Di Tella en los medios
Nueva Sociedad
31/07/20

Cuba, la pandemia y las FAR

La profesora del Dpto. de Ciencia Política y Estudios Internacionales analizó el manejo de la información por parte del gobierno de Cuba y el rol de las Fuerzas Armadas Revolucionarias durante la pandemia.

Cuba, la pandemia y las FAR

La pandemia encontró a la mayoría de los países de América Latina con instituciones democráticas debilitadas, economías recesivas, líderes políticos cuestionados y sociedades movilizadas. En este escenario, un tema relevante para controlar los efectos de covid 19 y dar respuestas estatales a la población ha sido el nivel de control de la información por parte de los gobiernos. Desde que el virus apareció en la provincia de Wuhan en China, el gobierno de Xi Jiping fue acusado de manipular y ocultar información. Otros países, con gobiernos democráticos, han sido objeto de dudas sobre las estadísticas que presentaban en los primeros momentos de la aparición del virus. Las cifras de España e Italia, los primeros países europeos más afectados, fueron cuestionadas y revisadas continuamente para alcanzar cierta credibilidad.

En países en los que hay opacidad de la información es más complicado, o casi imposible, conocer cómo se controla el nivel de contagio o qué actores están interviniendo en la administración de la crisis sanitaria, cuáles son las cifras reales y qué efectividad tienen las medidas adoptadas por el gobierno. A ello se suma que las autoridades recurren a las fuerzas armadas para controlar los efectos de las restricciones impuestas. Su contribución se hizo necesaria, ya que, por su capacidad logística, por las posibilidades de desplazamiento rápido y por el número de efectivos, se las considera la institución mejor preparada para coordinar operaciones de abastecimiento y control de movimientos a escalas nacionales. En América Latina, por la historia reciente, la preocupación ante este reposicionamiento militar en la política es asegurar que, una vez controlada la pandemia, las fuerzas se retirarán evitando que se perpetúen en funciones no militares.

Teniendo en cuenta estas dos variables, vale indagar las consecuencias que puede tener el covid-19 en un escenario político en el cual ambas variables se combinan: un control férreo de la información y un rol político de las fuerzas armadas. En América Latina, Cuba es el país que más cabalmente reúne estas características.Hay que destacar que las cifras de los enfermos en la isla no se han disparado. De acuerdo con los datos oficiales del Ministerio de Salud Pública hacia finales de julio se registran 2588 casos confirmados, 169 ingresados con sospecha, 2351 pacientes recuperados y 87 fallecidos.

Este artículo explora el manejo de la información por parte del gobierno cubano frente la pandemia y el rol que asumieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). La principal pregunta que anima esta reflexión es si el impacto del covid-19 puede fortalecer al gobierno gracias a su monopolio informativo y a la popularidad que todavía tienen las FAR o, por el contrario, las grietas de la sanidad, más el desabastecimiento, la disminución de las remesas y del turismo, pueden agotar la paciencia del pueblo cubano y despertar una protesta ciudadana.

Con el fin de presentar un escenario lo más próximo a la realidad realizamos una encuesta a cubanos residentes en la isla. De las 27 encuestas enviadas por correo electrónico, quince entrevistados respondieron a nuestras preguntas, entre ellos hay periodistas independientes, activistas sociales, artistas independientes, jóvenes cuentapropistas, jóvenes twitteros, profesores universitarios, militares retirados y en actividad y diplomáticos. Este pequeño grupo representa cubanos y cubanas entre los 23 y los 65 años de edad, nueve varones y seis mujeres, tanto aquellos que se oponen al gobierno activamente y a quienes lo apoyan desde cargos oficiales. Si bien es un número poco representativo del conjunto social, suma su aporte a las fuentes provenientes de la prensa oficial e independiente y análisis académicos.

Cuba y sus respuestas al covid-19

El 24 de marzo, el primer secretario del Partido Comunista de Cuba, general de Ejército Raúl Castro Ruz, y el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez activaron los Consejos de Defensa provinciales y municipales, con el objetivo de cumplir las acciones de prevención y control de la pandemia. Se supone que todas sus decisiones son temporales.

A escala nacional se activó el Consejo de Defensa Nacional, establecido por la Ley de Defensa Nacional, sancionada en 1994. En la nueva Constitución aprobada en 2019 se reconoce su existencia en el artículo 119. Está conformado por cinco miembros: Presidente, Vicepresidente y tres integrantes a designar. Los consejos de defensa municipales, en general, están comandados por ciudadanos, y como puede verse en la prensa de los municipios, por ejemplo, de Las Tunas o Villa Clara, en sus comunicaciones con la población aparecen vestidos con uniforme militar.

El Consejo de Defensa Nacional es la autoridad para adoptar disposiciones de carácter general y obligatorio durante las situaciones excepcionales. Su función es también asistir al presidente en situaciones de conflictos armados y en las definiciones de la política de defensa, así como conducir a las fuerzas armadas. En los últimos años, sus actuaciones han estado encaminadas a aliviar las consecuencias de inclemencias climáticas como el huracán Irma en 2017 o coordinar el plan Tarea Vida, el mismo año, para la protección costera de las ciudades.

Tomando en cuenta las devoluciones a la encuesta, como no podía ser de otra manera hay una importante diferencia entre las respuestas de los ciudadanos afines al gobierno y los críticos u opositores. Lo interesante para destacar es que quienes apoyan al gobierno ofrecen respuestas muy similares con importantes referencias al marco legal. Esto significa que las respuestas suenan a un discurso oficial que repiten los funcionarios tanto en actividad como en retiro.

Para los oficialistas convocar los Consejos de Defensa y habilitar una mayor presencia de las FAR en las calles son decisiones acertadas. Argumentan que, por un lado, los Consejos de Defensa están mejor preparados para el manejo de crisis y desastres y que, por otro, ejercen un control más centralizado que, junto con la presencia de las FAR, evita un aumento de la corrupción. Las FAR organizan las largas colas que se forman para la compra de alimentos, fumigan las calles y cuidan que se cumpla los confinamientos. Otra de las funciones de las FAR, puntualizada por otro encuestado, es actuar en emergencias de origen sanitario a través de sus hospitales, fortaleciendo la seguridad pública, asegurando el saneamiento de las ciudades y administrando los sectores económicos que están en su órbita.

Desde el punto de vista de un ciudadano opositor, el rol de las FAR debería ser tratar de solucionar la crisis económica ya que, a su entender, esta institución tiene secuestrados los medios de producción y comercialización. Un periodista crítico sostuvo que el gobierno está aprovechándose de esta crisis, especialmente poniendo el acento en el impacto del embargo estadounidense, para recuperar el espacio público que ha ido perdiendo en los últimos años. Entre los encuestados críticos del gobierno está muy presente el fantasma del período especial de la década de 1990. Las largas colas que se ven en las principales ciudades para poder acceder a bienes básicos les preocupan al igual que quienes siguen al régimen.

Aquellos que apoyan al gobierno resaltan dos fortalezas. Por un lado, confían en que las autoridades están tomando decisiones basadas en la opinión de los expertos cubanos que tienen una amplia experiencia gracias al desarrollo de la medicina del país y a la participación de los médicos en distintas misiones internacionales. Por otro, afirman que el gobierno ha actuado con una transparencia informativa excepcional. Esto no se condice con la investigación del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Columbia, en cuyos cuadros se evidencia una vasta ausencia de información sobre las medidas económicas para contrarrestar el impacto de la pandemia.

Entre nuestros encuestados, un joven señaló que aquellos líderes que habían estado informando a los cubanos habían sido los más jóvenes. Los históricos como Raúl Castro, José Ramón Machado Ventura o Ramiro Valdés no han tenido protagonismo en estos últimos meses. El Ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, de 53 años de edad –«joven» en comparación con la edad promedio de las autoridades históricas– ha sido uno de las caras más importantes para informar sobre la pandemia.

Asimismo, otro joven periodista hizo referencia a un artículo publicado por Ernesto Estévez Rams en Granma el 24 de marzo, titulado «La fábula de la silla voladora». En pocas palabras, el artículo solicita que se acallen las voces contrarias a las medidas que el gobierno viene tomando contra la pandemia. Afirma que solo el gobierno tiene los datos que lo habilitan a tomar las decisiones correctas. Los demás no deberían socavar la confianza en las autoridades ni aprovechar la coyuntura para atacarlo. Es un artículo imperdible para estudiosos de la comunicación en tiempos de crisis así como de la manipulación de la opinión pública. El órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba deja muy claro, desde principios de la pandemia, que solo el gobierno tiene la capacidad de solucionar los problemas y compartir los datos fiables. El resto de los cubanos, por ejemplo, la sociedad civil, deben callarse y esperar.

En el medio de la crisis, el reconocido escritor Leonardo Padura afirmó que «El gran problema de Cuba, desde mucho antes de la pandemia y que arrastraremos después de la pandemia, es económico. La falta de una economía eficiente y productiva, que tiene su reflejo más dramático en la escasez de comida, que se ha hecho más alarmante en estas semanas».

La lectura de las cuentas con más seguidores de Twitter en Cuba, en general jóvenes críticos del gobierno que no tienen participación en organizaciones opositoras o disidentes, muestra que los temas más relevantes son los precios de internet, los problemas de conectividad, el monopolio de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA), los problemas de abastecimiento, las largas colas para comprar pollo, la falta de libertad y la persecución a sus amigos, especialmente artistas y periodistas. De la pandemia se encuentran muy pocas referencias entre los jóvenes tuiteros, mientras que la prensa opositora hizo numerosas referencias sobre el ataque a sus periodistas.

Una primera impresión de lo que sucede en Cuba nos lleva al cortoplacismo de las políticas del gobierno, la debilidad de la sociedad civil y la lucha cotidiana por la supervivencia como los puntos principales de la reacción a covid-19. Cada país ha enfrentado esta crisis sanitaria con los recursos que tiene y Cuba tiene escasos recursos económicos y un liderazgo estancado. Basta ver la pobreza de los discursos del presidente Díaz-Canel. Por ejemplo, en una charla reciente parece decir que producir limones para hacer limonada «es la base de todo» y una solución económica para el país.

Cuba tiene una sociedad civil paralizada, no existe un marco legal que la encuadre y legitime, hay desconfianza entre los distintos grupos que la conforman y miedo a la represión. La población está más preocupada por su lucha diaria por la supervivencia que por los problemas de Estado. La llegada de la pandemia y el miedo al contagio ha empoderado la estatalidad. Hoy en Cuba, el gobierno le ha coartado la libertad de tránsito no solo a opositores sino también a seguidores.

¿Las FAR vuelven a escena?

En el diario Tribuna de La Habana del día 30 de abril pasado se da cuenta de los cambios que las FAR han tenido que enfrentar por la pandemia. Se decidió que los jóvenes que estaban por concluir el Servicio Militar Activo (SMA) continuarían y se aplazaría el nuevo llamado. En el caso del Servicio Militar Voluntario Femenino, el coronel Heriberto Burgos Ronquillo, jefe de la Dirección de Organización y Personal, del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar), informó que las voluntarias que querían cambiar de carrera deberán esperar hasta que se regularice la situación de la pandemia, mientras que en junio podrían ingresar las que han optado por una carrera militar.

A los consejos de defensa se ha sumado la conformación de un Grupo Temporal de Trabajo, presidido por el presidente Díaz-Canel en el que juega un papel importante el primer ministro Manuel Marrero Cruz. Este grupo se reúne a diario y se produce e informa por televisión para informar sobre las acciones emprendidas ante la pandemia. Es la voz oficial.

Al mismo tiempo, entre las respuestas que nos hicieron llegar desde Cuba, se afirmaba que la presencia de los militares es más notoria en las calles. Granma, en un artículo del 6 de abril pasado, informaba que miembros de la Brigada de Tropas de Prevención de las FAR y del Regimiento de Tropas Especiales de la Región Militar de La Habana despliegan una intensa labor de concientización sobre los peligros de Covid-19. Asimismo, publicó un reportaje fotográfico sobre el rol de las Tropas Especiales y de prevención de las FAR en evitar la propagación del virus. Jóvenes de apenas 19 años de edad afirman sentirse preparados para concientizar a la población sobre las medidas necesarias para evitar los contagios. Estos jóvenes están realizando el servicio militar obligatorio.

Algunas de las respuestas recibidas a nuestra encuesta afirman que la presencia de los militares es menor que ante otras emergencias, como lo sucedido hace dos años con los huracanes, en dónde los jefes del ejército dirigían las operaciones. Nos aseguran que, aunque se ven oficiales de menor rango informando en diversas regiones del país, la conducción central de las acciones gubernamentales está en manos del Ministerio de Salud Pública.

Cuba se distingue de la mayoría de los países latinoamericanos porque sus fuerzas armadas no han estado involucradas en violaciones de derechos humanos y mantienen un alto nivel de popularidad. Sin embargo, existe una mirada crítica a los altos mandos de las FAR por ser considerados los dueños de la economía, especialmente por su manejo casi exclusivo del sector turístico. Las clases sociales que la Revolución intentó borrar del mapa cubano están bien determinadas en una de sus instituciones más emblemáticas: los altos mandos de las FAR se han convertido en empresarios capitalistas y los mandos medios y bajos (aún más los soldados que realizan el servicio militar) representan al pueblo cubano. Es importante hacer esta distinción para poder descifrar las opiniones de los entrevistados y de las publicaciones oficiales e independientes sobre el rol de las fuerzas armadas durante esta pandemia.

En muchos países, las fuerzas armadas fueron convocadas por los gobiernos para intervenir en diferentes acciones, de salud, de control, de alimentación a poblaciones carenciadas, de freno en las fronteras. Mientras que en las democracias consolidadas estas tareas se suponen temporales y al retirarse las fuerzas no ganan espacios políticos, en democracias débiles y regímenes autocráticos, esto no sucede. El estado de emergencia decretado en varias naciones afianza el poder militar.

Las misiones médicas que el gobierno ha enviado al exterior se confunden, a veces, con las FAR. Un artículo en France 24 recordaba que Fidel Castro aseguraba en 1998 que ningún profesional sanitario sería alfil político de su gobierno por el mundo. «Nuestros médicos no se mezclarán lo más mínimo en asuntos de política interna. Serán absolutamente respetuosos de las leyes, tradiciones y costumbres de los países donde laboren. No tienen por misión propagar ideologías». Es difícil constatar si todos los miembros de las brigadas médicas son simultáneamente activos de las FAR. En junio pasado, un médico de la misión en Andorra, capitán del Ejército, abandonó la misión justo antes del regreso a Cuba. Se supone que ha solicitado asilo en España, pero no hay información en los medios sobre su paradero. El médico era un miembro activo de las FAR y el jefe de la misión.

Aunque las medidas adoptadas en Cuba responden a una situación de emergencia y son similares a las que han acordado muchos otros países, hay un vacío legal respecto a regular la participación de las FAR, y existe una tradición del régimen de ajustar sus políticas con el auxilio de unas fuerzas armadas seleccionadas por su lealtad a la revolución.

***

Desde las respuestas que recibimos y el seguimiento de las redes sociales, tanto las FAR como el covid-19 no parecen ser las preocupaciones más importantes de la ciudadanía. El fantasma del regreso al denominado «período especial» que siguió a la caída del «bloque socialista» es lo que más preocupa a los cubanos. Asimismo, en el medio de la pandemia la persecución de la Seguridad del Estado contra los periodistas independientes o artistas continúa, reforzando la hipótesis que la información no es pública y está fiscalizada. De acuerdo a las datos del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, en el mes de junio se realizaron 437 acciones represivas entre detenciones, multas y allanamiento de viviendas.

La economía cubana, estatal, privada o cuentapropista, depende del turismo internacional, de las remesas, las misiones médicas y toda actividad que le garantice el ingreso de divisas. El covid-19 ha frenado el turismo y disminuido las remesas, tal vez porque muchos cubanos en el exterior pueden haber perdido sus empleos. En julio, el gobierno ha anunciado nuevas medidas económicas entre la que sorprendió la apertura de tiendas para uso exclusivo de moneda libremente convertible (MLC). Las tiendas, pertenecientes al conglomerado económico de las FAR, aparecieron repletas de productos que escaseaban durante semanas lo cual indignó a la población. Las medidas de julio rompen sin tapujos con el concepto de igualdad: hay tiendas y productos para aquellos que tienen familiares en el extranjero que les envían divisas y hay desabastecimiento para los que optaron por quedarse en Cuba y no tienen familiares residiendo en naciones capitalistas. Desesperado por las divisas, especialmente por el dólar, el gobierno impuso nuevas medidas económicas cuyas consecuencias parecen castigar a aquellas familias cubanas que no abandonaron la revolución.

Hoy la crudeza de la vida cotidiana hace desaparecer la energía para pensar en otras cuestiones. Lo urgente, resolver el día a día, se lleva todo por delante. Quizás por eso el covid-19 no figura entre los titulares. Podríamos concluir que la pandemia no parece ser un grave problema de salud pública en Cuba como sucede en Brasil, México o Argentina. La consecuencia más inmediata es que, en Cuba, la jerarquía de las fuerzas armadas continúa asegurando sus privilegios, ahora encumbrados merced a las tareas sanitarias. Gracias a las dificultades económicas vinculadas al covid-19 las FAR refuerzan su poder económico mientras los cubanos, a los que la Revolución vino a liberar, sobreviven condenados al desabastecimiento y las colas infinitas.