Di Tella en los medios
ADN Cultura
30/08/13

La lógica secreta del mundo

PROYECTO EDUCATIVO: La experiencia de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) en la nueva sede de Núñez recoge una tradición iniciada en el célebre "Instituto" en los años 60, y logra llevar al claustro académico la frescura del taller, el desplante espontáneo del artista y la inagotable riqueza del saber


Leopoldo Estol (PARA LA NACIÓN)

Viajemos en el tiempo. Es el año 2010 y Domingo Cavallo concede una entrevista pública en las aulas de la Universidad Torcuato Di Tella ( UTDT ), delante de un grupo de estudiantes. Habla sobre su polémica y fallida obra económica: la convertibilidad. Con cierto rencor, su cauta audiencia accede al dibujo detrás del colapso. Al fin las ideas se narran en primera persona, y escuchar a un ministro de Economía no deja de ser una buena oportunidad para examinar los errores del pasado.
Los que creen que "la Di Tella" -como colo-quialmente se la llama- es sólo una escuela de negocios le dan demasiado lugar a sus prejuicios. Lo mismo ocurre con los que identifican esta universidad con la Beca Kuitca, cantera de artistas jóvenes cuyas obras se aprecian y se multiplican bajo la sombra de un artista experimentado. La universidad es mucho más que eso: hay que remontarse a la Europa del medioevo, cuando la institución surge como un espacio que auspicia el estudio y las pausas que permiten detenerse frente a un pizarrón con cara de "todavía no entiendo". Apenas una comunidad de maestros y estudiantes buscando desentramar la lógica secreta del mundo.

Intentar catapultar la realidad argentina a un futuro más afortunado es el proyecto de muchos argentinos, pero ese deseo puede no tener nada que ver con las muestras de arte. O quizá sí. El Departamento de Arte de la Di Telia surgió de una cruzada personal de Inés Katzenstein, cuyo diagnóstico de la escena del arte fue que hacían falta instancias de diálogo más formales que excedieran lo que podían ofrecer los museos privados, las galerías comerciales y los espacios de exposición.
La Di Tella es la versión moderna y actualizada de una herencia cuya riqueza no se puede calcular en pesos ni en australes ni en dólares. Es fruto del mismísimo Instituto Di Tella, sinónimo de experimentación, de "cosas locas" y aire fresco. Un señor podía venir caminando por la calle Florida y toparse con un grupo de chicos con pantalones Oxford, desviarse y entrar en el instituto. Y allí sumergirse en un laberinto alucinado que incluía a una pareja en la cama como parte de un espíritu cuestionador de costumbres arraigadas. Obras emblemáticas como La Menesunda de Marta Minujín y Raúl Santantonín forjaron ese mito colmado de conversaciones, nuevas prácticas y gestos de contracultura, como
cuando un joven y enojado Pablo Suárez repartía su carta de renuncia en plena calle.

El mérito del actual Departamento de Arte, con Katzenstein y Verónica Flom-en una oficina rodeada de autos- es haber logrado en pocos años un consenso envidiable entre artistas y sponsors, gracias al cual lograron traer a figuras de renombre mundial como el español Santiago Sierra o el mexicano Cuauhtémoc Medina. Sus profesores son artistas cuyo prestigio se acuñó a fuerza de hacer muestras y que lograron ser interlocutores de las generaciones más jóvenes. El predio dispone de un espacio amplio donde ensayar.

La muestra actual curada por Valentina Liernur pone en diálogo unas papas del gran Víctor Grippo con obras más actuales de Pablo Accinelli. Estructuras austeras que demandan paciencia y bastante voluntad perceptiva por parte del espectador. Nicolás Sarmiento exhibe grandes dibujos abstractos que bien podrían haber salido de una botella extraviada en el mar y sus tempestades. Y Karl Holmqvist -poeta sueco, invitado especial- bordea el campus con lecturas hipnóticas que reciclan la multitud de sentidos de la hiperquinética conciencia actual. Su estilo de lectura se detiene en una sonoridad exhaustiva de las palabras, desnaturalizándolas. Dándoles una nueva oportunidad.

Es un secreto a voces que el corazón de la movida Di Tella se gestó en una mudanza realizada desde la intimidad de encuentros que los artistas generaban por iniciativa propia en sus talleres a las prolijas aulas del claustro que hoy es vecino de River Píate. Además de Kuitca y Pablo Siquier, Jorge Macchi enseña con simpatíay muy atento a los detalles, Mó-nica Girón fomenta una disciplina de escucha tan extrema que tomar mate en su clase está mal visto y el polémico Diego Bianchi desafió a sus alumnos a salir con los ojos vendados a la calle para enfatizar la vulnerabilidad de sus sensibilidades. El final de la clase no lo anuncia ninguna campana.

De todos modos, un proyecto educativo en un ámbito privado tan privilegiado no escapa a las contradicciones de nuestra época. En el ADN del Instituto Di Tella ya estaba la universidad, así como en JurassicPark la receta para hacer dinosaurios se escondía en el mosquito que quedó atrapado desde tiempos inmemoriales en una gota de ámbar. Y en una conversación sin tiempo, Domingo Cavallo es interpelado por aquella carta en la que Pablo Suárez cuestionaba duramente al Di Telia, al negarse a participar de una movida que sentía carente de vitalidad, proponiendo al arte como "una lengua viva y no un código para élites". El desafío sigue siendo el mismo. 9

Ficha. No importa mi nombre, un proyecto de Valentina Liernur, en el Campus Alcorta de la Universidad Torcuato Di Tella (Avenida Figueroa Alcorta 7350) hasta el 6 de septiembre.
 
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