Eduardo Levy Yeyati: "Con la inflación, el Gobierno nacional ya tiró la toalla"
El decano de la Escuela de Gobierno y director académico del CEPE fue entrevistado sobre la coyuntura económica actual.
El economista Eduardo Levy Yeyati en Córdoba. (José Gabriel Hernández)
El economista Eduardo Levy Yeyati estuvo en Córdoba el miércoles, invitado por la Fundación Pensar para disertar sobre la coyuntura actual.
Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella y doctor en Economía de la Universidad de Pensilvania, analizó en una entrevista con La Voz el corto plazo de la economía, donde no ve hoy un “entendimiento” con el Fondo Monetario Internacional, aunque no descarta un acuerdo.
Además, aseguró que para el Gobierno nacional la lucha contra la inflación está perdida (”Están congelando precios y eso no va a ir a ningún lado”). Y anticipa que un nivel similar al de este año (50 por ciento) el año que viene sería lo mejor que le podría pasar a la administración de Alberto Fernández.
–En la semana se conocieron el crecimiento de la economía y la reducción del déficit fiscal. ¿Qué ve en esos dos datos?
–En el crecimiento lo que se está viendo es una recuperación, en gran medida, de lo perdido el año pasado. Si se mira en detalle, los sectores que más crecieron fueron los más golpeados por las cuarentenas, como esparcimiento y gastronomía. Ahora bien, Argentina es un país que tiene una tendencia de crecimiento per capita, en los últimos 10 años, levemente negativa. Por eso, cuando se ven estas recuperaciones, uno se pregunta: ¿cuánto va a durar el año que viene? Hoy no está muy claro cuáles son las fuentes de crecimiento por encima de la recuperación. Una vez que llegás a activar la capacidad instalada, después depende mucho de la nueva inversión y de la nueva generación de negocios. Y ahí, la inversión todavía no terminó de recuperar niveles de hace unos años. Me queda la gran incógnita de cuánto puede ser el crecimiento potencial en los próximos dos años. Mi impresión es que va a ser, per capita, muy cercano a cero... Podría ser uno o 1,5 por ciento. Y en términos de déficit, la situación está más clara, aunque se abre un interrogante para el año que viene. Lo que se dio este año fue una aceleración de la inflación que diluyó, transitoriamente, todos los los gastos del sector público que están indexados. Más de la mitad del gasto del sector público está indexada en la inflación pasada. Eso incluye todo el gasto social asistencial, más el previsional, que debe ser aproximadamente la mitad de lo que gasta el Estado. Lo que tuviste hoy es una dilución transitoria de todo ese gasto. Si la inflación quedara en estos niveles el año que viene, ese ahorro de hoy te vuelve como gasto adicional el año que viene. Y si baja, te vuelve aún más potenciado. Como la mayoría piensa que la inflación no va a bajar, sino que posiblemente suba un escalón más, puede ser que el Gobierno no tenga que pagar, o sea devolver, el ajuste de este año el año que viene. Pero va a depender de dos cosas: el nivel de inflación y eventualmente lo que haga el Gobierno con las tarifas. Según lo que trasciende en la negociación con el Fondo, es uno de los puntos controversiales.
–Se interpretaba lo de la baja del gasto como un mensaje al FMI en la previa a un posible acuerdo. ¿El Gobierno está acomodando la macro para eso? ¿O son sólo coincidencias temporales?
–No creo que haya hoy un entendimiento con el Fondo. Eso toma el formato de una carta de intención en la que se especifican, fundamentalmente, las metas que impone el Fondo, que son fiscales y de piso de reservas; y qué medidas se van a implementar para asegurar que eso ocurra. Hoy no creo que estemos ahí. Me sorprendería ver esa carta de intención. Ahora, si lo que manda el Gobierno nacional al Congreso es una proyección propia, unilateral, para los próximos cinco años... parecido a lo que ya estaba incorporado al Presupuesto, que incluye un crecimiento mucho más alto, una inflación mucho más baja y ajuste de las tarifas, eso no sé cuánto va a valer, y si eso es algo para discutir. Porque muy probablemente en la negociación con el Fondo surjan nuevas condiciones. Como gesto puede tener un valor político, pero en términos de política económica no va a ser lo que vaya a primar. ¿Ahora están ajustando? La dilución por inflación es patear el gasto para adelante. Por eso hoy la política, no sé si deliberadamente o no, consiste en postergar los problemas, los ajustes. El congelamiento empuja la inflación hacia el año que viene. Porque cuando se liberen, esos congelamientos van a blanquear la inflación. Yo no digo que no quieran hacerlo, pero no he visto señales de que el Gobierno esté resolviendo los problemas del desbalance fiscal. Simplemente los está pateando para adelante. Y ese “patear para adelante” es difícil que sobreviva a una negociación con el Fondo.
UN ACUERDO CON EL FMI
–Marzo es la fecha límite para un acuerdo con el Fondo por los vencimientos que se aproximan. Por eso “patear para adelante” es muy corto plazo. Si no ve señales ahora, ¿qué ve hacia marzo?
–Partiendo de lo que está habiendo ahora, podría especular con que simplemente no llegan a tiempo con un acuerdo. Hay muchos colegas que piensan eso. Yo hago al revés el razonamiento: en el Gobierno están convencidos de que no pueden defaultear con el Fondo, y también empiezan a entender que tampoco pueden negociar políticamente. Porque el Fondo es como un autómata, tiene sus reglas y no puede hacer una excepción con Argentina porque, si la hace, después la tiene que hacer con todos los otros países. El Fondo no se va a mover de su lugar. El Gobierno está advirtiendo eso. El Fondo va a encontrar alguna forma de poner condiciones muy leves, con vistas a renegociar en 2024. Y el Gobierno, alguna forma de no tener que pagar con reservas, porque no está en condiciones de hacerlo.
El economista Eduardo Levy Yeyati en la Fundación Pensar, de Córdoba. (Fundación Pensar)
EL PRECIO DEL DÓLAR
–Antes de las elecciones, el Gobierno negó que iría a una devaluación. Luego, no hubo devaluación y se mostró como un triunfo. Hoy, ¿cuál es la realidad del precio de dólar?
–El problema es que la gente confunde, a veces, dos roles del dólar. Por un lado, el dólar es un precio relativo que te da competitividad. Y, por el otro, es un activo financiero. La gente lo usa como moneda de ahorro. Hoy, el equilibrio de competencia de Argentina posiblemente no esté tan lejos de dónde está ahora el precio del oficial. Un poco más, pero no tanto más. Lo que tenés hoy en el paralelo (blue) es el precio financiero del dólar. Eso es el reflejo de una huida del peso y ese precio puede estar en cualquier lado. Es muy difícil de precisar. Porque en la medida que se achique la oferta de dólares financieros y la demanda siga siendo fuerte, el precio va a subir. Y sobre la devaluación... La devaluación se anuncia el día después. El Gobierno va a tratar de sostener cuanto pueda el ancla oficial porque tiene un problema de inflación que no sabe cómo resolver. Con la inflación ya tiró la toalla. Están congelando precios, que es lo único que se les ocurre, y eso no va a ir a ningún lado, es insostenible. Entonces, están tratando de encontrar una solución antes de ajustar al dólar. Mi impresión es que no la van a encontrar porque no hay mucho sobre la mesa.
LA LUCHA CONTRA LA INFLACIÓN
–Dice que no hay un plan contra la inflación. Ahora, si la inflación ayuda a patear lo que hay que pagar, al Gobierno le molestaría un índice similar el año que viene?
–Una inflación ligeramente inferior a la de este año es, por un lado, un logro porque mostraría que el Gobierno “contuvo a la inflación”; pero, por el otro, le generaría un problema fiscal. Porque la inflación es una fuente de financiamiento importante del Gobierno y porque ahora que perdió el control del Congreso le va a costar mucho más subir impuestos. A falta de nuevos impuestos extraordinarios por única vez, del tipo que tenemos hace muchos años, al Gobierno sólo le queda la emisión o la dilución a través de la inflación. Así, el Gobierno necesita una inflación mayor al 50 por ciento. Lo que pasa que no quiere que sea del 65 porque eso lo castiga políticamente. El Gobierno está caminando sobre un sendero muy angosto. Lo mejor que le podría pasar, pensando en las pocas opciones que tiene, es mantener la inflación más o menos en este nivel.
–Y con ese nivel, y si no se dispara la inflación, ¿el Gobierno podría tener un año tranquilo? ¿Puede navegar en ese nivel, con reservas al límite y sin un acuerdo con el Fondo?
–¿Me preguntás si va a explotar esto?
–A eso iba. Vivimos siempre en una larga agonía.
–En economía no existen escenarios de probabilidad cero. Pero una explosión... No estamos muy lejos hoy de la situación que teníamos en 2018 y en 2019. Y no tuvimos una explosión. Una explosión en Argentina, y en las economías en desarrollo, es una crisis bancaria, un pánico bancario. La tuvimos en 2001 porque los bancos estaban dolarizados. En 2002, obligamos a los bancos a desdolarizarse. Digo “obligamos” porque yo estaba en el Banco Central y fui uno de los que escribí esa reglamentación. Esa fue la razón por la que no hubo explosión ni en 2018 ni en 2019. La pregunta es: ¿puede haber una hiperinflación? Creo que no. ¿Se emitió tanto como para que la haya? No. Porque la inflación que estamos viendo ahora es, en gran medida, el reflejo de la emisión del año pasado. Esta inflación va a diluir la cantidad de dinero que metiste el año pasado. La emisión de este año se va a ver a fin de este año y principios del que viene, pero va a reemplazar el impacto de la emisión del año pasado. No es algo adicional. ¿Podrías tener más inflación si el tipo de cambio se desliza más rápido? Sí. Un 55, quizá un 60 por ciento. ¿Y si ajustan las tarifas? Sí, quizá 65 por ciento. ¡Pero no un 6.500 por ciento, que es una hiperinflación! Por eso digo: lo mejor que le podría pasar al Gobierno y, te diría al país, es que la nominalidad se mantuviera en este rango.
El economista Eduardo Levy Yeyati, en la Universidad Siglo 21. (José Gabriel Hernández)
CRECIMIENTO PARA ACHICAR EL DÉFICIT
–La idea que sostiene Martín Guzmán de achicar el déficit no ajustando sino creciendo, ¿es posible en estas circunstancias?
–Es lo ideal. Pero ¿tenemos las condiciones para crecer al cuatro por ciento, que es lo que está implícito en el Presupuesto para el año que viene? Lo veo muy improbable. Porque no veo los motores de crecimiento. El Gobierno no tiene ya fondos como para impulsar la actividad, y el privado está muy renuente a hundir capital. Hay sectores protegidos. No sólo comercialmente, sino protegidos por la brecha, como el textil o la electrónica, por ejemplo. A esos les está yendo bien y están teniendo buenos márgenes. Y la construcción está creciendo, porque el dinero tiene que ir a algún lado y como no va a activos financieros... Ya pasó en 2014. Pero todo eso no me parece suficiente para crecer al cuatro por ciento.
CONGELAMIENTO DE TARIFAS
–¿Hasta cuándo se puede mantener el congelamiento de tarifas que, por otra parte, no es igual en todas las provincias? Se sabe que para el Frente de Todos eso constituye un activo electoral.
–Ojo, lo podés ver como un activo si no incorporás los costos. Este año tenés tres puntos, o más, del producto en subsidios que podrías destinar a otra cosa. Estás transfiriéndole a la clase media y media-alta de la zona del Gran Buenos Aires tres puntos del PIB. Pero podría haber otras cosas políticamente rentables con eso. Mi impresión es que esa pregunta no tiene respuesta porque en el Gobierno hay gente como Guzmán, que quiere reducir los subsidios, y gente como Federico Bernal o Basualdo, que, por ahí por pedido de Cristina Kirchner, no lo quieren hacer. Habría que preguntarles a ellos cuál de las dos propuestas va a predominar. La idea de Guzmán de segmentar, y con eso reducir los subsidios a las clases medias y altas tiene sentido. Lo tiene desde hace 20 años. Pero eso puede aguantar todo lo que quieran con más déficit fiscal y más emisión. En eso, para mí, la urgencia de cerrar con el Fondo, con una meta fiscal que no puede ser del tres por ciento, lo va a ayudar a Guzmán a imponer su punto de vista.
–La paradoja es que en Córdoba, por ejemplo, hay gas subsidiado por “zona fría” a sectores de alto poder adquisitivo. Pero eso no se traduce en rédito político para el Gobierno nacional.
–Es interesante la comparación entre la ley de “zona fría” y los subsidios al Amba. Los dos casos, más allá de que hay gente de bajos recursos que recibe el subsidio y debe seguir recibiéndolo, son altamente regresivos en relación con quienes no los reciben. Porque el promedio de ingreso del Amba y de la ciudad de Buenos Aires es mayor que el del resto del país. Eso no tiene ningún sentido. Hay otras formas de subsidios regionales mucho más eficientes. Llegás al paroxismo de tener, en una misma provincia, la mitad que recibe el subsidio y la otra que no. Sin ninguna diferencia clara. Ningún economista, incluso ningún economista peronista... no digo kirchnerista, apoya la ley de la zona fría. Ahí hay consenso, no hay grieta.
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