Di Tella en los medios
La Nación
6/06/21

Nicolás Gadano: “La Argentina es como un paciente con todas las comorbilidades”

Por Sofía Diamante

El profesor del programa Energía y Política en Argentina, del área de Formación Ejecutiva en Políticas Públicas, fue entrevistado sobre la coyuntura económica y política.


Nicolás Gadano. Gerardo Viercovich - LA NACION

El economista Nicolás Gadano ocupó diversas posiciones en la función pública, lo que le permitió especializarse en finanzas públicas, banca pública y en la industria de los hidrocarburos. Es autor de artículos y libros, entre ellos Historia del Petróleo en Argentina (Edhasa, 2006) y La Caja Topper (Seix Barral, 2019). Actualmente es consultor y participa de discusiones económicas dentro del espacio de Juntos por el Cambio.

–¿Qué es lo que más le preocupa de la economía argentina?

–Desde el punto de vista de los impactos, sin dudas, la profundización de la pobreza y de la distribución del ingreso. Como economista y después de tantos años en la gestión, puedo identificar cuáles son las causas de eso: la Argentina tiene miles de problemas económicos, es como un paciente con todas las comorbilidades, pero hay un núcleo central de la inestabilidad macroeconómica que es la imposibilidad para resolver el conflicto distributivo, en un contexto de equilibrio fiscal. El desequilibrio fiscal permanente sin dudas es el núcleo de los problemas, porque se traduce después en crisis recurrentes. Nosotros siempre estamos discutiendo quién tomó la deuda con el Fondo, los bonistas, la inflación, las causas. Si no vamos a ese núcleo y encontramos una solución, para mí ninguno de los demás problemas se puede resolver, por eso es el que más me preocupa.

–¿Por dónde se empieza a achicar el gasto público?

–No sé, depende mucho de las condiciones del momento. Hoy, el nivel de gasto público estructural de provincias, nación y municipios es muy alto si se lo compara con lo histórico. También es cierto que, en estas crisis, el nivel de los salarios y de las jubilaciones reales caen. De hecho, están cayendo el año pasado y este. Habría que ver el punto de partida, pero la sociedad debería tener un consenso respecto de ese problema, de manera tal que en el Congreso las leyes de presupuesto respondan a un programa en el que hubiera equilibrio fiscal, cero endeudamiento neto. Hay miles de cosas para mejorar la productividad en el Estado también. Creo que hay que poner el foco en eso, no sé si necesariamente en achicarlo. Pero sí que cada peso que gasta el Estado vuelva a la sociedad de la mejor manera posible.

–En la política energética, ¿cómo ve el aumento en los subsidios?

–Va a crecer. En el presupuesto se había proyectado un gasto de 1,7% del PBI y será más alto. El otro día escuchaba a Federico Bernal [interventor en el Enargas] que decía que entre las empresas y la gente, estaban del lado de la gente; pero es mentira, porque lo que no pagan los usuarios en general, lo paga el Tesoro con los impuestos de la gente. Son dos mecanismos distintos de pagar. Como dijo Martín Guzmán, mucho de esos subsidios, sobre todo en gas, son “pro-ricos”.

–¿Cómo le impactó a Guzmán que el aumento en tarifas no haya sido lo que él esperaba? Parecía haber quedado debilitado, pero sigue en el cargo.

–Evidentemente hay una tensión ahí. Hay sectores del Gobierno muy poderosos que le dicen el “ministro de la Deuda”, casi como si fuera un secretario de Finanzas con sus facultades limitadas. Y en otros temas no lo dejan intervenir o le discuten. Da la sensación que en este tema de tarifas y del déficit fiscal, Guzmán perdió esa batalla, por lo menos por ahora.


Nicolas Gadano: "El desequilibrio fiscal permanente es el núcleo de los problemas"Gerardo Viercovich - LA NACION

–¿Cómo puede Guzmán negociar un acuerdo con el FMI si no se puede comprometer a bajar el gasto fiscal en ciertas áreas?

–Es difícil, porque evidentemente el tema tarifario es muy delicado para cualquier acuerdo con el Fondo. No solamente por su impacto fiscal, sino porque claramente es uno de esos retrasos en un precio relativo que, ¿hasta cuándo se puede sostener? Es como la política cambiaria que también está tomando ese sesgo, son anclas. Si la economía se sigue moviendo al 3 o 4% mensual de inflación, en algún momento se tienen que sacar. Está la cuestión del impacto fiscal, la distorsión en los precios relativos. Y creo que lentamente se irá metiendo en la agenda de los subsidios a los hidrocarburos la transición energética en el mundo. El mundo está tomando compromisos cada vez más fuertes para salirse del consumo de gas y de petróleo. Entonces que, en el medio de eso, la Argentina abarate con subsidios el gas, y ni te digo abarate todavía más con el proyecto de ley que se está discutiendo en el Congreso de “zonas frías”, va en contra de Europa y Estados Unidos. No sé en qué magnitud, pero la política tarifaria va en contra de facilitar un programa con el Fondo.

–¿Qué autocríticas hace el espacio de Juntos por el Cambio en el aspecto económico?

–El gran problema del gobierno de Juntos por el Cambio fueron los resultados económicos. Los economistas que participamos tenemos que ser bastante reflexivos y autocríticos, porque quizás era donde había más expectativas y donde la diferencia entre expectativas y resultados fue más grande. Una lección que todos compartimos, porque después cada uno tiene su visión, es que hubo problemas de coordinación muy importantes. El diseño de la gestión económica inicial tenía figuras muy importantes, en el sentido de que tampoco estaban tan dispuestos a coordinar con otros. Pero más allá de eso, estaban muy atomizados en una economía que no estaba en una especie de steady state [Estado estable], como si fuéramos, no Suiza, pero sí Uruguay. Llegas a una economía con fuertes problemas de déficit fiscal, alta inflación, tarifas retrasadas, default de la deuda, y no podés mandar a cada uno a hacer lo suyo. Y había todas figuras fuertes, como Federico Sturzenegger, Alfonso Prat-Gay y Juan José Aranguren. Cada uno se enfocó en su tema y no hubo consistencia entre lo que cada uno hacía. Es muy difícil simultáneamente pretender lo que los economistas llamamos corregir precios relativos, especialmente los que están muy retrasados, como el tipo de cambio y tarifas. Tenés que hacer que suban en términos reales respecto a los demás precios, pero simultáneamente hay que bajar el nivel general de precios. Es un esfuerzo. Normalmente, cuando uno ve la historia propia y la ajena, la corrección de precios relativos se da antes de la estabilización. En el primer año no se le dio mucha atención al déficit fiscal.

–¿No hubo luego margen de maniobra para arreglar esas cosas?

–El Gobierno sufrió un shock que lo dejó, no te digo nocaut, pero casi, con los problemas de inestabilidad macro al principio de 2018. Eso condicionó todo el resto del mandato y tuvo que ver, más allá de los factores externos que siempre están (ojalá hubiésemos tenido los precios actuales de la soja y no la sequía), con que se habían acumulado ciertos desequilibrios, como la situación fiscal y las necesidades de endeudamiento en el mercado externo. Eso fue un golpe muy duro para el gobierno. También se puede hacer una reflexión: yo participé de dos gobiernos no peronistas y a los dos les fue mal. No creo que haya sido por mí, porque no fui tan importante en ninguno de los dos. En el gobierno de la Alianza se trató de lidiar con la salida de la Convertibilidad, el déficit fiscal y la dificultad al acceso de financiamiento. Y ese gobierno empezó con un ajuste, con el plan de Machinea, que cayó pésimo. Fue un ajuste fiscal de entrada y no solo no funcionó, sino que el gobierno se cayó a los dos años.

–¿Había miedo de que pase eso en Cambiemos?

–Uno se pregunta eso. Acá se postergó un poco el ajuste fiscal. Después de ganar las elecciones de medio término [2017], se planteó una reforma mínima, no de fondo, en un tema muy delicado fiscal, como fue la movilidad de las jubilaciones, y hubo toneladas de piedras y un problema político importante para el gobierno. Estuvieron los errores y las dificultades propias de la gestión que uno va revisando y aprendiendo.

–Deja la impresión de que solo el peronismo puede llevar adelante los ajustes.

–Tampoco sé si el peronismo. A este gobierno ahora tampoco le está yendo bien. El Gobierno se enfrenta a los mismos problemas y con un país muy fatigado y muy agotado. Ya no tiene margen para usar las reservas de dólares, gas y petróleo. Si no encaras la solución de los temas, te muerde todo por todos lados. Desde ya que si no tenés mayorías en el Congreso y tenés a los sindicatos en contra, es mucho más difícil, pero creo que es un problema bastante estructural ya en la Argentina. Por eso, si no se llega a algún consenso de que no podemos seguir planteando que tenemos un montón de derechos que el Estado nos tiene que garantizar, aunque no tenga la plata para hacerlo, siempre será muy difícil.

–Se recomienda que los equipos económicos del oficialismo y de la oposición se reúnan para acordar políticas de largo plazo, ¿es viable algo así? ¿Quién tiene que dar el primer paso?

–Ojalá fuera así. Nosotros estaríamos dispuestos. Sin duda, en algún momento se habló. Ahora hay una ley que promovió el Poder Ejecutivo para que el acuerdo con el Fondo tenga que ir al Congreso. Porque además, si el Gobierno quiere ir a un Extended Fund Facility, que es el programa por 10 años, significa varios periodos presidenciales y a todo el mundo, al mismo Fondo, al mercado, a la gente y a las fuerzas políticas les daría seguridad y fortaleza que se apruebe con amplias mayorías. Ese programa, en el que sin dudas hay que plantear cómo y cuándo convergeremos al equilibrio fiscal, sería excelente que se trabaje de manera conjunta bajo una propuesta del Gobierno, que es quien gobierna. Si esa convocatoria de manera genuina viniera del lado del Gobierno, creo que sería un paso muy positivo.

–¿Cree que va a suceder?

–No sé, porque incluso no sé si todo el Gobierno quiere hacer un acuerdo con el Fondo, y hasta puede parecer ahora que hay un área del Gobierno que se quiere juntar con la oposición en vez de juntarse con el Gobierno. Ojalá que eso en algún momento se supere. Creo que pasará cuando la sociedad termine de internalizar que echarle la culpa de la deuda a los acreedores, al que firmó el bono, al Club de París, no funciona. Nadie cree que Axel Kicillof haya hecho una gran negociación, hizo la que pudo, pero la deuda es la deuda. No podemos decirle a los acreedores que la firmó Kicillof o Macri, es la deuda del Estado argentino. ¿De dónde viene? De que no pagamos los gastos con los recursos. No es que tenga que suceder todo el tiempo, pero evidentemente hay un elemento común en décadas que es el uso del financiamiento con deuda interna, externa, de las reservas, de la emisión que siempre está en el corazón de la inestabilidad macro. Uno puede fomentar determinados sectores, mejorar la competitividad de una industria, pero cuando viene la inestabilidad macro, te lleva puesto por completo y te deja al país con 10 puntos más de pobreza y desempleo. Eso es lo primero que hay que atacar, todo lo demás viene después.


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