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Perfil.com
28/11/10

Cristina encuentra su estilo

Un mes de vida del país sin Néstor Kirchner.Por Manuel Mora y Araujo, Rector de la Universidad Torcuato Di Tella.

Un mes de vida del país sin Néstor Kirchner no alcanza para disipar todos los interrogantes que dejó abierto su inesperado fallecimiento, pero permite al menos avizorar algunas tendencias sobre las cuales probablemente se moverán los hechos futuros. Por lo pronto, hay más claridad en el plano de la gestión de gobierno que en el plano de la política.


En el plano de la gestión de gobierno, se ha visto que la presidenta Cristina Fernández se ha hecho cargo y seguirá gobernando el país de la forma en que venía haciéndolo. Su gobierno ha capitalizado una ola fuerte de sentimientos populares favorables. El vacío dejado por Néstor fue llenado por la opinión pública con expectativas positivas; eso acentuó la tendencia, que ya venía observándose, hacia un aumento de la aprobación al Gobierno en la sociedad.

Por otra parte, desde las muchas señales dispersas que se emiten desde distintas fuentes gubernamentales van surgiendo algunas percepciones más definidas. Por ejemplo, el Gobierno ha decidido retomar el diálogo con el Fondo Monetario, lo que sugiere que el ministro de Economía está en control de su gestión y que el Gobierno buscará el objetivo de bajar la prima de riesgo argentino. Eso puede ser importante para mejorar las perspectivas de aumento de la tasa de inversión y, en consecuencia, aumentar la oferta de bienes y equilibrar un poco el actual desequilibrio entre oferta y demanda en el mercado interno que está repercutiendo en los índices de inflación. En esa línea de cosas, la Presidenta se muestra activamente al frente de la gestión.

En el plano político, el vacío dejado por Néstor todavía no ha sido llenado. Se diría que el Gobierno maneja los tiempos con cautela y sin sentirse presionado por los acontecimientos. Lo ayuda enormemente la desorganización opositora, un fenómeno que se ha agudizado desde la muerte del jefe político del oficialismo. Pero de todas maneras, la incertidumbre acerca de la estructura de manejo político del justicialismo kirchnerista sigue siendo una incógnita. Lo mismo sucede con lo relativo a las relaciones entre el partido y el sector sindical, especialmente, el orientado por quien es también la cabeza nominal del PJ bonaerense, Hugo Moyano.

El kirchnerismo venía funcionando equilibradamente bajo el modelo de doble conducción, la del Gobierno y la política. Esa dualidad siempre ha tendido a ser problemática en la Argentina; de hecho, la sociedad frecuentemente se sintió cómoda con la unificación del mando en una sola persona, como fue el caso con Perón cuando estaba en el país, o con Alfonsín y con Menem más recientemente. La innovación kirchnerista fue interpretada por muchas personas como un recurso para asegurarse la continuidad en el gobierno durante varios períodos consecutivos; pero más allá de esa posible intención, lo cierto es que funcionó para dotar al Gobierno de amplia capacidad de maniobra. Eso ha terminado. No es fácil imaginar una doble conducción sin Néstor Kirchner.

Tampoco es fácil imaginar a la Presidenta resignando su lugar como líder de la fuerza política que encarna. Por lo tanto, cómo sigue esta historia es incierto. Una posibilidad es que la Presidenta asuma ambas funciones y organice un equipo de conducción política que la asista en el cumplimiento de esa función. Otra posibilidad es que se abra un espacio para una suerte de conducción colegiada del partido. Dependiendo del grado de apertura que estuviese dispuesta a conceder y de cuán segura se sienta frente al desafío electoral del año próximo, esa conducción colegiada podría ir englobando paulatinamente a dirigentes y sectores que se habían ido alejando del Gobierno pero que, ya fuera de él, no terminaron de organizar una estructura alternativa.

Ese último escenario representaría un cambio político. No son pocos dentro del justicialismo quienes hoy se entusiasman con la posibilidad de que algo así pudiese llegar a ocurrir: un oficialismo firmemente en control del Gobierno, pero a la vez imbuido de un estilo menos confrontativo, algo más deliberativo, más previsible, eso que esperaban de Cristina Fernández de Kirchner cuando era candidata a presidenta, en 2007, y que después no encontraron.
La sombra de Néstor flotará siempre sobre cualquiera de esas posibilidades porque, como todo mito en construcción, puede dar para todo.

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