Di Tella en los medios
Infobae.com
8/05/20

Una novela en tiempos de cuarentena: el cortometraje que retrata el encuentro virtual entre un hijo y sus padres separados

Por Milton Del Moral

David Nazareno, estudiante del Programa de Cine del Dpto. de Arte, realizó el cortometraje documental "Novela familiar", en el que busca reconstruir su propia identidad a través de una mirada retrospectiva de su infancia y la relación con sus padres.

“¿Qué mejor momento para intentar reconstruir mi identidad?”, se preguntó David Nazareno Bastit Ferraio. Le habían encargado hacer un contenido en cinco días para la materia Programa de Cine del Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella. Pero su tarea tenía restricciones: por la cuarentena no podía salir de su casa para rastrear historias documentables. Entonces, debió indagar en su propia historia, bucear en su antología familiar y resolver puertas adentro con lo que había a mano: su celular, sus contactos, sus recuerdos, su nostalgia y las piezas del rompecabezas de su personalidad.

Concibió “Novela familiar”, un cortometraje documental de 18 minutos exclusivo para smartphones. La idea empezó sosteniéndose de un principio básico: ser una pieza interesante. Durante el proceso creativo tuvo una epifanía. David Nazareno no usa sus apellidos, ni el primero ni el segundo, ni el de su padre ni el de su madre. Lo advirtió en dos situaciones específicas: las irregularidades que se presentan cuando compra cosas por Internet y cuando recibió una distinción. “Empecé a indagar lúdicamente y a ver de qué se trataban mis cortos y mis películas anteriores y me di cuenta que todo tenía sentido, que todo estaba relacionado a eso”, relató, en diálogo con Infobae.

“Eso” era un denominador común en sus creaciones. Siempre escribía sobre lo mismo: las parejas disfuncionales. Y la raíz de esa repetición está arraigada en su historia de vida, en sus primeros años, en su infancia, en su memoria de haber conocido a su padre cuando tenía cuatro años.

“En la urgencia por buscar una historia para contar, fue lo primero que se me ocurrió. A principios de la cuarentena, empecé a notar en Horacio -así le dice a su padre en la entrevista- y en mucha gente que buscaban fotos viejas que tenían guardadas, en el material de celulares anteriores, en sus archivos de computadora. Algo que en la vorágine de la rutina diaria no tenemos tiempo para detenernos”, explicó.

El póster del cortometraje. Eligió la foto de su padre cuando tenía prácticamente su edad actual, 27 añosEl póster del cortometraje. Eligió la foto de su padre cuando tenía prácticamente su edad actual, 27 años

David sabe que no hubiese hecho este cortometraje si no estaba en cuarentena. El documental es casi un ensayo existencial, propulsado por un escenario de encierro e introspección en el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Entendió que le urgía saber quién era en verdad y que las respuestas a su incertidumbre las podía encontrar en dos personas: su madre y su padre. David quería, para él y para su trabajo, lograr un encuentro virtual entre él y sus padres separados.

“Bajo su superficie esta acción esconde un urgente experimento del cineasta: reconstruir su propio yo a partir de entender cómo se constituye su memoria y cuáles son sus verdaderos recuerdos. Busca así armar su antología familiar y a la vez desentrañar su propia personalidad”, describió en su reseña el crítico, actor y especialista en comunicación Rafael Escalante.

El proceso para convencer a sus padres de que participaran en su proyecto fue -según el propio autor- “arduo y absolutamente real”. Ambos le preguntaron si iba a haber un mediador, un cuestionario o un guión, si los temas estaban preestablecidos o era una charla arbitraria.

“Dejate de joder, ¿qué experimento querés hacer?”, respondió su padre. “Sí, no tengo problemas. Quedamos así, ¿algo más?”, respondió su madre. Finalmente, el recurso de apelar a la culpa paternalista de colaborar con los estudios de un hijo fue efectivo. Horacio y Lía aceptaron.

Pero David debió establecer una serie de preguntas para ordenar y segmentar el encuentro. A saber: “¿Cuánto tiempo estuvieron en pareja? Horacio, ¿vos me querías tener? Lía, ¿iba a ser abortado? ¿Le dijiste personalmente que estabas embarazada, cómo reaccionó? ¿Cuándo me conoció Horacio?”. Si bien él había visto a sus padres juntos en oportunidades casuales, se dio cuenta que no existían fotos de ellos compartiendo una misma escena. Ver en la pantalla de su celular la cara de su madre y de su padre era una suerte de debut, la primera vez de algo en su vida.


"En mi álbum familiar no tengo fotos con mi padre y mi madre juntos. Por eso, en cierto punto, fue la primera vez que los pude ver juntos a ellos dos en un documento visual", contó David Nazareno

"Más allá de la riqueza técnica del film -interpretó Rafael Escalante-, reflejada en el montaje de conversaciones por celular con fotografías analógicas de sus padres, el material sorprende por la manera en que logra condensar la angustia existencial del autor en estos tiempos en los que es imposible generar encuentros interpersonales por fuera de la virtualidad. Marca aún más esa angustia el temor a que los registros de sus experiencias vividas pierdan su originalidad, se borroneen o terminen por desaparecer. Tal como le puede ocurrir a una fotografía expuesta al sol o a la lluvia".

David sentía que tenía versiones sobre él: nada muy enraizado. El cortometraje termina -spoiler alert- en el punto más álgido del encuentro: el momento exacto antes de que sus padres aparezcan en pantalla. La reunión existió y el hijo debió oficiar de mediador y de entrevistador. “Fue muy incómoda. Mi vieja estaba en un tono muy defensivo y mi viejo estaba como en otra reunión, escabulléndose siempre en las respuestas. Pero fue leal, cada uno fue el que era. Fue muy interesante”.

Distribuyó su documental en un círculo privado de compañeros y familiares, que a su vez se dedicaron a propagarlo. Y le llegaron devoluciones en calidad de mensajes reenviados. “Muchos hijos de padres separados me remarcaron algo particular en mi interacción: la forma en la que yo hablo con ellos o la que ellos me hablan a mí. Con mi viejo hablo con monosílabos y a mi vieja le hablo yo. Las personas no son las mismas en sus casas, en sus colegios, en sus laburos. Y los hijos de padres separados aprenden a desarrollar ese juego para la subsistencia: yo no soy el mismo cuando hablo con mi viejo y con mi vieja”.

La pieza se llama “Novela familiar”. Y en la descripción de su trabajo, tal vez para responder su pregunta filosófica “¿qué mejor momento para intentar reconstruir mi identidad?”, recurre a las enseñanzas de Sigmund Freud: “Él define la novela familiar como el desasimiento de la autoridad parental como una de las operaciones más necesarias pero también más dolorosas del desarrollo. Se constituye en varios estadios o capítulos al modo de un teleteatro. Un período inicial en el cual el niño idealiza a sus padres. Luego, por varios motivos, aparece la crítica”.