Di Tella en los medios
Clarín
22/09/10

Podemos transformarnos en el granero de Asia

Por Mariano Turzi, profesor de la Maestría en estudios Internacionales, UTDT

Los productos como la soja son un componente vital para garantizar laestabilidad social de China. La Argentina tiene ahí un enorme desafío.

Como respuesta a los desafíos provocados por la crisis internacional, desde el 2009 hubo en China un giro estratégico hacia el mercado interno y la demanda doméstica como principales motores del crecimiento económico. Beijing percibió que ello contribuiría a disminuir la vulnerabilidad de una economía orientada hacia las exportaciones. En ese diseño estratégico, proveerse de commodities agrícolas como la soja a bajo precio es funcional al objetivo de garantizar alimentos a su población a bajo costo .

En la práctica esto implica, por un lado, maximizar la ventaja de ser un comprador de gran escala y, por el otro, agregar valor a los productos agrícolas de manera doméstica. En términos simples: comprar porotos de soja lo más barato posibles y fomentar el procesamiento doméstico . Los productos agroalimentarios como la soja constituyen así un componente vital para garantizar la estabilidad social y la legitimidad del régimen del Partido Comunista Chino.

Hacerlo a bajo costo es entonces un imperativo político.

Este designio ya está en marcha como uno de los nuevos engranajes fundamentales de la nueva senda de crecimiento de la economía nacional.

La Argentina -que cuenta con el complejo de procesamiento de aceite vegetal más eficiente del mundo- enfrenta así un serio desafío en el mediano plazo . Para que este desafío no se torne en una amenaza a la competitividad internacional del país, hay que intervenir coordinadamente en tres planos de acción.

A nivel interno, es necesario articular una política coherente con respecto a China . La misma debe ser consensuada entre las fuerzas políticas y respaldada con los recursos técnicos y organizativos con que cuenta la Cancillería. El sector privado, como el elemento dinámico en la relación, puede identificar las falencias de diseño de las políticas públicas y los cuellos de botella en su implementación.

A nivel bilateral es crucial mantener fluidez en diálogo con la contraparte china . El intercambio de información y el fomento de la confianza facilitan soluciones de ganancia mutua y coordinación de posiciones, incluso ante intereses divergentes.

Finalmente, el país cuenta con potenciales aliados en el nivel regional.

La cadena agroindustrial de la soja se encuentra integrada geográfica y económicamente a lo largo del Cono Sur. Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay son una unidad desde el punto de vista productivo; juntos combinan más del 50% del mercado mundial de exportaciones de soja y productos derivados. El daño en uno de los eslabones representa un perjuicio para la cadena toda. Por más que los vecinos puedan obtener beneficios en lo inmediato, en el largo plazo las ganancias de la coordinación son mayores a las del free-riding, ya que la competitividad del complejo sojero depende en gran medida de ventajas que se encuentran en la regionalización de la producción .

Una respuesta coordinada a la República Popular en el sector agroalimentario podría constituir el fundamento de un nuevo regionalismo. Para Brasil podría agregar un ámbito más para consolidar el liderazgo sudamericano, a la vez que constituiría una plataforma de proyección global. Para socios como Uruguay y Paraguay (y, por qué no, Bolivia), aumentaría sus capacidades de negociación en un sector y frente a un comprador que será cada vez más demandante. Y para la región podría establecer la base de un bloque sudamericano con intereses económicos convergentes más que con vacías retóricas populistas.

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