica. En una entrevista con iprofesional.com, el autor del blog La ciencia maldita precisó que el principal problema es la inflación, incluso por encima de la cuestión fiscal. Además, pronosticó que si el Gobierno central se debilita, las provincias reclamarán más coparticipación y, en este sentido, aseguró: "La caja menguada es un desafío al poder de los Kirchner".

-¿El manejo de la política económica está en piloto automático?

-Me parece que esa ha sido la característica del Gobierno de Kirchner desde que empezó: realmente hacer poco y reaccionar ante grandes urgencias o cosas que no se podían posponer como la renegociación de la deuda externa. No se exactamente qué quiere decir "piloto automático", pero sí significa no tomar grandes iniciativas y dejar que las cosas fluyan, diría que en general esa ha sido la característica de los últimos cinco años. Hoy vemos unos atisbos de reacción porque la magnitud de los problemas empieza a ser más importante.

-¿Ve reacciones en el Gobierno en materia económica?

-Esta noticia, por ejemplo, de la recompra de deuda es reaccionar ante algo, ante una novedad que es el riesgo país récord desde la época del 2001, sin contar cuando estuvimos en default. Es un atisbo, pero no veo una reacción ante el problema más importante que es la inflación. Se esperaba que las medidas a favor de los asalariados, como el aumento no imponible del Impuesto a las Ganancias, salieran más fácil y todavía está por verse. Creo que el Gobierno está viendo ciertos riesgos inflacionarios o fiscales. Lo mismo, con las tarifas.

-¿Los cambios para los asalariados son sostenibles?

-En otras épocas, la Argentina ha tenido medidas de expansión fiscal en situaciones peores a las de hoy. En principio, tiene margen para empeorar la situación. Por ahí no es el camino que conviene y creo que el Gobierno lo está percibiendo. En estos atisbos de reacción, le están dando más importancia al tema fiscal que a la inflación per se, que me parece que es el riesgo más importante. Para decirlo en términos crudos: el peligro de un default en la Argentina es posterior en el tiempo al de una depreciación de la moneda.

-En una entrevista, usted sostuvo que el Gobierno no sabe la forma de encarar seriamente una lucha contra la inflación. ¿Cómo debería hacerlo?

-Uno ve a un Gobierno con una conducción económica bastante aislada. Pasamos del extremo de tener súper ministros de Economía, como Cavallo o Lavagna, a funcionarios muy minimalistas, que no se sabe mucho lo que piensan. Hay un problema de falta de percepción y falta de voluntad de buscar soluciones. Realmente no tienen del todo claro el problema al cual se están enfrentando. Obviamente lo del INDEC no ayuda. Si la inflación fuese más transparente serían más concientes del problema y buscarían soluciones.

-Usted siempre menciona a la política monetaria como la principal causa de la inflación del país. ¿Actualmente pesa más que la política fiscal?

-Es una discusión parecida a la de la época de la convertibilidad. ¿Por qué llegamos a un problema? ¿Por nuestro sistema monetario o por nuestra política fiscal? No éramos normales en nuestro sistema de convertibilidad, que era prácticamente único en el mundo, y no lo fuimos tampoco cuando tuvimos un tipo de cambio sumamente alto y fuimos un país exageradamente barato en dólares. Con aquella "anormalidad" terminamos en una depresión económica, la más grande de la historia moderna de la Argentina, y con ésta estamos ante otro resultado raro que es tener inflación en un contexto de superávit fiscal.

Creo que la causa fundamental es haber puesto el dólar tan alto, lo que implicaba un ajuste de precios muy grande, hacia arriba, para ir al nivel normal que le correspondía al país. Y bueno, el salto no ocurre de una vez, sino que se va dando a tasas bastante altas y finalmente después se vuelve autónomo. Ahora tenemos una inflación con vida independiente de las políticas monetarias que le dieron origen.

-¿Se está enfriando la economía?

-Daría la impresión que sí. Incluso ya hay datos del INDEC que lo muestran. Con este nivel de incertidumbre y estas tasas de interés es difícil seguir creciendo de la manera que veníamos haciendo. Por lo tanto, es bastante inevitable una desaceleración.

-¿La desaceleración también repercutirá en la inflación?

-De manera muy marginal. Acá erróneamente se piensa que si crecemos, tenemos inflación y si estamos en recesión tenemos deflación, porque eso es lo que nos pasó en los últimos ocho años. Desde el ´99 al 2001 tuvimos deflación y recesión y del 2003 en adelante tuvimos crecimiento e inflación. Pero esa relación es muy apresurada, uno ve que hay países como China, que crecen 10% y tienen 5% de inflación. Uno puede tener cualquiera de las combinaciones. Puede ser que algo influya, pero me parece que ahora la suba de precios tiene vida propia y depende menos de qué pasa con el nivel de actividad económica y más con las expectativas sobre cómo se va a manejar la política monetaria.

-¿Cómo afecta la suba de tasas a las empresas?

-Si uno mira históricamente, hay relación entre la tasa que paga el Estado y la que abonan las empresas. No es algo que solamente afecta a las cuentas públicas. A las empresas se les encarece el crédito. Eso restringe las posibilidades de invertir, es decir la oferta futura de la compañía y la demanda de los productos. Hemos visto como se redujeron las cuotas sin tasa de interés y como, en otros casos, directamente desaparecieron. Eso tiene un efecto sobre el nivel de actividad económica.

-¿Qué va a pasar con la tasa de interés?

-En una economía como la Argentina, la tasa de interés es casi puramente expectativa. Hay factores internacionales, pero, para las magnitudes de las que estamos hablando, la clave son las expectativas de que el Gobierno tenga problemas para pagar su deuda y de que mantenga el valor de la moneda. Se piensa que una política antiinflacionaria enfría la economía, pero yo opino que a esta altura del partido es al revés. Cuando uno da señales de que la moneda va a mantener su valor y el Estado va a cumplir con sus compromisos de deuda, hace que baje la tasa de interés y el PBI crezca más.

-¿Cómo va a evolucionar la inversión en este contexto?

-Hay que verlo por sectores. En una economía que se está haciendo más cara en dólares y en donde la rentabilidad está cayendo, es difícil que se expanda la inversión. Todavía hay otros que venden en el mercado interno, donde los precios siguen a la inflación y todavía pueden hacer algunas inversiones. Pero evidentemente la suba en la tasa de interés les pega a todos y normalmente la inversión es el componente más fluctuante de la demanda de la economía. Uno esperaría que haya un impacto realmente significativo.

-¿Podría haber relocalización de empresas como sostienen algunos analistas?

-Durante la buena época de la convertibilidad, la Argentina tuvo un costo relativamente alto del trabajo por la apreciación cambiaria y uno bajo de capital. Después, llegando el 200,1 teníamos las dos cosas caras. Ahora parecería que estamos en un camino similar, empezamos con un costo salarial bajo, por la devaluación, pero con una tasa de interés alta, por el default. Tenemos una combinación de trabajo y capital caro que no hace muy atractiva la inversión en el país.

-¿Cuáles son las tres claves que el Gobierno debería tener en cuenta para controlar la inflación?

-Como la cuestión ahora está muy centrada en las expectativas, no es algo muy sencillo de cambiar. No es subir y bajar el dólar. Eso en algún momento servía para no despertar a la inflación. Sin embargo, una vez que el animal está vivito y coleando, el manejo de las expectativas es delicado.

En primer lugar, se debería dejar en claro con qué criterio se va a elegir a futuro el valor del dólar. ¿Vamos a querer ser el país más barato del mundo, como planteamos en los últimos años, o con una moneda estable? Son dos objetivos a veces conflictivos. El Gobierno tiene que cambiar las expectativas sobre el manejo de la política monetaria: el dólar puede subir o bajar. Hoy no está eso. Es un sistema de metas de inflación que es utilizado por muchos países del mundo que tienen un tipo de cambio flexible.

-¿No recomienda un sistema de flotación administrada? ¿O sólo que no sea tan fijo?

-En los regímenes de metas de inflación hay cierta intervención del mercado de cambios, sobre todo para evitar pánicos o valorizaciones muy rápidas en las monedas. Pero sí hay flexibilidad. Creo que es el cambio fundamental. Prat Gay lo quiso hacer en el 2004 y finalmente quedó archivado.

-¿Qué otras medidas hacen falta para frenar las expectativas?

- Hay que tratar de desactivar el círculo entre salarios y precios. Hay que llegar a un acuerdo con los sindicatos, de mano de las otras políticas, para alargar el horizonte de los acuerdos salariales. Ahora está pasando al revés. Este año en muchos gremios se está negociando dos veces por año en vez de una. Lo difícil es tener los recursos políticos y requiere mucho apoyo sindical.

-¿Cómo entran en esto los pedidos de los gremios de obtener mayores asignaciones familiares y los bonus por inflación que se otorgaron el año pasado?

-Estamos en esta lógica de que el gremio que negoció último es el que mas recibió y ese círculo es infernal. El Gobierno tiene que coordinarlo y poner en práctica un programa de estabilización.

-Usted impulsa un freno a los salarios. ¿No hace falta ponerles también un freno a los aumentos de precios de los empresarios?

-Es muy difícil determinar el punto de partida. Estoy viendo que hay un proyecto para controlar los precios de las prepagas. No me sorprendería que con esa expectativa, las empresas realicen aumentos preventivos. Lo mismo si se espera un plan de estabilización económica: puede ser que se desencadene una carrera previa para tratar de reacomodarse y estar mejor ubicados en el punto de largada. No es tan fácil embocarle a una configuración de salarios y precios que sea sostenible y creíble en el tiempo.

-¿Qué pasa con la cuestión fiscal?

-Esa es la tercera clave para combatir la inflación. Aunque no es central, ayuda a cambiar las expectativas. No se necesita una política de ajuste, pero debe quedar claro que el país va a tener los recursos para pagar las deudas. Además, permite que el programa venga con una expansión económica y que no haya recesión. En general todos los planes de estabilización argentinos, aún los no exitosos como el Austral, al comienzo fueron expansivos. La Argentina está entrando en una zona donde las expectativas son malas y una manera de mejorarlas es hacer algo en serio contra la inflación.

-¿Qué está pasando en las provincias a nivel fiscal?

-Las provincias tienen mucho más costo salarial que la Nación. Por lo tanto, todos los aumentos de sueldos le han pegado más que al Gobierno central. No necesariamente el aumento de la recaudación ha sido el mismo. Además, está la cuestión política por la cual algunos distritos no reciben los fondos que les corresponden. Es una historia que ya vimos. A largo plazo, va a haber un momento donde las provincias grandes van a exigir una distinta repartija de la coparticipación. Pero me da la impresión que sólo pueden reclamárselo a Gobiernos débiles. El más fuerte nunca va a ceder recursos tributarios.

Si este Gobierno se debilita, es posible que los gobernadores consigan más capacidad de cobrar sus propios impuestos. Con el campo ya lo vimos incipientemente. La caja menguada es un desafió al poder de los Kirchner.

-¿La suba de precios sigue siendo manejable?

-Todavía la Argentina puede dominar el tema de la inflación sin costos muy grandes aunque es mucho más difícil ahora que en el 2005. Actualmente, todo es beneficio si se baja la tasa de inflación. Se requieren recursos humanos, que no creo que el Gobierno tenga. Es decir, gente que esté pensando en los temas y los tenga como prioridad.

-¿Influye que el papel del ministro de Economía este tan deslucido?

-Si estuviéramos en Suiza, no. Pero en un país que tiene 25% de inflación y uno no le conoce la voz al ministro de Economía, es para preocuparse.

-¿Es un peligro fogonear de vuelta al consumo?

-En este contexto, donde la tasa de inflación tiende a perpetuarse, todo lo que la coloque un poco más arriba no es sólo el problema de este mes. Te cambia las expectativas y la idea de a cuánto ascenderá la suba de precios futura y los salarios. El costo-beneficio no da para hacer este tipo de políticas.

-¿Tendría que haber una apreciación del tipo de cambio?

-Esa era una forma de evitar que apareciera la inflación. Con esta suba de precios, sino se hace nada y sólo se baja un poco el dólar, como se hizo embrionariamente en las semanas pasadas, no ayuda. La gente no cree que la caída sea permanente. Si las personas piensan que el tipo de cambio ascenderá a $3,30 a fin de año, cuanto más lo bajes hoy, más esperarán que se deprecie la moneda. Quizás es contraproducente. Por lo tanto, actualmente no me parece la política aconsejable.

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