Di Tella en los medios
Perfil.com
16/11/21

Es solo una cuestión de actitud

El director de las Licenciaturas en Ciencia Política y Gobierno y en Estudios Internacionales analizó los resultados de las elecciones legislativas.



Las elecciones del pasado domingo 14 de noviembre produjeron un resultado curioso: ganaron todos. La razón reside en que en política (y en varios ámbitos de la vida) las expectativas lo son todo. Y si como cantaba Fito Paéz, “es solo una cuestión de actitud”, pareciera que el gobierno respira más aliviado.

En el campo opositor algunos se relamían con una paliza electoral. Así, el resultado del domingo, donde el gobierno quedó con vida, tuvo sabor a poco. Pero visto en perspectiva, hay motivos objetivos para celebrar. Desde el 47% de votos que obtuvo la Alianza en 1997 ninguna fuerza opositora había sacado tantos votos como el 42 que sacó Juntos por el Cambio. Aunque es cierto que las elecciones de medio término son en realidad 24 elecciones separadas, ese caudal de votos es significativo y deja a la oposición expectante para un proyecto de poder para 2023. Aun así, algunos en JxC deberían recordar que las elecciones de medio término no son buenas predictoras de lo que ocurre en la presidencial (como bien pueden atestiguar Massa y de Narváez).

Luego de las PASO se instaló un clima de inevitabilidad sobre la figura de Rodríguez Larreta que habría que moderar. Sobre todo porque es probable que los sectores “duros” de Juntos se fortalezcan cuando haya que salir a buscar los votos de la derecha libertaria (me niego a llamarla liberal).

Por el lado del oficialismo, puede sorprender el llamado al festejar un triunfo pero es legítima la relativa satisfacción por haber mejorado los resultados y recuperado algo de margen. Aún más: el resultado es positivo para la gobernabilidad. Sabemos, como decía Carlos Floria, que la sucesión peronista es el gran acontecimiento de la política argentina. Un resultado de muerte para el gobierno hubiese generado una crisis de gobernabilidad y de faccionalismo muy negativa. Asimismo, en los sistemas presidenciales es muy negativo que los gobiernos se vuelvan irrelevantes. En este sentido, es una buena noticia que el gobierno siga con vida.

Esto no debería ocultar que como termómetro de las preferencias ciudadanas las elecciones son una mala noticia para el gobierno. Ya estaba claro (y las elecciones lo terminan de confirmar) que el albertismo como proyecto de poder fracasó. Esto abre muchas incógnitas en torno a la conformación de la oferta electoral peronista hacia 2023. Es altamente improbable que el Frente de Todos pueda reelegir con esta configuración. Así, no debería sorprender que comiencen movimientos subterráneos de algunos sectores marginados hasta ahora del elenco gobernante pidiendo mayor visibilidad. El movimiento de gobernadores peronistas, que quedó en su momento marginado con la postulación de Alberto Fernández, cobrará vida. Todas las luces se posan en Juan Schiaretti, Sergio Uñac y Omar Perotti.

¿Y Cristina? El resultado de la provincia de Buenos Aires le permite “salvar la ropa”. Y el kirchnerismo sigue siendo el único aportante de votos en una coalición donde el massismo y el albertismo son electoralmente irrelevantes. Pero queda claro que su posición negociadora al interior del peronismo se debilita. Cristina sigue teniendo incentivos para no romper (después de todo, su frente judicial no está resuelto). Pero posiblemente tenga que ceder más a sus correligionarios de cara al 2023.

En este contexto, el país sigue su rumbo extraviado. El modelo económico hace tiempo que está agotado, y la clase política no parece tener la audacia necesaria para afrontar el desafío de frenar la caída. Y en estos temas, a diferencia de lo que cree Fito, no es solo una cuestión de actitud.