Di Tella en los medios
Diario Perfil
24/07/11

La protesta piquetera, en la voz de sus protagonistas

PERFIL convocó a tres dirigentes piqueteros –un diputado, un candidato y un líder vecinal– y un experto en derecho constitucional para evaluar el presente y futuro de los movimientos populares nacidos del modelo de exclusión social de los años 90. Los cortes, el rol del Estado y el riesgo de la "cooptación". Gualeguaychú y La Matanza, casos emblemáticos.

Movilizaciones. Durante la última década, el corte de rutas y calles fue siempre el método de protesta más visible y efectivo de las diferentes organizaciones sociales.

Dicen que la Patria nació de un piquete. Que en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 se impuso la opción de los patriotas sólo porque a los partidarios del rey se les impidió el paso. "Claro, para eso sirvieron las famosas cintas de French y Beruti: los que no la traían puesta no podían pasar", confirma Araceli Bellota, historiadora y directora del Complejo Museográfico Enrique Udaondo, de Luján.

Es un tema a discutir. Lo que no se discute es que el movimiento piquetero, como hoy lo conocemos, nació del hartazgo de poblaciones empobrecidas del interior, donde con más fuerza golpeaba el modelo de exclusión que traían consigo las privatizaciones menemistas. Y en la pueblada de Cutral-Có –junio de 1996– se ubica su acta de nacimiento oficial.

Para evaluar estos 15 años de protesta social y pensar su futuro, PERFIL convocó a cuatro actores que, en forma directa o a través del análisis, son parte de esa realidad. Néstor Pitrola, líder del Polo Obrero: Edgardo Depetri, diputado del Frente para la Victoria y fundador de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA); Luciano "Tano" Nardulli, líder vecinal y miembro de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), y Roberto Gargarella, constitucionalista, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y autor de varios libros sobre protesta social, debatieron acerca de dónde viene y hacia dónde va el movimiento piquetero argentino.

—¿Qué significó la protesta piquetera en estos quince años?
PITROLA: El movimiento piquetero nace no como declaración popular –porque el piquete tiene más de cien años de vida en la clase obrera argentina y en el mundo–, sino como resultado de la traición de la burocracia sindical que, como hoy abandonó a los tercerizados ferroviarios o a los obreros de la Patagonia, hace 15 años abandonó a los de-socupados. Esa reacción de organización del movimiento piquetero fue un ejemplo a escala internacional.
DEPETRI: El piquete se enmarca en la estrategia de defensa de los trabajadores argentinos a las privatizaciones. En 1989, Menem manda la Ley de Reforma del Estado y pone en liquidación el patrimonio nacional, habilitando el despido masivo de trabajadores. El 14 de diciembre se hace un congreso frente a la CGT Azopardo, con miles de delegados estatales, donde planteamos el primer paro nacional. Así que esto de que el piquete sea la primera expresión de lucha de los trabajadores no es así. Hubo allí complicidad de gran parte del movimiento sindical y de la oposición, porque los radicales votaron la ley de reforma administrativa y de privatización. También hay que señalar que, en ese mismo momento, se estaban planteando las privatizaciones de los canales de televisión, y Canal 13 fue entregado a medida al Grupo Clarín. En esos momentos, fundamos la CTA. Los trabajadores perdimos en esa trifulca con el poder, e incluso era una aceptación muy fuerte a nivel social del modelo privatizador. Muchas veces, los mismos trabajadores aceptaban el retiro voluntario pensando que se iban a transformar en cuentapropistas.

GARGARELLA: Ante los primeros piquetes, los jueces, con poquísima argumentación, procesaban a decenas de personas usando un concepto muy violento en el derecho, el de la sedición, que se basa en una idea de democracia sólo como sufragio periódico: todo lo que esté fuera es una amenaza a la democracia. Y luego, era habitual usar como primera y última premisa la idea de "su derecho termina donde comienza el derecho de los demás", y se olvidaban lo importante: cuando hay un choque de derechos, ¿cuál es el más importante?, ¿por qué es el derecho del que critica el que tiene que retroceder? Hoy hay una mejora, pero todavía vivimos en una situación en donde hay mucho más que poner sobre la mesa, para que este debate no quede en términos ridículos como expresión contra el tránsito.

NARDULLI: Se habla de derechos de uno y derechos del otro y no se habla de la obligación del Estado de resolver cuestiones básicas que hacen a la vida misma de la gente. Y cuando hablo del Estado, no me refiero solamente a este gobierno. Los piquetes vienen de antes, y a medida que no se satisfagan las necesidades de la gente va a haber protesta, y no se pedirá permiso a ninguna agrupación. Acá lamentablemente tenemos un abanico grande de necesidades insatisfechas y de derechos cercenados. Pareciera que el que tiene más plata tiene más razón y es más dueño de la democracia. Donde hay una necesidad que no se aborda, existe el derecho de reclamar. Hasta que no existieron los piquetes de Cutral-Có y Plaza Huincul, los desocupados eran una cifra. Y la gente se enteró cuando se empezó a tomar la ruta. Se cuestiona el método y se obvia el tema de fondo, que es la falta de respuesta del Estado. Y cuando el Estado se convierte en una herramienta para hacer negocios y no para dar respuesta a la gente, lo que está fuera del derecho es el Estado.

—¿Hay un espíritu piquetero antes de 2001 y otro después?
P: Los piquetes fueron una respuesta formidable ante el hambre. Detrás del desocupado salió la jefa de familia a hacer frente, en los piquetes, en la organización, en las asambleas, a cruzarse con los punteros políticos, que eran los dueños monopólicos del clientelismo social, a fundar otro tipo de movimientos asamblearios y de lucha. Esto se vuelve a dar en 2001; es decir, la fusión del movimiento piquetero con un movimiento de asambleas populares: las cacerolas. La resistencia extraordinaria de los sectores obreros a la precarización laboral fue sistemáticamente entregada por la burocracia sindical. Hay una íntima vinculación entre esa burocracia que votó entregar los ferrocarriles, los teléfonos, la energía. Y con la lucha de los tercerizados y la muerte de Mariano Ferreyra ha salido a la luz el tejido de negocios de explotación de los propios tercerizados por parte de cooperativas truchas que regentea la democracia sindical. Ahora hay una nueva generación de represión a los piquetes, que Aníbal Fernández denominó hace varios años "la brigada antipiquetera". Son quienes mataron a Ferreyra o vimos actuar en Santa Cruz: las patotas sindicales. Son quienes han hecho a su manera una contribución a la represión de la manifestación popular piquetera.

D: El dato nuevo, que instala un escenario político que pone en crisis estas discusiones sobre el piqueterismo, los movimientos sociales, es el kirchnerismo, que plantea un funcionamiento diferente de las políticas del Estado y el trabajo, con el impacto de la asignación universal por hijo en las barriadas populares, entre otras. A pesar del crecimiento de la economía, de las mejoras, hay mucha vitalidad en el movimiento social, que trabaja en mejorar los problemas más cotidianos: campaña contra el paco, contra el analfabetismo, cloacas, agua potable. Pero hoy hay otra realidad, y no por nada los movimientos sociales han perdido peso, no ocupan el centro político. Son un movimiento más social, con otros actores, donde no todos son los trabajadores, hay más jóvenes y más de los barrios. Lo que nos diferencia son las estrategias políticas y sociales de la Argentina.

N: Ante todo, quiero aclarar algo muy importante: lo del Matanzazo fue algo que impulsó con todo la CCC. Punto. En lo que se dio a partir de las asambleas, en realidad las diferencias que había eran menores que cuando apareció el kirchnerismo. En la Argentina, hemos tenido la tragedia de que fueron usados los derechos humanos desde el kirchnerismo –amparado en la economía viento en popa–. Pero la distribución no se da, aunque los discursos sean nacionales y populares. No importa lo que se dice sino lo que se hace. El tema de fondo es que somos un país dependiente, y si no se corta con esa dependencia de tratar de resolver la riqueza de los amigos, vamos a estar de mal en peor.

G: Creo que puede decirse que pasamos del Estado de Bienestar a uno neoliberal y, ahora, a un Estado empresario. YPF es una buena metáfora de lo que ocurrió, de ese pasaje del Estado de Bienestar al privatizador, con las privatizaciones hechas sin controles, con modos corruptos, sin ninguna protección sobre los trabajadores. Y el caso de la Unión Ferroviaria metaforiza esta última etapa, y muestra lo que hay de continuidad y de discontinuidad entre la etapa neoliberal y la actual. Es un error pensar que es lo mismo lo que ocurrió durante el menemismo y ahora, pero también es un error lo contrario. Hay que prestar atención a cómo es la relación entre el Estado y esos sindicatos, en la época de la privatización, donde el Estado fue cómplice y protagonista activo de ese desguace; y ahora, donde también es cómplice y protagonista de un nuevo tipo de alianza: la del Estado vinculado con ciertos grupos sindicales y empresarios destinados a hacer negocio.

—Entre los militantes sociales, puede existir el derecho a adherir a algunas propuestas. ¿Qué pasa hoy con esos "cooptados"?
P: En esta cuestión del Estado presente, hay que tener cuidado: se están usando fondos públicos para rescatar empresas privadas, o se importan planes de ayuda a sectores que están privatizados. Como resultado, se recrean las condiciones de los piquetes: se rescata al capital y aparecen los "indignados" de la Argentina, que salen contra la tercerización; porque los despide la Fundación Madres, porque no tienen luz... Y el problema de la burocracia sindical es, esencialmente, una cooptación, porque representa el interés del patrón, y no el del obrero, en el interior de la organización sindical.

—¿Cómo imaginan el futuro del movimiento piquetero?
D: Lo que se llama movimiento piquetero está íntimamente ligado a la política, y es ahí donde los dirigentes tenemos diferentes miradas. Los partidos políticos han armado su bloque piquetero –esto ha sido más claro en la izquierda– y hoy hay una atomización. Ninguna acción es espontánea, todos los movimientos sociales son ex: ex trabajadores, ex delegados, ex encargados de escuelas, de textiles, de hospitales. Hay una comunión muy fuerte con la clase trabajadora argentina y surgen por una presencia política, sindical o social. Hay un avance muy importante de concreción de aquellas reivindicaciones que nosotros planteamos, fundamentalmente el tema del trabajo. Y, por supuesto, está el tema sindical, donde hay que encontrar un camino de organización y proyección de un movimiento que difunda el país y la sociedad que uno quiere y necesita. En el tiempo que viene, para nosotros es clave no ser funcional a las estrategias del poder real (el Grupo Clarín como nave insignia, el poder sojero de Biolcati y Buzzi, los políticos del ajuste), que viene a enfriar la economía, a congelar salarios, y esto es menos educación, menos salud, menos sistema previsional, menos agua potable, menos vivienda.

G: Me parece fundamental que el movimiento piquetero se posicione frente al poder, pero me parece insólito no considerar dentro del poder al gobierno de turno, por el manejo de los recursos que tiene; hasta el manejo de la Policía. Si eso no es el poder, no sé dónde está. Lo que está en juego en el futuro son formas distintas de pensar la democracia. Y hay una manera instalada en el poder político –que ratifica una línea histórica muy peligrosa– de concentración de ese poder político. Si es un peligro la concentración de los medios de comunicación, es obviamente un peligro extraordinario la concentración de poder político. Tiene que ver con el fuerte presidencialismo argentino: eso se ve en el uso de decretos, en la manipulación de las cifras, en la negación a escuchar el disenso, en desobedecer fallos de la Corte, por ejemplo en el fallo PERFIL y la distribución de la pauta publicitaria.

N: Quisiera aclarar que el campo no es horizontal, y el kirchnerismo metió todo en la misma bolsa con la 125, y están juntos pero no revueltos. Para eso organizamos la Federación Nacional Campesina, que hizo varias marchas y protestas. No se puede comparar eso con la Sociedad Rural, parte de la clase dominante que tiene la Argentina. Entiendo cuando se habla de factores, grupos de poder: Clarín, Techint, etc. Pero también hay otro grupo de poder: los que tienen el petróleo, las telefónicas... y ahí está metido el Gobierno. Para el futuro, en la medida en que no se den respuestas integrales a las necesidades del pueblo, el pueblo va a buscar la forma para llegar a donde tiene que llegar, y reclamar lo que es justo. En 2001, piquetes y cacerola, la lucha era una sola. Hay gente que se mueve por lo que entra en el bolsillo o en la panza. Y quien tiene el bolsillo un poco más lleno se plantea ¿hay que hacer piquetes? La gente que es espontánea viene por necesidades insatisfechas, y nosotros le damos las respuestas.

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El piquete que se transformó en un asunto internacional
Pocos piquetes tuvieron tanta visibilidad como el que interrumpió durante casi tres años la Ruta 136, que accede al puente internacional que une Gualeguaychú con la uruguaya Fray Bentos. El 30 de abril de 2005 unas 40 mil personas tomaron el puente y en diciembre de ese año se cortó por completo la circulación de vehículos. "La cosa había empezado mucho antes, cuando supimos que se iba a instalar una pastera del lado uruguayo", recuerda Osvaldo Delmonte, docente universitario y activo participante de las asambleas que impulsaron los piquetes.

La protesta de Gualeguaychú tuvo un impacto muy grande sobre la vida política: condicionó una parte importante de la política exterior del país y fue tema central de la agenda. El entonces presidente, Néstor Kirchner, encabezó en 2006, junto a varios gobernadores, un apoyo al reclamo.

Delmonte resalta el apoyo popular que siempre tuvo la causa, pero la diferencia de la tradicional protesta piquetera. "Esto no nace de una resistencia contra el ajuste de las políticas neoliberales. Acá hay también sojeros que envenenan el río Gualeguaychú con desechos. Este es un movimiento de sectores medios y medios altos. Inclusive, la ‘gimnasia’ que muchos habían aprendido acá les sirvió después para la protesta del campo. Es un fenómeno contradictorio, nada es lineal."

Luego de que ambos gobiernos apelaran a la Corte Internacional de La Haya, el 20 de abril de 2010 el tribunal dictaminó que el país vecino había violado el Estatuto del Río Uruguay, pero no sus obligaciones para evitar la contaminación ambiental. En octubre del año pasado, se firmó el acuerdo que creó el comité científico binacional encargado de monitorear el río.

A pesar de las críticas y la desilusión que expresaron muchos asambleístas, Delmonte cree que los gobiernos de los Kirchner "hicieron lo que pudieron. Ya el hecho de no desalojar el puente fue importante". Y defiende: "No es verdad que perdimos la batalla. Si no protestábamos, se hubieran instalado dos o tres pasteras".

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Edgardo Depetri
Nació en abril de 1961. En 1991 fundó de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Entre 1991 y 2003 fue secretario de organización de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y en 2004 fundó la Organización Social Frente Nacional y Popular (FTNyP).
De 2005 a 2009 fue diputado nacional por el Frente para la Victoria. En 2010 volvió a ocupar ese cargo, en reemplazo de Néstor Kirchner.

Luciano "Tano" Nardulli
Nació en la región de Taranto, Italia, y llegó a la Argentina a los 4 años, en 1949.
Tiene cinco hijos y se dedica a la marroquinería.
En 1967, participó en la fundación del Partido Comunista Revolucionario (PCR).
Tiene cincuenta años de militancia vecinal y es referente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) en Villa Soldati.
Su referente es Juan Carlos Alderete.

Néstor Pitrola
Nació en Córdoba en abril de 1952. Trabajó como obrero gráfico en distintos talleres hasta ingresar en 1982 a la Editorial Atlántida. Allí fundó la Lista Naranja Gráfica. En 1984 fue elegido secretario general adjunto en el Sindicato Gráfico Argentino.
En 2000 fundó el Polo Obrero y actualmente es candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires del Partido Obrero.

Roberto Gargarella
Nació en Buenos Aires en 1964. Es sociólogo, abogado y doctor en Derecho por la UBA.
Además, es máster en Ciencias Políticas y tiene títulos de la University of Chicago y de Oxford. Es profesor de Derecho en la Universidad Torcuato Di Tella y en la UBA. Ganó las becas Fullbright, Guggenheim y Antorchas, entre otras.
Es autor de varios libros y artículos, publicados en el país y en el exterior.

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