Di Tella en los medios
La Nación
1/08/22

Integración “en solitario” vs. Mercosur

Jorge Garzón, profesor de la Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno y de la Especialización, la Maestría y el Doctorado en Estudios Internacionales, analizó la viabilidad de las políticas de integración comercial con el mundo “en solitario”.

Durante la durante la LX Cumbre del Mercosur que se llevó a cabo recientemente, el canciller de la República, Santiago Cafiero, manifestó en tono crítico a las intenciones de Uruguay de firmar un Tratado de Libre Comercio con China, que no “existe algún estudio serio que demuestre la ventaja de emprender caminos en solitario.” Aparentemente los asesores del canciller no están muy al tanto de los últimos desarrollos académicos en política comercial y regionalismo comparado. En realidad, no bastaba estar al tanto de la literatura especializada, sino haber seguido con un poco de atención lo que han estado haciendo otros países en materia comercial.

De hecho, ocho de los países más importantes de nuestro hemisferio han optado por el camino de una política de integración comercial con el mundo “en solitario” (Chile, Perú Colombia, Panamá, Costa Rica, México, Estados Unidos y Canadá). A estos se suman otros 16 países asiáticos y otros tres europeos. Esta política comercial de integración “en solitario”, a la que aspira Uruguay, ha sido teorizada por los académicos bajo el nombre de “regionalismo cruzado” y consiste en la negociación y firma de múltiples tratados bilaterales de libre comercio con naciones pertenecientes a diversas regiones del mundo. Chile, por ejemplo, ha firmado de esta manera acuerdos comerciales con 22 países, Perú con 14 y Colombia con 10. No hay espacio aquí para detallar las características de esta estrategia ni sus múltiples ventajas. Basta mencionar que aquellas naciones que la practican están entre las economías más dinámicas del mundo y han obtenido excelentes resultados en términos de política comercial.

Para mencionar un ejemplo, las exportaciones de los 6 países en desarrollo de nuestro hemisferio que se adhieren a esta estrategia de integración “en solitario” (es decir, quitando Canadá y Estados Unidos de los mencionados más arriba) enfrentan un arancel promedio ponderado de apenas 0,76 en los mercados internacionales. En contraste, las exportaciones argentinas enfrentan aranceles considerablemente más altos (4,5). Asimismo, estas 6 naciones latinoamericanas han obtenido, mediante la firma de acuerdos comerciales “en solitario”, acceso preferencial a nada menos que el 65,5% del mercado mundial en promedio. En marcado contraste, los acuerdos que firmó el Mercosur con terceros países apenas le han permitido a la Argentina y a los otros miembros del bloque acceder al 8% del mercado mundial.

Lo que es aún peor, de entre los otros bloques comerciales que todavía sobreviven, entre ellos la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) y la Unión Aduanera del África Austral (SACU), el Mercosur obtuvo los peores resultados. Las exportaciones de los países del Asean en su conjunto enfrentan en arancel promedio ponderado de 1,74 y sus negociaciones colectivas le permitieron al grupo obtener acceso preferencial al 33% del PIB mundial. Por su parte, las exportaciones del SACU enfrentan un arancel promedio ponderado de 1,14 y acceden al 26% del PIB mundial. De ellos, sólo la SACU logró concluir exitosamente un acuerdo de comercio interregional con la Unión Europea. Los números del Mercosur (3,33 de arancel promedio ponderado enfrentado por sus exportaciones y 8% del PIB mundial con acceso preferencial) lucen en contraste bastante magros.

Es decir, en términos de resultados, los países del Mercosur están muy por detrás de los países que practican la integración comercial “en solitario” y también bastante rezagados con respecto a los otros bloques que todavía sobreviven a la embestida del regionalismo cruzado como nuevo paradigma de política comercial. Con este telón de fondo, las declaraciones del canciller Cafiero y la posición de la Argentina parecen no ser tanto el resultado de una estrategia meditada para defender en el interés nacional en la región y en el mundo, sino más bien un reflejo en el plano internacional, de lo que en el plano doméstico se ha vuelto ya una costumbre: defender y porfiar en la implementación de políticas que no funcionan a pesar de la clara evidencia en contra, y creer, tal vez, que los países vecinos comparten esta misma patología.

Profesor de Economía Política de la Regionalización en la Universidad Torcuato Di Tella