Di Tella en los medios
Clarín
12/07/7

Anomalía argentina en temas de defensa

<DIV>Debate: Al contrario de lo que ocurre en la mayoría de los países sudamericanos, el nuestro ha desatendido las capacidades de sus Fuerzas Armadas.<BR> </DIV>

* Por Fabián Calle, Profesor de Relaciones Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella - UCA -Universidad Católica Argentina - Editoriales y Opinión)

Más allá de la predisposición a dividir el campo político entre centroizquierda y centroderecha, durante las últimas dos décadas el impacto de estas variables ideológicas no se ha visto reflejado en los recursos presupuestarios y la capacidad de nuestras Fuerzas Armadas.

Quizá tal vez más en lo gestual y discursivo. Si a este panorama se la agrega la existencia de millonarios (en dólares) contratos de adquisición de sistemas de armas en Chile y Venezuela, así como la presencia de un escenario hemisférico e internacional signado por fuertes tensiones estratégicas y por el control de los crecientemente valorados recursos naturales, cabría preguntarse qué explica esta incapacidad de nuestras elites políticas y sociales para analizar y responder a este conjunto de riesgos y desafíos.

Un reciente libro del internacionalista Randall Schweller titulado Amenazas no contestadas nos podría ser de utilidad.

El autor analiza diversos ejemplos nacionales a nivel mundial durante los siglos XIX y XX y concluye que algunos factores en común en estos casos de Estados que no toman conciencia de su vulnerabilidad extrema son la existencia de Estados con escasa capacidad de movilizar sus recursos humanos y materiales, la existencia de elites y sociedades divididas y carentes de la capacidad de articular consensos básicos, la tendencia a cálculos de corto plazo y niveles de aversión mayor a ciertos grupos de compatriotas que a eventuales injerencias de potencias externas.

La coexistencia de dirigencias oportunistas y cuerpos sociales fracturados lleva –dice Schweller– a descuidar la capacidad de defensa y disuasión del Estado y a no ver a tiempo el nivel real de amenazas a la seguridad nacional. Agrega, casi en tono irónico, que en algunos casos uno de los escasos espacios de consenso se puede dar precisamente en no priorizar el instrumento militar contra agresiones desde el exterior.

Ya en 1995, Robert Keohane, uno de los internacionalistas más destacados de los Estados Unidos, afirmaba que la Argentina de esa década era un claro ejemplo de países que parecen haber renunciado a desarrollar un poder militar relevante o a priorizar la defensa nacional.

Como marco para lo mencionado, algunos de los principales académicos que han estudiado el fenómeno de la "no guerra" entre buena parte de los Estados de la región en los últimos cien años o más, convocan a tener en cuenta que eventuales cambios en los tradicionales equilibrios de poder o desarticulaciones de ciertas alianzas cruzadas (en su mayoría informales) entre algunos de estos países, podrían alterar esa paz.

Es de esperar que, distantes tanto de las añejas posturas geopolíticas que priorizaban la rivalidad y repudiaban la progresiva construcción de medidas de confianza mutua e integración, así como también de las visiones más idealistas o directamente irresponsables, se logre entender que la defensa nacional –y las capacidades de las Fuerzas Armadas dentro de ella–, no son un tema menos importante que la seguridad ciudadana.



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