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10/11/2021

Marta Minujín recibió el grado de Doctora Honoris Causa por la Universidad Torcuato Di Tella

La Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) entregó ayer a la artista  Marta Minujín el grado de Doctora Honoris Causa por su destacada contribución a la cultura argentina y al arte contemporáneo, en una ceremonia celebrada en el Aula Magna del Campus Di Tella.

El presidente del Consejo de Dirección de la UTDT, Carlos Franck, explicó que el Consejo Académico de la Universidad aprobó por unanimidad la designación ante una iniciativa del Departamento de Arte. “Con sus colchones, sus colores, su Menesunda y sus happenings, Minujín nos acercó a tantos al arte”, celebró Franck.

Carlos Huffmann, director del Departamento de Arte y padrino del reconocimiento, pronunció la laudatio de la artista. “En los últimos diez años, Minujín alcanzó la cumbre de la legitimación y la visibilidad, a través su inclusión en eventos como la documenta 14 de Kassel, cuya obra central fue el ‘Partenón de libros’”. Y añadió: “En sus más de 60 años de carrera, su práctica artística redefinió el arte conceptual para incorporar la alegría de las celebraciones populares como un tipo de validación estética en sí misma”.

“Obras como ‘La Menesunda’ y ‘Simultaneidad en simultaneidad’ fueron protagónicas del grupo de sucesos que definieron el carácter internacional, vanguardista y radical del Instituto Torcuato Di Tella (ITDT), en la década del 60”, dijo Huffmann, y explicó que Minujín “trabajó siempre al filo de las tendencias globales discursivas, adaptándolas a su propia realidad material y cultural. Con su trabajo en el campo de los happenings quedó inscripta en la historia como precursora de la performance”. Además consideró que “con sus estrambóticos y provocativos happenings supo conmocionar la sensibilidad de su tiempo y visibilizar los aspectos más prejuiciosos y conservadores de la sociedad argentina de los 60”.

“Marta le aportó al arte pop el espíritu de ‘lo popular’ como es entendido en la Argentina: una feroz búsqueda de interpelar a las masas, de generar la fiesta y el disfrute en los participantes.”, dijo Huffmann. “‘La Menesunda’ y ‘El batacazo’ fueron intrincadas ambientaciones recorribles que sumergían al espectador en un caleidoscopio vertiginoso de nuevas experiencias que nos hablaban del consumo y una cotidianeidad vibrante y moderna”, agregó, y recordó que obras como “Importación-exportación” (1968), “El pago de la deuda externa con choclos” (1985), “El pago de la deuda externa griega con aceitunas” (2017) muestran el interés de la artista por pensar los grandes flujos internacionales y su impacto en la vida de las personas. “Con su obra, anticipó y revolucionó la práctica artística desafiando los límites de lo que cada década consideró un corral razonable para el buen gusto y la sofisticación en el arte”, finalizó.

Antes de entregar a la artista el título de Doctorado Honoris Causa, el rector Juan José Cruces enumeró algunas cualidades de Minujín: “Irreverencia, ambición de logros extraordinarios, de atreverse a más, optimismo, empeño, innovación”. Y explicó que la designación busca “rescatar la ambición representativa del ITDT y de un época en que la Argentina tenía una ambición con más vigor”.

Minujín agradeció el título y expresó: “Siempre consideré que el arte estaba por arriba de la política. Porque los artistas pueden ver el futuro y marcan un camino de creatividad. Cada persona es creadora. El tema es que hay que darse cuenta de que uno es un creador, y tener la fuerza de llevarlo a cabo”.

Luego se refirió a las dificultades que deben enfrentar los artistas, y en especial las mujeres: “Cuando llegué a Nueva York, las mujeres estaban prohibidas en el Museo Whitney. Y yo ayudé ahí a ‘piquetear en la puerta’. Pienso que el genio no tiene sexo, está en el aire”. Y recordó: “También hay que haber vivido tres años sin baño ni calefacción en París, y en Nueva York dormir en el piso y durante cuatro años no tener casi para comer. Fueron años tremendos. Pero era el arte o la vida. Yo no podía vivir sin hacer otra cosa que esto. Era morir o crear”.

“El arte está por encima en el sentido de que no hay un imposible. Si uno lo piensa, lo imposible se hace posible. Tal es así que pude hacer esas inmensas obras, que si bien no son económicamente redituables, siempre se contagian de mí algunas personas que pueden financiarlas, como el ITDT”.

En el cierre de la ceremonia, Huffmann conversó con Minujín, a quien consultó sobre en qué aspectos de la vida cotidiana reparaba para palpar el espíritu de la época. “Ahora escucho todo el día noticias del mundo”, explicó, y recordó que inicialmente ponía música clásica y en los 60 a Los Beatles, y vinculó su interés por la actualidad con el proceso de globalización. Interrogada sobre la búsqueda de cercanía con el público, dijo: “Siempre me gustó trabajar con los iletrados. Siempre la gente me interesó como sujeto; toda la gente, la masa. En ese sentido me conecto más con los músicos de rock que con los artistas plásticos, que son más elitistas, mientras que el músico quiere contagiar a la gente”.

El encuentro convocó a autoridades nacionales, autoridades de la Universidad, profesores, graduados, familiares de la artista y miembros de la comunidad artística, entre los que se destacaron: Tristán Bauer, Guillermo Kuitca, Leandro Erlich, Mónica Giron, Gachi Gasper, Cynthia Cohen, Martín Legón, Eduardo Navarro, Jacques Bedel, Diego Bianchi, Carlos Herrera, Adriana Rosenberg, Rodrigo Alonso, Adriana Hidalgo, Facundo Gómez Minujín, Érica Roberts, Esteban Tedesco, Jimena Ferreiro, Javier Villa, Mindy Lahitte, Leopol Mones Cazón, María Casado, Nahuel Ortiz Vidal, Gustavo Teller, Paula Di Tella, Rafael Di Tella, Cecilia Szperling, Juan Gabriel Tokatlian, Ernesto Schargrodsky, Bernardo Kosacoff y Fernando Navajas.

Las fotos del evento pueden verse AQUÍ.




Laudatio pronunciada por Carlos Huffmann:

Autoridades nacionales y de la universidad, artistas, curadores, críticos, staff de la universidad, profesores, a todos trabajadores y amantes del arte y la cultura que nos acompañan hoy, gracias por estar aquí participando de esta ceremonia tan especial. 

A partir de una propuesta del Departamento de Arte, la Universidad Torcuato Di Tella se dispone hoy a otorgar a la artista Marta Minujín el título de Doctorado Honoris Causa. Marta Minujín es una artista argentina ineludible, que se lanzó a la vida artística incluso antes de haber alcanzado la mayoría de edad. Desde ese mismo momento y hasta el día de hoy Marta Minujín dedicó su tiempo y energía a la creación de un sinnúmero de obras de arte y sucesos artísticos. En los últimos diez años, Minujín ha alcanzado las cumbres de la legitimación y visibilidad a nivel mundial a partir de eventos como la exhibición internacional Documenta 14, cuya obra central fue El Partenón de libros prohibidos, una reedición del proyecto de 1983 emplazado esta vez en la Friedrichsplatz de Kassel, Alemania. En los más de 60 años de su carrera, su práctica artística redefinió el arte conceptual para incorporar la alegría de las celebraciones populares como un modo de validación estética en sí mismo. El Premio Nacional del ITDT que recibió en 1964 le dió un gran impulso en los tempranos días de su carrera y fue éste el comienzo de su vínculo con el Instituto con el cual su vida quedaría por siempre asociada. Obras como La Menesunda y Simultaneidad en simultaneidad fueron una parte protagónica del grupo de sucesos que definieron el carácter internacional, vanguardista y radical del Instituto durante la década del ‘60 y fueron argumentos centrales para que éste ocupe el lugar que tiene en la historia cultural de nuestro país. Cualquier estudio sobre el ITDT contará con varios capítulos sobre la participación de Marta Minujín. 

Minujín vivió y trabajó la mayor parte de su vida en Buenos Aires, exponiendo en los principales centros mundiales del arte desde el comienzo de su carrera. Ha recibido múltiples premios y reconocimientos, desde el ya mencionado Premio Nacional del ITDT hasta la prestigiosa Beca Guggenheim de los Estados Unidos. Su trabajo está en las colecciones de muchos de los principales museos del mundo, incluyendo el Museo Moderno y el MALBA aquí en Buenos Aires, el Centre Georges Pompidou en París y los museos Guggenheim y MoMA en Nueva York. Realizó colaboraciones en igualdad de condiciones con otras figuras indiscutibles del arte internacional como Allan Kaprow, Andy Warho y Niki de Saint Phalle, y su trabajo fue incluido en importantes muestras panorámicas sobre arte Pop, Performance y feminismo en el arte. Ensayos sobre la artista y reproducciones de su obra han sido publicados por diversos museos y editoriales, y su nombre aparece en los principales archivos de documentación sobre arte latinoamericano en todo el mundo.

A lo largo de su trayectoria iniciada hacia fines de la década del ‘50, Marta Minujín trabajó siempre al filo de las tendencias globales discursivas, adaptándolas a su propia realidad material y cultural. Con su trabajo en el campo de los happenings ha quedado inscripta en la historia como una precursora de lo que luego sería el desarrollo del extenso campo de la performance, una de las prácticas centrales del arte contemporáneo. Con sus estrambóticos y provocativos happenings, supo conmocionar la sensibilidad de su tiempo y visibilizar los aspectos más prejuiciosos y conservadores de la sociedad argentina de los ‘60. El desarrollo de sus esculturas penetrables, en las cuales invitaba al público a sacudirse de encima una cotidianeidad alienante, la fue asociando al mundo de los colores estridentes y a la propuesta de un arte de completa inmersión con la vida. La recontextualización de los objetos de consumo que quedaría asociada como estrategia central del Pop, adquirió en manos de Marta una variante personal. Mientras que en los Estados Unidos el Pop fue un movimiento caracterizado en muchos casos por una frialdad en su factura y una actitud sarcástica respecto de las fantasías y deseos de la sociedad de consumo norteamericana, Marta le aportó al Pop el espíritu de "lo popular" como lo entendemos en la Argentina: una feroz búsqueda de interpelar a las masas, producir la fiesta y el disfrute de los participantes. Mientras que el pop norteamericano denunciaba los deseos a los que interpela el capitalismo, Minujín hace esculturas tapizadas de pan dulce para que los participantes que acuden al evento puedan terminar el día llevando consigo una de estas golosinas y disfrutarla en sus casas como culminación de la experiencia. Su Partenón de libros no apela a la ironía: construye un templo a la libertad de expresión, cubierto con libros que estaban hasta hacía poco tiempo prohibidos para luego repartirlos entre el público presente. En obras como Super Heterodyne, Minuphone, Minucode, y Simultaneidad en Simultaneidad, la artista estuvo a la vanguardia de lo que se llamó el Arte de los Medios, una corriente de investigación de gran relevancia histórica que analizó la manera en la cual los medios de comunicación masiva son en sí mismos una imagen del mundo. La Menesunda y el Batacazo fueron intrincadas ambientaciones recorribles que sumergían al espectador en un caleidoscopio vertiginoso de nuevas experiencias de consumo y cotidianeidad vibrante y moderna. Ambas anticiparon lo que años más tarde sería conocido como la instalación, una figura ubicua del arte contemporáneo. Obras como Importación/Exportación (1968), El pago de la deuda externa con choclos (1985), y El pago de la deuda externa griega con aceitunas y arte (2017), muestran el interés de la artista en pensar los grandes flujos internacionales de bienes y capitales y señalar desde las gestualidades del arte la manera en la cual estos flujos transforman la vida de los seres humanos. Al día de hoy, Minujín investiga los nuevos medios a medida que estos emergen y refiere contínuamente al presente más absoluto, como en su obra recientemente emplazada en el Museo Nacional de Bellas Artes, donde presentó una acción de registro que se propuso hacer de manera obsesiva durante el período más amargo de la pandemia. 

El proyecto de Marta Minujín es vital y su postura crítica es contra cualquier concepción del mundo que pretenda prescindir del arte. Con sus obras y espectáculos nos alienta a que nos arrojemos a una vida propositiva, reflexiva y alegre. Creo que es por esta concepción del presente mismo como material de trabajo que la obra de Minujín logra su increíble sincronicidad con la historia del arte. Su obsesión por el trabajo queda registrada en el listado extensísimo de muestras individuales y colectivas de las que ha participado.

Embanderada en su histrionismo e irreverencia, Marta Minujín encarnó la figura de la artista mujer, que hoy recibe reconocimientos masivos pero que en el momento en el cual comenzó su carrera era más bien un tipo de anomalía. Marta Minujín es una artista que se propuso encarnar la figura del genio, del artista como personaje descomunal. Desde esta plataforma que se supo construir, Marta le muestra a la sociedad lo que significa ser un artista y construye puentes que conectan las zonas más especializadas y académicas del circuito con los medios masivos y el gran público. La reconstrucción de La Menesunda en 2015, realizada por el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y en 2019 por el New Museum de Nueva York, fueron reconocimientos del impacto de su obra. Esta reconstrucción le permitió a las nuevas generaciones viajar mediante una especie de máquina del tiempo y experimentar un momento importantísimo del arte argentino, de este modo logrando actualizar los mitos y las imágenes que sobreviven de este evento fundacional y escribiendo una nueva página en la memoria del Instituto Di Tella y aquella argentina que hoy es mítica. Como dijo en una entrevista de 1984:

 “Yo creo que no se me recordará por una obra determinada y mantenida en un museo, sino por toda mi actitud, por mis espectáculos de arte, por la incorporación del show y la alegría a un terreno excesivamente sacralizado en el plano intelectual”

Marta Minujín parecería militar incansablemente con la bandera de que el arte tiene primacía sobre todos los otros campos de la actividad humana. Marta usa el misterio del arte como su carta de presentación, en su indumentaria, en sus anteojos, en sus definiciones absurdas y categóricas. En la palabra Arte, Minujín encuentra una poderosa herramienta para defender la libertad de expresión y la libertad de los pueblos de elegir cómo quieren vivir.

Con su obra, Minujín anticipó y revolucionó la práctica artística, desafiando los límites de lo que cada década consideró un corral razonable para el buen gusto y la sofisticación en el arte. Marta Minujín siempre supo mirar y responder críticamente a un mundo que se transformaba a su alrededor, llenándolo de gestualidad, provocación y poesía. Este merecidísimo reconocimiento de una artista única del siglo XX y XXI es un justo gesto de audacia de nuestra  Universidad, que le dice a la sociedad argentina que el arte es una forma de crear conocimiento. Honrar a Marta Minujín enaltece también el vínculo de nuestra Universidad con un emprendimiento clave en la historia de nuestro país como fue el el ITDT, emblema de un momento histórico del arte, en el cual la argentina se consideraba a sí misma capaz de lograr todo lo que se propusiera y competir mano a mano con el mundo entero. Por todas estas razones es que hoy la Universidad Torcuato Di Tella le hace entrega del título de Doctorado Honoris Causa a la artista Marta Minujín, quién nos ha honrado al aceptar recibirlo. 

Muchas gracias