Di Tella en los medios
Para Ti
4/11/11

Dolar acorralado

Cerco cambiarlo. Desde el día posterior a Las elecciones, el Gobierno armó un paquete de medidas para controlar y restringir la compra de dólares. Hoy, quien desea comprar, por insignificante que sea la suma, debe pedir permiso a la AFIR En tanto, el precio de la divisa crece en el mercado paralelo y se habla de que en diciembre podría llegar a los $ 5. Especialistas explican la situación y analizan el futuro económico. Además, consejos para quienes quieran comprar.

Apenas un par de horas duró el comentario sobre la aplastante victoria electoral del Gobierno. Ya en el mediodía del 24 de octubre, la tapa de los diarios que daban cuenta del 54% de los votos obtenidos por Cristina Fernández de Kirchner en las urnas, había quedado vieja. En el subte, la esquina, el bar, la oficina, el banco y el Twitter, el tema de conversación era otro y la preocupación empezaba a colarse en la opinión pública: ¿qué pasa con el dólar? El primer signo de alarma fue la horda de inspectores de la AFIP que ganó la calle apenas abrieron los bancos y las casas de cambio para controlar a los compradores minoristas de divisas. Hasta ahí no fue más que eso, pero la sospecha inicial de que algo se estaba gestando fue creciendo con el correr de las horas y terminó por confirmarse. En los días siguientes se lanzó un polémico paquete de medidas: obligación para las petroleras y mineras -las únicas que estaban exentas- de liquidar todas sus divisas en el país, límite de 250 mil dólares anuales para los grandes compradores. Y, por último, el lunes 31 de octubre, la implementación de un pedido de autorización personal para la compra de divisas americanas ante la AFIP. Esto terminó por generar una ola de furor por el dólar y la furia de los demandantes que necesitan comprar pequeñas sumas y no quieren terminar en el mercado negro pagando varias ¡decenas de centavos más.

Luego de que se dieran a conocer las medidas, quien salió a hablar por parte del Gobierno fue el actual ministro de Economía y próximo vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, quien acusó a los medios y a "sectores que siempre buscan apretar" de generar "un golpe especulativo". Y explicó que no hay nuevas restricciones en la compra de dólares sino más controles, especialmente respecto del origen del dinero: "Nosotros buscamos controlar el origen de los fondos, de los ingresos. Si alguien compra dólares, como cualquier otra cuestión, que se sepa de dónde vienen (los pesos para comprarlos)". Lo cierto es que más allá del argumento oficial, en la práctica esto se tradujo en una imposibilidad concreta de comprar divisas en el mercado oficial (ver recuadro), ya sea de pequeñas sumas (US$ 300) como de medianas (US$ 2.000). El "cerco cambiario" generó una crecida del precio del dólar paralelo, que en una semana se disparó y alcanzó una diferencia de hasta 50 centavos sobre el oficial. Su alza, según coinciden los economistas, por ahora no tiene techo. Aunque nadie se arriesga a calcular un valor, off the record algunos hablan de que en diciembre podría llegar a los $ 5 y otros apuestan a que se estabilice en los $ 4,70 o $ 4,80 que manejan hoy las denominadas "cuevas".

¿QUE SUCEDE? Detrás de las decisiones individuales de comprar dólares o ahorrar en pesos, la pregunta que queda flotando es qué es lo que está pasando con la economía argentina, que hasta hace no más de un mes era un caso modelo. ¿Por qué, entonces, si todo está bien, de un día para el otro el dólar se convirtió en un bien escaso? ¿Qué pasa con las reservas? ¿Se viene una devaluación drástica? "La situación es que la alta inflación ha hecho que el país esté cada vez más caro en dólares -cualquiera que viaja lo comprueba fácilmente-. Esto pasa porque el dólar no aumentó en proporción a la inflación. Se sabe que esto no puede seguir así porque un país cada vez más caro no llega a buen puerto. No estamos en una situación límite, pero hay que cambiar", explica Lucas Llach, economista de la Torcuato Di Tella. Y agrega: "Tenemos un dólar barato al que nadie le cree. Entonces, el que tiene dólares no los vende, porque espera que aumenten. Y los que tienen pesos quieren comprar dólares. Y, ¿de dónde salen los dólares? De las reservas del Banco Central. Frente a la pérdida de reservas el Gobierno tiene dos opciones: limitar la compra, que es lo que está haciendo, o devaluar para que la gente desista de comprar. El problema de la segunda opción es que una devaluación siempre genera inflación". Por su parte, Manuel Solanet, de la Fundación Libertad y Progreso, señala: "El problema es que se está actuando sobre los efectos y no sobre las causas, que es el retraso cambiario que tiene la Argentina.

Esto ha generado la reducción del superávit comercial (la diferencia entre exportaciones e importaciones) y eso es señal de que la competitividad se está perdiendo. Entonces se potencia la fuga de capitales: la gente saca dólares del mercado cambiarlo para guardarlos en su casa o gastárselos en el exterior. Y eso sólo se detiene con devaluación, pero el Gobierno le tiene miedo a la inflación. Todo esto, sumado a la expansión fenomenal del gasto público -que es el más alto de la historia argentina-, configura una sensación de olla a presión de la que se sale con medidas que al populismo no le gustan". Desde una mirada más alineada con la oficial, el Dr. Alfredo T. García, docente de la Universidad de Buenos Aires e integrante de Plan Fénix, señala: "Con estas medidas el Gobierno está diciendo: de manera legal y en blanco, todo. Pero en negro, nada. Son medidas para mejorar la transparencia. Esto se va a estabilizar. El tema es que la gente se asusta y sale a comprar, un poco alimentada por los medios y otro poco por el peso de la propia historia argentina que hace que acá se ahorre en dólares. Basta con ver que el 50% de la demanda de divisas hoy proviene de minoristas. El Gobierno está intentando reforzar los mercados en pesos. Por ahora, no hay ningún riesgo en cuanto a las reservas: el país tiene una situación fiscal sólida. De todas maneras, esto no se puede sostener indefinidamente. Yo creo que una vez que se calmen los ánimos la dolarización se detendrá".

Por último, Carlos Melconian, economista de MS Consultores, dice que "el Gobierno da razones culturales y filosóficas para este vuelco de la gente a la compra de dólares. Hay algo de eso, pero también hay razones económicas y políticas que llevaron a que se despertara el indio. Y ahora no saben cómo pararlo. Más allá de eso, si los controles no se contradicen con la ley, me parece que está bien controlar, no sólo al que compra ahora, sino al que fue comprando permanentemente, y también al que hace otro tipo de transacciones".

"EL QUE APUESTA AL DOLAR PIERDE".
Testigos presenciales o no de esta frase histórica, dicha por el exministro de Economía de la dictadura militar, Lorenzo Sigaut, pocos días antes de una gran devaluación -en 1981- ha quedado inmortalizada en la memoria colectiva de los argentinos. Una idea similar es lo que está tratando de instalar el Gobierno ahora en la mente de los pequeños compradores de dólares. Si bien los principales funcionarios evitaron decirlo directamente, sí lo hizo el vicepresidente del Banco Central Miguel Pesce, al aclarar que no existen nuevas restricciones (una afirmación desmentida por quienes han intentado hacerse de unos dólares siguiendo las nuevas reglas), explicó: "La gente que tiene ingresos y que con su sueldo o su jubilación compra dólares, más allá de estar haciendo un mal negocio, lo que tiene que hacer es brindarle información al banco", señaló. Y agregó: "Cualquier persona que haya hecho un plazo fijo en el banco en estos últimos años le ha ganado al dólar". Si bien esto es algo en lo que acuerdan la mayoría de los economistas, también coinciden en que ni siquiera con las tasas de interés actuales -alrededor de un 20% anual para los plazos fijos en pesos- se le puede ganar a la inflación, que sigue estando por encima de ese número. "El crecimiento del dólar paralelo es un buen parámetro de hasta dónde puede llegar el precio del dólar y por eso la gente sigue comprando. El tema es que con los montos que se están manejando hoy los dólares pueden servir para compensar mejor la inflación, pero no es un gran negocio para el minorista. Los que están haciendo el negocio ahora, como siempre, son los especuladores: los que son hábiles para comprar a precio oficial y vender al paralelo. La famosa bicicleta", explica Solanet, uno de los pocos que arriesga una opinión. En tanto, Melconian se niega a dar alguna clase de consejo, lo mismo que Daniel Marx, exsecretario de Finanzas de la Nación, que al menos ofrece una pista: "Hoy el mercado tiene amplitud de precios, así que todo depende de a cuánto lo consiga cada uno". No sabemos si ganamos o perdemos apostando al dólar, lo que es imprescindible es la libertad de poder elegir.
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Requisitos para comprar dólares*
Sólo se puede comprar personalmente en bancos y casas de cambio.
Cada compra será efectiva sólo si La AFIP la autoriza previamente a través de un trámite online que hace el cajero.
El comprador deberá explicar y demostrar de dónde obtuvo los fondos (presentando su recibo de sueldo o constancia de inscripción en el monotributo) y con qué fin compra dólares.
Quien resulte "no autorizado" quedará en la mira del organismo y es probable que sea objeto de una investigación impositiva.
Antes de ir a comprar dólares se recomienda consultar su situación particular en la web de la AFIP (www.afip.gov.ar). Sólo podrán hacerlo quienes tengan clave fiscal y los que no, deberán gestionarla.
(*) Estos son los requisitos que estipula la AFIP, pero un recorrido por la city porteña demostró que no siempre estas condiciones aseguran la compra de dólares.
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A la búsqueda del tesoro
Por Carolina Balbiani *
Llegué el sábado 29 de Estados Unidos de unas vacaciones con amigas. Y me esperaban los titulares de los diarios. Con un tufillo a 2001. No se iban a poder comprar más dólares de los que tu sueldo bancara: que sí los darían para pagar tarjetas, que no para quien no pudiera justificar, bla, bla, bla. Bueh pensé, para pagar mi AmEx me venderán. Llegó el lunes y lo dejé pasar porque imaginé colas y colas. Fui el martes 1 de noviembre. A mi banco, donde tengo la cuenta sueldo. Casi dos horas después salí sin un solo dólar. Después de mi primer paso por ventanilla -donde dije que los dólares eran para pagar gastos de un viaje (¡pasaporte y resumen en mano por las dudas!)- esperé 45 minutos. Respuesta: la AFIP no autoriza. Que el pago no era de una tarjeta que el banco tuviera, que el sistema estaba colapsado (¿en qué quedamos? ¿No autoriza o no se puede entrar a la página?), etc., etc. Pruebe diciendo que los compra para "atesorar" me dice la cajera muy simpática. ¿Atesorar? Qué antigüedad el término pensé, y divagué imaginando a un burócrata gris y avaro disfrutando de bautizar con este nombre digno de Rico McPato a una medida restrictiva. Ahorrar, querrá decir, dije con un hilo de voz. Sí. Muy bien, respondí, dale que tengo pensado forrar mi toilette con dólares, le disparé.

Se volvió a reír y desapareció tras una puerta. Otra vez, mis pensamientos me jugaron una mala pasada mientras esperaba en la ventanilla... Imaginaba a la cajera como Alicia en el mundo del revés intentando ver las cosas que ni ella comprende. Vuelve sin la llave mágica y me pide que espere a que me llamen por mi nombre. Que tengo que estar dispuesta a esperar. Sí, claro. Pasan 30 minutos más. Me llaman. Ahora voy presa por querer unos billetes imperialistas norteamericanos, me dije con humor. Pero no, la respuesta es más gris que el negro que esperaba. No tuvo suerte, se cayó el sistema, dice son ¡una sonrisa inquebrantable! Quizá mañana. Me digo: esta parece una norteamericana imperturbable. Le comento que el sistema seguramente no se cayó, que no quieren soltar los dólares en algún sitio. Sonríe y me dice que sí, que bueno, que quizá es como un feriado bancario sin decirlo. ¿Me empujan a la ilegalidad y a comprar en el mercado paralelo?, le pregunto. Asiente y vuelve -¿no será demasiado?- a sonreír. Creo que es muy chica para recordar el estrés de los bancarios que en el 2001 los llevó al psicólogo. Le doy pocos días de vida a esa sonrisa, pienso ya con maldad. Yo sí recuerdo las colas, el corralito, la gente corriendo para salvar algún peso, los cacerolazos. Resignada y sin ánimo de batalla me voy pensando que si con esta medida se pretende que la gente no compre dólares, el efecto puede ser el contrario. Peor el remedio que le enfermedad, che, dirían los viejos. La gente sacará los pesos, comprará dólares igual en cualquier sitio y los pagará como oro en polvo. Ay, entonces los verdes se volverán otra vez un tesoro inalcanzable... Estoy viendo una remake mala de una película vista quichicientas veces en la Argentina.
* Directora Adjunta de Para Ti.

textos PAULA BISTAGNINO fotos CLAUDIA MARTÍNEZ / FRANCISCO TROMBETTA

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